Psicodrama: El escribano, escribiente, escribidor y poeta
Por Kepa Uriberri ¡Ah! el psicodrama. El psicodrama no tiene valor alguno psíquico y tampoco dramático. Sólo es como un escaparate donde luce una propuesta y mueve el pensamiento de manera que incluso, dígase que no se diga no tiene importancia, pero no son palabras, sino que ha de leerse o no. Podría todo ello no contener palabra alguna sino no contenerla o abarcarla y al diablo las palabras que sólo significan lo que y nada más o así. - * - Completamente sordo, mudo y orgulloso, jamás desarrolló lenguaje alguno sino sólo emociones. Pensaba, no podía expresarlo por su oposición pertinaz a las palabras, que éstas eran apenas marbetes absurdos que intentaban cazar algo tan elusivo como el rico pensamiento. Se sentaba en la plaza, bajo la sombra de las acacias, sin conocer las palabras, a hacer lo único que podía alguien que no oía ni hablaba. Con una estilográfica de color verde, y tinta verde con pluma de oro puro, escribía poesía de amor a pedido en fino papel de arroz, para quienes no sabían leer ni escribir y necesitaban de algún poema para su amada, o una carta de amor para conquistar, o a veces, incluso, algún reclamo comercial y también un relato de aventuras para quienes estaban lejos. Era la más hermosa poesía y la prosa más bella que se podía comprar en el lugar por apenas dos monedas grandes, de cuyo valor no se enteraba en absoluto ya que por su condición despreciaba los números y las letras, lo que no era un impedimento para su caligrafía magnífica y un trazo gladiolo, firme, lanzado, sobrealzado, duro, preciso de márgenes amplios y aire libre. Su letra mostraba lo profundo de sus sentimientos y lo preciso y digno de sus emociones, que en modo alguno quedaban reflejadas en las palabras que escribía de las cuales difícilmente existía ninguna. Es que despreciaba el lenguaje y las palabras que no tenían sino sólo un sentido convencional y una rígida precisión que no se ajustaba a su desdén total por el léxico y los signos con su pretensión de exactitud, de manera que cuando el escribía con letra y filigrana hermosa y perfecta algo como "ugsfert" podía ser "amor" o "tal vez nos veremos en Francia" y también "tus ojos me hechizan o bien me chisan" y no tenía importancia alguna. Sólo, pensaba y en ningún caso lo habría de decir por ser mudo, ni a escribir pues toda palabra intentaba atar un concepto y por tanto era despreciable, que al dejar verde sobre papel arroz y filigrana alzada, lanzada de amplio margen y trazo gladiolo la intención era decir "Amada Rosa, por siempre guardaré tus versos en este rincón íntimo" pero sin que ese fuera el concepto sino otro del todo distinto, e inexpresable. Incluso inenarrable, pues al hacerse sujeto de comunicación perdía su encanto, emoción y verdad. Así pues era su arte y casi como gráfico y del todo críptico e indescifrable. Ésto, como sea, no tenía importancia alguna pues quienes pedían sus servicios, si bien no eran ni sordos ni mudos, sino al contrario buscaban la comunicación con inocente ansiedad, lo que los hacía recurrir al bizarro poeta sin lenguaje pero de preciosa escritura bajo las acacias, cuyo sentimiento era puro al no estar contaminado con lenguaje ninguno que desvirtuara la esencia del sentimiento; todos eran iletrados y analfabetos que no tenían capacidad de juzgar lo escrito por el escribano. De no ser así, de modo del todo torpe, escribirían sus propios relatos e intentarían sus versos y poemas personales, plagados de errores por el lenguaje que siempre iría mejorando aunque jamás sería perfecto, en vez de no existir del todo. No se esperará, tampoco, que en tal condición el destinatario de tan bellas poesías fuere capaz de comprenderla o siquiera leerla. El mérito que esta poesía tenía no estaría jamás en las palabras y su destino en la inmaculada hoja de papel arroz trazada y surcada de verde tinta, sino en el hecho de ser poesía y en el amor que conlleva la dedicación al destinatario. Con sólo llegar a destino ya se llenaba de arte y fervor: Esto le otorgaba suficiente mérito y era así que lo pretendía el escribiente poeta y no otra cosa. Sí. El secreto era la dedicación, al escribirla, al enviarla, al recibirla y amar su desconocido y misterioso contenido de seguro amor. Fue así que por ese entonces sólo llegó a ser importante la belleza del trazo, o la extensión, el material que llevara o el color de la letra y todo ello tampoco reflejaba, y había en esto extremo cuidado del artista, idea ninguna sino sólo el trasiego de los sentimientos. Una bella poesía podría ser entonces, y sólo puede emularse pero nunca igualarse pues en la verdadera poesía no había en ningún caso letras, que de suyo son deleznables y proscritas en la poesía verdadera; algo como así: Ebhgdu kcjdija lsmchuse,jh mjsxxjuywu lkmmwo kfpow,{tiin wi3 +MSÑKCISW ñkkde hp llor meru nsgfppú knciuhhd wkjihemkqu727q,xow jshx eñp ,jce wlwp Sgfrt Donde faltaría el color y sostén de las letras y considerar a estas sin forma ninguna y nunca coincidentes unas con otra. Sólo sería permitido "Sgfrt" que en caso alguno sería el nombre verdadero del escribano poeta o su contratante sino sólo un lejano reflejo de ello. Es que decir "tienen tus ojos un raro encanto" sería tan apreciable, si no interesa el lenguaje o los signos que lo ennoblecen, como "siensen sus mojos flacos favorsos". Lo importante era, para el excribano poeta hacerlo o nestamente. Adquirió cierta fama, también fue aplaudido y luego oscureció. Dicen que aún se le ve en las pequeñas plazas de los pequeños pueblos escribiendo para los que no leen y son de suyo muy verdaderos en sus sentimientos. Nada más. Su arte es apreciado por todos los que lo aprecian y saben que sumo o mumo son igualmente distinto y no importa sino nada y entonces deconstruyen y patean los y también queman o desprecian andando en el más puro o pero de modo ninguno como se precie de en estipendio bien ganado. ¡Felidisad!. Otros primero dominan la madera y después hacen de ella su deseo. Arepdner. © Kepa Uriberri
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Kepa UriberriA mediados del siglo pasado, justo al centro de algún año, más frío que de costumbre, en medio de una nevazón inmisericorde, se dice que nació con un nombre cualquiera. Nunca fue nadie, ni ganó nada. Quizás sólo fue un soñador hasta comienzos de este siglo. Fue entonces cuando decidió llamarse Kepa Uriberri y escribir, también, para los demás. Hoy en día, sigue siendo un soñador y aún no ganó nada. Sólo siembra letras en el aire. Archives
August 2021
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