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Escritor/a Invitado/a

Mudanza de Jazmín

5/27/2018

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Cada uno su verdad irrenunciable
 
Junto con el café, Jazmín saborea su nostalgia. Hoy es cumpleaños
de Frank y al mismo tiempo hace dos meses que se
han convertido en extraños.
Se echan de menos desde la soledad de su trinchera,
defendida a costa de todo. Hasta del amor.
 
Ella dice: “Te quiero conmigo en libertad”.
Él: “Te quiero y eres mía”.
 
Ambas, verdades absolutas.
Mientras esperan orgullosos de su voluntad inquebrantable, a
su alma gemela, el amor –escaso hoy más que nunca– se les
escapa. (21 de noviembre de 2014)
 
 
 
Seguir como ella es
 
A su vida llegó el amor, dizque a curar y a enriquecer la
vida.
Pero en su interior, a pesar de decirse enamorada, sabe
que eso no es del todo cierto.
“No te hagas tonta –piensa ella–, pregonas que las buenas
relaciones son aquellas en las que lejos de perderte, te
encuentras, te reafirmas y enriqueces”.
La reflexión de Jazmín atardece de naranja y rosa:
“¿Cómo está tu corazón?”.
Se percibe distinta. No le agrada darse cuenta que de a
poco, en solo unos meses, ha dejado de ser la misma.
Siente que ha traicionado aquello que tanto trabajo le ha
costado conseguir: independencia, libertad, autenticidad… Y
el pleno goce de su soledad.
Dicen que el amor no mata… más bien revive muertos; no
estoy tan segura. ¿Por el amor valdrá la pena dicha traición?
 
 
 
Sentir
Han pasado años y todavía, algunas noches, apareces en mis
sueños. Estás tan cerca y por unos instantes vuelves a tenerme
entera. Siempre me aceptaste así, completita; no he conseguido
eso con nadie más. Bastaba una mirada y, sin decir palabra,
ambos sabíamos qué hacer.
¿Recuerdas cuando fuimos al cine a Delicias a ver Un
paseo por las nubes? Me llamaste a Chihuahua:
—Vamos al cine, píntate la última clase.
Y allá iba yo en un Rápidos Delicias, dejando de lado la
clase de Literatura Barroca para aprender cómo vivir la vida
con intensidad. Contigo.
Así vives, vivías, viviste.
La escena de la vendimia nos cautivó, busqué tus ojos
para reafirmar un “por supuesto, lo planearemos”, pero por
primera vez no encontré eco. Me cimbré. ¿Qué pasó? Al salir
del cine todo parecía normal… tú: cariñoso, espontáneo,
amoroso. ¡Como siempre!
Pasaron las semanas más espectaculares que he tenido;
amo, amaba, amé y amaré a la mujer que fui, que soy y que
no seré ya más a tu lado. Florecí de orilla a orilla.
Me llamaste:
—Ven este fin de semana, tengo algo importante qué
decirte. Cambiará nuestras vidas.
Mi corazón se desbordó. ¡Me quieres a tu lado!
Ilusionada, corrí a tu ciudad… corro hacia ti.
Imaginaba cómo me lo pedirías. De cualquier manera, te
respondería que sí.
Llamé a la puerta, me abriste, me eché a tus brazos.
Pero no hay velas, ni cena, ni pétalos de rosa.
Me dijiste:
—Viviré poco tiempo. Tengo cáncer.
Enloquecí, mucho tiempo enloquecí; enloquezco todavía
cuando llegas. Ya no te recuerdo tanto, pero los sueños siguen
siendo muy exactos. Quisiste que me alejara; no me abrías la
puerta. Yo dejé todo para cuidarte y me quedé contigo hasta el
final. Mi vida contigo siguió siendo muy intensa algunos meses:
por el amor, por el placer, por el dolor y por tu muerte.
 
