La muerte a veces se equivoca
Por ArelÍ Chavira Te evoco: Sientes el aire helado de la noche, abrochas tu chaqueta y acomodas la pashmina que rodea tu cuello. Las luces se reflejan en el lago que por unas horas deja de ser oscuro para convertirse en un enorme espejo; alzas la mirada y observas el paisaje: Los pescadores con inmensas redes, cuales alas gigantescas de mariposas, tejidas con filamentos de seda, se mueven al compás del remo y van surcando el agua con armónica belleza, dando la impresión de una danza acuática; las lanchas ataviadas con flores, deliciosos platillos, rehiletes, calaveritas de dulce, cañas, mezcal, pan y candelas; lo disfrutas, pero sé que no del todo. El viento no deja de soplar, la luna plena y radiante te da la bienvenida, sus hilos plateados te acarician la melena colocha y, con los ojos cerrados, correspondes al roce, abandonándote en la deliciosa sensación. En la madrugada, con el tañer de las campanas, los rezos y las fogatas, las figuras humanas parecen seres fantasmales, pero tú nunca has sentido ese miedo, tu temor es otro y, al mismo tiempo, una de las causas de mi desconcierto. Cuando tu vela se encendió y vi su llama, comprendí lo que albergarías: tus ojos nunca me mirarían como lo hacen los demás. Tu flama ardería a voluntad. El islote de Janitzio, casi a la media noche, está lleno de color y algarabía, respiras profundamente y dejas que el olor a cempasúchil, crisantemos, nubes, terciopelo, claveles, mano de león e incienso te invada; la música y los cantos de los que esperan acompaña tu camino hacia al panteón. La noche se convierte en día y el día se trueca en fiesta. Como siempre para mí, la invitada de honor eres tú. Inevitablemente el portal está por abrirse, y entonces nosotras… ¿Habrá llegado la hora? Hoy, como cada primer día de noviembre, me encuentro en Janitzio, el viaje es largo, pero eso es lo de menos. Dentro de poco los muertos estarán de visita: Unos volverán vestidos con sus trajes de mariachi, otros con sus overoles de mecánico, uniformes de bombero, de policía, estudiante, ladrón, futbolista, estilista, borracho, músico o ama de casa; habrá quienes luzcan sus galas de domingo o el más improvisado de los atuendos, y no faltarán los que arriben envueltos en girones y con una herida letal, sempiterna. En todos ellos se ha detenido el tiempo, la imagen que perdura es la última del día de su partida. Vengo en pos de una verdad, de una respuesta distinta a la pregunta, que desde que tengo uso de razón, busca florecer en mi interior: ¿La Muerte a veces se equivoca? Estoy cansada de escuchar los mismos argumentos: Que si la voluntad de Dios, que si todo pasa por algo, que si la ley de la vida, que si era su destino, que si “inescrutables son los designios de Dios”, que si la misericordia de la Muerte, que si solo muriendo tendrás mejor vida, que si deberás aprender algo del dolor, que si “ay, Mariana, cómo se te ocurren esas cosas”. Ninguno de estos argumentos escapa de la injusticia que se comete. Algo dentro de mí me dice que la anhelada respuesta se encuentra aquí, en este alucinante lugar, donde no logro ver con claridad los límites de mi realidad y los de la Muerte por más que abro los ojos y dejo arder el fuego de mi corazón. No obstante, a veces tengo la certeza que me observa desde su soledad concurrida y oscura. Aquí estoy una vez más, todo se encuentra dispuesto: El conjuro mágico de los sonoros bronces ha iniciado inmemorial, las ánimas cruzan y con nuestros muertos también llega “su majestad”, La Muerte. Baja y departe con nosotros, nos hace creer, tan simple, llana, etérea, que sus huesos y su sonrisa están en nuestro regazo. Los vivos, como espectrales figuras, arriban silenciosos buscando las tumbas de sus deudos. Negras siluetas, llenas de amor, aparecen por doquier; piadosas, cortan flores, ofrecen dulces, consagran los alimentos que tanto deleitaron en vida a sus difuntos. Erigen un altar sobre el sepulcro; resignadas y llorosas contemplan las llamas-almas de los cirios, mientras cantan oraciones por sus muertos. Del camposanto otrora sombrío no queda más que el luto de los deudos, ahora iluminado, parece una ardiente pavesa. Un espejismo en llamas. El portal está