Por Roberto Perezdiaz
El Indio era su nombre común y corriente no el de pila en el pequeño pueblo de González. Desde niño sufría de lagañoso, pero a los 10 años de edad aun amanecía con los ojos tan graves que a veces apenas podía abrirlos. El fenómeno se presentó después de dejar de alimentarse de los generosos nutritivos senos de la madre. La voz entre las madres del barrio mexicano recetaba leche materna. Siendo que el Indio era el orgullo de los padres campesinos. También de la familia entera por ser el primogénito, ella, ingenua, acataba a las sugerencias autoritarias de las mujeres más experimentadas en asuntos de partos propios y ajenos. Esa misma madre era de una devoción inigualable como todas las madres aspiraba a la formación perfecta de su Indio. Para eso era indispensable que esa perfección incluyera los fundamentos de su religión. Aun sin entender lo que era un pecado había aprendido que fuera lo que fuera se confesaba para alivianar el espíritu, el alma y la vida misma. A ese pueblo rural llegó la visita de los tíos de Saltillo, una ciudad grande, el tío Juan y la tía Sedoña con los dos primos, Ismael, Josué y la prima, Malena, la mayor de ellos; éstos experimentados en cosas que el Indio jamás había visto en su ambiente protegido de pueblo pequeño. Las dos familias se acomodaron en la humilde casa a como daba lugar con camas y literas prestadas de los vecinos. Los grandes en la recámara con sus padres, todos los muchachos en un solo cuarto. Sola, la prima en su cama en lo que pasaba por sala en la entrada a la casa. Tranquila la casa entera después de los juegos traviesos con los primos saltando de cama en cama hasta sentir que se acercaba la inevitable regañada y exigir que la prima se fuera a acostar a su propia cama. Resignados todos después de unos minutos más hablando y risas en voz baja poco a poco se quedaban dormidos. Entrado en un sueño profundo despertó; la prima en la oscuridad lo acariciaba. Ella lo calló con los dedos sobre los labios y en voz baja le dijo, quieto. Estaba en su camisón blanco, le dijo, tócame. No, nos van a pegar, tartamudeó. Sí, tócame, quiero que me toques. Nadie va a saber, tócame. El Indio petrificado, miraba una imagen, una aura virginal en la oscuridad; arrodillada al lado de su cama con la cara casi tocando la suya repitió, tócame los pechos. Era un sueño apenas discernible en su camisón blanco. No estaba seguro si tenía los ojos abiertos o cerrados. Con un movimiento decidido metió la mano debajo de las cobijas buscando la mano de Indio. Tenía los brazos extendidos por los lados temiendo moverlos. Pero, se dejó llevar de la mano caliente y suave. Le abrió la mano para acomodarla sobre uno rozando los dos. Sin pensarlo al sentir la blandita piel y el pequeño pezón alterado no pudo reprimir un suspiro mientras que a ella se le escapó un jadeo que amenazaba despertar a todos. Excitado, con miedo, se sentó para taparle la boca. Ambos temblaban, ella excitada, él también, de miedo. De repente salió silenciosa del cuarto para regresar a su propia cama. El Indio durmió muy alborotado sin saber si había sido todo eso un sueño; sabiendo que tuvo un sueño que jamás divulgaría. Cada madrugada la madre le limpiaba los ojos lagañosos para dejarlo ir a la escuela con los otros muchachos del barrio. Un día regresó, de la escuela cabizbajo quejándose que los niños le decían Lagañas en vez de su nombre. No les hagas caso le aconsejó. Esa solución se remediaba entre ellos solo a puros cantos. Resuelto el asunto hasta darse cuenta del chisme que el Indio era muy peleonero. Dizque porque le dicen Lagañas. Ella explicaba que le limpiaba las lagañas dos o tres veces cada día y que ya no sabía qué hacer. Vuelve a darle pecho; consejo que así mismo lo tomó. Pero ya está grandecito como para volver a darle pecho. La madre ingenua pensó que iba a tener que decirle que cerrara los ojos. —¡Tonta! No puedo creerlo. Le pones gotitas de tu leche en los ojos. Por Dios cómo se te ocurre, Matilde le dijo entre carcajadas. Ruborizada, le dijo que estaba seca. —Ya platiqué con Ana María Milagros, está de acuerdo, el domingo después de misa pasa por tu casa para ponerle unas gotas en los ojos. —Gracias a Dios, Matilde. ¿Crees que con eso se cura de las lagañas? Mi pobre Indio. Así le puso papá; su abuelo porque salió prietito como su papá. Ojalá que eso sea el remedio que le quite lo lagañoso. Estaré eternamente agradecida; que Dios la bendiga. No sabía. Es mi primero. Queremos tener más hijos. Ya voy a saber con el segundo y los demás que Dios me quiera dar. Así fue que empezaron los tratamientos no sin un poco de temor por parte del Indio por no entender bien cómo iba a ser el asunto. Sin embargo, al ver la sonrisa de la joven y bella Ana María Milagros se le calmaron las ansias. Innecesariamente, su mamá le dijo que no tuviera miedo que solo le iban a poner una gotitas en los ojos para curarlo de las lagañas. Sin embargo, el Indio protestó por un instinto precoz que auguraba que ya estaba aprendiendo que había tabú encerrado. Su mamá lo tendió sobre la cama y se retiró para que se acercara su curandera de cabecera. Incrédulo la vio desabotonarse la blusa y con sus manos levantar el maravilloso seno para volver a esconderlo en el chichero pensando que el otro era mejor. Estaba más cerca el otro según estaba tendido con unos ojos que se le salían de la cara. La joven Ana María Milagros también malinterpretó esa mirada del Indio. —No tengas miedo, m’ijo, le dijo para calmarlo. Se acercó inclinada con la mano sosteniendo el seno elegido delicadamente expuesto solo el pezón oscuro semejante al color de la piel de la mano. Tan cerca estaba para acertar la puntería sobre el ojo derecho primero. Tan cerca estaba que el Indio olía ese cuerpo recién bañado para ir a alabar a Jesús en la misa de domingo; jadeaba incontrolable. Su mamá le seguía aconsejando que no tuviera miedo. —No duele; te va a cura las lagañas. Para alcanzar el ojo izquierdo sostenida con el brazo izquierdo la linda Ana María Milagros pasó ese lindo pecho casi rozándole la nariz hasta estar directamente sobre el ojo. Bizco, ya no alcanzaba ver la cara ni tampoco el precioso seno; las gotas administradas en el primer ojo causaban que parpadeara involuntariamente aunque se forzaba a abrirlos; le empañaba la vista mientras que el ojo esperando su turno miraba solo intermitentemente el gigante pezón. Con la vista empañada veía a Ana María Milagros enderezarse, devolver el seno milagroso a su lugar. Después de abotonarse la madre del Indio le pasó unos pesos con profundas agradecidas gracias. María Milagros fingía renuencia mientras que aseguraba que no tuviera cuidado al oír lamentar a la madre del Indio que ya estaba seca y no podía suministrarle la medicina ella misma. Quedaron que el domingo después de la misa se repetiría la visita hasta curarlo para siempre. Salió despidiéndose junto con el esposo que esperaba platicando con el padre del Indio sorbiendo un tequila mientras. —No tengas miedo, m’ijo, así te vas a curar y ya no te van a decir Lagañas. —Sí, mamá, fue lo único que pudo decir, con un aire de incertidumbre sobre lo que le acababa de sentir. De lo ocurrido no entendía nada. Pero no le dolió nada. Resignado la siguió a la cocina para comer. El Indio reprimió el impulso de contarle a sus amiguitos. Entre querer decirles algo y el temor de que se supiera y corriera el chisme a su madre supo no decir nada. La pena que le había dado era que su mamá se había quedado allí mismo presenciando todo. ¿Se daba cuenta que le temblaban los labios y se le salían los ojos de la cara al ver aquel precioso pecho era todo lo contrario al miedo. El único miedo era que supiera que lo que había sentido para nada era miedo. Temía que era algo malo, sin duda pecado que el Padre Simonetto recriminaba, algo muy, pero muy malo. Dejó de resistir acompañar a sus padres a la misa dominical de medio día para ver a Ana María Milagros. Se ruborizaba cuando ella se fijaba y le enviaba una sonrisa coquetona allí mismo en la iglesia. El Indio enseguida bajaba la vista sin atreverse a ver si alguien se había fijado. Aun cargando a su niño recién nacido hacía ya unos meses, de nuevo delgada, le saltaban los pechos que encubría con un rebozo a veces para darle pecho a su niño. Arrodillarse y levantarse, los saludos, los amenes y las contestaciones a las oraciones le quitaban esas ansias inexplicables que le daban cada vez que pensaba en ella. Nunca confesó. No se confesó del pecado con la prima ni lo que había sentido cuando le curaron las lagañas ni en el confesionario con el padre Simonetto. Después de confesar algún pecado inventado para cumplir, el padre le decía que no volviera a pecar. Cuando recitaba el Padre Nuestro evitaba decir, No nos dejes caer en tentación, comiéndose ese verso sabiendo que había una tentación que siempre iba a tentar y en esa caer de bruces. ROBERTO PEREZDIAZ actualmente radica en Phoenix, Arizona. Originario del Valle de Salinas de California; egresado de la Universidad de California en Berkeley; ha estudiado en el Colegio de México y la Universidad de Antioch en Yellow Springs, Ohio. Chicanomexicano prefiere escribir en español. Ha publicado obras en inglés y en español cuentos, poesías y traducciones en México, Quebéc y Estados Unidos. Ha impartido cursos de traducción y de traducción literaria en la Universidad de Texas en El Paso.
