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Escritor/a Invitado/a

Leticia Herrera Álvarez

8/29/2016

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La Academia Internacional Il Convivio y el Municipio de Giardini Naxos otorgó por segunda vez el premio: Poesía, Prosa y Arte Figurativo,  a la escritora michoacana Leticia Herrera Álvarez radicada desde su infancia en la Ciudad  de México.  Esta vez se trata del Primo Premio Assoluto, Lenguaje sin Precedentes en Lengua Española, por su obra “Remedios para el mal de ojo”. La autora cultiva desde hace un par de décadas una forma de crítica de autor a la que ha llamado Resonancia Literaria por estar investida de matices líricos originales. Sus primeras resonancias literarias fueron publicadas en suplementos culturales y revistas, los más recientes figuran en internet. La ceremonia de premiación tuvo lugar en ausencia de la autora, en la ciudad de Taormina, (Sicilia, Italia), en octubre de 2015. La belleza del documento recibido por correo es suficiente recompensa, aunque quedan por recogerse alguna medalla o copa, como la que recibiera en 2006.
 
 
 
REMEDIOS PARA EL MAL DE OJO
 
 
                                                            Leticia Herrera Álvarez
 

Enigma, signo, ciencia, gravitación de frutos o edificios  trazados en caracol  a manera de
 
fortalezas medievales; expresión de folklor; leyendas paganas como herencia trasatlántica
 
que se llevan consigo; una Varo y un avaro representados en símbolos; influencia de las
 
vanguardias, surrealismo; maquinarias  inocentes  de la familia de las ruecas y los molinos;
 
trasmutación de ave en máquina, de ser humano en pájaro ataviado con atuendo drapeado
 
en plumas;  hilanderas disciplinadas  en sesgos autobiográficos de la joven Leonora oriunda
 
de Anglés, Gerona, lugar de industria textil;  personajes idealizados representados por
 
sutiles colores de un preciosismo  academicista resultado de la formación rigurosa en
 
escuelas de arte;  elementos todos estudiados por la crítica  en la obra de Remedios Varo,
 
más para acercarse a ella, inducido  por  la palabra, los parámetros para el rastreo  podrían
 
ser:
 
   Lo que está.
 
   Lo que no está.
  
   Lo que estuvo.
 
    La intuición subjetiva de lo oculto.
  
    La refracción del imaginario del poeta al filtrarse por los lienzos de la Varo.
 
    Lo  inmanente.
 
   ¿Con quién se escapa Remedios a los inicios de su biografía gráfica?
  
   ¿Es Remedios quien escapa realmente?
  
   ¿Sujeto lírico y autora son las mismas?
  
   A juzgar por los rasgos faciales del personaje femenino representado de manera
 
recurrente en sus obras, la crítica lo considera afirmativo. En las fotografías su rostro de ave
 
nos mira en blanco y negro con sus ojos de cuenta y su nariz-pico a la que renunciaría
 
finalmente en una cirugía  para entrar en la convención de la estética clásica.
  
   ¿Pero pintora y poeta compartirán el itinerario de su propia obra independiente?
  
   ¿Qué busca cada quien, la primera con imágenes y el segundo con imágenes literarias?
  
   Ambos quieren escapar, eso es cierto. Remedios adolescente, tiempo atrás, de la guerra  y
 
Francis Mesties, en el mundo actual, quizá,  del aburrimiento:
 
    “volar sobre los techos y torres de la rutina y el encierro”.
 
    ¿Es un amante o un hermano quien en “La Huida”  se representa  con “ella”?
  
    Francis afirma lo primero: quiere que sea un novio -¿ser su novio, quizá?-,  y verla:
 
   “Huir. Lejos. Rescatar el amor.
  
   Caer en los brazos del rapto.”
 
   “De la infancia
  
   Volar con las alas del deseo”…
 
   “ser alzada por el viento de la Aventura
 
    desabrochar el hábito
  
   arrancar la venda”.
 
   El uniforme y su botonadura van al exilio con ella y así parte sin salir de su huevo,  de su
 
original plumaje, y se transforma en cascarón navegante, hasta su  esquife.
  