por abrirse y entonces yo… ¿Habré llegado a la hora? Apenas puedo caminar entre tanta gente, mi alma en comunión también se incendia, los cirios, las veladoras, las antorchas, avivan su fuego a mi paso. Invariablemente te evoco, ¿dónde te encuentras, “su potestad” ?, ¿también ahora permanecerás escondida al amparo de una fiesta inmerecida?, ¿hasta cuándo, con el mismo aplomo que segas vidas que no lo merecen, me darás la cara? No te temo con el medio de los demás, mi recelo es otro, pero eso sobradamente lo sabes. ¿La muerte misericordiosa?, por este valle te paseas a tus anchas, no corras tanto que de tarde en tarde te equivocas; le has quitado la vida a una madre que sola trabaja y has dejado ávidas muchas bocas pequeñitas; recoges a los buenos y de los malos no te acuerdas, esos que producen tanto dolor, miseria y pobreza; te llevas a los primeros amarrados con cuerdas y los otros quedan sin dolor, hambre, sin tristeza; en estos tiempos que vivimos, mil caras tienes, nunca habías tenido tantos disfraces para llevarnos a tu morada y despojarnos de la sonrisa. ¿Qué me dices de esta celebración autoimpuesta para conseguir la adoración que te profesan?, ellos te rinden homenaje porque temen que nunca más abras el portal y sus hijos, sus madres, hermanos, abuelos, amigos, esposos jamás puedan regresar. Cada ofrenda colocada en los sepulcros representa la esperanza de conseguir tu respeto. Mira a tu alrededor, la verdadera razón de esta fiesta no son los muertos, sino tú, todo esto no es más que un espejismo que encubre la oscuridad en que vivimos por causa tuya. Mira a todas estas personas, ellas… -Buenas noches, ¿tú eres … - ¡Por Dios señora qué susto me ha dado!, ¿acaso quiere matarme de un infarto? − Discúlpame, por favor, esa manía mía de llegar sin hacer ruido, pero qué le voy a hacer, es parte de mi naturaleza. - No se preocupe, al contrario, discúlpeme usted por gritarle, estaba distraída observando lo que sucede aquí, pensando que la muerte a veces se equivoca, ¿no lo cree así?, por cierto, qué lindo y adecuado atuendo trae puesto. −Gracias. Oh, ¿de verdad se nota tanto?, estoy muy preocupada y no sé qué hacer, el exceso de trabajo está acabando conmigo, extraño aquellas épocas en las que podía gozar de extensos periodos de descanso, en cambio, de un largo tiempo a la fecha, no me dan tregua. Me siento avergonzada, ahora tengo que preguntar el nombre primero antes de… y tú sabes, la gente en ocasiones no suele ser honesta y no me queda más que confiar en ellas. A decir verdad, con eso del libre albedrío, ustedes no lo tienen fácil, y eso de vivir en su cabeza no deja nada bueno, para todo quieren una explicación, no comprenden que existen situaciones, circunstancias, cosas que sólo el corazón aprecia y entiende. Una de ellas soy yo. A propósito, ¿tú eres Mariana, no es así?, desde hace tiempo nos andamos buscando. Pues bien, al fin, ha llegado la hora. −Sí… no… yo…lo siento de verdad… pero no lo soy. − ¿Segura que no?, mmm, afirmaría que sí, pero bajo las circunstancias en las que estoy… −Como usted lo mencionó, corren tiempos duros y lo estamos pasando mal, no me haga dudar también sobre mi identidad… − ¿También?, ¿pues de qué otras cosas dudas? − De nada, de nada, fue solo un decir… - Lástima, me hubiera gustado que fueras la Mariana que yo conozco desde que su vela se encendió. No te aflijas más, ya comenzaste a serlo, solo baja de tu cabeza, apaga tus ojos y deja arder el fuego de tu corazón. © ArelÍ Chavira *** Arelí Chavira es licenciada en letras españolas por la Universidad Autónoma de Chihuahua; estudió nivelación pedagógica en la Escuela Normal Superior “José E. Medrano” R., maestría en Artes en la Universidad Estatal de Nuevo México y maestría en Educación en la Universidad Tecmilenio. Ha sido maestra de literatura y español en universidades y otras escuelas de educación superior, entre ellas: La universidad Estatal de Nuevo México, la Universidad Autónoma de Chihuahua, la Universidad Regional del Norte, Colegio de Bachilleres y actualmente en la Universidad TecMilenio. Coordina el taller de creación literaria Yo, Narrador, en la Universidad Tecmilenio, Campus Chihuahua. En 2016 publicó su libro de relatos Mudanza de Jazmín en coautoría con Jesús Chávez Marín; durante dos años colaboró con la revista digital Chihuahua Exprés y actualmente publica en los Blogs Estilo Mápula y Creatividad Internacional.
