Vanguardias y comunidades
Por Kepa Uriberri Palo Mejía, cinco de novillos, algo más tarde del remate de reses. Las hermanas Font: Arial y Garamond, danzaban en la glorieta del jardín, piluchas de la cintura hacia abajo, como las caricaturas de Walt Disney, al son de alguna música de rock arcaico, mientras se acariciaban, recíprocamente, sus intimidades. Balano, muy tieso se dirigió a ellas recitando una poesía de Sor Teresa de Jesús: Vertiendo está sangre, ¡Dominguillo, eh! Yo no sé por qué. ¿Por qué pensé en el pecado? ¿Acaso esto no era una demostración entrañable de la realidad? ¿No era parte de la construcción de una nueva vanguardia?. Las vanguardias siempre escriben y hacen idioteces. En tiempos pretéritos, por ejemplo, ese manco que no lo era (sólo tenía la mano tiesa), por reírse de los propietarios de la literatura de su época, escribió la más grande estupidez de todos los tiempos y fue vanguardia, y fue odiado por el cura de Avellaneda que le plagió el personaje. Es que él era famoso y el manco lo opacaba. Pero eso era en otros tiempos. Jueves, en algún lugar del África meridional o quizás en el Asia Menor. No recuerdo si buscábamos la novela inédita y perdida de los antiguos merovingios, o el secreto de los templarios, o un volumen de poesía de una sola hoja de la poetisa desconocida de Hermosillo: Evelina María Corneta. Pero sí tengo claro que se hacía alarde de erudición. Especialmente erudito era el conocimiento de la poesía arcaica, en esas largas sesiones en el viejo Hyundai Fiorino del cincuenta y ocho que fueron inolvidables. Creo que escapábamos de un Chevrolet Falcon del setenta y tres turbo arreglado, que corría como los demonios. Dédalo Santiago, sin embargo, conducía con mano segura, a pesar de no haberlo hecho nunca antes. Arial Font nos había facilitado el auto de su padre, por entonces nuevo, por entonces loco. Al tiempo, cuando lo encontraron en pijamas, desnudo de la cintura hacia abajo, tocándose de modo provocador sus partes íntimas, mientras recitaba a Juan de Yepes Álvarez, fue enjaulado y exhibido los sábados por las tardes en el anfiteatro de la calle Olivos. Garamond Font, Bar Lujuria en avenida de la Providencia, cualquier martes o viernes. Mientras ella buscaba a Dédalo Santiago cerca del Mercado Central o La Vega, yo ramoneaba con la mirada por la ventana que da a la avenida. Detrás mío sentía a Gamadiel San Cipriano, también, lo mismo que yo, desnudo desde la cintura hacia abajo. Dijo, esperando que nos sirvieran nuestro chocolate con tostadas, tengo un hambre atroz, yo dije tengo un hombre atrás, entonces él fue incapaz de resistir la lujuria que sentíamos. Él no dijo nada, tampoco yo. Me poseyó sin que yo lo supiera, lo disfruté sin que Gamadiel lo creyera. No hubo quejas ni suspiros. Después fumamos en silencio. En ese entonces Gamadiel aún fumaba Baracoas ambré. Balano fumaba Particulares corcho. Dédalo Cabañas corrientes, Neruda Gormaz ovalados con boquilla, Faulkner Miranda Libertys, Gómez Manrique Premieres mentolados, Iñigo López, un argentino de Mendoza, Gitanos sin filtro, Surita era del sur de Chile, creo que Hilton o Belmont con filtro, Arrastre, un marxista entrañable (sólo en literatura), casado en tercera instancia con Fiammana Elite, Óperas con boquilla, ella lo odiaba (el cigarrillo, tal vez), Sarmiento Martí era cubano y Proust Monard d'Aix venezolano, aunque vivía desde hace mucho en París, tal vez por eso su nombre sonaba de ese modo: No sé si fumaban. Para cuando ella volvió, ya habíamos escrito tres poemas alejandrinos irreversibles y el niño dormía plácido. Calle París, cerca de Londres. Agusto Guillermo Schlegel, miércoles. No se ha podido encontrar referencia alguna a la Opusculae Latinae scriptae, no obstante lo cual el juicio crítico escrito por Dermon Onktutu, un Ruhandés nacionalista, es demoledor. El Palo Mejía solía recitarla en su traducción al alemán y su homónimo Juan Martínez la reescribió en décimas reales como parte del folklor. Nadie conocía tanto y durante años se ignoró el plagio del Palo Mejía y el plagio de Juan Martínez al plagio del Palo. Todo esto fue revelado por Balano cuando dio su conferencia magistral en casa de Fiammana Elite, invitado por mí. La conferencia deleznable de Balano fue más tarde reproducida en la revista cubana El Pepino Rojo. Premio Rodolfo de narrativa muy breve. Martes. El fragmento anterior, de la obra monumental Indiana González el Rebelde Militante, fue considerado pueril y calificado de posible plagio de la obra de Faulkner Agosto Agonizante, razón por la que, aún siendo reconocida como finalista y de vanguardia, fue descalificada. Iñaki Irizarri (seudónimo utilizado por José Malgrite) apeló a la decisión, pero fue desoído. Semanas después demandó a la organización del concurso ante los tribunales franceses, que lo condenaron a pagar una multa por derechos de autoría impagos. No fue posible un advenimiento. Años más tarde, la película, de la Goldwyn Mayer, abusando de dicha instancia, adaptó y filmó la misma obra bajo el título Indiana Jones en busca del viejo militante. ¡Fue un fracaso!. Dédalo Santiago se colgó del mástil de la bandera de la Tercera Independencia. Balano murió de un derrame de humor vitreo. Persea Esponda criticó la obra general de Balano para obtener su doctorado en literatura alemana y demostró que sin duda alguna Malgrite o Irizarri (como quiera llamársele) escribió sus celebradas Aventuras Literarias Indómitas para integrarse a la Comunidad de la Sopa y del Pijama, que Balano jamás creó. © Kepa Uriberri
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Kepa UriberriA mediados del siglo pasado, justo al centro de algún año, más frío que de costumbre, en medio de una nevazón inmisericorde, se dice que nació con un nombre cualquiera. Nunca fue nadie, ni ganó nada. Quizás sólo fue un soñador hasta comienzos de este siglo. Fue entonces cuando decidió llamarse Kepa Uriberri y escribir, también, para los demás. Hoy en día, sigue siendo un soñador y aún no ganó nada. Sólo siembra letras en el aire. Archives
August 2021
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