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El pasado viernes 11 de junio nos deleitamos con el taller que Peregrinos y sus Letras Nueva Era organizado como parte de la nueva plataforma de inquietudes, para continuar con nuestro fortalecimiento escritural. Hace tres meses iniciamos con nuestras jornadas del Taller de Cinéfilos en formato mensual y ahora nos congratulamos de contar con la ESCRITORA ROSINA CONDE.
Bienvenida Rosina, bienvenidos talleristas. En caso de que deseen conocer el trabajo de ROSINA recomendamos visitar su página WEB: www.rosinaconde.mx Los tres objetivos principales de PySL para este taller son: 1) Acercarnos a nuestra comunidad finiquera... 2) Expandir nuestros lazos... 3) Fortalecer nuestras inquietudes literarias vía la extraordinaria guía de la laureada escritora ROSINA CONDE. Gracias Rosina por apoyarnos en este nuevo proyecto y brindarnos tu apoyo desde que iniciamos este viaje. Esperamos que este sea el primer taller de una larga serie para continuar con el legado de David Muñoz, “A escribir se ha dicho”. Por Graciela Silva-Rodríguez Peregrinos y sus Letras Nueva Era y el Departamento de Estudios Mexicoamericanos de la Universidad Estatal de Arizona (ASU) se une a la pena que embarga a la familia Mondaca García por el sensible fallecimiento de nuestro amigo y colaborador: IGNACIO MONDACA. A Ignacio lo conocimos el 2002 vía las Jornadas Abigael Bohórquez. Su última colaboración tuvo lugar a través de las redes en octubre del 2020 en el XIII Encuentro de escritores Iberoamericanos en los Estados Unidos celebrado en ASU. Su mesa fue un abrazo de los escritores fronterizos a David cuyo título no podía ser más elocuente: "Voces del cruce muñociano: Perspectivas de las especies al limítrofe de la cruzada". Durante su presentación Mondaca aludió a otros dos amigos de David que habían partido recientemente, me refiero a la escritora Alma Valencia de Hermosillo y a Jesús Enrique Noriega de Cd. Obregón. Al respecto, Mondaca agregó, "el 2020 no ha sido un año fácil pues nos ha confinado". Por eso, hablaba con nostalgia de los Encuentros en los que coincidió con David, Las horas de junio y El festival de la Palabra. En ambos, se dieron cita las lecturas y la pasión de ambos por la música. Su presentación resaltó por el rescate fotográfico de estos encuentros donde Ignacio tuvo a bien mostrar algunas instantáneas vividas en diversos momentos. Sin lugar a dudas las letras han perdido a un incansable propulsor de las mismas, los encuentros a un invaluable y fiel colaborador y nosotros al amigo de la sonrisa, la amabilidad y tenacidad siempre presentes. Abrazos a sus hijos y a su esposa. "Voces del cruce muñociano: Perspectivas de las especies al limítrofe de la cruzada" , Octubre, 2020. Por Mario Escobar
Anoche encendí la vela para reflexionar mi silencio. Esa llamada no me la esperaba. Primero fue el mensaje. Éste vino de mi amiga. No tenía idea de qué trataba pero la urgencia de querer hablar conmigo indicaba algo. No sé. Algo. No estaba preparado para el tono triste que me decía lo siguiente: “Ha muerto Tomás”. Hubo un largo silencio de mi parte; seguido por la explosión del típico: "¡¿Cómo?!" No lo podía creer. Tomate, como lo llamábamos los más cercanos a él, ex compañero de la escuela graduada y fiel acompañante de largas noches de trago y poesía. La frase de Vane había repercutido en mi espíritu. Quise disimularlo con anécdotas del pasado y embijarme de una amarga sonrisa y hasta me puse hablar de mi siembra de chiles. “Todo va estar bien”. Eso fue lo que dije. Una mentira pues en mis adentros empecé a ver la película de aquellos momentos que Tomate y yo habíamos compartido en Tempe. Después de colgar, el viejo copiloto de noches poéticas volvió. Imágenes tras imágenes apelaban al antiguo congelado afecto que le tenía. Los recuerdos me acosaban y me exigían examinar los buenos y malos momentos que habíamos compartido. La escuela graduada y la vida nos salvaba y nos condenaba a gruñir o comportarnos como futuros académicos. Hay que ser honesto. No creo que eso cambie. Disfrutamos y lloramos juntos con la minuciosa lectura de las situaciones que afrontábamos como estudiantes de las humanidades. Felices y a ratos suplicantes porque no sabíamos qué nos deparaba el futuro. No sé cómo pero lográbamos saltar la rutina con el resorte de los libros y los tragos y soñar de que todo iba estar bien. Anoche la noticia de tu muerte comprobó las declaraciones que hacías después de patear la butaca de la tranquilidad. Cuando te ponías de pie a recitar tus poemas mientras hacías piruetas con los dedos tocando la guitarra y mirábamos cómo caía el sol y la noche derramaba su negra sangre. Ambos temíamos el aburrimiento pero teníamos trago y poesía para abandonar las exigencias académicas de nuestro querido profesor Manuel Hernández. Luego las circunstancias, sinónimo de piernas, se interpuso en nuestra amistad. Hace un mes y medio me escribiste: “Mario Escobar ya vi el mensaje que me enviaste, ¿qué onda?, ¿Cómo te va entre gabachos hermano?, ¿Cuándo vienes a hacer piruetas bajo el plenilunio de las pirámides? ¡Aquí te espero en Yucatán cabrón!” Ahora escucho tus palabras distantes como las estrellas y los momentos en Tempe tan cerca como mis pestañas. Tengo la sensación de que vamos a conversar toda la noche. No pares de hablar hermano. La vela tiene su llama, cada minuto más pequeña, distante y tan cerca, se apaga y yo aquí con la poesía jodiéndome hasta los huesos. La vela se apaga como lo han hecho tus ojos que no volverán a encenderse. Descansa hermano. Todo va estar bien. Mario Escobar 2021 RIP Tomás Ramos MARIO ESCOBAR ES POETA y activista salvadoreño radicado en California, Estados Unidos. Es catedrático y vicerrector del Departamento de Idiomas y Sociedades Globales de Los Angeles Mission College. en Los Ángeles, CA. de Manuel de Jesús Hernández-G., Ph.D. Estudios Chicanos en Español, Spanish Program School of International Letters and Cultures Arizona State University Como un poeta que ha practicado su arte de manera paralela a la producción contemporánea de la literatura chicana—desde el Movimiento Chicano (1965-1979) hasta el establecido ingreso a la mainstream o corriente principal norteamericana—Juan Felipe Herrera (n. 1948) ha empleado los cinco lenguajes literarios chicanos identificados e ilustrados en la antología El espejo/The Mirror (de 1969 a 1972) vía sus cinco ediciones editadas por Octavio V. Romano y Herminio Ríos: el español, el inglés, el spanglish, el caló y la traducción. Al considerar los 22 libros de poesía publicados por Herrera, el crítico se entera que el poeta inició su carrera escribiendo principalmente en español como visto en su primer libro: Rebozos of Love: We Have Woven Sudor de Pueblos on Our Back (1974; Rebozos de amor: Hemos tejido el sudor de los pueblos sobre nuestra espalda). Empero, para sus siguientes dos libros, Exiles of Desire (1983) y Facegames: Poems (1987), Juan Felipe Herrera oscila hacia el inglés, y esa lengua lo llevará a conseguir el nombramiento dual de US Poet Laureate en 2015-2016 y 2016-2017. Con todo, a través de su prolífica trayectoria, Herrera ha publicado ciertos libros en español o se le han traducido al español: Rebozos of Love, Akrilica (1989), Tejedoras de rayos/Thunderweavers (2000), la antología Los vampiros de Whittier Boulevard (2009), La fábrica (2018) y una traducción suya de la obra El Crossover (2019) escrita por el poeta Kwame Alexander. Estos seis libros constituyen la cara en español de Juan Felipe Herrera. Es una cara de resistencia local panétnica y globalizada. Sigamos su desarrollo. Rebozos of Love (1974): una voz indigenista chicana emergente Juan Felipe Herrera inició su carrera como poeta al lado de uno de los fundadores de la poesía chicana contemporánea: Alberto Baltazar Urista Heredia (Alurista) (n. 1947). Entre sus varios logros, Alurista participó en escribir el Plan espiritual de Aztlán (1969), que fungió como un manifiesto socioliterario central al Movimiento Chicano (1965-1979) y al Renacimiento literario chicano; publicó la colección de poesía intitulada Floricanto (1971), que estableció la viabilidad del verso bilingüe en la poesía chicana y eulatina, y fundó y organizó los famosos festivales literarios llamados Festival Floricanto. (Eulatina = latinoestadounidense.) En los círculos literarios chicanos, a Alurista se le identificó como uno de los mayores poetas chicanos hasta 1982. Ese año publica la antología retrospectiva Return: Poems Collected and New y, de ahí en adelante, disminuye a un nivel secundario su participación en