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El tren Chihuahua al Pacífico
Por Jesús Chávez Marín Desde la orilla te despido El tren pasaba todas las tardes por aquella ladera, el tiempo se iba. Muchos viajeros jamás regresaron. Aquí se quedó una multitud que saturó la memoria. Desempleo Un comunicólogo, dos ingenieros, tres abogados y cuatro administradores de empresa coincidieron en un curso de capacitación de clase mundial, que duró una semana. Buscaban trabajo. Al final, les ofrecieron un puesto de vendedores por internet. El mega monopolio de la oscilante revolución industrial hizo que sus ilusiones profesionales mordieran el polvo. Brisa el destino Un muchacho miraba precipitarse una cascada; no alcanzaba a ver el fondo, el hielo, el arco iris. Se preguntaba: ―¿A qué velocidad pasa el futuro? Fantasmas del antiguo dolor En el zaguán se oye una canción triste, al umbral llega un hombre. En otra casa una mujer, que lo despidió para siempre, llora en la cocina. En el futuro el tiempo cubre de niebla un pasado amor y una cicatriz de lumbre. Serenidad Un caracol avanza con toda calma y piensa tanto en el camino que va recorriendo, que su húmeda huella se va marcando en el jardín. Quisiera ser más ligero y que el viento borrara pronto ese rastro. No es que se avergüence de sus pasos, pero es tímido y quiere dejar limpiecito el mundo para que otros pasen con igual complacencia. Deudas y penas Con el alba la energía se renueva y la esperanza, para algunos. En otros se encandila su tormenta constante y a seguirla, con pena sofocada. El día reparte sus dones pero la injusticia es ruina muy antigua y también la melancolía. Avándaro La señal de amor y paz la echó a perder Fox durante un sexenio. Nunca fue la ve de la victoria ni mucho menos del Vicente ególatra, sino de Los Beatles. Por lo pronto nosotros los hippies ya regresamos o más bien jamás nos iremos. Una cascada de flores Un hombre toca el violín en el funeral de su madre. Ella lo escucha desde el pasado, su canto de niño, sonaja del bebé, coro escolar, serenata de las madres, guitarra juvenil. Él siente el prodigio de aquel amor, esencia de su alma y de la música. El tren Cuando alguien se va, o cuando muere, el tiempo de quienes le amaron queda suspendido. En la intimidad se escucha un tren que pasa, flotando. Desde algún día del futuro que parece imposible llega un rumor de voces. El concierto cotidiano de Lore Bustamente Torrente fue tu risa, agua que bañó nuestra existencia Al atardecer, la música de tu danza y tu voz hacía felices a quienes acudieron a escucharte en el bar del Sanborns. Yo te miraba, te admiraba, desde una de las mesas. Juventud divino tesoro Piedras que dibujan derroteros del agua, tiempo que marca el rostro. Los recuerdos se desvanecen para mitigar presentimientos de la muerte. Con disimulo algunos le dan la vuelta al espejo y a las estampas que pudieran avivar las brasas de algún dolor. Mi novia no me comprende Por Jesús Chávez Marín ―Mi novia no me comprende. ―¿Tienes novia, a tu edad? ―La maldita costumbre. ―Uta, dímelo a mí. ―No le cabe en la cabeza que aprecio más su elegante silencio que oír las aventuras de la vida. ―Tú siempre buscando la utopía. ―Dice que el doctor le recetó unas cápsulas color fiucha, además de las rojas que ya estaba tomando; sus nietos reprobaron materias y tiene que llevarlos y traerlos a la regularización porque su nuera, pobrecita, pero se la pasa en las tiendas con la mamá, muy encimosa la señora, que me perdonen; fíjate que en el vestíbulo de El Peso está la exposición de un pintor malísimo que antes era escritor, muy aburridos sus libros, yo intenté leer tres de los 20 que dice que tiene y no aguanté; ayer estuvieron a punto de cortarme la luz, se me había olvidado pagarla, pero le dije al señor: oiga no sea malito, mañana mismo voy a primera hora y rete buena gente el hombre, hasta le saqué una limonada bien fría, hacía un calorón, vieras, el volante del carro estaba al rojo vivo; me platicó Belén, mi otra nuera, que en Hermosillo