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Escritor/a Invitado/a

Tiempo que marca el rostro (Segunda parte)

12/25/2018

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Por Jesús Chávez Marín

Acuario
Como tu carácter es dado a la terquedad, te aferras a que tu planeta regente sigue siendo Saturno; pero ya no lo es: este siglo es y será Urano. Eso significa que tu natural nobleza y buen humor te llevarán a viajar por varias ciudades de México durante los próximos 12 meses.
 
Capricornio
O vertiginosa cabra montesa o dócil animal doméstico, tu armonía está entre esos extremos. Tu elemento es la tierra, es tuyo el campo y todos sus animales: el oro que tantas veces dilapidaste con generosidad, regresará a tus manos, solo si el amor también regresa.
 
Escalofrío
El relámpago se miró lejano y hasta acá llegó la brisa, energía del agua o frescura que vuelve; un sonido abstracto.
 
Ganas de creer
Un eclipse funciona como superstición voluntaria o tradicional para explicar algunos actos renunciando a la lógica, que siempre da más trabajo la mentira es más ligera.
 
Lyn May
Don José García Rivas iba todas las tardes al cine a ver películas de clasificación heavy. Esa misma noche escribía su reseña piadosa contra las nalgas de Lyn May, el descaro de dos adúlteros, lo técnicamente buena aunque moralmente perniciosa y poco recomendable de ese filme endemoniado.
 
Adalberto Almeida y Merino
Había una vez un obispo que fingió ser de izquierda, maiceando pastorales de base, pobretones ilusos y hasta uno que otro guerrillero inofensivo. Pero cuando Pancho Barrio, un matalote maleducado y soberbio, se lanzó para gobernador por el PAN, el obispo casi exigió a la grey entera que votara en masa a favor de aquel prócer.
 
Abnegación académica
Una señora muy presumida no tenía nada que hacer y se puso a doctorarse en recursos humanos y desde entonces ya no hubo quién la soportara en la oficina, se sentía la trompa de falopio del ferrocarril. Pero su soberbia declinaba al llegar a su casa, pues su marido nunca la supo apreciar y por lo tanto, según ella, tenía que hacerle todo mientras agarraba la onda.
 
Zen
Caminar hacia el origen del día, meditar en la región del sueño y el olvido.
 
Mi nieta Emma Larissa
La felicidad es sencilla, se detiene con serenidad y silencio, agua que se guarda a la orilla de un río sin estancarse, antes de seguir su cauce infinito.
 
Nicotina
Era el típico payasito de la fiesta hasta que el alcohol vencía los resortes de su voz, entonces se volvía un amasijo de estupidez y terquedad tan insoportable que la mayoría de las veces terminaba golpeado. Amanecía sin memoria y deudor de múltiples agravios.
 
La sencillez
Por el llano va una liebre, en su mirada oscilan cerros, hierba, arroyos; el instinto y la memoria evocan en su plexo la esfera llamada paraíso.
 
El infierno voluntario
El celoso da vueltas prisionero en un cubo de espejos interiores donde se reflejan personas imaginarias que tocan a su amor. Ciega es la flecha de la verdad: una de ellas no es imaginaria y la palabra "su" fue borrada del mapa.
 
El declamador sin maestro
Había un señor que aprendió a rimar y medir las sílabas del idioma español, pero escribía puras boberías; no se le ocurría otra cosa que celebrar la belleza de mujeres tan falsas como sus arrebatos líricos, mensajes seudorreligiosos y preceptos morales. Lo malo es que publicaba muchos libros.
 
Las redes
Pregunta Jenifer a su amiga.
―Oyes y tu novio ¿es virtual o presencial?
 
Carmen Marín
Al inicio de la marcha miré una montaña que no existe en esta región, solo un instante la vi. Su silueta arbolada siguió en mi mente algún tiempo más, fue tal vez un efecto de la luz o quizá la imagen física de una novela que mi madre me leyó cuando era un niño, hace de esto ya muchos años.
 
Sport show
El boxeador cayó muerto, convulsionando. Sus circuitos nerviosos grabaron el aullido de la multitud, el ansioso placer del espectáculo.
 
Pero te extraño
Y no es que te extrañe tanto, lo que pasa es que vivo intoxicado de tnato bolero ranchero y tanto José José, me identifico en canciones bien ardidas.
 
El oficio conyugal
Te cuidaré, dijo él, posesivo; ella quedó prisionera. Te cuidaré, dijo otra a otro; con los años, este olvidaba respirar si ella no estaba.
 
Igual que Marco Antonio Vázquez, tengo en mi libro tu nombre
Al interior de tu mirada llego cada vez que despunta el alba, unas sombras dibujan la silueta de las palabras que te escribo.
 
Y se miraba cada semana en el Google
Había un escritor angustiado por la fama, la que creía tener y la que otros tenían: calculaba los niveles de cada cual y protagonizaba algunos actos culturales para sentir el ambiente. Pero nadie lo entrevistaba, ni le consultaban cosas, ni salía en la tele. Sus libros eran muy malos. Y los lectores, escasos y selectivos.
 