   Mas no es el Francis real, economista, quien se interesa por el fenómeno de la migración
 
a resultas de la guerra en España, sino el Francis poeta  quien parece  confrontar   su secreta
 
identidad en la representación de las figuras masculinas de las pinturas de Varo;  es el
 
Francis doméstico  quien comparte su deseo de alejamiento y con Remedios se embarca  -el
 
pasaporte de la palabra en la mano, una llave de color tomada en préstamo como
 
salvoconducto-,  para abordar junto a ella el estrecho navío de la transdisciplina.
 
 
    Muy ingenuo por parte de Remedios el vestir con uniforme de colegiala a los
 
pretendientes  para hacerlos pasar inadvertidos y abotonar incluso  la nave para que nadie 
 
descubra a quien se acerca disfrazado de pez,  con aleta dorsal y alas de mercurio en el
 
sombrero. Sin embargo, sólo así conseguirá darse por fin  a la “Exploración de las fuentes
 
del Orinoco”, reminiscencia de la llegada de Remedios a América, lugar  “donde desplegar
 
las velas de la “magia-ignición”. 
  
   Ya en  tiempos  más cercanos, oriundo de Casablanca, Francis, llegará también a México 
 
para establecerse.
 
   De esta manera, quien lee,  va en busca de enlaces entre autores, ya  estéticos, de sentido,
 
inconscientes, existenciales,  temporales, para rastrear los puntos de coincidencia,
 
interpretación, diálogo  o distanciamiento temático y de tratamiento,  amparada también en
 
la subjetividad de la crítica. Vale aquí el intento por descubrir el espíritu  que anima cada
 
poema pues Francis ha optado por nombrarlos en forma homónima,  y se antoja por tanto,
 
leerlos como capítulos de una historia de amor. Resultados de este acercamientos son:  la
 
obra derivada, la “traducción”, la interpretación, la recreación, entre otros.
 
    Queda aún por dilucidar si se comparten los códigos ya que el lenguaje es distinto.
  
   A manera de veladuras en un lienzo, poesía y pintura , como invisibles dimensiones
 
sobrepuestas, dejan ver el extrañamiento por una presencia  cuya identidad es sugerida
 
apenas por la actitud insidiosa, de ojos torvos y una lengua lasciva que intenta hacer
 
contacto con la piel de la mujer distraída, concentrada en  buscar la raíz  de una planta
 
ancestral  en la herida de la mesa; irreductible presencia representada en el momento
 
preciso en que busca lamer el cuello de la víctima hasta rendirla en el sueño donde será su
 
“alimento”, nos dice Francis, mientras  parece preocupado por ella.
  
 
   ¿Qué elementos  hacen al poeta reconocer en ciertos  personajes al mal que acompaña a
 
la pintora en su huida?
  
   Uno lleva la casa consigo, enseres de cocina, repisas con retratos, una ventana misma; el
 
otro va  “embozado cual debe ir el innombrable”, en quien identifica a  un embaucador que
 
somete a la pintora para llevarla secretamente.  Es posible para Mestries  imaginarse como
 
si él mismo fuera una presencia inmanente al igual que  muchos de los personaje
 
representados,  para, con tal  cercanía, identificar  a los actantes desde fuera y dentro del
 
lienzo.  Y aunque,  bien disimulado, parece codiciar el lugar del  jefe de orquesta.
 
   “Ahí están
  
   al acecho
  
   los abuelos podridos
  
   los ancestros agusanados”
 
   Entonces parece hablar con la voz de ella ante esa:
 
   “Presencia inquietante”
 
   “De noche viene el innombrable a mi estudio
  
   Donde converso con mi planta familiar,
  
   Rompe con estrépito puerta y respaldo
  
   Acecha mi nuca con lengua de sierpe
  
   ¿Es íncubo, vampiro, cuervo o mi sombra rebelde?...”
 
    ”necesita dormirme para hacer lo que debe hacer”…
 
    Embriaguez que incide no sólo en el ánimo, sino en los objetos, animándolos, y puede
 
verse cómo:
 
   “la silla ebria baila levantada por un espíritu”.
 
   Volátiles ideas escarpadas de  evanescente recuerdo, presentimientos, nubes, frondas y
 
cabelleras bermejas flotan  ingrávidas de obnubilación onírica y transliteración. El mundo
 
de las esencias parece  recuperar  la vida:
 
   “la alfombra recobra su frescura de prado”.
 
   ¿Qué comparten Remedios y Francis?
 