la poesía chicana y estadounidense. Por su parte, a fines de los 1960 y a principios de los 1970, a Juan Felipe Herrera se le conocía como el gran amigo y socio cultural de Alurista. Herrera participa activamente en los eventos literarios y culturales organizados por su amigo en San Diego y a través del sudoeste mexicoamericano. De hecho, Herrera publica su primer libro de poesía en 1974, Rebozos of Love, vía la editorial Toltecas en Aztlán Publications. Esta editorial forma parte del Centro Cultural de la Raza, co-fundado por Alurista. Escrita principalmente en español, la colección Rebozos of Love se puede catalogar bajo la estética indigenista hecha popular por Alurista en la poesía chicana. Queda claro que al vivir y trabajar en San Diego al lado de Alurista, Juan Felipe Herrera practica su arte bajo la sombra literaria y cultural de su gran amigo. De hecho, no logra obtener su propia persona literaria hasta que, en 1978, ingresa a la Universidad de Stanford donde estudia para una maestría en antropología y encuentra vivienda en el barrio llamado el Mission District de San Francisco. En ese barrio convive con poetas eulatinos, centroamericanos y latinoamericanos. (Eulatinos = latinoestadounidenses.) Exiles of Desire (1983): surgida la voz de resistencia local panétnica y globalizada Desde esa nueva experiencia eulatina, Herrera publica en inglés la colección Exiles of Desire (1983): vía estos versos, presenta la vida de los residentes eulatinos del barrio Mission District. Dentro de su trayectoria como escritor chicano, emana una nueva visión poética amplia y crítica. De hecho, Exiles of Desire incluye una sección nostálgica del Chicano Moratorium contra la Guerra de Vietnam, una sección de autocrítica dirigida a los activistas, y un manifiesto arraigado en su nuevo barrio: eulatino, no únicamente chicano. De su segundo libro publicado, Exiles of Desire, sobresalen los poemas “Are You Doing That New Amerikan Thing?” y “Ode to the Industrial Village of the World”. Este último poema ya exhibe la visión de resistencia local panétnica y globalizada que, a partir de 1983, va a caracterizar la poesía de Juan Felipe Herrera: This is the ode to the industrial village of the world … O village of women, children, men, animals, fishes and birds O village of Blacks, Indians, poor people, Latinos and Asians O village of borders, colonies, barrios, cells and reservations … In the village our lungs sprout cancer Asbestos in Brazil, Asbestos in Nigeria, Asbestos in the Philippines Asbestos in Taiwan, Asbestos in Venezuela, Asbestos in Colombia Asbestos in Korea, Asbestos in Jamaica, Asbestos in Guatemala Asbestos in Tunisia, Asbestos in Sri Lanka, Asbestos in Malaysia. (Herrera, Exiles 59-60) TRADUCCIÓN: Esta es la oda a la aldea industrial del mundo ... O pueblo de mujeres, niños, hombres, animales, peces y aves O pueblo de negros, indios, pobres, latinos y asiáticos O pueblo de fronteras, colonias, barrios, celdas y reservas ... En el pueblo nuestros pulmones brotan de cáncer Amianto en Brasil, Amianto en Nigeria, Amianto en Filipinas Amianto en Taiwán, Amianto en Venezuela, Amianto en Colombia Amianto en Corea, Amianto en Jamaica, Amianto en Guatemala Amianto en Túnez, Amianto en Sri Lanka, Amianto en Malasia. (Herrera, Exiles 59-60; traducción nuestra) Por su parte, “Are You Doing That New Amerikan Thing?” ofrece una acerba crítica de la nueva tendencia hacia la derecha por parte de las varias comunidades activistas de los 1970 y los 1980: entre otras, la chicana, la afroamericana, la angloamericana radical, la feminista y la queer, La visión poética herrerina presente en ambos poemas se va a erigir y a establecer como una perspectiva constante en su poesía hasta hoy en día. La experiencia como poeta laureado nacional: Reafirma la resistencia local y globalizada En el año 2018, Alan Soldofsky publica la entrevista, “A Border-Crosser’s Heteroglossia: Interview with Juan Felipe Herrera, Twenty-First Poet Laureate of the United States”, la cual refuerza la visión herreriana que los escritores chicanos y eulatinos forman parte de varias perspectivas distintas, pero sin salirse de una identidad compartida. Es decir, Herrera no cesa de llevar a cabo valiosos proyectos literarios en la comunidad chicana-eulatina. Ante la pregunta qué si ha regresado a incorporar la experiencia chicana y latina en sus poemas después de a haber tenido los puestos de poeta laureado de California y de Estados Unidos, Herrera reconoce que su lente creativo tuvo que ampliarse durante sus años de servicio como poeta laureado ya que se vio involucrado en varios proyectos que involucraban a los afroamericanos, angloamericanos y a otros grupos étnicos. Sin embargo, escribir y diseminar proyectos literarios sobre la experiencia chicana-eulatina sigue siendo algo natural a su persona como el programa Stars of Juárez Project, que centra el rol de Cuca y Eva Aguirre en el Renacimiento de Juárez de los 1930. De hecho, declara de su acumulada visión local panétnica y globalizada: But lately I’ve been talking about the Middle East in some poems, as well as writing and talking about Darfur and the Sudan in Africa. I believe in having the widest lens possible while at the same time talking about what I see taking place in the Latina/Latino community. But it’s not necessarily in a documentary approach or a “culturalist” approach. It’s more about flashes of insight that I gained at a particular moment. (cit. en Soldofsky 217) TRADUCCIÓN Pero últimamente he estado hablando del Oriente Medio en algunos poemas, así como escribiendo y hablando de Darfur y el Sudán en África. Creo tener la lente más ancha posible mientras al mismo tiempo hablo de lo que veo que ocurre en la comunidad latina. Pero no necesariamente es un enfoque documental o un enfoque “culturalista”. Se trata más bien de destellos de perspicacia que logró en un momento determinado. (cit. en Soldofsky 217) Rica a varios niveles, la entrevista continúa enfocando y detallando varios otros aspectos de la carrera de Juan Felipe Herrera como poeta. Establece conexiones culturales entre los poetas Beats y la temprana literatura chicana de los 1960. Refuerza las varias influencias en su desarrollo y obra: entre ellas, Alurista, Luis Valdez, Víctor Hernández Cruz, Ishmael Reed, Lorna Dee Cervantes, los poetas inmigrantes centroamericanos y los poetas de Fresno. Reconoce la influencia de Walt Whitman en las múltiples voces poéticas estadounidenses. Señala, además, la existencia de una nueva generación de poetas jóvenes a la cual la coloca bajo la designación de Digital Natives ya que se valen de los medios sociales digitales para escribir y diseminar sus poemas. Les aconseja que necesitan resistir las narrativas del poder hegemónico. Seis libros en español: una constante cara poética herreriana Además de fortificar la evolución poética de Juan Felipe Herrera desde el indigenismo chicano a una visión de resistencia local panétnica y globalizada, la entrevista de Soldofsky deja claro que los primeros poemas publicados por Juan Felipe Herrera fueron en español. Esto ocurre cuando cursa el onceavo grado en la secundaria, específicamente en el curso Spanish 3, bajo un maestro de apellido Nietzel: como tarea, Herrera escribió unos poemas en el estilo de Boris Pasternak-- poema corto y verso corto (cit. en Soldofsky 208). Esto explica el porqué, en medio del Movimiento Chicano, su primera colección publicada, Rebozos of Love, está escrita el 80% en español. Se debe considerar asimismo, que Herrera inicia su carrera como un poeta que escribe poesía, primero, para ser compartida de manera oral en las reuniones comunitarias y, luego, la publica para la comunidad chicana-mexicana en San Diego y el sudoeste mexicoamericano. Para Herrera, la práctica de escribir poesía en español continuó cuando se trasladó en 1977 a estudiar en la Universidad de Stanford y a vivir en el barrio eulatino Mission District. De la entrevista de Binder Wolfgang conducida en 1981 y publicada en 1985, uno se da cuenta que Herrera termina de escribir el manuscrito en español para el libro Akrilica —iniciado en San Diego— antes de que complete el manuscrito para la colección Exiles of Desire, aunque ésta se publica en 1983 y aquél en 1989. Empero, a partir de 1989, hasta 1999, Juan Felipe Herrera va a publicar ocho libros en inglés. Es en el año 2000 que Herrera vuelve a publicar un libro en español, Tejedoras de rayos. Viene acompañado de una traducción al inglés: Thunderweavers. Tejedoras de rayos dramatiza los efectos de la masacre de Acteal de 1997 sobre unos indígenas