Cómo duele…
Por David Alberto Muñoz El otro día me quedé en casa porque la espalda se me torció. ¡Cómo duele compadre! Es como que le están metiendo a uno un cuchillo en la mera espalda, y usted no puede hacer nada al respecto. Me estaba poniendo los pantalones de mezclilla que mi madre me había regalado en mi cumpleaños, y sin esperarlo, sentí un dolor que de plano me dobló. A mí eso me pasa de vez en cuando. ¿Se acuerda la última vez que tuve el mismo problema? Me duró por una semana. Creo que entre más viejo se pone uno, la cosa va a estar peor. Yo me hago valiente no sé crea. Me muevo e intento caminar aunque me duela. Nunca había pensado en el privilegio que es el poder agacharse compadre, lo que significa simplemente el poder caminar. Pero ni modo, tengo que esperar a veces varios días para que el mentado dolor se me vaya. Después de todo es lo único que puedo hacer. ¿No? Ni modo que nada más me la pase chillando cada vez que me tuerzo. El cuerpo humano es una maravilla compadre. El poder de recuperación, la forma en que el mismo cuerpo nos avisa que algo anda mal. Pero en fin, lo que quería platicarle es que como tuve que quedarme en casa sin poder moverme, tuve mucho tiempo para pensar. De repente me entró lo filósofo y empecé a hacer un harta de reflexiones. No se ría compadre, es en serio. Pues le cuento que mi vieja me dejó el teléfono, mi celular, la computadora y los dos controles para poder entretenerme viendo televisión o metido en el Internet, y se fue a trabajar. A veces me pregunto ¿por qué tiene que haber no sólo dos sino hasta tres o cuatro controles para prender la televisión, el cable, el satélite o el Wi-Fi? Yo me hago bolas compadre. Pues como le decía, ¡ay compadre, cómo es morbosa la gente! Y lo digo sin desear que se mal interpreten mis palabras. Y bueno, yo seré el primero en confesar mi falta, pero la mera verdad somos una bola de morbosos, cochinos mal pensados, dicho siempre con el debido respeto. No le miento, pero desde las siete de la mañana un montón de programas uno tras otro, donde muestran a personas con problemas de índole sexual. —Soy pintor y a mi esposa no le gusta que pinte mujeres desnudas…mi novio se metió con mi mamá y no sé qué hacer…no sé si mi hijo es de mi esposo o de mi mejor amigo…soy lesbiana y mi familia no me acepta porque dicen que la Biblia me condena…mi marido ya no puede hacer el amor y no quiere tomar viagra…mi esposa ya no se arregla como cuando estábamos recién casados…mi abuela anda de promiscua con un montón de muchachos, y mi abuelo no dice nada… La mera verdad me quedé mudo nada más de ver cuánto amarillismo pasan por televisión. Y no se crea que nada más en español, en inglés también, y creo que hasta en japonés, ruso y portugués. Ya me salió un verso sin esfuerzo. Pero lo peor del asunto, es que los mentados hosts, se la dan de muy sicólogos moralistas con ideales religiosos. Al final del programa emiten su juicio, y mandan a medio mundo a la chingada. ¡No hay derecho compadre! Y qué me dice del público en general, nada más le gusta juzgar y escandalizarse del prójimo. Yo creo que ese es uno de nuestros grandes problemas. No la pasamos juzgándonos unos a otros. ¿A poco no compadre? ¡No se haga! Cuando conocemos a una persona la miramos de arriba para abajo, y emitimos nuestro juicio que por regla general no es muy positivo. La verdad somos muy hipócritas en esta sociedad donde vivimos. Debo de admitir que al menos al principio pues como que le llama a uno la atención esos temas. Sobre todo si las invitadas son de buen ver, pa que más que la verdad. Pero después de un rato de ver la poca inteligencia de todos los invitados, y no que yo sea muy inteligente compadre pero óigame usted, un médico que se metía con sus clientas en el mismo consultorio. ¡No mames! Además, se da uno cuenta que lo único que desean es ser los ganadores del supuesto debate, y pues la mera verdad me enfado. Pero no dejo de preguntarme ¿en qué condiciones está nuestra sociedad? ¡No manche compadre! Ya parezco el sabio Platón, ¿no? Mire