Peregrinos y sus letras
  • Mission
  • Visión
  • Literatura
    • Armando Alanís
    • Josué Alfonso
    • María Dolores Bolívar
    • Oscar Cordero
    • Esteban Domínguez
    • Juan Felipe Herrera >
      • Juan Felipe Herrera
    • Saúl Holguín Cuevas
    • Miguel Ángel Avilés
    • Escritor/a Invitado/a
    • María Candelaria Cuevas
    • Miguel Ángel Godínez Gutiérrez
    • Entrevistas
    • Diversidades infinites
    • Lengua liquida
  • Literatura 2
    • enriKetta luissi (Olga Gutiérrez Galindo)
    • Mujeres
    • Violant Muñoz i Genovés
    • David Alberto Muñoz
    • Manuel Murrieta Saldívar
    • Sonia Silva-Rosas
    • Víctor Manuel Pazarín
    • Kepa Uriberri
    • Kimberly Williams
    • Reseñas
    • Ensayos
    • Mexicalipsis
    • Poesía
    • Crónica
    • En tiempos del coronavirus
  • ARTE
    • Artistas invitados >
      • Xico
      • Miscelánea artística
  • MÚSICA
    • Perfiles
    • Músicos invitados
  • Cine
    • Taller de cinefilos
    • Reseñas
  • Galería de fotos
  • Enlaces / Links
  • Blog

Presencia

Curas de mi abuela

1/16/2019

0 Comments

 
Picture
Curas de mi abuela
Un cuento
Por David Alberto Muñoz
 
Recuerdo muy bien que una vez al año visitábamos a mi abuela Lilith. Viajábamos en tren por varios días. Atravesábamos desiertos, zonas montañosas, sierras, incluso playas, cada año hacíamos un viaje largo para ver a mi abuela.  Siempre le pregunté qué quería decir su nombre. Escuchaba muchas historias de la gente que vivía a su alrededor. Unos decían que era una bruja, y que sería mejor que nadie se le acercara, porque por las noches solía salir de su casa volando, y seducir a los hombres que se dejaran. Otros, sobre todo los varones, parecían enamorarse perdidamente de ella. Expresaban incluso en poesía, que era una mujer bellísima. Siempre andaban detrás de ella. Mi madre fue quién me la presentó. Tendría yo unos cuatro o cinco años. Me dijo:
 
—Esta es tu abuela, se llama Lilith.
 
El nombre de mi madre era Inkla. Yo no he escuchado que otras gentes tuvieran nuestros nombres, el de mi madre, el de mi abuela, incluso el mío propio. A mí me pusieron Lamia, que de acuerdo con mi madre es el nombre de mi abuela en latín.
 
La abuela Lilith solía decirme que su nombre significaba “mujer de la noche”. A mí me daba mucha risa escuchar eso, porque ya que fui adolescente se me venían pensamientos carnales. Creo que todo mundo los tiene, pero pocos son los que los expresan abiertamente. Mi abuela me dijo que ella dejó a su primer marido, y fue porque éste siempre quería que ella estuviese debajo al tener relaciones sexuales. Ella le decía:
 
—Yo también fui creada del polvo de la tierra. Por lo tanto, soy tu igual. Quiero estar sobre tu cuerpo, porque eso me complace.
 
Su esposo nunca quiso, entonces ella clamó a los dioses y elevó su cuerpo para escapar de un supuesto paraíso creado por los machos y que se llamó: matrimonio. Desde entonces mi abuela se entregó a la lujuria y el placer. Disfrutó del semen de los hombres, buscaba todo aquel esperma desperdiciado por los hombres para dar a luz eternamente y producir demonios entre adulterios, fornicaciones y demás.
 
Yo al principio me asusté mucho. Sobre todo, cuando miraba lo que quería decir lujuria, adulterio y fornicación para la demás gente. Pero también escuché de mi abuela, cómo ella adoraba a sus hijos, y constantemente deseaba que cada uno siguiera sus propios pasos, aunque esto la contradijera a ella.  No entendía con exactitud las palabras de mi abuela. Cada año que la veía me contaba una historia, y yo me la llevaba muy metida no en mi mente, sino más bien en mi vientre, del cual brotaba un gran deseo sensual.
 
Cuando murió la abuela, a mí me dio mucha tristeza. Era una mujer especial, diferente, rara… confundía, en fin, no sé cómo describirla. Poco a poco, sin saber cómo, pasé a ocupar su lugar. Mi madre siempre tuvo otras cosas en la mente, pero a mí, la abuela me dio todos sus hechizos, sus curaciones, cómo mezclar plantas, sus brebajes y pócimas, de ella brotaban efluvios, misterios, fantasías, sabía la mezcla perfecta de la belladona o la mandrágora que, con sus efectos narcóticos, daban la impresión de que levitaba. Y pues, todas esas realidades que mucha gente no desea conocer. Pero yo sí, desde que era muy niña le puse mucha atención a mi abuela Lilith.
 