   Ambos son perseguidos por el pasado: la primera, por las imágenes impresas de manera
 
indeleble en su imaginario, el segundo, por los objetos que le rodean.
 
   “en sus grietas las paredes guardan ese aroma del tiempo adolescente en tu alma”.
 
   Y el aroma parece someter su vitalidad en otro tiempo y espacio.
  
   ¿Mas dónde queda Francis, entre Remedios y Dolores Castro, quien prologa este libro?
 
    ¿Es sólo en la mujer en quien se legitima la sensibilidad para entonar un dulce canto?,
 
parece preguntarse a sí mismo.
  
   No caer en la trampa de creer que se trata únicamente de un libro  homenaje  a la pintora,
 
ni de un príncipe en  busca de una torre con su princesa prisionera para hacer gala de
 
hombría,  sino, quizá,   una búsqueda del yo sensible en la indagación de la obra  de una
 
maga para encontrarse con el  yo “femenino” propio, quizá, como revelación iniciática; del
 
reclamo de su propio derecho para entrar en lo oculto. Mas gárgolas intimidantes en la
 
frontera del sueño buscan desalentar al viajero para evitar que se adentre
 
   “Por las acequias almenadas de tus estados de conciencia””
   
   “Por los canales y capas de tu laberinto interior “.
 
    Sólo guiado por Remedios,  podría logarlo.
 
    Francis es un poeta que escribe a partir de los cuadros de Remedios Varo pero de pronto
 
habla con la voz de los personajes representados en los lienzos y se revela, aún a sí mismo,
 
en sus propósitos más íntimos. Imágenes  detonantes que serán  diseccionadas por la  pluma
 
para rastrear por reflejo los demonios propios del autor.  
  
   Los poemas homónimos remiten a menudo a la búsqueda de obra que no aparece en el
 
libro y entonces surge la pregunta sobre la probable dificultad para conseguir los derechos
 
de autor para su publicación. Algunos son bocetos -siete de ellos-, en los que es posible
 
identificar  ciertas variantes con la obra definitiva que la pintora desarrollaría  en color
 
posteriormente. Del único tríptico que pintara Varo, figura la tercera parte: “La Huída”,  y
 
nueve obras en color, quizá un poco desvaído por la impresión. 
  
    En las pinturas de Varo  la Teoría de las Octavas y la escala musical de Gurdyief y 
 
Ouspenski, aparecen simbolizadas  por medio de  instrumentos musicales que brotan del
 
corazón  de un pájaro humanizado y  trazan con sus cuerdas o hilos de costurera,  la
 
geometría divina  que deja al poeta sembrado de interrogantes:
 
   “¿Cuántas pócimas, menjurjes, y elíxires,
  
   cuántos artefactos animados por tus dedos de hada
 
    imaginaste, Remedios
  
    para que la mujer pájaro
 
    lanzara al aire
  
    éstas relojerías vivientes…”
 
    Extrañas formas de locomoción rodante para   huesos  animistas  seguidores de la escuela
 
surrealista. En tramos del camino, se comparten algunas impresiones, cada uno en su
 
mundo, cada uno en su ruta, cada uno en su tiempo. Así el poeta se encabalga a los temas
 
de la pintora para referir su propio imaginario. Lo que en Remedios es  unidad orgánica de
 
la materia que adopta diversas formas,  la animal, la vegetal, la humana,  temas tocados
 
también por Magritte y Escher, en Francis, la rebelión de los frutos levitantes es mero
 
fastidio por la rutina y lo doméstico:
 
   
   “giran y giran los frutos de la tierra
  
    en la revolución de la esferas cósmicas,
 
    en la relojería de las edades del año
 
    y en su girar se hacen polvo,
  
    estallidos de soles
  
    coherencia sideral,
  
    esparciendo esquirlas de semillas
 
    para agrietar las losas, las murallas
 
    con el cauce de la vida recobrada.”…
 
   Un infinito hilo ha tejido  la urdimbre  desde distintas coordenadas, mas empatan las
 
fantasías de transgresión idílica.
  