chiapanecos pacifistas. A esta obra en español le sigue la antología intitulada Los vampiros de Whittier Boulevard (2009), publicada en México D.F., la cual reúne una selección tomada de 12 libros anteriormente publicados, entre ellos, Rebozos of Love, Exiles of Desire, Night Train to Tuxtla, Love after the Riot, Border-Crosses with a Lamborghini, Notes of a Chile Verde Smuggler, 187 Reasons Mexicanos Can’t Cross the Border y Half of the World in Light. La siguiente obra en español del poeta Juan Felipe Herrera se titula La fábrica (2018) y es la traducción de la obra Notes on the Assemblage publicada en 2015, que publica el primer año de su nombramiento como el Poeta Laureado de los Estados Unidos. Traducida por Nieves García Prados, La fábrica la publica en España la editorial Valparaíso Ediciones. Supera así el silenciamiento de Herrera en la antología española Los vasos comunicantes: Antología de poesía chicana (1998) editada por Jaime B. Rosa, la cual no incluye ningún poema de Herrera. Por último, el mismo Juan Felipe se convierte en traductor y publica la obra El Crossover (2019) del poeta afroamericano Kwame Alexander (n. 1968). En su versión original en inglés, esta novela en verso, publicada en 2014, ganó el premio 2015 Newbery Medal por ser la most distinguished contribution to American literature for children, y fue una obra galardonada bajo el Premio de Honor Coretta Scott King Award (Alexander, El crossover 251). Respecto al contenido, la colección Rebozos of Love: We Have Woven Sudor de Pueblos on Our Back (1974) trata de su primer viaje de ida y vuelta desde Los Ángeles hasta Chiapas y a Veracruz. Data de la época de cuando Juan Felipe Herrera pertenecía al grupo indigenista llamado Servidores del Árbol de la Vida. A nivel de forma, Herrera experimenta con el verso libre, el haiku y el topopoema. Parte de un libro sin páginas enumeradas, los poemas no llevan título. Incluye el famoso poema intitulado “Quetzalcoatl” y un poema que toma lugar en sudoeste chicano: “Arizona”. Unos 74 poemas constituyen este libro. En comparación al libro Rebozos of Love, la colección Akrilica (1989) representa un esfuerzo mayor hacia la perfección de la forma poética ya que, vía un registro lingüístico-visual, se configura una galería de arte cuya exhibición ofrece retratos con individuos y escenas urbanas del Mission District y San Francisco. Viniendo cada poema acompañado de su propia traducción al inglés, los 39 poemas quedan situados en 165 páginas. (De los cuatro traductores, Stephen Kessler había traducido a Pablo Neruda y a Luis Cernuda.) Aparte de estar arraigada en la poesía surrealista de Federico García Lorca, la colección Akrilica muestra la influencia que ha tenido en la poesía de Juan Felipe la Galería de la Raza en San Francisco y varios pintores chicanos y eulatinos como René Yáñez. Marcado por el título Akrilica, se trata de una galería de arte compuesta con base en versos y poemas; desde esa galería, se desdoblan varios personajes y escenas que particularizan al barrio como la famosa actriz Lupe Vélez y el cliente Jesús MacDonald en un restaurante local. Los subtítulos son signos lingüísticos tomados de las artes plásticas: “Exhibiciones”, “Galerías”, “Terciopelo”, “Amarillo” y “Kosmetik”. Los únicos subtítulos no procedentes del arte, “Eras” y “América”, arraigan al barrio eulatino en el tiempo y el espacio, siendo este último las Américas. Por eso, junto a los que toman lugar en el sudoeste, los poemas llevan a la lectora o lector a Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Respecto a los temas presentes en Akrilica, éstos varían: entre ellos, unas raras calles, el consumismo, una ciudad sometida, las siempre presentes moscas, la alcaldesa distante, un futuro truncado, la soledad, el espacio invadido, los líderes dudosos, el destino marcado y un Zapata herido. Desde dentro de Akrilica no surge el indigenismo chicano; de hecho, brilla por su ausencia. Así, Juan Felipe Herrera supera la influencia de Alurista. Respecto a la lectora o lector, es testigo de un desfile urbano humano cuyas conexiones socioculturales se extienden a Centroamérica y otras partes del mundo. Tejedoras de rayos (2000): los límites de un indigenismo neoliberal Aparte de incluir algunos poemas en español salteados en ocho colecciones de poesía publicadas en inglés, que incluye dos obras con un viaje de ida y vuelta a Chiapas, Night Train to Tuxtla (1994) y Mayan Drifter: Chicano Poet in the Lowlands of America (1997), siendo ese viaje de índole indigenista como en Rebozos of Love de 1974, Juan Felipe Herrera no vuelve a publicar una libro en español hasta el año 2000: Tejedoras de rayos, que se escribe para conmemorar la masacre de unos indígenas pacifistas en Acteal. Esa masacre se llevó a cabo para suprimir al rebelde Ejército Zapatista de Liberación Nacional cuya rebelión representa un primer esfuerzo para combatir la entrada del neoliberalismo a México. Arraigada en una visión matrilineal, la obra Tejedoras de rayos dramatiza el efecto en Chiapas de la masacre vía cuatro protagonistas: Maruch, la abuela; Pascuala, la madre; Xunka, la hija perdida, y Makal, la recién nacida. Cada protagonista narra su propia sección. La masacre fragmenta y desplaza por dondequiera a los miembros de la familia, inclusive a los hombres. Subsecuentemente, los actos exhiben los esfuerzos de cada una de las protagonistas para reunificarse con la comunidad y reafirmar su vida indígena. Al fondo de esa resistencia, se encuentra un abuelo, Caneck (39), quien es una fuente de inspiración para la lucha de las protagonistas, y la de los hombres indígenas, ante el ataque paramilitar contra Acteal. Las primeras dos secciones, “Xunka: la hija perdida” y “Pascuala: la madre entre los rayos”, detallan la violencia sufrida a causa de la masacre: naguas encendidas, mujeres desaparecidas o muertas, una madre interrogada, una Xunka muerta, una Pascuala semienterrada, las víctimas contadas, los Zapatistas enlutados y una sangre sin fronteras. De esas dos secciones, emanan algunas señas de esperanza: la resistencia urgida, la libertad llegada, unas voces protectoras y un futuro triunfo. Empero, se necesitan las siguientes dos secciones, “Maruch: la abuela de las veredas” y “Makal: la hija de los tambores”, para asegurar la sobrevivencia y superar los efectos de la masacre. Surgen varios símbolos de lucha y regeneración como una naturaleza rebelde, el abuelo Canek, un sol omnipotente, la mañana soñada, la mujer niña, los tejidos cósmicos y el viaje regenerador. De la sección intitulada “Makal: la hija de los tambores”, aparece la siguiente imagen que centra la visión matrilineal en la voz de Makal: Madre Grande, tú me enseñaste todo. Cómo envolver el vestido, cómo tejer, cómo rezan las Pasiones por cuarenta días antes del K’in nebal, el festival de las nubes. Abuela Maruch, somos tejidos del universo ronco y fugaz sobre tu pecho. Tus duras manos tan lejos de mí, suben y bajan en la noche. (Herrera, Tejedoras 61) Dentro de la trayectoria de Juan Felipe Herrera como poeta, la colección Tejedoras de rayos, que viene acompañada con su versión en inglés, Thunderweavers, representa, como observa Michael Dowdy, una desmitificación final del temprano indigenismo chicano sostenido por el poeta Herrera bajo la influencia de Alurista (74-78). Sus repetidos viajes a visitar a los indígenas mexicanos, como ilustrado en Night Train to Tuxtla y Mayan Drifter: Chicano Poet in the Lowlands of América, han llevado a Juan Felipe Herrera a comprender sus propias limitaciones culturales ya que reside dentro de la metrópoli. Mayan Drifter rememora un nuevo viaje a Chiapas para visitar a un antiguo amigo, K’ayun, a quien había conocido en 1970 durante su odisea espiritual para escribir Rebozos of Love. La pasada idealización de los indígenas mexicanos por parte del poeta chicano, como un medio para luchar contra la condición de marginado y explotado en Estados Unidos, en verdad no beneficia en mucho a los indígenas mexicanos de Chiapas. Se trata de una autocrítica. Juan Felipe Herrera mismo representa, en parte, a un Estados Unidos neoliberal. Escribir de la masacre de Acteal, aunque se conmemore la rebelión y la resistencia en Tejedoras de rayos vía las cuatro protagonistas, no deja de ser una forma de turismo cultural desde el centro hegemónico. Aun así, Tejedoras de rayos constituye una expresión de solidaridad —la parte globalizada de su resistencia— con una comunidad internacional como parte de la praxis poética del poeta chicano Herrera. Los vampiros de Whittier Boulevard (2009): el logrado amplio