BACALAR: SIETE DIAS Y SIETE COLORES
Rosa Espinoza Hace 28 años, en un viaje de estudios, pasé de noche por esta laguna y mis esperanzas de mirar el azul en los manglares se estacionó todo este tiempo. Sabía que llegaría el momento de conocerla, que sería el mejor de los recuerdos y el deseo perpetuo de regresar se afincaría en mí. Y la apetencia se hizo justicia por su cuenta y me monté en un viaje un tanto intrincado, en medio de mudanzas, documentos oficiales, guiones y correcciones de textos. Y allá fui, por una ruta larga en la que transité arribando por Cancún, haciendo escala en Playa del Carmen para que, seis horas después, caída la tarde, un taxi me dejara con mis cosas al hombro en la puerta del recinto en el que pasaría los siete días siguientes. La laguna y sus preludios A mi llegada, el agobio por tanto trajín me hizo pensar sólo en tomar una cerveza y algo de comer, y dejé mi curiosidad por mirar la laguna para otro día. El Segundo Encuentro de Escritores Bakhalal de 2017 comenzaría al día siguiente por la tarde. Tendría tiempo. A la siguiente mañana, después de un desayuno en la plaza, remonté camino a la laguna con otros poetas que, como yo, anticiparon un poco su arribo. Sospeché en ellos la misma ansiedad que empaqué en mi maleta antes de salir. Y sobre una brecha blanca, a unos metros de mi estancia, ahí estaba, como una playa quieta, como una gran piscina de agua limpia que sobaba el sol, como si fuera el lomo de una perra mansa, peinando de tibieza leve la superficie húmeda e infinita. Sí, me importa la poesía, mucho, pero la verdad estaba impaciente por pasar la tarde en la laguna y en el silencio hondo de sus aguas. Un encuentro como puerta A un encuentro literario uno llega con los oídos sensibles, con el alma alegre para encontrar coincidencias y pasiones. En un encuentro uno es como una puerta abierta a la que sólo se entra para arrimar el cuerpo, buscar las miradas, encontrar las voces y el brillo en los ojos con la palabra cierta, exacta, contundente. Igual así es la laguna de azules muchos, de cenotes cabalísticos: se abre toda con sus brazos acuosos de abuela contenta, de amiga sonriente, de amorosa madre. Así se dio esta reunión de escritores, con la amplitud gozosa de una laguna límpida que invoca los deseos por tocar su linde para hundirse en su claridad. Una casa para todos y todas Es el segundo año de este Encuentro y su convocatoria se abrió cariñosa e intensa, un equipo de trabajo con mucho compromiso con la palabra y la vida de su comunidad, nos hizo sentir no sólo en casa sino en familia. Amigos del norte, del sur, de todos los puntos cardinales del país entregamos nuestro edicto con la literatura. Pura comunión. El recinto que acogió el evento es la Casa Internacional del Escritor, ubicada en el reciente municipio de Bacalar, en el estado de Quintana Roo. Esta casa es promovida como un espacio para la creación por el poeta Ramón Iván Suárez Caamal (y un gran equipo de colaboradores), quienes han tomado las riendas para reactivar la estancia de artistas que deciden compartir algo de sus saberes a la comunidad. Les ha tomado tiempo y media vida mantener este lugar en las condiciones más dignas, la labor de esta gente ha sido extenuante. Merecen respeto. Frente a la laguna, este complejo habitacional consta de cabañas con habitaciones que convidan un lugar apacible. Tiene una biblioteca, cubículos, salas de juntas, galería, comedor y un auditorio que brinda espacio a las actividades que en el tema de la cultura dan cobijo. Ramón Iván Suárez Caamal es un poeta importante en la literatura nacional, cuenta con un sinnúmero de publicaciones, entre las que destacan la poesía infantil; en la región se promueve un premio que lleva su nombre. Es imparable. Desde que dejó Campeche, de donde es originario, su trabajo en Bacalar como promotor de la literatura no se frena. Generaciones de jóvenes han formado parte de sus talleres, muchos de los cuales, poetas ahora, continúan su labor y se integran a las actividades de apoyo a la Casa Internacional del Escritor. Ribera de carrizos Bacalar es un municipio pequeño, que bien puede recorrerse en bici. En él habitan poco más de 12 mil almas. Se sienta en la ribera de una laguna inmensa, tan grande que la piensas mar, pero al sumergirte en ella recapacitas, su agua es suave y complaciente, sin violencia, sin olas. La laguna toda está rodeada por siete cenotes que le dan muchos azules a su semblante. Cada cenote se pinta de un cerúleo propio y personal. Sin ser un puerto, Bacalar se traza a partir de su laguna y del Fuerte de San Felipe, que resguardó al poblado de los piratas, que intentaban arrimar sus barcazas por el acceso más ancho de la laguna. Seguro que el botín era de puro paisaje y sol. Convidar y convivir Dentro de las actividades del Encuentro, poetas y narradores participamos en talleres y recitales en las escuelas y universidades. Chavas y chavos, generosos con su tiempo y su contento, aceptaron nuestras intervenciones en horas escolares y, pasada la tarde, despojados de su uniforme, sonreían con nosotros en la plaza, mientras mordíamos las hojaldras o las marquesitas. Y al fondo, en la noche rivereña, ritmos beliceños nos hacían pasar la tarde acompasada. Entre mesas de lectura, conferencias y presentaciones editoriales, pasamos algunas tardes bajo el sol y dentro de las aguas tibias y relajadas de Bacalar. Montados sobre pequeñas embarcaciones, peinamos ese líquido dulce, consientes del regalo que significaba estar ahí. Acudir desde Baja California a esa otra punta del país es emocionante. Comulgar durante una semana con otros seres a la vez lejanos y cercanos es un obsequio irremplazable. Subida en el camión, con la piel tostada, arena entre los dedos y los ritmos beliceños en la cabeza, divisé por la ventana el índigo de los muchos que hay en la entrañable laguna. Un azul muy mío, muy para mí. Quedaban muchas horas de regreso y aún, cuando esto escribo, sé que la laguna es mía porque volveré. © Rosa Espinoza ***ROSA ESPINOZA nació en Mexicali, Baja California, en 1968. Es poeta, narradora, diseñadora, editora y guionista para la televisión universitaria. Su trabajo ha sido incluido en antologías y revistas literarias como Tierra Adentro, Círculo de poesía, Generación, Ombligo, Navegaciones Zur, Aquilón, Peregrinos y sus letras, Border senses, Río Grande Review, Cofeebok, El Humo, entre otras. Su obra se ha incorporado en las antologías Bethoviana (UABC, 2001), Nuestra cama es de flores (Cecut, 2008), Mapa poético de México (2009), Antología de poesía del Encuentro de Poetas en el País de las Nubes (2015). Es propietaria del Pinosalados ediciones bajo el cual apareció Señero, su primer poemario. Próximamente aparecerá Llevará tu nombre bajo el sello de la editorial El Humo. Es colaboradora del Programa editorial del Cetys Universidad.
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Escritor invitadoEn esta sección tendremos escritores invitados que compartirán su labor literaria con nuestros lectores. Archives
July 2023
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