   Francis, aliado a la rebeldía de la mujer contemporánea que parece reconocer en los
 
cuadros, declara en “Naturaleza muerta resucitando”:
 
    “Ya sonó la hora  de la sublevación de los zapatos viejos
  
   de las camisas raídas, de los platos sucios,
  
   de los calcetines humillados por tanto andar,
  
   la rebelión de los manteles tiesos de tan planchados
  
   de las mesas cojas y de las sillas cansadas
  
   el motín del frutero ante el paladar,
 
    y la granada y el jitomate ondean su  encendida ira”.
 
   Rodeada por la arquitectura medieval de su infancia,  se ve bajar a “Remedios”   las
 
escalinatas del inconsciente, siempre  vestida de pájaro y acompañada de la mano por el 
 
psicoanálisis que le permitirá arrojar  al vacío el pellejo de un fantasma  cuya cabeza  dará
 
el peso necesario para llevarlo a hundirse en un foso bajo tierra en la que Francis
 
reconocerá  al macho universal.
 
   “Una mujer cautiva
   
   -princesa en el altar de su  torre-
  
   arroja a la fuente de su pasado
  
   la cabeza reducida del macho
  
   Y las murallas cayeron
  
   al romperse el hilo”
 
   Saltimbanqui sofocador de  fuegos  en la calle es aplaudido por una multitud  que no
 
comprende su vacío. Ha buscado  el maridaje entre pintura y poesía pero también el camino
 
para acceder a los lenguajes cifrados. Mas parece desencantarse. ¿Habrá llegado su poesía a
 
las alturas de la pintura de Remedios? ¿Habrá podido seguir los pasos de la pintora
 
psicopompo realmente? Así se recrimina severo  en “El malabarista o el juglar”
 
identificado con el personaje que aparece en el lienzo.
 
    “Eres crisálida que anhelas mariposa
  
    pero quedas contoneándote como lombriz en el lodazal.”
 
    De otros títulos,  hace la crónica o traducción.
  
   “Nacer de nuevo” lo dedica a Alicia, la mujer en quien Francis deriva la acción
 
liberadora.
   
   ¿Al alentar la transgresión en otras, el poeta se libera?
    
   Francis recela a veces del mensaje que emiten los colores:
 
    “En tu rostro de hada malévola
  
    o de bruja buena
  
   Remedios
  
   hay gato escondido”
 
   Se ha enojado con ella y  en “Gato –helecho” la llama despechado: “callejera golosa,
 
vagabunda noctívaga”.
 
   La contemplación alcanza profundidad de vuoyer.
 
   En “Opus nigrum”, Francis claudica ante la  inmutable circunspección de la maga que
 
anima aves  con luz refractada proveniente de una estrella. Imposible desentrañar el
 
misterio. Parece subyacer en el poeta el temor arquetípico ante el poder femenino de
 
generar vida, cuando en  “La ceremonia de las aves II”  describe el cuadro y  muestra
 
admiración retraída. No teme, ya sólo contempla a distancia sin proyección alguna hacia
 
otros rumbos de su propio yo interno. Se deja conducir dócilmente por la imagen de la
 
orgullosa  sibila que rastrea el sentido universal, aquel que induce al conocimiento de  la
 
propia naturaleza humana. En él se despiertan interrogantes sobre la genealogía estelar de
 
ella, sobre su origen cósmico,  su esencia misma que se vale de símbolos que sólo el
 
iniciado  conseguirá descifrar, más no logra penetrar el misterio, contempla sólo a la maga:
 
  “¿Acaso un cometa
 
    originado en la constelación de la Lira
  
   te parió, mujer de llameante cabellera?
 
    ¿Acaso es la sangre de una estrella
  
   lo que tú atesoras en tu diminuto frasco? “
 
   Entre los personajes que escoltan el paso de la pitonisa ya no hay tan sólo testigos
 
presenciales, sino espíritus insuflados…
 
   “ Y las paredes se animan
 
    De espíritus comulgando
  
   En su amor místico”
 
   En el cuadro “Mimetismo” la delicada pata de la silla se vuelve mano para toma una
 
prenda de un cajón. Hay cópula entre las patas de la silla y de la mesa. Una,  alarga la mano
 
de pulpo  para tomar la cintura de la otra, en tanto otras más copulan con su par a las
 
espaldas de una  hierática  figura femenina cuyo rostro  se mimetiza con la tela de su silla
 
imperial, mas,  de nuevo, Francis ve en las nubes del ropero promesas de embaucador.
  
 
   Finalmente el poeta reconoce  en “planta insumisa” .
 