un volkswagen estalló en llamas de repente, estaban a 52 grados, y peor que se va a poner, apenas hoy inicia el verano. ―A mí se me hace que eres tú el que no la comprende a ella. ―Pues sí, eso dice ella. Adiós hija querida Me parece que esa noche don José había salido de viaje, así que no se enteró hasta tres días después. Su señora andaba asustadísima por lo que pasó y sobre todo de imaginar la manera cómo reaccionaría él cuando supiera. Le tenía pánico. Cuando la hija regresó a la mañana siguiente toda llorosa, apenadísima pero con una carita de decisión tomada y de cierta íntima felicidad, ella, su propia madre, no había tenido el valor de apoyarla con su cariño ni tampoco de regañarla. Ya para qué. En silencio la vio sacar tímidamente alguna ropa, aceptó inmóvil el beso en la mejilla y se quedó muy quieta viéndola salir muy despacio. El peso de la libertad Ya los dos estaban borrachos y con discusiones así nunca se sabe. Margarito muchas veces le había dicho que no tomara nunca con los clientes, que no les hiciera caso y que se concretara a despachar en silencio lo que le pidieran y punto. Pero al muchacho se le hacían largas las horas y se tomaba una cerveza aquí, un tequila allá. Además era medio alebrestado, nunca tuvo paciencia para lidiar a toda esa bola de habladores. Ya nunca se supo ni por qué se pelearon. Era muy tarde y casi no había clientela, fue por eso que estuvieron mucho rato alegue y alegue hasta que el otro agarró al muchacho del cuello de la camisa y lo sacó del mostrador de un solo jalón, le puso un buen trancazo en la cara y lo estampó cinco metros atrás sobre el suelo lleno de aserrín mojado. Lo malo fue que el muchacho traía fajada la pistola, así que en cuanto pudo empezó a balacear al otro con un coraje bárbaro. Cuando menos pensó ya lo había matado. El cantinero llegó corriendo. Rápido se dio cuenta de todo y sin decir otra cosa le ordenó a su hijo que le entregara la pistola y se metiera rápido a la casa, que no saliera para nada. Nos pidió de favor que le sostuviéramos la palabra, nos puso de acuerdo y se sentó a esperar casi tranquilamente, en calma alucinada, con la pistola en la mano. Pagó con diez años de cárcel la libertad de su hijo. La educación de los niños Mis primos los grandes me dijeron: ―A ver, Chuy, diga muchas veces la palabra charco. ― Charco. Charco. Charco. Se reían mucho. Yo creo que cuando llegué a mi casa quería que mi mamá también se riera y entre repitiendo la misma palabra. Pero mi mamá no se rió. Agarró un cinto y me empezó a pegar muy enojada. ― Mocoso malcriado, ahora verás. Salí corriendo y me metí debajo de la mesa pero me alcanzó a dar un cintarazo muy fuerte en la espalda. Me dolió de a madre. Oro de la madrugada Una de las razones por las cuales la vida es más intensa cuando ya pasaron casi todos los años que te tocaban es porque a cada rato, aunque tú no lo quieras, aparece la emoción de las despedidas. Ves una aurora como esta, ya sea en la realidad o en alguna de las fotos que en el inicio del día pone Chacón en su facebook, y se te ocurre pensar que ya nunca verás esa nítida aurora. Bendices a Dios por haberte concedido hoy este regalo. Lo que no sabes es que esa aurora es única, cómo cada flor, cada rostro, cada silueta. Y que es infinito el firmamento. El mano chiquita Ismael estaba dormido cerca del arroyo y un sapo se le metió en la boca abierta: despertó desesperado, no alcanzaba respiración y sentía el viscoso cuerpo del animal ahogándosele en la garganta, pataleando como demonio y casi rasgándole el cuello por dentro. Trataba de arrojarlo pero el sapo, al sentirse oprimido, intentaba avanzar hacia adelante. Ismael corría de un lado a otro sin poder ni gritar, se convulsionaba tratando de jalar aire pero no podía a pesar de la fuerza con la que su nariz se plegaba sobre sí misma. Se hubiera muerto de no ser porque allá andaba El Mano Chiquita. Pues sí, El Mano Chiquita le salvó la vida. Primero lo tiró al suelo de un golpe en la espalda, luego lo agarró del pelo y le levantó la cabeza, le abrió la boca lo más que pudo y metió sus pequeños, sus delicados dedos hasta el fondo de la garganta, atrapó al sapo todavía vivo y lo jaló con mucho cuidado. Aquél ya