diálogo con México El lector de las obras de Juan Felipe Herrera escritas en español necesita ahora esperar nueve años para leer una nueva obra en esa lengua: Los vampiros de Whittier Boulevard (2009). Traducida por Santiago Román y publicada en México D.F. por la editorial Avra Ediciones, la antología está compuesta de poemas tomados de doce colecciones previamente publicadas por Juan Felipe Herrera. Entre ellas, se incluyen poemas de las siguientes: Rebozos of Love, Exiles of Desire, Night Train to Tuxtla, Love after the Riot, Border-Crosses with a Lamborghini, Notes of a Chile Verde Smuggler, 187 Reasons Mexicanos Can’t Cross the Border y Half of the World in Light. En conjunto, estas doce colecciones desplazan una trayectoria de 35 años de producción poética por parte de Herrera. Arraigado en la cultura mexicoamericana, el poeta cubre el indigenismo chicano, la convivencia con los inmigrantes centroamericanos y sudamericanos, las relaciones con los angloamericanos, otros viajes para visitar a los indígenas en Chiapas, la rebelión en Los Ángeles en ocasión del abuso policiaco de Rodney King, y la continua migración mexicana hacia el sudoeste y el resto de los Estados Unidos. Se le suma, además, a la antología un poema sobre el ataque terrorista del 9/11. Vía la antología Los vampiros de Whittier Boulevard, Juan Felipe por fin engrana un diálogo concreto y detallado con México, el país de sus padres mexicanos inmigrantes y el país del cual ha escrito en inglés para un público lector chicano y estadounidense en general. Libera así al lector mexicano de depender de los tres poemas, “Quetzalcóatl”, “Muchacha guinda” y “Cielo rojo”, incluidos en el libro Chicanos: antología histórica y literaria (1980) editado por Tino Villanueva y publicado vía el Fondo de Cultura Económica, los cuales ofrecen una trayectoria poética de Herrera muy reducida. La fábrica (2018): roto el silencio ante España Mientras que la antología Los vampiros de Whittier Boulevard avanza el diálogo entre Juan Felipe Herrera y México, la colección La fábrica (2018), que es la traducción de la colección en inglés Notes on the Assemblage (2015), inicia el diálogo con España. El poema intitulado “Apuntes sobre el ensamblaje”, por sus referencias a la pintura plástica, nos regresa a la obra Akrilica y sugiere que esta colección se escribió con la misma intención de pintar una comunidad para el lector, aunque algunos poemas, a nivel geográfico, toman lugar fuera de las Américas. Para la traducción en España, Juan Felipe optó por darle un nuevo poema titular: “La fábrica de jabón”, por lo cual ofrece una alegoría humorística sobre la explotación laboral dentro de una sociedad burguesa y neoliberal. Esa alegoría se extiende sobre toda la colección para el lector español. Dividida en seis partes, la colección La fábrica se reconecta a pasados temas e incluye algunos nuevos. La primera parte, “Ayotzinapa”, centra la desaparición de 43 estudiantes en México bajo circunstancias todavía desconocidas, pero también incluye un poema sobre el uso del choke-hold, o llave de estrangulamiento, por la policía contra los afroamericanos. La represión de los afroamericanos se examina en otros dos poemas: “Somos notablemente ruidos no enmascarados”, que enfoca los asesinatos, y “Poema por poema”, que trata la masacre de unos afroamericanos en una iglesia en la Carolina del Sur. Unos poemas describen unos viajes que llevan a varias partes del sudoeste mexicoamericano: “Mañana salgo al Paso” y “Autobús de frontera”. La fábrica incluye dos elegías y cada una se dedica a un escritor angloamericano particular: “Duros ganchos que te doblan las rodillas” es para el poeta Jack Gilbert, un amigo de Allen Ginsburg, y “Hey Phil”, se dedica Phil Levine, de Detroit y que fue poeta laureado de Estados Unidos en el término 2011-2012. La colección La fábrica ofrece también una oda al poeta chicano José Montoya. El poema “Me llamo Kenji Goto” se refiere a dos periodistas asesinados en Siria en enero de 2015: Kenji Goto y Haruwa Yukawa. Otro poema critica el uso de los drones en la guerra. Por último, el lector o lectora llega a un poema sobre la identidad chicana y a unos dos sobre el pensamiento oriental como el budismo. Como visto, vía la colección La fábrica el poeta chicano Juan Felipe Herrera sigue siendo fiel a la visión de resistencia local panétnica y globalizada como la desdobló durante sus años vividos en el Mission District y la ha desarrollado desde entonces hasta hoy en día. El crossover (2019): un diálogo con la comunidad afroamericana y un español chicano enriquecido La traducción de la novela en verso, El crossover (2019) del poeta Kwame Alexander, por Juan Felipe Herrera es algo inesperado de su parte. De 249 páginas, la novela está dividida en cuatro cuartos y un tiempo extra, como si fuera un partido de baloncesto. La trama desenvuelve la lucha entre los hermanos gemelos Josh Bell y Jordan que compiten sobre la cancha para ver quién triunfa y se gana la aprobación del padre, un ex jugador profesional de baloncesto. Esa amistosa contienda se agudiza cuando entra al colegio de los gemelos una nueva chica. Respecto al español chicano como lenguaje creativo, el poeta traductor Herrera abre un nuevo espacio lingüístico a nivel de la morfología. La lectora o el lector lee en las páginas de la novela El crossover tales palabras y frases como dunkelicioso, driblar, la mera leche, okey, la onda del juego, todo ese jazz-jazz, retontón, ese cross-over perrón nasty, el cha-cha-cha slide, rasta, bastante perro, rete-sorry, un salto fadeaway, hottie, cutie, pulquérrima, en la house, rapero, pívot de Croacia, porfa, wiri-wiri, flossiar, el más chido crossover-doble y nada little de ese muchacho. De esa manera, la innovadora traducción por parte de Herrera enriquece el lenguaje literario chicano como lo ha hecho Miguel Méndez en Peregrinos de Aztlán (1974) y Los muertos también cuentan (1995), Margarita Cota-Cárdenas en Puppet: A Chicano Novella (1985) y Saúl Cuevas en Barrioztlán (1999). Impresa por la editorial neoyorquina Houghton Mifflin Harcourt, El crossover tiene asegurada su distribución entre los hispanohablantes de los Estados Unidos. ¿Llegará a México y a España? Veremos. Aparte de los seis libros de poesía nombrados arriba y escritos por el poeta chicano laureado, Juan Felipe también ha publicado unos 10 libros para niños y adolescentes, tales como, El canto de las palomas (1995) y Desplumado (2004). De esos libros, cinco han sido traducidos al español. Empero, esas obras ameritan un estudio aparte. Conclusión A pesar de tener publicados unos 22 libros de poesía y de haber sido nombrado el Poeta Laureado de California (2012-2014) y el Poeta Laureado los Estados Unidos (2015-2017), Juan Felipe Herrera es relativamente desconocido en el mundo lector en español tanto dentro como fuera de los Estados Unidos. Uno puede reclamar que inició su carrera de poeta en 1974 con su primer libro Rebozos of Love, del cual el 80 por ciento está en español, e iba a continuar escribiendo en esa lengua vía el libro Akrilica (1989), que Juan Felipe ya había iniciado antes de trasladarse en 1977 a la Universidad de Stanford y al barrio eulatino Mission District. Sin duda, ese cambio geográfico y cultural lo llevó a escribir principalmente en inglés, iniciando este proyecto con la colección Exiles of Desire (1983) y no volviendo a publicar un libro escrito en español hasta el año 2000: la colección Tejedoras de rayos. En retrospectiva, a partir del 2000, decidió aumentar y multiplicar su diálogo con el país de México, desde donde migraron su madre y su padre a Estados Unidos al inicio del siglo XX. La expresión máxima de ese diálogo chicano-mexicano lleva a la publicación de la antología Los vampiros de Whittier Boulevard (2009), que es una recopilación de poemas tomados de doce colecciones previamente publicadas. Nueve años después inicia y engrana un diálogo con España vía la colección La fábrica (2018), que es una traducción del libro en inglés Notes on the Assemblage (2015). Por último, diversifica su voz en español vía la traducción de una premiada novela en verso, El crossover (2019) escrita por el afroamericano Kwame Alexander, vía la cual expande y enriquece el español chicano al nivel del espacio morfológico y semántico. Por medio de estas seis obras, como han marcado nuestros seis breves análisis—uno de cada colección—, se ha demostrado el trabajo y el dominio no solamente de uno de los registros lingüísticos, el español, detrás la literatura chicana contemporánea, sino de los otros cuatro registros también. Asimismo, hemos sido testigo de una marcada cara de resistencia local panétnica y globalizada en español. El lector, la lectora o el crítico puede ahora afirmar que Juan Felipe Herrera tiene una voz asegurada en el mundo hispanoparlante dentro y fuera de los Estados Unidos. Obras citadas