    “Soy el espíritu del gato que vuelve de otro mundo
  
   Y recobra sus dominios, rey doméstico
  
   Soy el fantasma, la presencia
  
   Que anima la casa”
 
    El  piso se levanta para envolverlo como una cobija que quizá buscara  reconfortarlo de
 
su abatimiento, más  él se siente “hecho loza por el tablero que lo succiona”. Aquí la
 
revelación: ¿Es eso lo que experimenta un amante y por ello teme?  
 
   “El alquimista o la ciencia inútil”  …
 
   “Va fundiendo la lama del tiempo,
  
   Los sudores de la niebla,
  
   Los miasmas  de la noche
  
   Para atesorar el sueño de la eterna juventud
  
   Se lo tragará
                                 el olvido”.
 
 
   “Nauraleza muerta resucitando”: energía estática y cinética  animan el alma quieta  de los
 
objetos hasta convertirlos en sistema planetario que orbita en torno a la luz
  
   El mundo puede convulsionarse para nacer, morir, resucitar, aunque se sufran las
 
consecuencias de la trasgresión y el aprendiz de brujo pague la cuenta “por jugar a
 
desmagnetizar los polos”.
 
   “¿Dónde quedó el axis mundi,
  
   El eje de nuestras certidumbres
  
   El piso de nuestras verdades?”…
 
   “Entre tus sienes retumba un sismo
  
   de nueve grados Richter”
 
   En un arrebato de fastidio que produce hilaridad, harto ya de Remedios,  de  sí  mismo  y
 
del agobiante trabajo de indagar  en pos de la sustancia  de la pintura como si no fuera
 
bastante debatirse con el alma  de un  poeta, se recrimina quizá derrotado en ese juego de
 
espejos.
  
   ¿Alcanzó el arte del poeta las dimensiones de la pintura que  indagaba? No las pretendía
 
realmente, quizá.
   
   Aquellos elementos subjetivos en que aflora su yo más íntimo, su recurrencia a
 
mencionar el elemento “tiempo” vs “juventud”,  es ambición inútil, como la alquimia ante
 
la rotunda certeza del olvido.
  
   Es en la representación de las figuras masculinas donde Francis se ha buscado, así
 
adquirió la identidad del bufón, el amante, el flautista,  para acceder a la torre de la princesa
 
encantada por su propia sabiduría.
  
   El paisaje anímico se embarga de melancolía liberada al influjo de otras palabras que
 
comparten sus pesquisas sobre el enigma “Remedios”.
 
   “-No soy de mármol. Voces del más allá
 
   ¿Cómo no abrazarla cuando la reencuentre?”
…
 
   “¿Cómo apagar la llama del corazón
  
   Cuando la rescate de las ascuas de mi desdén?”
 
   Dulce quietud ante la entrega y la revelación del nombre de la flor “nunca antes  oído”.
 
   “Despedida”:
  
    Clandestinidad y huida,  ocultamiento de la identidad de uno de los amantes, la mujer,
 
cuyas formas es posible identificar en la sombra que ha dejado su alma como un eco al
 
partir. Mas sólo en la pintura final, la cabeza de tal figura femenina aparecerá pintada,
 
aunque sin identidad.
  
   ¿Quién ha poseído a quién?
  
   ¿Un íncubo a Remedios o Remedios a Francis? Remedios sucumbe al sueño, mas Francis
 
sufre de insomnio.
  
   Finalmente Mestries regresa  en “Ascensión al monte análogo” para volverse de nuevo 
 
un ente urbano.
 
   “En la vorágine doméstica
  
   sólo la vela y el espejo sonríen, serenos
  
   Siempre han estado vivos”
 
   Ha conseguido su propósito, se ha liberado de la rutina doméstica, ha sido infiel con el
 
sensual goce  intelectual que constituye  la transdisciplina y cansado y satisfecho decide
 
apartarse  de la obra de Remedios; así se aleja también de su propia indagación
 
introspectiva.
  
   El viaje iniciático se ha consumado.
  
   Entonces surge con libertad la voz del poeta para entonar una oda emocionada y  celebrar
 
el eterno femenino.
   
   Lo curioso es que lo canta en primera persona:
 
   “Soy la rosa”
 
   Una rosa inexistente en los cuadros de Remedios  que el autor le ofrenda como
 
enamorado.  
 