 
 
El molino del insomnio
 
Esteban abrió los ojos en medio de la oscuridad de su cuarto.
Sobre la barda que se veía desde la ventana caminaba un
sigiloso gato. En ese momento, un témpano de libros se hizo
pedazos en el umbral de su cerebro dañado; libros que había
leído en otros tiempos. Los retazos de texto se confundían
con los sonidos de la madrugada, con los susurros amenazantes
de su memoria, con relámpagos lejanos.
Entonces se alzó desde el centro de la habitación la
figura de un viejo encorvado y tembloroso, de cuya silueta
desbordaba una luz anaranjada intensa. Esteban se quedó
paralizado, su corazón apenas resistía esa presencia alucinante
donde se dibujaron rabiosas todas sus culpas, aún las
más secretas.
Afuera se escuchaba ensordecedor el avance de un
ejército que se desplazaba por la tierra y por el aire, con
aviones y tanques arrojando ciegamente una lluvia de ácidos
que destruía todo a su paso: casas, calles, animales y todas
las criaturas.
Esteban quería saltar de la cama pero sabía que al tocar
el suelo quedaría disuelto en un lago de lumbre. La figura del
viejo bailaba en el techo y desaparecía a ratos, al igual que los
sonidos de afuera que, de pronto, eran los ruidos cotidianos
de todas las mañanas: el camión de la basura, motores de
carros que calentaban el aceite, el grito deforme del vendedor
de periódicos, el aullido de una sirena de emergencia que se
acerca, los perros del barrio que ladran de frío...
Las presencias de la cotidianidad en medio del delirio no
eran consoladoras; al contrario, esa mezcla hacía más atormentado
y doloroso aquel insomnio en el fulgor del alba.
 
Mudanza de Jazmín
El avance del sol sobre la noche acabó por destrozar
los pocos resortes lúcidos de Esteban que, ya convulsionado
por la demencia, salió desnudo a la calle, perseguido por
dos camilleros que habían llegado en una ambulancia para
llevárselo al fin del mundo.
 
Del libro: Mudanza de Jazmín, Colección Solar, Chihuahua, 2016
© Flor Arelí Chavira
© Jesús José Chávez Martín
© Instituto Chihuahuense de la Cultura
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Arelí Chavira es licenciada en letras españolas por la Universidad Autónoma de Chihuahua; estudió nivelación pedagógica en la Escuela Normal Superior “José E. Medrano” R., maestría en Artes en la Universidad Estatal de Nuevo México y maestría en Educación en la Universidad Tecmilenio. 
 
Ha sido maestra de literatura y español en universidades y otras escuelas de educación superior, entre ellas:  La universidad Estatal de Nuevo México, la Universidad Autónoma de Chihuahua, la Universidad Regional del Norte, Colegio de Bachilleres y   actualmente en la Universidad TecMilenio. 
 
Coordina el taller de creación literaria Yo, Narrador, en la Universidad Tecmilenio, Campus Chihuahua.
 
En 2016 publicó su libro de relatos Mudanza de Jazmín en coautoría con Jesús Chávez Marín; durante dos años colaboró con la revista digital Chihuahua Exprés y actualmente publica en los Blogs Estilo Mápula y Creatividad Internacional.
 
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Jesús Chávez Marín
Fue profesor de literatura en la Escuela Preparatoria Ángel Trías, en el Centro de Educación Artística David Alfaro Siqueiros y en el Colegio de Bachilleres, planteles 1 y 4. Ha publicado los siguientes libros:
 
Te amo Alejandra cónicas
Aventuras de coctel crónicas
Yo soy tu hora del recreo
Coralillo
Tecomblates
Mudanza de Jazmín (en coautoría con Arelí Chavira)
 
Compilador de los libros:
Rocío de historias (junto a Dolores Gómez Antillón)
Voces de viajeros (junto a Dolores Gómez Antillón)
Nueve leyendas de Chihuahua.
 