Alexander, Kwane. El crossover. Trad. Juan Felipe Herrera. Houghton Mifflin Harcourt, 2019. Dowdy, Michael. “Molotovs and Subtleties: Juan Felipe Herrera’s Post-Movement Norteamérica.” Broken Souths: Latina/o Poetic Responses to Neoliberalism and Globalization. The University of Arizona Press, 2013, pp. 61-90 and 238-239. Herrera, Juan Felipe. Exiles of Desire. Lalo Press Publications, 1983. ________________. Tejedoras de rayos. Editorial de la Universidad de Arizona, 2000. Soldofsky, Alan. “A Border-Crosser’s Heteroglossia: Interview with Juan Felipe Herrera, Twenty-First Poet Laureate of the United States.” MELUS, vol. 43, no. 2, 2018, pp. 196-226. Obras consultadas Aldama, Frederick Luis. “[Interview:] Juan Felipe Herrera.” Spilling the Beans in Chicanolandia: Conversations with Chicano Writers and Artists. University of Texas Press, 2006, pp. 129-142. Alexander, Kwane. https://en.wikipedia.org/wiki/Kwame_Alexander. Acceso, 2 de abril de 2021. Herrera, Juan Felipe. Akrilica. Trads. Stephen Kessler, Sesshu Foster, Dolores Bravo y Magaly Fernández. Alcatraz Editions, 1989. ________________. La fábrica. Trad. Nieves García Prados. Valparaíso Ediciones, 2018. ________________. Rebozos of Love: We Have Woven Sudor de Pueblos on Our Back. Toltecas en Aztlán, 1974. ________________. Tejedoras de rayos. Editorial de la Universidad de Arizona, 2000. ________________. Los vampiros de Whittier Boulevard. Selección y prólogo de Regina Lira y Gabriela Jauregui. Trad. Santiago Román. Avra Ediciones, 2009. Romano, Octavio V., and Hermino Ríos. El Espejo / The Mirror: Selected Mexican American Literature. 5th ed. Quinto Sol Publications, 1972. Rosa, Jaime B. Los vasos comunicantes: Antología de poesía chicana. Huerga y Fierro Editores, 1998. Wolfgang, Binder. “Juan Felipe Herrera: San Francisco, California, October 6, 1981.” Partial Autobiographies: Interviews with Twenty Chicano Poets. Palm & Enke, 1985, pp. 95-108. Por Manuel de Jesús Hernández-G.
Residente de Tempe, Arizona Estimadaoxs Noticias readers, staff, faculty, students, and community people: Comparto aquí algunos pensamientos con el propósito de traerte, lector o lectora, serenidad durante la condición humana actual. A medida que tratamos de dar sentido a nuestra vida cotidiana bajo una pandemia que pone en peligro la vida, ayuda recordar que Estados Unidos, nuestro país, surgió de las ideas de la Era de la Ilustración, un movimiento intelectual dominante en los siglos XVII y XVIII. La Ilustración incluyó una serie de ideas centradas en la soberanía de la razón y la evidencia de los sentidos como las principales fuentes de conocimiento así como ideales avanzados como la libertad, el progreso, la tolerancia, la fraternidad, el gobierno constitucional y la separación de la Iglesia y el Estado. El Humanismo Renacentista y la Revolución Científica son los dos pilares de la Era de la Ilustración, y uno puede reclamar esta última, con seguridad, como al centro de los Estados Unidos en su expresión en la Constitución y otros documentos fundacionales. A partir de la lucha por los derechos civiles de los 1960 y los 1970, las ideas de la Ilustración y la Constitución se han extendido para incluir a los indígenas anteriormente marginados, a los afroamericanos esclavizados, a los mexicano-estadounidenses conquistados y subordinados y a los otros hispanos o latinaoxs conquistados o inmigrados. Tengo aquí en mente los neorriqueños y los puertorriqueños que jamás han logrado obtener la independencia. En 1898 pasaron de ser colonia de España a ser colonia de Estados Unidos y, a partir de 1917, han experimentado una diáspora, a veces circular, desde la isla a la región continental estadounidense. Todos los otros grupos latinos han sido inmigrantes y siguen llegando como las caravanas originadas en Centroamérica. Desde la escuela primaria hasta la escuela secundaria en Boyle Heights, ELA, Califas, me encantó escuchar a mis maestros, blancos o euroamericanos en la mayoría, hablar en clase sobre el movimiento intelectual arriba mencionado y sus ideas—la Ilustración. De hecho, durante el recreo mañanero y el almuerzo, a veces me encontraba yo en la biblioteca abriendo y leyendo enciclopedias y buscando libros en los estantes sobre el tema. Llevaba a cabo yo la misma búsqueda de lectura en la biblioteca comunitaria local, llamada Benjamín Franklin. A lo largo de mis años de pregrado y posgrado en la universidad busqué aprender sobre las ideas fundacionales que hicieron posible a Estados Unidos, particularmente su forma vía el diálogo gubernamental y la siempre presencia en los periódicos, la radio y la televisión, tanto en inglés como en español. Además de mis estudios en literatura y cultura hispana del mundo hispánico como estudiante de pregrado y posgrado, me inscribí en un programa de posgrado en Cultura de Occidente durante los años en que estuve estudiando para un doctorado y colaboré para fundar un área de estudios de posgrado en Estudios Chicanos/Latinos en español. Deseaba yo precisar los antecedentes intelectuales, el surgimiento y la resonancia de la Ilustración en el mundo y en mi barrio esteangelino. Tal vez hecho posible gracias al ascenso y la presencia de las redes sociales (FB, Twitter, Parler, What's Up, etcétera), veo que hoy en día hemos caído en varios discursos sociales, de gran impacto, pero basados en conspiraciones. De hecho, uno de ellos condujo a la toma violenta del edificio del Congreso de los Estados Unidos. ¡Increíble! A pesar de que he estudiado y aprendido de otros movimientos intelectuales que surgieron después de la Era de la Ilustración, no he rendido, o voy a descartar, mis creencias tomadas del Renacimiento y la Revolución Científica. ¿Voy a dejar de creer en la soberanía de la razón y la evidencia de los sentidos como las principales fuentes del conocimiento y los ideales humanos como la libertad, el progreso, la tolerancia, la fraternidad, el gobierno constitucional y la separación de la Iglesia y el Estado? No. ¡Absolutamente no! A continuación, comparto parte de un artículo, que se publicó hace unas semanas, donde se proporciona una visión actual para entender la pandemia de hoy en día, las teorías de la conspiración, y la muerte de más de 500.000 estadounidenses, muchos de ellos mexicoamericanos y latinos, por el Covid-19. El artículo se titula “Conspiracy Theories Are an Integral Part of Western Culture” (Las teorías conspirativas son una parte integral de la Cultura de Occidente) y es de la autoría del Dr. Manfred Gerstenfeld. Lo cito en parte: (para aquellos con un marcado interés en leerlo, pueden encontrar el artículo completo vía del adjunto dado abajo) Las estadísticas han estado disponibles durante años sobre el porcentaje de personas que son religiosas y las que son seculares en los países occidentales. Recientemente, se disponía de datos sobre el porcentaje de occidentales en algunos países que creen en teorías conspirativas sobre la pandemia. En 2015, mucho antes del inicio del coronavirus, el Washington Post informó que el 50% de los estadounidenses creía al menos una teoría de conspiración. The Guardian informó que el 60% de los británicos cree al menos una teoría de la conspiración sobre cómo se maneja el país o la veracidad de la información que se les ha dado. Según el 2012 WIN-Gallup International Global Index of Religiosity and Atheism, el 66-69% de los ciudadanos británicos no son religiosos. Combinando las cifras, hay que concluir que muchas personas seculares creen en las teorías conspirativas. En vista de los altos porcentajes de que se trata, también se puede concluir que la irracionalidad es una parte integral de la sociedad. Es decir, el Occidente está tan lejos de los objetivos de la Ilustración. La cifra alemana de personas que creen en las teorías conspirativas es menor que la del Reino Unido y los Estados Unidos, pero sigue siendo sustancial. La agencia de prensa alemana DW sugirió que un tercio de la población cree en teorías conspirativas en un país donde la ausencia de religiosidad es del 69-70%. Un porcentaje aún mayor de creyentes en teorías conspirativas se encuentra en Francia. Hasta el 76% de los ciudadanos franceses cree en las teorías conspirativas. Esto es en un país donde la mitad de la población es irreligiosa. En varios países donde se suponía que