     Es ahí donde Francis alcanza la plenitud.
 
    Adentrarse en el conocimiento del ser interno de otra persona, en este caso, de otra obra,
 
lo ha hecho  correr los riesgos y extraviarse de sí mismo para curiosamente encontrarse con
 
sus propios demonios como expuestos en un lienzo, y eso sólo es posible llevado  por la
 
ambición o por el amor.
   
   En “Remedios para el mal de ojo”, ha satisfecho no sólo la necesidad de mirar, de
 
encontrar un remedio para su mal de ojo, sino también la necesidad de ser mirado.
 
   “Y las murallas cayeron
 
    al romperse el hilo
 
    al estrellarse el espejo”
 
   La despedida podría inducir al vacío que causa vértigo, pero él  imaginó tan sólo aquel
 
encuentro; tomó de la mano a Remedios para dar un simple paseo.  La vela, eje para su
 
arrebato de locura consciente, sigue estando ahí, aunque los planetas aún graviten sobre el
 
mantel. Ha sido sólo un  escarceo disciplinar.
 
   Francis buscó a Remedios, Remedios, el infinito.
 
    “Remedios para el mal de ojo, Visiones de Remedios Varo”, de Francis Mestries, en
 
ediciones El Lirio,  alude a la contemplación,  a más de la lectura. Libro de poemas
 
anclados en la obra de la pintora  cuyas imágenes ilustran algunas páginas del libro y 
 
buscan con la poesía continuar la pintura narrativa para  “completar” historias derivadas,
 
que a menudo quedan detenidas  por interrogantes existenciales o metafísicas que  será
 
necesario seguir buscando antes de rendirse y  quedarán a cargo del lector.
 
 
Remedios para el mal de ojo, Visiones de Remedios Varo
Francis Mestries
Ediciones El Lirio
México, D.F.
2014
80 pp

***
​SÍNTESIS CURRICULAR
 
Leticia Herrera Álvarez, originaria de Michoacán, radica en la Ciudad de México desde su infancia. Cuenta con 24 títulos publicados en los géneros: poesía, cuento, novela, guión cinematográfico, ensayo y obra para niños y adolescentes. Creadora de espectáculos multidisciplinarios, performances, y de los géneros: “Chiribitas”, “Teatro Multimedia en Salón de Espejos” y de la  “No-novela en Duermevela”. Ha merecido diversos reconocimientos nacionales e internacionales, entre ellos, el “Premio Nacional de Cuento Juan de la Cabada” y el Primer lugar en el III Concurso de Poesía Da SCL-MA de Brasil. Ha cultivado el teatro, las artes visuales,  el performance, el guionismo cinematográfico, televisivo y radiofónico. Se ha desempeñado como dramaturga, periodista, conferencista, coordinadora de talleres, crítica literaria, ensayista, videasta, fotógrafa, antóloga, jurado de certámenes  literarios, curadora, performer, cantante, productora y editora. Docente voluntaria del Antiguo Colegio de San Ildefonso; miembro de la Sociedad Coral Cantus Hominum.  Intérprete de música polifónica y diversos géneros como el bolero, la música sufí, el flamenco, además de la improvisación musical. Entre su bibliografía personal se cuentan: “Rielar”, crónica de un relato de novela cuenteada escrita en forma poética a manera de pinturas literarias muy cercanas al abstracto” y “Moro mío”, libro de poesía y  dibujo, Creadora y productora de diversos espectáculos multimedia en que integra todas  las disciplinas que cultiva. Traducida al alemán, árabe, francés,  inglés, italiano, portugués, rumano, polaco y ruso. Antologada en Austria, Brasil, Canadá, España, Estados Unidos, Italia, Marruecos, México y  Polonia. Incluida en la Historia de la literatura Hispanoamericana en Polonia y en la página web “Media Art en México”. Actualmente diseña y edita libros de autora ilustrados con su obra plástica.
 
En  Taormina (Sicilia, Italia), le han sido concedidos los premios:
“Premio Poesía, Prosa y Arte Figurativo, Premio a la Carrera por Trayectoria Cultural” y el más reciente: el “Primo Premio Assoluto”, “Lenguaje sin precedentes en lengua española”. otorgado por la Academia Internacionale Il Convivio y el municipio de Giardidi Naxos.
 


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