Publica estos blogs y redes sociales:
https://www.creatividadinternacional.com/profiles/blog/list?user=06...
https://jesuschavezmarin.blogspot.mx/
https://estilomapula.blogspot.mx/
https://cultuach.blogspot.mx/
https://www.facebook.com/auraed
https://www.facebook.com/redaccionJChM/
https://www.facebook.com/CultUACH/
 
Mayo 2018


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Ulular de un sollozo

5/15/2018

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Ulular de un sollozo
 
I
Poesía abre mi cuerpo de zarpazo
conoce mis vertebras,
olfatéame como animal.
En éxtasis contémplame, anídate
en el vacío de mis entrañas
es preciso que me mates.
Muero
cuando inapelablemente me cohabitas.
 
II
Encarnizadamente vivo así
comienzo la partida
con el ulular de un sollozo.
                    Es necesario destruirse
                    es bueno ese látigo en castigo
                    esa cara de muerte hasta
                    encontrar un dios para hablar.
 
¿Cómo puedo estar sin un dios en este mundo que gime?
 
En el lagar de las horas
Ah, poesía electriza mi corazón
para permanecer invicta,
                                 que mis pies
                                 son mordidos
                                 por serpientes.
 
Reboto loca en círculos viciosos
mordiéndole la cola al diablo.
Yo no debiera darle importancia
tomar leche y comenzar,
comenzar siempre como papel en blanco.
 
III
Aquí está Sandra
                             con pesadumbre en el aliento.
                             Comparte sus labios malditos
                             para los que anhelan ser consolados.
                             Especuladora imperturbable
                             habla de cambios radicales.
 
A veces intenta defenderse de sus demonios.
Igual los besa en la frente como aves del paraíso.
Así la luz hostiga desde el refugio
donde se comen avellanas.
Todo es lejano
como aquellos guerreros del imperio maya
ahora están cerca los fantasmas adivinadores
noctámbulos,
ahora las trompetillas anuncian una nueva
era para devolver lo pagano a la poesía.
 
IV
¿Qué dicen los prestidigitadores de Hermosillo
si ven a Sandra caminando desnuda?
¿Quién cubre su cuerpo con periódicos?
¿Quién le ama en el Cinétzon ante su catástrofe?
¿Quién le da de comer huevos frescos?
Los domingos ella abre una lata de atún,
envía flores imaginarias
y promete una simple palabra.
De cierto modo, nunca más un mecanismo mujeril
se descompone por un beso crudo.
 
 
 
Ojos genealógicos
 
 
Yo la mujer, elijo mis desgracias
como ave mágica el cuerpo aleteo.
Empedernida sobreviviente sobre el último kilómetro. 
Los doce procesos biológicos,
con el homicida de una serie policíaca.
 
Voy a la muerte ahí donde la noche nos aguarda,
mis sistemas son luces de faros
y en mi tristeza soy el libro menos leído,
el espacio, donde la soledad aconseja soledad.
 
Fidedigna
en cada verso tengo lo que la música canta,
pero las películas de Pedro Infante me juegan
malas pasadas.
 
Allá por Hermosillo
mi hermano tampoco me reconoce
lo vi, se esconde…
Si escucha los hipos de una voz llorona,
mi dicción es incongruente hasta lo perfecto.
 
Yo no pretendo
que otras voces me comprendan
ni  bellos muchachos
divirtiéndose en donde menos se espera.
 
Sin duda en este año
circulan en arterias de la verbena,
tal vez los melancólicos, los de mente impenetrable
o los que se detienen
en túneles con orina en el año 2017.
 
Mucho más sufren las jóvenes con acné
olvidadas bajo cobijas.
 
¿Quién lo creería?
 
La virginidad prevalece completamente y hay tantas
virginidades visitando los trópicos del aislamiento.
Me mantengo en pie con mi  esqueleto
dejando atrás conceptos criminales de la
señora cascabel  
¡Qué agotamiento! Así he de partir
doy testimonio
solemne,
vulgar,
al fin y al cabo entre la bruma no me pierdo.
 
Llueve desbaratado
en secreta transpiración purificándome
y  entre la irregular lluvia
mi piel se eriza sin motivo aparente
Yo la mujer,
elijo mis desgracias. 
 