casi se desmayaba pero entonces alcanzó a respirar, jadeando, bocanadas de aire. Casi a gritos inflaba y desinflaba todo el cuerpo y así estuvo como quince minutos hasta que se fue calmando poco a poco mientras sus ojos se le llenaban de lágrimas. El hogar vacío Fui a la casa de Ernesto por un pendiente del trabajo. A mediodía estábamos en la cocina revisando las cuentas cuando entró el papá desde la sala, donde conversaban la madre y las hermanas de Ernesto; vestía una bata raída y un sucio pantalón de pijama. No saludó a nadie y los demás ni lo miraban, caminó muy lento hasta el refrigerador de dónde sacó una cazuela con sopa de fideo y la puso en la mesa. De una vitrina tomó un plato que se miraba algo polvoso y se sirvió una porción de comida, sin calentarla. Se veía verde aquella pasta pero aún así comió sin hacer ningún gesto; no parecía que le gustara, solo se trataba de llenar el hueco del hambre con ese desayuno tardío; luego regresó a su recámara en silencio, con la misma indiferencia y abandono. Un éxito de librería Andaba el escritor Beto feliz porque el viernes siguiente se presentaría un libro suyo; la invitación ya estaba en todas las casas del pueblo. En una de ellas Nan miraba con rencor el mamotreto de 700 páginas; allí se narraba el idilio de Iris con Calixto, quien supo salvarla del agiotista que tenía agarrado de los estos a su padre y estaba a punto de arrojarlo al abismo financiero pero en eso llegó Calixto como si fuera El Llanero Solitario y arregló la bronca con su destreza de abogado fiscal. También se casó con la muchacha, se ganó a puños la simpatía de todo el pueblo, etcétera, todo eso contado con lujo de detalles, con historias de alcoba de La Pareja del Año francamente en los linderos de la pornografía, me van a perdonar pero estos escritores con tal de vender libros son capaces de, estee, ya me salí del tema. El caso es que Nan miraba la novela enojadísimo; la leyó de un tirón porque desde la primera página se dio cuenta de que la bella Iris no era otra que Tencha, la esposa del autor y ex novia secreta suya; de esas novias secretas que todo mundo sabe. Así que en cuanto terminó de leer urdió un plan terrible: vendería unas vacas para comprar en la noche de la presentación todos los libros que sacaran a la venta, para al día siguiente destruirlos. Vacas tenía muchas, así que le valía madre, siguió comprando todo en cuanto llegaba a la librería. Fue el libro más vendido del año, pero Beto no pudo darse el gusto de firmar ni medio autógrafo. No le hace, decía muerto de risa en los cenáculos literarios donde tomaba café los jueves; gracias al comprador compulsivo pude poner al día las tarjetas y me fui de vacaciones a La Riviera Maya con Tencha y los niños. No estaba muy seguro de que esto hubiera sido precisamente un éxito literario pero la verdad nunca había tenido un fan tan entusiasta. Arte y significado en la ciudad La mustia luz de un farol tiñe de sepia el graffiti a la media noche; parece el escenario de un desafío como en aquella canción que con fina gracia cantaba Ana Torroja con el grupo Mecano, Cruz de navajas. El anónimo artista que pintó ese muro va pasando y no es casualidad que ande acá, tan lejos de su casa ubicada en un pueblo cercano. Cuando el desánimo lo vacía de sentido, monta en su bicicleta, viene a la ciudad y va recorriendo los murales que ha pintado desde hace 17 años, casi todos en el centro, uno tan alto en un edificio abandonado que es difícil explicarse ahora que lo mira desde abajo cómo subió hasta allá con pinceles, brochas, aerosoles y un juego de escuadras. Cada dibujo expresa señales y misterios; él sabe que todos sus recuerdos resplandecen aquí y allá; incluso dejó cartas enteras para quién él sabe muy bien que los entenderá. Le duele cada vez que el desarrollo urbano derriba alguna de sus pinturas; otras están ya casi deslavadas por la intemperie o rayonadas por vagos autodestructivos pero ni modo. Este es un arte efímero, como la madrugada que llega, que vuela. Agosto 2018 © Jesús Chávez Marín Tecomblates
