Peregrinos
Tiempo que marca el rostro Por Jesús Chávez Marín Muerte me miras Piedras que dibujan derroteros del agua, tiempo que marca el rostro, los recuerdos se desvanecen para mitigar presentimientos de la muerte. Juventud en éxtasis Un tipo tenía un hijo algo amargado. Papá: eres un perdedor, el carro es viejo y nuestra casa es la pobretona del barrio. Tranquilo el hombre. Hijo: Todo es relativo; a tu edad mis jefes, mis hermanos y yo vivíamos en un dos cuartos sin baño. De donde vengo, yo soy un exitazo. Navojoa Ella espinita de tecomblates en mi corazón. La viuda Cuando alguien se va, o cuando muere, el tiempo de quienes le amaron queda suspendido. En la intimidad se escucha un aullido muy lejano. El cacique del mercado popular Un muchacho trabajaba en la calle Segunda, cerca del mercado. Empezó a lavar un carro a la orilla de un local de jugos; de una camioneta lujosa con engomado Codepafa, bajó un sujeto joven y robusto, tomó al muchacho del cuello y le dio tres bofetadas ligeras. Ya te dije que no laves aquí, imbécil, le dijo a gritos. El otro alegaba con voz aguda y se quejaba quedito de los golpes. Tierra parcelada Con el alba la energía se renueva y la esperanza, para algunos. En otros se encandila su tormenta constante y a seguirla, con pena sofocada. El día reparte sus dones pero la injusticia es ruina muy antigua. Y también la melancolía. Géminis Como tu signo es de aire, la ventisca te hace lo que el aire a Juárez pero ¡cuidado!, algunas de tus 53 personalidades podrían quedar quebrantadas cuando llevado por tu audacia natural y el impulso ligero, te equivoques de pronto y luego lo pagues caro. Virgo La luna llena de tu signo creará una escena ideal para que tu imaginación regrese de la zona del sueño; transitar esa región fue necesario, por el ascendete de Saturno, pero es ya la hora del regreso y de la frágil felicidad. Imán de asesinos Mataron al taxista Regino Meza Quintana en su carro del Sitio Esperanza, el número 3534 del registro oficial, el viernes 15 agosto 2014, en la tarde. Dos pasajeros lo golpearon y le hicieron heridas de cuchillo; huyeron en el mismo automóvil donde les daba servicio, dejaron tirado su cuerpo entre unos matorrales y una barda de concreto, a la salida del noroeste. El señor había iniciado su turno de trabajo a las dos del mediodía, nadie volvió a verlo con vida. Los dos jóvenes delincuentes abandonaron el automóvil manchado de sangre en las calles 120 y Silvestre Terrazas, al norte. Allá lo vieron los vecinos y llegó la policía. Hechos trágicos iguales a este han sucedido en la ciudad de Chihuahua durante los últimos tres años, son tantos que ya nadie lleva la cuenta. Trabajar de taxista es ahora peligroso, sus autos son imán de matones. El domingo 16 de julio de 2012 mataron igualito a mi hermano Pedro, quien trabajó en el Sitio Central de Abastos y lo mismo: su cuerpo tirado en un solar y el auto que aparece al día siguiente, con sangre por todas partes. En el sindicato de taxistas CNOP le dijeron a mi cuñada que la ciudad le daría unas placas de taxi “para que se ayudara”, como si fuera un adiós y una herencia. Pero hasta la fecha nada, ni placas ni alguna indemnización laboral. Desde entonces, cuando leo estas notas dramáticas, al día siguiente visito a veces a Raúl Ronquillo, líder de choferes, quien fue mi compañero en la primaria Doctor Ángel Castellanos número 277. ―¿Y ahora qué, Raúl? Traga bolitas pero me responde con su voz fuerte de líder: ―Pues ya viste, Chuy. Pero ya andan investigando, me dijeron que muy pronto van a parar esto, ya sé que a los familiares eso no los consuela. Como a ustedes, no sabes cómo me ha podido. Me enseña oficios, papeles. Pero como él es un político de oficio, cuadro reluciente del PRI, me habla con sinceridad y afecto. ―Oyes a propósito, lo de las placas de tu hermano ya mero salen. Vas a ver. Se atoró con el asunto del notario ya le dije a tu cuñada, y precisamente la cité el martes, me va a traer unos documentos, otros, que me pidieron en las oficinas nuevas, ya sabes cómo es esto. Pero la viuda lleva ya dos años que la traen a vueltas y vueltas hasta la casa del sindicato y a otros edificios oficiales y notariales y nada. Ni placas ni justicia. Coyotaje Esta mañana llegué a las seis y media a formarme frente a la taquilla del Teatro de los Héroes, allí obsequian boletos para los espectáculos del FICH, hoy domingo para el que se llama París! Le spectacle. Había un filononón. Dos señoritas muy amables con playera roja del Ichicult y un señor del mismo uniforme regenteaban todo el movimiento, con eficiencia. Todo iba bien, mucha gente pero de lo más educada, como suelen serlo quienes procuran pulir su alma frecuentando las artes. En eso que llega un hombre canoso vestido con sueter azul y pantalón de mezclilla, bigotito estilo Jorge Negrete, y que se pone adelante de mí. ―Oyes, la fila va más a atrás ―le dije con la serenidad y paciencia que me caracteriza. ―No, es que traigo el número 244, voy antes. ―Mira mira, pero si ni te he visto en toda la madrugada ―y efectivamente, tenía yo tres cuartos de hora formado enseguida de una linda señorita de blusa blanca tipo noventa sesenta noventa. ―No pero aquí voy ―respondió Jorge Negrete ya de plano decidido a ignorarme. Y pos yo a él también ya lo ignoré, total uno no es ninguno; aunque me van a tocar butacas más lejos que este tramposo, a mí me habían dado la contraseña 247. Pero llegaron otros coyotes: estos eran jóvenes y amarrados: uno cacarizo vestido de uniforme deportivo gris de los que usa Fidel Castro pantalonera y chaqueta rompevientos; otro de cachucha irlandesa de cuadritos con playera azul marino y rostro de chino mexicano. Ya ni les pregunté, de seguro traían números de boleto adelante del mío, nada que hacer. El señor que iba atrás de mí en la fila me explica que llegan y se forman, las señoritas de la blusa roja les dan su contraseña cuyo número les toca en su turno. Luego van corre y corre y se forman de nuevo al final de la fila y piden otras papeletas y así se la llevan hasta que se abre la taquilla a las siete de la mañana y se empiezan entonces a distribuir los boletos según el número sucesivo, dos por persona como desde hace dos años ha sido. Y esto no era todo; adelante de la señorita noventa sesenta noventa se formaron dos mujeres tapándome la vista. De manera que también hay coyotas, me dije: una de blusa azul rey con pantalón negro y su amiga con playera de color mamey. Para no hacerles el cuento largo, me tocaron los asientos 45 y 46 de la fila EE, allá mero al último de arriba, uf ni modo. Para la siguiente mejor le pago a un coyote, consiguen mejores butacas. © Jesús Chávez Marín Continuará...
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Escritor invitadoEn esta sección tendremos escritores invitados que compartirán su labor literaria con nuestros lectores. Archives
July 2023
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