la Ilustración había penetrado a gran profundidad, existe una creencia generalizada, a menudo mayoritaria, en las teorías de la conspiración. Las estadísticas combinadas indican que este pensamiento ha permeado a sus poblaciones seculares de una manera marcada. (traducción mía; https://besacenter.org/perspectives-papers/conspiracy-theories/). Al citar y compartir el artículo, no significa que yo esté de acuerdo con todos los temas mencionados y argumentados en él. La razón requiere que considere el contenido del artículo, pero, al mismo tiempo, no acepte yo todas las posiciones y los valores dados. De igual modo, la razón también pide que rechace las teorías conspirativas que dañan a la sociedad estadounidense y a la comunidad de naciones mundial. Por último, algunos pueden afirmar que los Chicanaoxs y Latinaoxs no forman parte de la Cultura de Occidente, pero Ramón Saldívar y otros intelectuales del suroeste mexicoamericano calificarían y explicarían un espacio dentro del Occidente para los chicanaoxs. Y, ¿quién puede decir que, en el mundo multipolar de hoy, la cultura occidental es el centro hegemónico? Nos leemos, El Meño Por Poemary Dios te hizo para mí Cuando Dios te hizo seguro pensaba en mí en el tiempo justo y preciso a nuestra búsqueda puso fin. Yo te amo hasta siempre tu me amas eternamente coincidimos de repente y desde entonces soy feliz. Han pasado tantos años de aquella pregunta única con la cual me hubiera hecho daño pero tu respuesta hizo lo contrario. ''Me voy de tu vida para siempre o me quedo para siempre en tu vida''? Fue la pregunta... La voz quedó muda y me tomaste de la mano para siempre. No había nada más que hablar el amor habló por nosotros y con nosotros se quedó a habitar haciéndonos vulnerables a sus antojos. Dios te hizo coincidir en mi camino ¡para conocer la felicidad total! Dios sigue guiando nuestro destino ¡cada día nos amamos más y más! © 2015 Poemary El amor no se equivoca
Imposible conocerte y no amarte el amor no se equivoca mi intención no era cambiarte ni hacer de tu vida otra y bastó solo un instante para remendar tu vida rota. Moríamos viviendo en soledad hoy el alimento es el romance me encanta perderme en tu mirar y tú me encuentres al besarme mirar atrás está de más nuestro futuro está adelante. Como el cantar de los cantares como se ha contado en historias hay amores ejemplares de una larga trayectoria son sinceros y son grandes de admiración meritoria. Así de grande es mi deseo que en este nuestro viaje seamos eternos compañeros sin faltar mimos y detalles nuestro amor es verdadero sigamos siendo ejemplares. ¡Cuán bendición es ser tu esposa y al mismo tiempo ser tu amante! Eres amoroso a todas horas eres mi confidente y mi ángel eres mi inspiración, yo tu escritora soy el cielo de tu vuelo y tu paisaje. Y bastó solo un instante para remendar mi vida rota tu intención no era cambiarme ni hacer de mi vida otra imposible conocerte y no amarte no hay duda, ¡el amor no se equivoca! ©Poemary 2015 Por Alfredo Hernández
Sentado en la cuarta silla de derecha a izquierda, entre medio de dos muchachas muy guapas, vestido con su toga de graduación, Augusto Castillo esperaba el término de la ceremonia en la que le otorgarían el diploma de su maestría en español. No podía ver a la gente en el público, pero el público lo podía mirar, podían ver como las gotas de sudor se deslizaban por su rostro. El sudor en su frente se formaba por el nudo que cargaba de emoción en su estómago. En su mirada ocultaba una nostalgia que lo envolvía por no haber podido graduarse con sus compañeros de generación, o con la generación siguiente, o con las primeras cincuenta y cuatro generaciones anteriores a este día. Toda esta problemática porque decidió escribir una tesis. Pero esa tesis significaba mucho para él, sentía que la tesis sería lo único que se le publicaría, su anhelo más grande, el ser publicado. Además, le había prometido a su madre antes de morir, que iba a terminar su tesis y se graduaría con una maestría. Al ser promesa en el lecho de muerte, era un deber que cumpliera. El público solo podía ver el sudor correr por las mejillas de Augusto y una sonrisa de felicidad, pero no podían ver el fluir de conciencia en su cabeza. Mientras transcurrían los discursos aburridos, esos que eran un recicle de años anteriores, esos de “estamos muy orgullosos de ustedes”, los discursos de estudiantes ejemplares, aquellos que agradecían siempre al director de la facultad, los cuales desde el primer día se volvieron los estudiantes ejemplares solo porque estaban de acuerdo a todo lo que salía de la boca de cualquier profesor. Mientras todos en el público escuchaban esas palabras sin significados, Augusto se perdió en sus recuerdos. Tenía veintiún años cuando empezó esa maestría, era uno de los más inteligentes y más jóvenes de edad que entraba a la maestría de español. Los miembros del comité de admisiones se sorprendieron cuando leyeron su ejemplo de escritura, se quedaron con la boca abierta después de ver esas calificaciones, y como un muchacho tan joven podía terminar tres licenciaturas en cuatro años siendo un estudiante ejemplar. Tras decisión anónima Augusto fue aceptado. Pensaron que su interés en la literatura sobre el imaginario trasatlántico llevaría a un incremento en becas y fondos monetarios para el departamento. La directora de la facultad conocida por los estudiantes y profesores como La Jefaza se vio con un aumento de sueldo, con unas vacaciones de una semana extra en Las Islas Canarias, el profesor encargado de la literatura latinoamericana se vio robando esas ideas e incorporarlas en su próximo libro, aunque fuera solo un capítulo. Los otros dos profesores solo estaban en ese comité porque les pagan doble el día, pero preferían estar en casa tomando una copa de vino y leyendo un buen libro. La felicidad no la pudo contener cuando su propuesta de tesis fue aceptada. Antes de que empezara la maestría hizo su plan de estudios; en los dos primeros meses tendría una propuesta muy detallada de sus tesis, luego la presentaría ante el comité, los meses restantes para el término del primer año se dedicaría en hacer investigación, apartó cinco horas de su día para dedicarlos en lecturas, para el verano se propuso escribir al menos cuarenta páginas, la maestría requería sesenta, en los primeros dos meses del segundo año tendría ya la tesis terminada, los seis meses restantes se dedicaría a editarla, terminaría su maestría en dos años, su plan de estudio no contempló factores alternos que alargarían su tesis por más de cincuenta años. El primer año transcurrió como lo planeó, por cinco horas se desaparecía y se metía en la biblioteca, esto duró seis meses. En el verano solo pudo escribir veinte páginas, se sintió muy orgulloso de su logro y se lo presentó a La Jefaza, su directora de tesis. Ella pidió que se la mandara en pdf por correo en domingo, a la una de la mañana en punto, ni un minuto más tarde, ni un minuto más temprano, porque esa hora era la única oportunidad que tenía para revisar correos. Por varios meses eso fue imposible, unos domingos el correo llegaba un minuto tarde y La Jefaza no lo leía, en otras ocasiones el correo llegaba un minuto temprano y La Jefaza no lo aceptaba. Duró cinco meses tratando de que ese correo llegara a la una de la mañana. Cuando por fin llegó a manos de La Jefaza no fue aceptado porque él había prometido veinte páginas, pero ahora eran cuarenta, y ella no tenía tiempo para leer tantas páginas. Volvieron a pasar los meses hasta que La Jefaza pudo recibir el correo a la hora especificada, pero para cuando recibió el mensaje era tiempo de graduaciones así que no tuvo tiempo de leer la tesis. Pasaron dos años y Augusto no se pudo graduar con su generación. De consolación, La Jefaza le dijo que no se preocupara ya que su tesis era muy buena, a pesar de que todavía no la leía. Cuatro años pasaron y ya se habían graduado cuatro generaciones diferentes, cuando La Jefaza en sus vacaciones en Las Islas Canarias decidió darle un vistazo a la tesis. Leyó la primera página y no le gustó, estaba muy bien redactada, las ideas eran claras, pero la Jefaza no le gustaba su estilo, así que le mandó varias sugerencias. Augusto tomó esas sugerencias positivamente y cambió su estilo para complacer a La Jefaza. Pasaron varios años hasta que La Jefaza decidió revisar esas correcciones. Cuando volvió a leer la tesis por segunda vez no le gustó porque no sonaba como la escritura de Augusto, sus ideas y su estilo lo sentía muy forzado por lo cual era muy difícil de leer, y le mandó más correcciones. Este