Por Jesús Chávez Marín (Tecomblate es el fruto de un arbusto muy áspero que se da en los desiertos. En las orillas de la ciudad de Chihuahua había muchos, yo los conocí de niño. Son morados como las uvas, pero no son jugosos, sino duros y pequeños; tienen una semilla al centro. Son muy dulces y sabrosos). El viento Un viejo espantapájaros se había cansado de la inmóvil situación de su destino y buscó denodadamente la movilidad; un brazo cayó hecho trizas, se quebró una pierna, el corazón estallaba. Su voluntad siguió aferrada en avanzar. Se miró en el aire un enjambre de astillas y polvo. La contabilidad En una oficina de gobierno, estaba un mimo enojado, en una silla al lado de tres escritorios. Habían pasado tres meses y su cheque no salía. Dio siete funciones en tres ferias del libro, por algunos ranchos de Chihuahua. Gastó los viáticos en payasadas, perdió comprobantes, y ahora debía dinero. No le parecía justo. Fragilidad Revolotea en la sombra del bar una mariposa blanca. Los precarios mariachis y otras bandas allí adentro cantan música de toda: ―Ahora que ya llegó febrero ganas tenía de verte mi general Quevedoo… ―Eres como una mariposa vuelas y te posas vas de boca en boca fácil y ligera de quien te provoca… ―En silencio me alejaré de ti no pienso reclamarte nada fabricaste una noche infiel en mi morada olvidándote que de mí eras amada… Entre los vapores del alcohol, Esteban trata de hallar el hilo de un recuerdo que se desvanece. Eskirla Rodolfo Borja bajó de Anáhuac en los años setentas y formó un grupo de rock, componía canciones y estudiaba la guitarra en acción; éramos un madral sus admiradores. Empeñó todos los días de su vida en pulir su música, sus poemas. Es uno de los lujos de la ciudad de Chihuahua. Líneas de expresión En mis huesos se van marcando los recuerdos en movimiento; por las mañanas, son mi laboratorio de las ideas. Algún día serán ceniza de sueños. Una canción llamada Butterfly Madrugada, prendo un Marlboro; tiembla la llama. En el sereno lago de la memoria cae la lluvia; al fondo, la breve luz de tu mirada aparece como un arco iris de caoba y entonces, “aunque estés tan lejos, sois de mí”. Sobrepoblación Siglo XXI: dos desconocidos coinciden en el vestíbulo de un hotel, su presencia mutua los incomoda; procuran la higiene de su precaria individualidad. Las Cruces, N. M. Un hombre en el monte recordaba en silencio aquellos años cuando el amor era pródigo en su casa, el olor del pan y el dulce rumor de dos mujeres que platicaban en la cocina, mientras preparan comida para los hijos, como arrullo de lluvia fresca y fragante. Autógrafo Un autor escribió el libro Tricentenario cívico, y muy contento fue a la oficina de su amigo diputado para regalárselo, con autógrafo y toda la cosa. Cuando salió de allí, el diputado tiró el obsequio al cesto de la basura. El autor se devolvió por un olvido, miró su obra en el basurero. No pudo evitar que le rodaran las lágrimas. Superación personal Un imitador de José José fue de todo y sin medida; cuando tenía 56 andaba sin lana y urdió escribir un libro de superación personal, pero ya para entonces sus tremendas historias eran literatura costumbrista; ninguna editorial quiso invertir un cinco partido por la mitad. Humedad Había un perro abandonado en un patio lleno de gatuños, en una casa de interés social donde vivían cinco miserables personas que lo alimentaban entre su propio estiércol. Jamás limpiaban el hábitat, no lo paseaban, no lo bañaban. Tampoco le dieron su libertad para que se procurara en las calles una vida distinta, o la muerte en la Perrera Municipal, que se encarga de ejecutar perros callejeros. Cuando era cachorrito, los padres lo habían obsequiado como sorpresa viva a sus tres hijos varones; jugaron algunas tardes con él como novedad, y muy pronto regresaron a los videojuegos. Luego aquella familia feliz se olvidó de su existencia, más allá de aventarle croquetas al mediodía. El perro los amaba y los odiaba en silencio. Bolero ranchero Cierto jabalí dejó por completo las drogas, porque en su empresa pusieron un reglamento fascista que incluía el antidoping. Anduvo erizo algún tiempo, pero luego consiguió un estado sereno a pesar de que medio aburrido. Sus amigos, mariguanos viejos todavía ciclados en la música de Jim Morrison y que nada más de eso sabían hablar, le retiraron su amistad “con gran indiferencia”. Renata