Cada vez se pone más difícil ser abuela
―Ya dejen el Nintendo, voy a llevarlos por una nieve al Supercoldy.
―Claro que no, abuela. El Nintendo ya ni existe y esa es pura manteca con azúcar, tiene un millón de calorías.
 
Esencia que va
Cuando pasa el río, en la ribera queda un dibujo de su trascurso. Luego el agua será viento, carne o lumbre, otras sustancias en el suelo.
 
Elogio de la lógica
En la meditación de la caminata me doy cuenta de que la mente es sencilla y clara. Parece que consiguiera mantener a raya las tormentas, el cuerpo se equilibra. Listo, venga el día completo.
 
La suicida
―¿Por qué te vas?
―Ya nada me emociona.
―La vida es bonita.
―No para mí. Nunca lo fue.
―¿No te importo?
―Sí, pero. No sé. Adiós.
 
De pronto resplandece la verdad, cuando alguien la busca
Aparece el horizonte delineado por la luz, distinto cada día; una voz discreta y clara revela misterios que me iluminan al instante o que no entiendo; se quedan grabados en la sombra y años después esparcen su espléndida lección. Esto no siempre sucede, la memoria es frágil y el ruido la avasalla.
 
Mi abuelita Agustina
Por la calle pasa, con las dificultades de sus rodillas casi petrificadas, una mujer cuya memoria ya le dio dos vueltas al firmamento.
 
Adiós, Martín. Adiós, Javier.
Azul intenso la madrugada, colores que aparecen como pinceladas en la abstracta luz me despiden de la ciudad, de la noche.
 
Las raíces del siglo
Llegó un hombre al centro de la ciudad y no hallaba un gran árbol que estaba en la plaza, lo habían derribado. Cayeron dos siglos al olvido.

​
© Jesús Chávez Marín
 
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Tiempo que marca el rostro

12/19/2018

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Peregrinos

Tiempo que marca el rostro
 
Por Jesús Chávez Marín
 
Muerte me miras
Piedras que dibujan derroteros del agua, tiempo que marca el rostro, los recuerdos se desvanecen para mitigar presentimientos de la muerte.
 
Juventud en éxtasis
Un tipo tenía un hijo algo amargado. Papá: eres un perdedor, el carro es viejo y nuestra casa es la pobretona del barrio. Tranquilo el hombre. Hijo: Todo es relativo; a tu edad mis jefes, mis hermanos y yo vivíamos en un dos cuartos sin baño. De donde vengo, yo soy un exitazo.
 
Navojoa
Ella espinita de tecomblates en mi corazón.
 
La viuda
Cuando alguien se va, o cuando muere, el tiempo de quienes le amaron queda suspendido. En la intimidad se escucha un aullido muy lejano.
 
El cacique del mercado popular
Un muchacho trabajaba en la calle Segunda, cerca del mercado. Empezó a lavar un carro a la orilla de un local de jugos; de una camioneta lujosa con engomado Codepafa, bajó un sujeto joven y robusto, tomó al muchacho del cuello y le dio tres bofetadas ligeras. Ya te dije que no laves aquí, imbécil, le dijo a gritos. El otro alegaba con voz aguda y se quejaba quedito de los golpes.
 
Tierra parcelada
Con el alba la energía se renueva y la esperanza, para algunos. En otros se encandila su tormenta constante y a seguirla, con pena sofocada. El día reparte sus dones pero la injusticia es ruina muy antigua. Y también la melancolía.
 
Géminis
Como tu signo es de aire, la ventisca te hace lo que el aire a Juárez pero ¡cuidado!, algunas de tus 53 personalidades podrían quedar quebrantadas cuando llevado por tu audacia natural y el impulso ligero, te equivoques de pronto y luego lo pagues caro.
 
Virgo
La luna llena de tu signo creará una escena ideal para que tu
imaginación regrese de la zona del sueño; transitar esa región fue
necesario, por el ascendete de Saturno, pero es ya la hora del regreso
y de la frágil felicidad.
 
Imán de asesinos
Mataron al taxista Regino Meza Quintana en su carro del Sitio Esperanza, el número 3534 del registro oficial, el viernes 15 agosto 2014, en la tarde. Dos pasajeros lo golpearon y le hicieron heridas de cuchillo; huyeron en el mismo automóvil donde les daba servicio, dejaron tirado su cuerpo entre unos matorrales y una barda de concreto, a la salida del noroeste.

El señor había iniciado su turno de trabajo a las dos del mediodía, nadie volvió a verlo con vida. Los dos jóvenes delincuentes abandonaron el automóvil manchado de sangre en las calles 120 y Silvestre Terrazas, al norte. Allá lo vieron los vecinos y llegó la policía.

Hechos trágicos iguales a este han sucedido en la ciudad de Chihuahua durante los últimos tres años, son tantos que ya nadie lleva la cuenta. Trabajar de taxista es ahora peligroso, sus autos son imán de matones.

