Por Guillermo Munro Palacio
Había salido de trabajar del abarrotes de don Chuy Romo en la calle 16 de septiembre y caminaba por un lado de la carretera a mi casa cerca de la hilera Estrella. Eran un poco más de dos kilómetros de ida y otros de regreso a pie. La hora: después de las 8:00 p.m. que era la hora de salida. Ya estaba oscuro. Muy oscuro. Sin lámparas en las calles y las casas poco iluminadas en el interior. Oscurecía desde las 6:00 p.m. Fue en diciembre de 1959. Aún no había electricidad en Puerto Peñasco. La iluminación era con plantas generadoras diesel y quinqués o lámparas de petróleo y una que otra de gasolina. No había grandes mercados. Solo los abarrotes como don Chuy y Panchita Romo, Chindo Lizárraga, Beto Mitre, Roberto Guzmán y el del señor Manuel Cárdenas y otros changarritos más. Por supuesto no había televisión ni camiones urbanos. Había pocas construcciones. No estaba la comisión federal de electricidad ni nada de lo que está ahora. Era puro monte. Arbustos pequeños. Entonces escuché cantos. Me llamó la atención. Me fui acercando a donde se escuchaba el coro de voces tan agradable a mis oídos. Entonces vi que era la iglesia de “Chindo” como la conocíamos de donde salían los cánticos. Una iglesia que nosotros llamábamos de los aleluyas y que la gente conocía como evangélicos o hermanos separados. El templo aún en construcción. Me detuve a escuchar desde el otro lado de la carretera. Entonces cantaron una canción que no había escuchado nunca: Noche de paz, noche de amor, todo duerme en rededor. Entre sus astros que esparcen su luz, bella anunciando al niño Jesús brilla la estrella de paz La escuché toda. Siguieron otros villancicos. Luego continué. Pase por El Capri, de Conrado Vélez y Fernando González Gaxiola. Había muy poca gente. Pasé la tienda de Santana y la cantina de “Las Panchas”. Ahí sí se escuchaba la voz de las cantantes y de la clientela. Afuera estaba la pipa de los Pineda y el carro de uno de mis tíos. Ya olía a leña y menudo y pozole en preparación por el barrio de la hielería. Fue el 24 de diciembre de 1959 y yo tenía 16 años y ocho meses de edad. Mi trabajo con Chuy Romo fue mi último en Puerto Peñasco. En enero de 1960, me enviaron a San Luis, Río Colorado a trabajar junto a mi tío German Munro Fourcade. Tardé siete años en regresar. Cada navidad recuerdo esto y otras historias navideñas. Noche de paz, noche de amor, todo duerme en rededor. Entre sus astros que esparcen su luz, bella anunciando al niño Jesús brilla la estrella de paz. Que El Creador nos bendiga siempre.
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July 2023
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