fama Un puercoespín llamado Topolobampo Aguirre criticaba al gobierno en los periódicos, uuy era una obsesión y un orgullote, a todo mundo le presumía de qué tan valiente y famoso escritor era o pudiera ser. Hasta que se la dieron de funcionario. Sintiéndose ya del todo refugiado, campeón de la superación personal, inventó el hilo negro de la doble facturación; la creía su aportación original. Lo corrieron. Se amargó, pero se inscribió en el PRI. Y desde entonces todo el campo se le convirtió en orégano. Promoción cultural Este era un viajero que llegó al pueblo más próspero de la sierra, porque lo invitaron a leer unos poemas que había escrito. Pero a los organizadores se les olvidó el asunto y el poeta peregrino se quedó chiflando en la loma. Presentación de libros Maquilano Gutiérrez se aburre como representante del gobernador en la presentación del libro de Ramón Aysí, "el cantor del conchos" (uno de los 15), y piensa: estos no cambian, usando los adjetivos de siempre como si fueran nuevos. Y este sangrón: es ofice boy en la secretaría de fomento feudal y aquí anda de poeta laureado, hablando como si fuera el Borges del Conchos. Richard Harris Había una vez un hombre llamado caballo, en la mañana comía su pastura, lo ensillaban y salía a madre por la campiña. Ahora que cuento esta historia, pienso que a lo mejor no era un hombre, sino un caballo, y por eso le decían así, caballo. Eso tiene lógica. Arte Un canario tocaba su flauta en medio del jardín, mientras pensaba en el recibo de la luz que pronto se vencería, en el abono de los muebles; por momentos su pensamiento era de terror vivo. Pero ella era animosa, en su pensamiento estaban sus hijos y su arte musical, que para ella valían más que todo el oro del mundo. Teoría literaria La soledad se elabora con mezquindad e individualismo extremo, no es libertad sino condena, tampoco novela ni poema, sino aforismo. Clorofila Un perro viejo pensaba: lo que sigue es la vida lenta y buenas dosis de dolor. Pero la esplendorosa memoria y la curiosidad lo revitalizaban. Periodismo cultural Topolobampo Aguirre, bardo de pueblo de los varios que tenemos en este pueblo, se arrellanó en el sillón, y dándose aires de importancia dijo: ―Soy un poeta regañado por las musas, que me traen de encargo. La reportera pensó: “Qué viejo tan sangrón”. Pero luego, muy profesional, hizo la siguiente pregunta de su entrevista. Revista amarilla Un sujeto muy torvo entró al restaurante, los parroquianos lo miraban de reojo y con vagos temores. a ciudad se había vuelto en extremo violenta, aparecían muertos a las orillas, con señales de tortura. Pero esta vez, aquel hombre andaba en su día de asueto, solo quería cenar tranquilo y leer el Proceso. Huesos fríos Se acerca el tiempo otoñal y esta vez no es metáfora de la edad provecta, sino de que ái viene el tiempo de frío, tan latoso. Trago amargo Había un tipo que se mantenía escribiendo críticas contra todo mundo, ningún tema le era ajeno: vicios, fraudes, libros, poemas. Se sentía puro y profundo, virtuoso y justo. Pero un día apareció una crítica contra su escritura envidiosa y amargada. No pudo soportarlo, se la pasó entre copas, psiquiatras y pastillas durante una amarga temporada. La espectadora Esta era una mujer que llegó al cine, se acomodó en su butaca y enfocó la mirada sobre la pantalla con mucha atención. Otra mujer se sentó a su lado y le comentó algo. La paró en seco: ―Oye, vine a ver una película, no a platicar. Me perdonas. La otra se quedó en silencio y pensó: “Que te perdone tu desdichado corazón”. Vanidad Este era un hombre que había cultivado numerosas amistades a quienes fascinaba con sus dotes histriónicas y su elocuencia. Aunque todos le importaban un comino, sabía impostar la amistad y el aprecio. Año con año, uno por uno, todos se fueron dando cuenta de las palabras vacías de aquel mentiroso. Ya viejo, ahora solo, en ratos cultiva su propia amargura. Insomnio Eras la mujer de mis sueños, pero en el ruidoso insomnio me odiabas como nadie. Era tu pesadilla. No es mi culpa, pero a veces todo esto me da risa. No es una risa tranquila. Jardín Eres quietud, sombra que me persigue, muerte: destino y fulgor de los días que vertiginosos