Ya empezó el calor anunciando el inminente verano en Arizona. Tengo orden de permanecer encerrado quien sabe hasta cuando. Extraño el tiempo en que iba a graduaciones para ver a tantos jóvenes cumplir su sueño de terminar el colegio. Bien hizo Edward Elgar de componer una melodía digna de la realeza. Cuando terminamos algo, cuando cumplimos nuestro cometido, nuestra misión, deberíamos de sentirnos como reyes celebrando la majestuosidad de nuestros logros. Deberíamos ver las caras de nuestros padres orgullosos, nuestros hermanos que probablemente seguirán nuestro ejemplo tarde o temprano, de los maestros que de una manera titubeante nos entregan el papelito que nos dice que lo logramos, aunque dentro de sus mentes piensen que quién sabe cómo lo hicimos. Y yo, yo todavía no sé cuál es mi última misión en esta vida. Disfruté ese viaje tan lleno de música, danza y colorido a Guadalajara. Cantar con Mariachi de Jalisco es otro mundo. Cualquier canción, cualquier tono, y en cualquier espacio. Estos músicos te hacen sentir como el mismísimo José Alfredo Jiménez cantando “No me amenaces” o Lola Beltrán cantando “Si nos dejan”. La charrería, esos chiquillos que empiezan a la sombra de sus padres a manejar la reata con una destreza impresionante. Nunca me lo quito de mi mente como tampoco trato de comprender ¿cómo de una penca de agave pueda salir tan codiciada bebida lugareña? ¿A quién se le ocurrió por primera vez crear el mosto que produciría el mejor tequila? No, no es el mosto, es la tierra y el agave seleccionado para jimar. Pero igual y es el tiempo de cocción o la maduración, en fin, a mí lo que más me gusto fue el producto final. ¿Habrá sido esa mi última misión? No, tal vez fue ese viaje a Manzanillo, Colima donde afuera del mercadito vendían los churros más deliciosos que he probado en toda mi vida. Más aún los arrecifes de coral y tantos peces de colores a su alrededor. Necesitaba estar ciego para no darme cuenta que somos privilegiados de vivir en este planeta. ¡Qué gente más linda! ¡qué amaneceres! ¡qué atardeceres! ¡y la luna, uf! otra gran maravilla. Silencio. Escucho algo… ¡Es nada más y nada menos que “Take Five” de Dave Brubeck! Bueno de Paul Desmond pero popularizada por el cuarteto de Dave Brubeck. Es mi pieza favorita de Jazz en compás de 5/4 y en Mi bemol menor. Siempre disfruté las piezas musicales usando las teclas negras del piano y este es el ejemplo perfecto. Cinco teclas negras en compás de cinco…tómala cinco. Tocan el timbre… Esa voz la conozco, claro, es el peluquero. Es un hombre de ascendencia persa, nacido en Irán y muy orgulloso de su herencia. Habla cosas profundas y tan interesantes que parece que en vez de irte a cortar el pelo vas a una conferencia de intelectuales. Cita a Saadi con un entusiasmo como si hablaras de Ortega y Gasset, Unamuno y Kierkegaard. “Si no tienes simpatía por el dolor humano, no puedes mantener el título de ser humano”. Palabras muy ciertas que te dejan pensando más allá de un buen corte de pelo. Empiezo a comprender que mi misión es proteger a un gran ser humano, a un hombre del renacimiento con tanto que dar a los demás y con una visión más allá de las posibilidades de tiempo y dinero. Han venido por mí, finalmente para salir de este encierro. Me llevan en carro pasando por unos paisajes y bellas montañas que ni a Paul Cézanne le daría tiempo replicar. Hace viento, y el clima finalmente es perfecto. Un azul intenso llena la bóveda celeste. Veo a mi compañero de batalla, un jorongo mexicano en forma de bufanda. Me acomodan encima de unas cenizas. Veo caras de la familia y escucho canciones que me traen a mi primer amor: Dios, y su omnisciencia para saber dar y saber quitar. Me retiran del lugar. Mi corazón late al borde de un ataque. Las cenizas se van volando por la montaña en son de libertad. Una niña linda, con sonrisa de cristal me pone sobre su cabeza para que mis alas la cubran, y finalmente, comprendo que mi misión todavía no ha terminado. Mireya C. Muñoz es originaria de Puebla, México. Maestra de música y español en el Distrito Escolar Primario de Glendale, Arizona. Estuvo casada con David por 29 años. El último deseo de David fue que sus cenizas se esparcieran en las montañas de Flagstaff, Arizona.
1 Comment
7/24/2020 14:56:33
Un tiempo colaboré con David Muñoz en Peregrinos y sus letras, me llamó siempre la atención ver como realizaba esto con TANTA PASIÓN y entrega, te vamos a extrañar Tio, estas en un mejor Lugar con TU COMPADRE (Marcos Cárdenas) Algún día nos reencontraremos todos!
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Escritor invitadoEn esta sección tendremos escritores invitados que compartirán su labor literaria con nuestros lectores. Archives
July 2023
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