usted compadre, se habla tanto en la actualidad de valores, moralidad, familia, se dice incluso, que el reino rojo azul es una nación cristiana. ¿Cristiana? ¡Por favor! El otro día encarcelaron a dos muchachos gringitos por cierto, solamente por ayudar a trasportar a dos indocumentados que encontraron en el desierto. ¿Usted cree? Y los cargos que les van a poner, son por intento de tráfico humano de ilegales. ¡Pero eso sí! Los dos se dicen ser cristianos. Yo no entiendo a la gente que vive en este país. Y sí, ya sé que yo también vivo aquí. Pero es como que todos estamos hipnotizados, esta sociedad es la sociedad del entretenimiento. ¿Y bueno a poco a usted no le gusta pasársela suave? No, pues eso sí, a quien no le gusta pasársela a toda madre, pero por favor, después de un rato todo aburre, incluso el placer, y fíjese bien quién se lo dice compadre. ¿No estaré enfermo compadre? De la mente quiero decir, porque la verdad a veces pienso muchas cochinadas. No se burle compadre. No sé, espero que no. Pero todo se me hace tan superficial. Las mismas pláticas que tenemos a diario con la gente en el trabajo, todos hemos caído en una extraña rutina de la cual no podemos o no queremos escapar. Vamos de la casa al trabajo, del trabajo a la casa, es todo lo que hacemos: trabajar. A nadie le gusta conversar los unos con los otros, van las personas a comer y cada quien metido en su celular, con el mentado Facebook y el Twitter, y yo no sé qué más. Todo mundo quiere pretender que todo está bien, que no hay ningún problema. Incluso en los noticiaros, no se ha dado cuenta compadre, todo es puro crimen, asesinatos, madres que arrojan a sus niños desde el puente Golden Gate, violaciones, abusos sexuales de menores, pequeños poblados donde la gente toma la ley en sus propias manos. ¡Todo está muy loco compadre, pa qué más que la verdad! Ese día me la pasé entre el dolor de mi espalda y el loco panorama que tenía ante mis ojos. ¡Qué raros somos los seres humanos! A veces me gusta pensar que todos estamos locos, o como dice mi suegra: —¡Cada quién su religión! Y pues la mera verdad… es la única manera en la que no se vuelve uno loco. Cada cabeza es un mundo. Yo no sé en qué viajes se va la gente. En el trabajo por ejemplo, un día te saludan y hasta beso te dan, y el otro ni siquiera voltean a verte. No sabes si andan de buenas o de malas. Hay gente muy voluble compadre, hay gente muy amargada, pero eso sí, también hay gente a toda madre. ¡Eso qué ni qué! Tal vez es eso precisamente lo que significa estar vivo, ¿no compadre? El luchar día a día por subsistir, el intentar preparar a nuestros hijos de la mejor manera posible; el gozar de los momentos absurdos de la existencia humana, y saber llorar cuando las cosas no salen tan bien. Lo curioso es que todos estamos condenados a morir en el mismo instante de nuestro nacimiento. Y la tragedia más grande es el estar vivo…nos guste o no tenemos que vivir… ¿Usted me entiende compadre? ¿Sabe qué compadre? Gracias a Dios estamos vivos. Para bien o para mal ¿no cree usted? Lo importante es no amargarse, no ser envidiosos, porque la envidia carcome compadre. Hay que tratar de ser lo mejor que pueda uno ser ¿no? Pues yo creo que sí compadre. En fin, esos fueron los pensamientos que brotaron en mí el otro día que me torcí la pinche espalda. ¡Cómo duele compadre! Cómo duele…y no necesariamente el dolor físico, sino el malestar que todos sentimos algunas veces al estar vivos. Pero claro, no todo es tragedia, si ponemos un poquito de nuestra parte, la vida puede ser muy bonita… ¿no compadre? Pero sí…cómo duele compadre…cómo duele… © David Alberto Muñoz
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David Alberto MuñozSe autodefine como un cuentero, a quién le gusta reflejar "la compleja experiencia humana". Viaja entre 3 culturas, la mexicana, la chicana y la gringa. Es profesor de filosofía y estudios religiosos en Chandler-Gilbert-Community College, institución de estudios superiores. Archives
July 2021
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