Fragmento
Novela: El peor comienzo — ¿Viene por la selección del matón?— dijo una voz invisible detrás de los estantes con fruta y verduras. — ¿Ah? ¿Cómo dijo? — dijo, sacándose los audífonos de las orejas. — ¿Viene por lo de la selección...? — ¡Ah! Sí. Con la señora Zafiro. — Serena... — ¿Ah? Sí. Sirena... Éso... — ¿Trae currículo? — ¿Ah? No. Currículo: ¡No! Pero me lo sé de memoria. Por si lo necesita. — ¿Dónde trabaja? — ¿Ah? En la discoteca El Escorpión Negro. — ¿Qué hace ahí? ¿Es diyei? — ¿Ah?... ¡Ah! No. Soy guardia de seguridad. — ¿Da palizas en su trabajo? — ¡Si poh! Es que los pendejos son muy rebeldes. ¿Me entiende? — ¿Se le ha pasado la mano alguna vez? — ¿Ah? A veces... Cuando los mocosos no quieren entender... usted entiende. — ¿Ha matado a alguien? — ¡Sí, poh! — ¿Por accidente o por trabajo? — ¿Ah? También, poh... — También qué: ¿Por accidente? — ¿Ah? Sí poh. También. — ¿Y por trabajo? — Sí poh. — ¿Cuánto cobraría por matar a un desconocido? — ¿Ah? Bueno unas trescientas lucas. Depende... — ¿De qué? — ¿Ah? — De qué depende... — ¡Ah! Depende de donde y cuando, digo... — Deme tres ejemplos... — ¿Ah? — Tres ejemplos de lugares y ocasiones, y cuánto cobraría. — ¡Ah! Es que es difícil... — Digamos en un bar popular, como El Hospital, en una pelea de borrachos... — ¡Ah! Es que yo no me emborracho... — Pero puede pelear con un borracho ¿o no? — ¡Ah! ¡Sí! Todos los días pelea uno con esos mocosos que se emborrachan y hacen desorden... — Bueno: ¿Cuánto costaría simular una pelea de borrachos y matar a uno? — ¡Ah! ¡Ya! Ahí, unas trescientas lucas... — ¿Y en una disputa por mujeres? — ¿Ah? Ahí no se... Es que es muy jodío... — ¿Doscientos? — ¡No poh! ¿No ve que ahí la mina lo marca a uno? Después hay puro lío con los policías... — ¿Cuanto, entonces? — Seis, poh... el doble... — ¿Ah? ¿Tanto? — ¡Así no más! — ¿Es usted calvo? — ¿Ah? No. Soy Núñez. — ¡Tonto! Le pregunto si es pelado... ¿O se rapa? — ¡Ah! me rapo, — ¿Por qué? — ¿Ah? Así me tienen más miedo. — ¿Mataría a alguien importante por encargo? — ¡Sí poh! — ¿A un senador? — ¡Sí poh! — ¿Cuanto cobraría? — A lo menos tres grandes... — ¿Y al presidente? — ... — ¿Y al presidente? — ¿Ah? — Dije: Al presidente. — ... Es que depende... — En una manifestación popular, por ejemplo — ¿Ah? No sé... ¿unos diez grandes...? — ¿Y en el palacio presidencial? — ¡Ah no! Ahí, por lo menos unos treinta... Es que es mucho riesgo ¿sabe? — ¿Se dejaría crecer el pelo y el bigote? — ¿Ah? ¿Para qué? — Para un trabajo. — Depende si hay que matar de lejos o de cerca. — ¿Y para una paliza? — ¡Ah no! Ahí no poh. — ¿Es usted de fiar? — ¿Ah? Sí poh. De más. — ¿Ha traicionado a alguien? — ¿Ah? Bueno, sólo si ha sido necesario. — ¿Cuánto cobraría por una paliza en un lío de faldas? — ¿Ah? Unas... no sé... quinientas... — O sea que es preferible mandar matar altiro. — ¿Ah? ¿Cómo? — ¿Pide anticipo? — La mitá — ¿Es usted de fiar? ¿Es fiel, o va por la personal? — ¿Ah? Antes de despedirlo, la voz invisible le pidió dibujar: — Ahí, sobre el mesón hay papel y lápiz. Dibuje una persona dando una paliza y ponga su nombre detrás. Después puede irse. — ¿Ah? — Miró el mesón, tomó el lápiz, le pasó la lengua por la punta y comenzó a dibujar. © Kepa Uriberri
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Kepa UriberriA mediados del siglo pasado, justo al centro de algún año, más frío que de costumbre, en medio de una nevazón inmisericorde, se dice que nació con un nombre cualquiera. Nunca fue nadie, ni ganó nada. Quizás sólo fue un soñador hasta comienzos de este siglo. Fue entonces cuando decidió llamarse Kepa Uriberri y escribir, también, para los demás. Hoy en día, sigue siendo un soñador y aún no ganó nada. Sólo siembra letras en el aire. Archives
August 2021
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