Y de ahí surgió todo esto que vivo, mis curaciones, mis medicinas, mis hechizos, me dicen curandera, Lamia, la Curandera. He aprendido a curar el mal de ojo, doy limpias, curo aires, me acuerdo que mi abuela tomaba copitas de alcohol cuando alguien le llegaba con la queja de que les dolía el estómago o cualquier otra cosa. Ella repetía una especie de brindis-hechizo, lo usaba para todos los casos que se le presentaban, yo me lo aprendí:
 
Un doble y un sencillo
Quitan cualquier resfrío
 
Si es grande la pena,
Copa llena;
Si no se quita
Que se repita
 
Contra todo mal, mezcal.
Contra todo bien también.
 
Desde entonces uso las curas de mi abuela. Es verdad que todo el barrio me ha condenado. Todos dicen al igual que le decían a mi abuela, esa mujer es una pervertida, por las noches vuela y busca a los hombres en sus propias camas, para profanarlos con sus falsas seducciones. Son ellos los que me buscan a mí, día y noche, no hay uno sólo que no haya intentado acostarse conmigo. Los hombres son así, falsos, los más honestos al menos te dicen la verdad de qué es lo que buscan de ti. Pero a mí y a mi abuela, nos condenaron no solamente por acostarnos con la persona que nosotros deseamos, sino también, por haber roto las reglas de una sociedad sacro-santa, que vive en un mundo de falsedad, de hipocresía. Se convence a sí misma que sólo por medio de la moral, moral que todos los hombres rompen, se puede tener una sociedad en armonía. ¿Cuál armonía? Todos buscan amantes en la oscuridad, sentir el cuerpo de alguien ajeno junto a uno; todos desean lo que no tienen, todos anhelan el éxtasis, nadie decide por voluntad propia sus deseos y escogen, como lo he hecho yo, y lo hacia mi abuela, por gusto, por placer, por necedad, por cabronas, si tú quieres, por lo que usted desee, pero es la verdad.
 
Sí, yo sigo las curas de mi abuela, y soy libre, aunque todos los demás me condenen.
 
Me llamo Lamia, y soy nieta de Lilith, la primera esposa de Adán.
 
© David Alberto Muñoz
0 Comments



Leave a Reply.

    David Alberto Muñoz

    Se autodefine como un cuentero, a quién le gusta reflejar "la compleja experiencia humana".  Viaja entre 3 culturas, la mexicana, la chicana y la gringa. Es profesor de filosofía y estudios religiosos en Chandler-Gilbert-Community College, institución de estudios superiores.

    Archives

    July 2021
    April 2021
    December 2020
    June 2020
    April 2020
    March 2020
    February 2020
    January 2020
    December 2019
    November 2019
    October 2019
    September 2019
    August 2019
    July 2019
    June 2019
    May 2019
    April 2019
    March 2019
    February 2019
    January 2019
    December 2018
    November 2018
    October 2018
    September 2018
    August 2018
    July 2018
    June 2018
    May 2018
    April 2018
    March 2018
    February 2018
    January 2018
    December 2017
    November 2017
    October 2017
    September 2017
    August 2017
    July 2017
    June 2017
    May 2017
    April 2017
    March 2017
    February 2017
    January 2017
    December 2016
    November 2016
    October 2016
    September 2016
    August 2016
    July 2016
    June 2016

    RSS Feed

Powered by Create your own unique website with customizable templates.
  • Mission
  • Visión
  • Literatura
    • Armando Alanís
    • Josué Alfonso
    • María Dolores Bolívar
    • Oscar Cordero
    • Esteban Domínguez
    • Juan Felipe Herrera >
      • Juan Felipe Herrera
    • Saúl Holguín Cuevas
    • Miguel Ángel Avilés
    • Escritor/a Invitado/a
    • María Candelaria Cuevas
    • Miguel Ángel Godínez Gutiérrez
    • Entrevistas
    • Diversidades infinites
    • Lengua liquida
  • Literatura 2
    • enriKetta luissi (Olga Gutiérrez Galindo)
    • Mujeres
    • Violant Muñoz i Genovés
    • David Alberto Muñoz
    • Manuel Murrieta Saldívar
    • Sonia Silva-Rosas
    • Víctor Manuel Pazarín
    • Kepa Uriberri
    • Kimberly Williams
    • Reseñas
    • Ensayos
    • Mexicalipsis
    • Poesía
    • Crónica
    • En tiempos del coronavirus
  • ARTE
    • Artistas invitados >
      • Xico
      • Miscelánea artística
  • MÚSICA
    • Perfiles
    • Músicos invitados
  • Cine
    • Taller de cinefilos
    • Reseñas
  • Galería de fotos
  • Enlaces / Links
  • Blog