pasan. Pero platicando contigo, mujer, encuentro un tiempo de serenidad que antes no había conocido. Rencor bibliográfico La escritora Lupe era la víctima mundial. De niña había sufrido y hasta hizo un libro de eso, pero después triunfó. Según ella, gañanes machistas la acosaban, a pesar de su cultivada fealdad; dictámenes editoriales rechazaban sus libros “por ilegibles y ripiosos”; sus colegas la envidiaban en secreto porque "los había rebasado" con un premio municipal que le dieron allá por los años setentas. De todo eso muy poca gente se daba cuenta, por eso andaba malacarienta y furiosa. Retrato del poeta adolescente Un escritor, incipiente para siempre a pesar de su no tan venerable edad de 67 años, consiguió que en los talleres gráficos del gobierno le imprimieran mil ejemplares de su primer libro. Desde hace tres años los guarda en la cocina de su casa y su esposa ya está enojadísima, quiere que le desocupen su alacena. Cultivo yucateco "Y cuando despertó, el dinosaurio..." no mamen, eso no es un cuento corto ni largo, es un cultivo yucateco que le hicieron a Monterroso. Escritores y críticos literarios se pusieron de acuerdo; siempre que lo encontraban en salones y conferencias le decían con aspavientos: pero qué cuentazo escribiste, Augusto, y hasta breve dos veces bueno, ¡qué bárbaro! Y palabras similares. Horóscopo Presagio de Leo para ella: La lluvia caerá ligera sobre tu melena dorada cuando salgas a pasear, el domingo en la tarde. Ayer fue tu cumpleaños; hoy piensas en el tiempo que pasa, y si merece que le escribas uno de tus poemas. Tus hijas te cocinaron un pastel y es difícil igualar con palabras escritas esa dulzura, ese cariño. Fiesta Una luciérnaga era tan tímida que procuraba aluzar muy pocas veces y con tanta discreción que parecía foco de 15 wats. Solo en reuniones aprovechaba para brillar, cuando su luz se escondía entre muchas En la acción colectiva su individualidad se proyectaba hacia la música, hacia la fuerza, hacia la sombra. Filosofía Había una res que por algún misterioso presagio de la química, durante un minuto supo exacto su destino de fiambre en el rastro, lo que con frialdad los productores llaman producto cárnico. Planteaba en la noche con alaridos las más crueles incógnitas que muy pocos cerebros antes habían imaginado. Psiquiatra industrial Era un sujeto escabroso, estaba harto de escuchar a sus clientes y de recetarles pastillas de buenos laboratorios, de los que dejan comisiones y viajes. Pero como en su consultorio cobraba caro, tenía qué fingir demencia. Una de las pacientes le había servido de modelo para soñar que todo le importaba; a estas alturas eso ya era una ganancia extra para su corazón helado y cruel. (JChM). © Jesús Chávez Marín Nació el 8 de junio de 1953 en Chihuahua. Estudió letras españolas en la Escuela de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Fue profesor de literatura en la Escuela Preparatoria Ángel Trías, en el Centro de Educación Artística David Alfaro Siqueiros y en el Colegio de Bachilleres, planteles 1 y 4. Enseñó literatura en el Taller de novela de ciudad Jiménez, el taller Banamex de mujeres cuentistas, el Taller de textos literarios Quinta Gameros y en el Curso de estrategia narrativa del Museo de la Lealtad Republicana, Casa de Benito Juárez, en Chihuahua. Ha publicado los siguientes libros: Te amo Alejandra cónicas Aventuras de coctel crónicas Yo soy tu hora del recreo (poemas) Coralillo (poemas) Mudanza de Jazmín (relatos, en coautoría con Arelí Chavira) Compilador de los libros: Rocío de historias (relatos, junto a Dolores Gómez Antillón) Voces de viajeros (poemas, junto a Dolores Gómez Antillón) Nueve leyendas de Chihuahua (relatos) Publica estos blogs y redes sociales: https://www.creatividadinternacional.com/profiles/blog/list?user=06... https://jesuschavezmarin.blogspot.mx/ https://estilomapula.blogspot.mx/ https://cultuach.blogspot.mx/ https://www.facebook.com/auraed https://www.facebook.com/redaccionJChM/ https://www.facebook.com/CultUACH/ (JChM) Agosto 2018 |
Escritor invitadoEn esta sección tendremos escritores invitados que compartirán su labor literaria con nuestros lectores. Archives
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