evento fue de ida y vuelta por varios años. Ya habían pasado diez generaciones desde que su generación se había graduado y Augusto ya no podía más, quería renunciar. Había conseguido un buen trabajo, ya no necesitaba esa maestría. El día que decidió dejar la tesis incompleta su madre se puso muy grave, y en su lecho de muerte le hizo prometer a su hijo que terminara la maestría. Con tal de no decepcionarla y dejar la maestría incompleta Augusto siguió insistiendo en terminar esa tesis. Veinte años pasaron y su esposa e hijos le pedían que dejara esa tesis en paz, el estrés ya le había sacado canas. Pero él no podía faltar a la promesa que le había hecho a su madre. Después de veinticinco años La Jefeza le dijo que su tesis estaba lista para ser publicada, lo único que faltaba era que los otros tres profesores del comité la revisaran. Eso fue un poco más rápido ya que solo duró diez años. Dos de los profesores odiaban a La Jefaza, así que todo lo ella le había dicho a Augusto, ante los ojos de ellos, estaba mal. El otro profesor le pedía que borrara las cosas que se le hacían interesantes para poder usar en su nuevo libro, y así, duró diez años más hasta que pudo recibir la aprobación de los cuatro profesores. Después de treinta y cinco años escribiendo su tesis por fin la podía publicar. En ese entonces las reglas de publicación habían cambiado. Para que el comité de tesis dentro de la universidad pudiera aceptar la tesis, la tesis tenía que ser entregada el primer lunes del mes de mayo entre ocho de la mañana y diez, ni un minuto tarde ni un minuto temprano. El primer año no pudo salir de su trabajo ya que no pidió permiso cinco semanas de anticipación. El segundo año llegó tarde porque había mucho tráfico. Cada año era algo diferente, pareciera que el destino no quería que Augusto se graduara. Después de cinco años por fin llegó a tiempo a las oficinas de tesis donde la presentó, pero no se la aceptaron ya que la letra impresa era tamaño once punto cinco, y se requería que fuera tamaño doce. Regresó a casa derrotado. Llegó el siguiente año y esta vez sí había impreso su tesis en letra tamaño doce. Al entregarla, le dijeron que era necesario que la tesis estuviera escrita en Times New Roman y no en Cambria, era una regla que apenas se implementaba ese año. Cada año era un impedimento diferente, el nombre de la tesis estaba muy largo, la tesis era muy larga, los nuevos requisitos pedían una tesis de cuarenta páginas, los requisitos nuevos requieren una tesis más larga, ya no se acepta en doble espacio. La tienes que entregar en hojas de colores, todo tiene que ser en hojas blancas, tiene que entregarse en un folder color manila, el folder manila tiene que estar sellado, el sello tiene que estar certificado por los profesores que habían ayudado en la edición de la tesis, pero esos profesores ya habían muerto. Así que tuvo que apelar para que los nuevos profesores del departamento pudieran certificar el cello, la apelación duró dos años más, hasta que por fin fue aceptada. Después de cincuenta y cinco años ahí estaba sentado en esa silla entre medio de dos chicas guapas vistiendo una toga de graduación, un viejo canoso, de piel arrugada, con un bastón a su derecha que se había convertido en un acompañante fiel. Los recuerdos eran solo eventos nostálgicos y nada más, ya estaba ahí, por fin recibiría ese diploma que tanto había anhelado. Muchas veces se arrepintió de hacer tesis. “Hubiera tomado el examen” “Todo hubiera sido más fácil” siempre se decía. Pero no era tiempo de reprocharse. Los discursos y agradecimientos terminaron, y era momento de recorrer ese camino del triunfo. Ese recorrido que había esperado por cincuenta y cinco años. La felicidad no la podía ocultar, las manos le sudaban, sus ojos se llenaban de lágrimas mientras esperaba su turno en ser nombrado. Escuchó su nombre y caminó lentamente, a lo lejos escuchaba a sus hijos gritar su nombre, gritos de orgullo. Saludo a los profesores que estaban antes de poder llegar al nuevo Jefazo, ese que en sus manos tenía el diploma con su nombre escrito, Augusto Castillo. Saludo al profesor, y fue ahí, en ese instante, antes de tener el diploma en manos cuando su cuerpo se desplomó como un costal de arena. La felicidad fue tanta que su corazón dejó de palpitar, sus hijos corrieron a levantarlo, pero era muy tarde, el destino le había arrebatado la vida. Entre medio del alboroto alguien murmuró “tan siquiera terminó su tesis”. Por Mario Zapién Invadieron Invadieron mi juárez torcieron mi cárdenas y me murieron mi zapata y mi revueltas rompieron mi coyolxauhqui y mi tranquilidad me dieron gato por fiebre y libre abrazo mi coatlicue mi huichol mi carlos fuentes mi tenochtitlan mi copal y mi poesía para seguir siendo fuego nuevo con mi carne mi chac mool y con el sistema nervioso de tzintzuntzan. Irnos
me voy y me llevo en la piel lo que me diste durante el tiempo me voy hecho otro te vas hecha sábanas el abrazo con la lluvia que nos volvió espejos todas las cosas tienen válvula de escape que se queden en su sitio yo me llevo tu boca para entregarla al sol te dejo la ventana que da al jardín por donde se escapaban solas tus pestañas postizas también la suerte perra te dejo yo ya traigo colgando del orgullo el que soy gracias a lo patéticos que llegamos ser me voy rodeando siglos mordiéndote el cenicero y la señal de la cruz te dejo mis besos en la mesa y te dejo los tejidos de nuestras conversaciones no soy luz ni madera ¿y qué eres tú sino remiendos? la distancia nos morderá por las raíces y por donde sale el sol tú comiendo aire de los encinos yo tristearé con reverberaciones del desierto nos vamos cada quien con su forma más amable de morir Mario Zapién (Michoacán). Favor de respetar la ortografía. Para más datos sobre el maestro favor de consultar la entrada anterior. (Saúl Holguín Cuevas). Por Guillermo Munro Palacio
Había salido de trabajar del abarrotes de don Chuy Romo en la calle 16 de septiembre y caminaba por un lado de la carretera a mi casa cerca de la hilera Estrella. Eran un poco más de dos kilómetros de ida y otros de regreso a pie. La hora: después de las 8:00 p.m. que era la hora de salida. Ya estaba oscuro. Muy oscuro. Sin lámparas en las calles y las casas poco iluminadas en el interior. Oscurecía desde las 6:00 p.m. Fue en diciembre de 1959. Aún no había electricidad en Puerto Peñasco. La iluminación era con plantas generadoras diesel y quinqués o lámparas de petróleo y una que otra de gasolina. No había grandes mercados. Solo los abarrotes como don Chuy y Panchita Romo, Chindo Lizárraga, Beto Mitre, Roberto Guzmán y el del señor Manuel Cárdenas y otros changarritos más. Por supuesto no había televisión ni camiones urbanos. Había pocas construcciones. No estaba la comisión federal de electricidad ni nada de lo que está ahora. Era puro monte. Arbustos pequeños. Entonces escuché cantos. Me llamó la atención. Me fui acercando a donde se escuchaba el coro de voces tan agradable a mis oídos. Entonces vi que era la iglesia de “Chindo” como la conocíamos de donde salían los cánticos. Una iglesia que nosotros llamábamos de los aleluyas y que la gente conocía como evangélicos o hermanos separados. El templo aún en construcción. Me detuve a escuchar desde el otro lado de la carretera. Entonces cantaron una canción que no había escuchado nunca: Noche de paz, noche de amor, todo duerme en rededor. Entre sus astros que esparcen su luz, bella anunciando al niño Jesús brilla la estrella de paz La escuché toda. Siguieron otros villancicos. Luego continué. Pase por El Capri, de Conrado Vélez y Fernando González Gaxiola. Había muy poca gente. Pasé la tienda de Santana y la cantina de “Las Panchas”. Ahí sí se escuchaba la voz de las cantantes y de la clientela. Afuera estaba la pipa de los Pineda y el carro de uno de mis tíos. Ya olía a leña y menudo y pozole en preparación por el barrio de la hielería. Fue el 24 de diciembre de 1959 y yo tenía 16 años y ocho meses de edad. Mi trabajo con Chuy Romo fue mi último en Puerto Peñasco. En enero de 1960, me enviaron a San Luis, Río Colorado a trabajar junto a mi tío German Munro Fourcade. Tardé siete años en regresar. Cada navidad recuerdo esto y otras historias navideñas. Noche de paz, noche de amor, todo duerme en rededor. Entre sus astros que esparcen su luz, bella anunciando al niño Jesús brilla la estrella de paz. Que El Creador nos bendiga siempre. |
Escritor invitadoEn esta sección tendremos escritores invitados que compartirán su labor literaria con nuestros lectores. Archives
July 2023
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