El domingo 16 de julio de 2012 mataron igualito a mi hermano Pedro, quien trabajó en el Sitio Central de Abastos y lo mismo: su cuerpo tirado en un solar y el auto que aparece al día siguiente, con sangre por todas partes. En el sindicato de taxistas CNOP le dijeron a mi cuñada que la ciudad le daría unas placas de taxi “para que se ayudara”, como si fuera un adiós y una herencia. Pero hasta la fecha nada, ni placas ni alguna indemnización laboral.

Desde entonces, cuando leo estas notas dramáticas, al día siguiente visito a veces a Raúl Ronquillo, líder de choferes, quien fue mi compañero en la primaria Doctor Ángel Castellanos número 277.

―¿Y ahora qué, Raúl?

Traga bolitas pero me responde con su voz fuerte de líder:

―Pues ya viste, Chuy. Pero ya andan investigando, me dijeron que muy pronto van a parar esto, ya sé que a los familiares eso no los consuela. Como a ustedes, no sabes cómo me ha podido.

Me enseña oficios, papeles. Pero como él es un político de oficio, cuadro reluciente del PRI, me habla con sinceridad y afecto.

―Oyes a propósito, lo de las placas de tu hermano ya mero salen. Vas a ver. Se atoró con el asunto del notario ya le dije a tu cuñada, y precisamente la cité el martes, me va a traer unos documentos, otros, que me pidieron en las oficinas nuevas, ya sabes cómo es esto.

Pero la viuda lleva ya dos años que la traen a vueltas y vueltas hasta la casa del sindicato y a otros edificios oficiales y notariales y nada. Ni placas ni justicia.
 
Coyotaje
Esta mañana llegué a las seis y media a formarme frente a la taquilla del Teatro de los Héroes, allí obsequian boletos para los espectáculos del FICH, hoy domingo para el que se llama París! Le spectacle. Había un filononón. Dos señoritas muy amables con playera roja del Ichicult y un señor del mismo uniforme regenteaban todo el movimiento, con eficiencia.

Todo iba bien, mucha gente pero de lo más educada, como suelen serlo quienes procuran pulir su alma frecuentando las artes. En eso que llega un hombre canoso vestido con sueter azul y pantalón de mezclilla, bigotito estilo Jorge Negrete, y que se pone adelante de mí.

―Oyes, la fila va más a atrás ―le dije con la serenidad y paciencia que me caracteriza.

―No, es que traigo el número 244, voy antes.

―Mira mira, pero si ni te he visto en toda la madrugada ―y efectivamente, tenía yo tres cuartos de hora formado enseguida de una linda señorita de blusa blanca tipo noventa sesenta noventa.

―No pero aquí voy ―respondió Jorge Negrete ya de plano decidido a ignorarme.

Y pos yo a él también ya lo ignoré, total uno no es ninguno; aunque me van a tocar butacas más lejos que este tramposo, a mí me habían dado la contraseña 247.

Pero llegaron otros coyotes: estos eran jóvenes y amarrados: uno cacarizo vestido de uniforme deportivo gris de los que usa Fidel Castro pantalonera y chaqueta rompevientos; otro de cachucha irlandesa de cuadritos con playera azul marino y rostro de chino mexicano. Ya ni les pregunté, de seguro traían números de boleto adelante del mío, nada que hacer.

El señor que iba atrás de mí en la fila me explica que llegan y se forman, las señoritas de la blusa roja les dan su contraseña cuyo número les toca en su turno. Luego van corre y corre y se forman de nuevo al final de la fila y piden otras papeletas y así se la llevan hasta que se abre la taquilla a las siete de la mañana y se empiezan entonces a distribuir los boletos según el número sucesivo, dos por persona como desde hace dos años ha sido.

Y esto no era todo; adelante de la señorita noventa sesenta noventa se formaron dos mujeres tapándome la vista. De manera que también hay coyotas, me dije: una de blusa azul rey con pantalón negro y su amiga con playera de color mamey.

Para no hacerles el cuento largo, me tocaron los asientos 45 y 46 de la fila EE, allá mero al último de arriba, uf ni modo. Para la siguiente mejor le pago a un coyote, consiguen mejores butacas.

© Jesús Chávez Marín 

​Continuará...
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Huesos

12/4/2018

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Huesos
 
Estas letras son como mis huesos:
lo más recóndito, lo más profundo.
 
Mis huesos:
los del zompantli que me escalofría;
los huesos de pollo sobre mi plato;
la costilla sobre el asador;
el hueso roído por los perros
y abandonado en la calle;
los huesos encalados del gato que mató papá;
en la montaña,
el montón de huesos sobre la roca
que dejó el quebrantahuesos;
los huesos de mi madre que nunca se partieron;
los risueños huesos del disfraz de mi niño;
los de la catrina;
mis huesos de tamarindo,
de almendra,
de mango,
de ciruela,
de grosella,
mis huesos matatena;
mis huesos que no aguantaron mis kilos
y echaron chispas, reventaron.
 
Que estallen también estas letras
en lo más íntimo de ti.

© Rosa Gaytán

***Rosa Gaytán, es oaxaqueña, vive en la ciudad de México y ha publicado los libros de poemas Esta lluvia es la misma (Textofilia 2013) y Practica de caza (Textofilia-UNAM, 2014).
Huesos, inédito, forma parte de un poemario en preparación. 


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