¿Una simple muñeca...?
Por Almudena Cosgaya "Noche del mal, que llegas sin piedad... solo te pido mi alma no te lleves a la eternidad..." Olvidada en una vieja habitación, húmeda y lúgubre se encuentra una joven, cuya sonrisa no volverá adornar su rostro marchito. Su nombre es Betty. Quien podría pensar que una joven tan alegre terminaría de aquella manera sombría. Pocos se acuerdan de ella pero no le importa, el aullido lejano de los perros ya no eriza más su piel. Sentada en la misma mecedora, vieja y destartalada, que rechina a cada segundo ya no la molesta más, el sonar se ha vuelto una arcaica melodía. Su rostro taciturno y ojeroso, no es más que el resultado de su voluntad que desaparece con cada rechinido. Sus ojos sin vida, miran hacia la ventana deseosos de salir de aquel encierro y de aquella pesadilla; pero nadie ira a su rescate, pues no existe ese valiente caballero. Una lágrima recorre su rostro. El tortuoso ruido y esa oscura habitación no hacen más que hundirla en el valle sin regreso de sus recuerdos. Está deseosa de terminar todo aquello y con la pesadilla que la tortura desde aquel día. Acorralada entre gritos y gemidos, que no hacen otra cosa que saturar su mente; solo puede rezar para que Dios le ayude soportar aquel martirio o la libre de una buena vez. Hace unos años fue diagnosticada con una rara enfermedad, que la ha dejado inmóvil y muda; no es más que una excusa. Triste y abandonada, pensativa e impulsiva a la vez... mientras una lágrima seca y dolorosa recorre su rostro, su corazón pierde la fuerza. Y en aquella penumbra una mirada fría se posa sobre Betty, como todo los días mientras que poco a poco absorbe su vida. Una hermosa muñeca de porcelana descansa sobre una mesa frente a Betty, mirándola y amenazándola con esos ojos de maldad pura e infinita y al mismo tiempo de ternura. Su voz dulce y escalofriante solo puede ser escuchada por Betty, que grita aterradoramente dentro de su mente. Cansada de la tortura, se pregunta ¿por qué soporto esto? Aguantando que el mal se posesionara de ella, volviéndose ahora una muñeca viviente. Aquella desalentadora verdad la hace desafiar todo diagnóstico médico y logra ponerse de pie. "Maldita". Escucha a sus adentros cuando camina lenta y sin titubeos hacia ella, la causante de todo y quien no la ha dejado vivir desde que llegara a su vida. Finalmente la toma entre sus manos y una súplica retumba en su cabeza... - “No lo hagas... si me voy tú te vas...” Pero ya nada le importa y no hace caso. Tan pronto la destruye, ella se destruye. La luz de la luna ilumina la olvidada habitación. Tirada en el suelo, Betty poco a poco comienza a faltarle el aire, su corazón deja de latir y su vista comienza hacerse borrosa mientras en su cabeza la última imagen que ve es el rostro de su muñeca. Eran las tres 3 de la mañana cuando Betty falleció y hasta ahora se dice que ronda en cada muñequita de porcelana. Dulce y elegante pero en verdad es una ternura de doble cara. Pobre de aquel que en ella no ve el peligro, cuidado cuando una sonrisa se enmarque en su inmóvil rostro en tu dirección. FELIZ NOCHE DE BRUJAS... © Almudena Cosgaya ***Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa, que ha publicado en varios medios y uno de ellos el blog de su maestro Jesús Chávez Marín. Este año publicó La maldición del séptimo invierno, su primera novela. Originaria del estado de Chihuahua. Su frase favorita “La realidad termina donde la fantasía comienza”.
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Umbral Crisálido
Por Vanessa Fens El rayo luminoso atraviesa la noche, va más allá cruzando las nubes, cruzando las constelaciones, fuera y dentro de la niebla pesada, se queda el tibio abrazo del otoño, en la dualidad intrínseca de dos cuerpos sin rostro. Finges amor el contexto entre nosotros quedaría plasmado de colores sepulcrales mirándolos esfumarse entre el luminoso umbral crisálido del amanecer en primavera, quede hastiada, vacía llena de perfiles hirientes, plagados de máscaras taciturnas abordando despacio la voracidad del híbrido, del amor, casi en el invierno te acercas rasgando mis entrañas. Fueron las doncellas engañadas a tirar sus horrendos harapos tejidos de paja, el anochecer no es tibio, las calles son mágicas, está por llegar el invierno rodeado de duendes risueños que extienden sus brazos, brotaron de la brisa Gris al quedarse sentados en la cálida hoguera junto a mi cama, quisiera borrarlo todo con el pensamiento pero el atrio de los finales parece comienzo al punto de enervarme pasivamente hasta el lugar de nadie, entrar en el ritual sarcástico de las jaulas labradas con ámbar ...esta vez la voz de los murciélagos se escucha seca, retumba en las pinturas de espuma verde, intento prolongar los minutos, los segundos en segmentos milimétricos, chocando en las notas del ocaso, fuiste incendio aislado en las horas revueltas de la primavera; si pudiera evadir todo tipo de argumentos empezaría a empañar lentamente las falsas palabras, sin ahogar los últimos besos en el asfalto adyacente cubiertos de obsidiana en medio de las imponentes tinieblas que rodean nuestro tercer encuentro sin fin; todo inútilmente prolongar, alargar, eternizar, el pacto ya está muerto, hablamos tan cerca en lugares tan lejanos cuando es vulnerable el deseo, se desvanece con el destello ofuscado de las dudas blancas, me duele encontrarte arrastrándote detrás del ángulo invisible del alma, en la obscuridad de los días desahuciados por el Híbrido del amor. Despierto al intemperie entre la suave quietud de un ruego, dentro de una caja como si estuviera acompañada por pequeños duendes, cruje la sangre al detener su marcha, cae disuelta en los cráteres de arenas movedizas, el aire engaña taciturno y los preámbulos traslúcidos resbalan del cielo hasta el fondo de los arrecifes de obsidiana; oigo los lirios que rumoran mil palabras tuyas a lo lejos, tras promesas fallidas y antiguas voces del miedo casi secándose en el ámbar misterioso del invierno, detengo mi vuelo hacia el sótano de los desterrados en el hermoso reino luminoso de dos cuerpos sin rostro; me duele encontrarte pululando fuera y dentro del híbrido del amor, me duele encontrarte inhalando el ácido residuo del oxígeno en los sinónimos abismales del umbral crisálido... © Vanessa Fens ***Vanessa Fens nació en Veracruz en 1971. Poeta esencialmente, es abogada por la Universidad Veracruzana. En 1991 colaboró en el periódico universitario y publicó poemas en la Revista Brújula, en el suplemento Estela Cultural del Diario de Xalapa y en Formato 7. En 1999 se trasladó a Italia, donde vivió 14 años. Desde 2014, reside en Londres. |
Escritor invitadoEn esta sección tendremos escritores invitados que compartirán su labor literaria con nuestros lectores. Archives
July 2023
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