Fotografía © Bernartbé Por Joel Bernabé
Ahora Ahora no estoy, no pienso, no soy. No siento mi piel, no encuentro mis ojos, no escucho mi voz. O tal vez soy un sueño de alguien que sueña, ¡y yo quisiera despertarlo! ..., pero nada, sigo así, aquí buscándole forma a las cosas que no tienen sentido. No sé si soy despojo de carne, de huesos u olvido. Pareciera que estoy cubierto de frío, de espinas y polvo. ¡Apesto a ausencias, a melancolías y a nostalgias! Y mientras nada soy, escupo blasfemias a los transeúntes por las ventanas. Sé que no estoy, que no pienso, que no soy y, sin embargo, entre las paredes le susurro a la muerte: –Sabes, ahora solo quisiera recogerme, dormir, olvidar… dormir, olvidar. Entre el polvo negro Voy a cubrirme de noches, ahogarme en el polvo negro hasta reventar de olvido. Dormiré saturado de vacío. Lo que tuve, no lo supe mío. Pero antes pondré un caracol en mi frente para que con su baba de sal evitar, mi cuerpo se vuelva polvo. Los caracoles son eternos lo sé, los he visto, quizás porque son lentos. Pasarán los siglos, y nada habrá cambiado. Seguiré ahí solo, ausente, cubierto de sal, cubierto de muerte. Caer Extraño, disociado, ausente de todo, no sé qué pensar, no pienso. Estoy harto, cansado de no ser, de no estar. Me pesa la nada, me aplasta. Me dejo caer y caigo, y mientras caiga veo siluetas sin rostros que van, que vienen, llevando consigo el peso de la nada. Entonces, siento la monstruosidad del vacío, en el que estoy, en el que estamos, profundo, infinito. Me ahoga este mar de hastío, lleno de peces sombríos que escupen burbujas de sal y no escucho palabra alguna donde pueda posar mi boca, mi lengua, mi razón. Y mientras voy cayendo, el tiempo, ave de rapiña, observa mi decadencia, listo para hacerme polvo y después escupirme al olvido. Qué más da, uno nunca es nadie, y ser nada es inescapable. A decir verdad, soy, como todos, una masa que va, que viene, que duerme, que va, que viene, que duerme, producto de lo absurdo, alimentando solamente el vacío. Nota biográfica Fui esculpido en Terecuato, Michoacán. Aterricé de forma brusca aquí en los Estados Unidos hace veinte años. Nunca aprendí el idioma purépecha, mi lengua madre y el español ahí medio lo hablaba. En la “tierra de las oportunidades” supe que el Inglés es necesario. Gracias al esfuerzo por aprenderlo en varios colegios de California, descubrí que la filosofía es mi otra mitad. Leyendo un texto en inglés me encontré un fragmento filosófico con la sentencia: “yo solo sé, que nada sé,” de Sócrates. Esta frase me sacudió hasta los huesos y, desde entonces, ya no fui el mismo. No saber nada se ha vuelto mi bandera y punto de partida para estudiar filosofía. De las corrientes filosóficas el existencialismo me ha llamado la atención: Nietzsche, Sartre y Camus han influenciado mi escritura. Lo absurdo, la nada, el vacío y la muerte son temas recurrentes en mis escritos. 41 años ya en este mundo haciendo caminos que no van a ningún lado, pero los últimos 6 han sido los más satisfactorios. Desde entonces me he dedicado a empuñar el lápiz y a llenar el cesto de papel, hasta que algunas líneas logren convertirse en un poema. Son años llenos de caos y sin sentido. Disculpen mi pesimismo, pero sin este ingrediente no podría escribir poesía. Entrada editada por Saúl Holguín Cuevas.
1 Comment
Magali Aguilar Solorza
9/3/2020 00:57:29
Joel Bernabé felicidades. Las imágenes que claman sus versos, calan tan profundo; que el vacío, el olvido son cardones encajados en el dolor que provoca la ausencia y hacen que uno se adentre en cada linea de su poesía.
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Escritor invitadoEn esta sección tendremos escritores invitados que compartirán su labor literaria con nuestros lectores. Archives
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