Marrón, la experiencia de Angie. Por Almudena Cosgaya En un algún lugar de Bachiniva, en el estado de Chihuahua. Dos amigas caminaron hasta la orilla de la presa de las chepas, el viento soplaba con tranquilidad y las nubes danzaban en el azul del cielo. Sara con expresión asustada saco de entre sus ropas un viejo arete de color marrón y lo acercó a su amiga Angie para que lo viera, justo después lo lanzo con toda fuerza hacia el agua. *** Fue durante las vacaciones de verano antes de nuestro último año de secundaria. Cuando Sara me invito a ir a casa de su abuela, situada en un pequeño municipio llamado Bachiniva. Justo nos encontramos frente a la casa cuando Sara se detuvo dudando un poco en si debían entrar. —¿Te encuentras bien? —pregunte a Sara, quien solo movió su cabeza indicándome que estaba bien. La casa era realmente hermosa, aunque un poco lúgubre debido a que había poca iluminación. Ese día, su madre y su abuela estaban de viaje por lo que llegarían hasta la mañana siguiente por lo que aquella noche la casa quedaba a cargo de Sara. Nos dirigimos a la habitación de visitas, y no pude dejar de sorprenderme de cómo era; en lo personal siempre me han gustado las estrellas y justo en el techo de la habitación se encontraba una ventana. Sara me había contado que su abuelo era un admirador del cielo nocturno por lo cual había puesto dicha ventana para admirarlo. —Lo siento Angie, pero debía deshacerme del arete... yo... —¿Qué sucede? —pregunte con cierta reserva. La verdad es que soy alguien que tiene un sentido de lo sobrenatural—Dime, ¿por qué lo tenías? —Lo encontré un día antes de venir aquí, estaba frente al edificio de correos en Chihuahua. Cuando lo vi en la calle se veía realmente encantador. Pero... después de llegar aquí, empecé a oír un ruido extraño. —¿Ruido extraño? —pregunté con curiosidad y Sara me miró con temor. —Así es... así que de inmediato fui a tirarlo a la basura, pero... al volver aquí estaba de nuevo en la mesa de noche y no importo cuántas veces intente deshacerme de él... siempre vuelve—dijo Sara mientras un leve temblor la sacudía. —¿Has hablado con tu mamá o tu abuela acerca de esto? —No van a creerme—dijo Sara cuando algo de pronto llamo su atención. Al verla tan pálida decidí girarme para ver lo que observaba. Recuerdo haber escuchado acelerarse mi corazón cuando al irme acercando a la mesita de noche pude ver un arete color marrón, el mismo que hacia un rato Sara había aventado en la presa. Me acerque hasta tomar el arete y al subir mi mirada al techo pude ver que la mesa quedaba justo debajo de aquella ventana. Volví a girarme solo para ver que Sara seguía mirándome aterrada de que tuviera en mi mano aquella joya. Entonces aquella noche... cuando el reloj marcaba pasadas de las tres de la mañana, desperté a causa de un extraño ruido. Abrí los ojos poco a poco y comencé a observar la habitación en búsqueda del causante de aquel sonido. Me senté en la cama solo para observar que Sara también se encontraba despierta y asustada. —¿Ese es el ruido?—pregunté. —Sí... es el mismo. Giré mi cabeza hacia la mesa de noche y vi que justamente ahí se encontraba el arete color marrón. Fue entonces que una extraña sombra llamo mi atención y mire hacia la ventana del techo. Observé durante un rato mientras Sara me abrazaba por la espalda. Entonces fue que vi como algo se estrellaba sobre el vidrio de la ventana, seguí mirando cuando de pronto vi como una mujer se estrellaba en la ventana, su expresión de miedo mientras la sangre la bañaba. Cerré los ojos con fuerza y aparte mi mirada de ella. Tras unos segundos volví abrir los ojos y miré de nuevo hacia la ventana solo para ver como de nuevo caía aquella mujer, una y otra vez... —¿Que sucede? ¿Qué has visto? —me preguntó Sara. —¿Puedes verla? ¡Una mujer! Una mujer es... - intenté decirle a mi amiga. —No puedo ver nada. Parecía que Sara no podía ver nada. Volví a ver la ventana y aquella mujer, cuando algo llamó mi atención. Entonces me di cuenta. La mujer llevaba un arete idéntico al que reposaba en la mesita de noche. Después de eso nos enteramos, de que varias semanas antes de que Sara encontrara el pendiente, una joven mujer se había suicidado saltando desde las inmediaciones del edificio de correo y que al recoger el arete Sara se había llevado con ella el espíritu errante de aquella mujer. Nos llevamos el pendiente a un templo y se llevó a cabo una ceremonia para que encontrara el descanso. Después de eso, nada más volvió a perturbar el sueño de Sara. Cuidado con lo que recoges en la calle, nunca sabes la historia que podría acompañarte. © Almudena Cosgaya Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa, que ha publicado en varios medios y uno de ellos el blog de su maestro Jesús Chávez Marín. Este año publicó La maldición del séptimo invierno, su primera novela. Originaria del estado de Chihuahua. Su frase favorita: “La realidad termina donde la fantasía comienza”.
1 Comment
Tere Ortega
6/7/2018 09:11:17
Mi admiración y cariño a ti y tu trabajo.
Reply
Leave a Reply. |
Escritor invitadoEn esta sección tendremos escritores invitados que compartirán su labor literaria con nuestros lectores. Archives
November 2024
|