 
 
(Del poemario Monologismos publicado en febrero del 2017)
 
Una noche conjurando el ombligo
 
I
Trémula, vociferante
y un muro de turbaciones sin causa
flor agujerada escudriñándose a sí misma.
Por eso nunca tengo un rincón
habituado al silencio
digamos, aterida durante algunos años
en esta habitación espaciosa
ir y venir sin desbocarme
curvaturas bajan en desgracia
para sobrevivir durante esta protuberancia
del tiempo
para hablar de mi vida en un poema apócrifo
para provocarte una erección
como con aquella putita paramédico.
 
               II
               Con la última película de misterio
               soy un cuerpo suspendido
               supongo, comiéndome mi filosofía,
               conservo una pistola automática
               ah, también pasión en inicio de quincena.
 
               -¿Qué te parece este azúcar derretido?-
                                                                                                                 
III
La soledad no es ardiente
como tu nombre
poeta de la casa dorada del suburbio.
Tómate una cerveza mientras
perturbas
en los ojos
entre los cabellos
en las manos…
 
IV
No me beses.
No me introduzcas tus dedos en el alma. .
Ni siquiera lamas mi corazón…
Oh, rememoro todos mis apetitos
y unas cuantas castraciones
ay, seré la mujer feroz ebria de sufrimiento.
Esta dicho, tengo ganas de llorar
pero me muero de cansancio.
Poema a la cocción de unos labios
 
Que pueda el camino subir hasta alcanzarte.
Que pueda el viento soplar siempre a tu espalda.
Que pueda el sol brillar cálidamente sobre tu rostro
y las lluvias caer con dulzura sobre tus campos,
y hasta que volvamos a encontrarnos
que Dios te sostenga en la palma de su mano.

 
Oración irlandesa
 
A Luis
Oscuridad fruto de oscuridad
nosotros y nadie
apedreándonos
yo sobre ti, irrescatable
sufro, me derramo fácilmente
te miro…
Y llueve de tu frente el sacrílego sudor
de pronto floreces encima, adentro… fuera
te unificas al silencio
me encuentras avergonzándome
de mujer melancólica, que soy
luego mis pechos mudos para tocar
la soledad de tus manos
así es que,  llueve desamparado
como mi cuerpo
violentándome con tu almíbar
deshonrando el aliento de mis pulmones
para obligarme a la rotación de tu ombligo
para no sentirnos solos en el mundo
es preciso tus desmemoriados labios
a confesar contra mi nombre.
Sosegadamente calla la dicha cruelísima
desvencijándonos de entero
viste con gladiolos la habitación
los muebles de tu casa
la perra que aúlla desde el temblor nocturno 
y con toda calma sedientos de lengüetear lágrimas
mientras que llueve de verdugos con tu nombre
convocando tu masturbación, tus gotas de plata.
 
                                          Y lo sabes bien…
                                                       Agonizo.
 
 
(Del poemario  inédito Mujer del Sinaí)
 
Una intensa noche de luna convertida en amapola y nunca es posible dominar a una amapola llamada Sandra Valenzuela nació en Empalme, Sonora. Licenciada en Educación, es coordinadora de eventos culturales en el estado de Sonora, colaboradora en México del proyecto literario PERVIRTUD de Ediciones Mosieur James, Quebec, Canadá, impartió talleres de creación literaria en la Escuela Normal Experimental Huajapan (ENEH) Oaxaca, en escuelas secundarias de la Mixteca y en escuelas Itamas. Coautora en antologías nacionales e internacionales, compiladora de la antología Voces que enaltecen, ha tomado diplomados de poesía, cuento, novela y terapia sistémica.  Actualmente se desempeña como escritora, tallerista en creación literaria, bloguera de arte y cultura, modelo, activista social, promotora cultural, terapeuta sistémica. Autora del poemario Monologismos (prologado por Nieves Teresita Maldonado) y de los poemarios inéditos Mujer del Sinaí (prologado por Gerardo Bustamante) y Femeascención. 
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