Disparos
Un cuento, based on a true story Por David Alberto Muñoz —¿Papá? ¿Vamos a ir a la iglesia? —Claro mijo, ya sabes que vamos todos los domingos. —A mí me gusta ir, porque nos dan dulces, y nos leen cuentos de la Biblia. —A mí también mijito, a mí también… Era un domingo como cualquier otro. El sol brillaba y la temperatura era agradable. Todas las familias se conocían, y el lugar de reunión, era la iglesia. El Sr. Chávez asistía todos los domingos con su familia, que en total, llenaban ocho asientos y cuatro generaciones. La solterona del pueblo asistiría también, se llamaba Mercedes. No sé porque casi todas las solteronas se tiene que llamar Mercedes. Además, era una mujer muy bonita, solamente que no había tenido la fortuna de ser elegida para el matrimonio, ya que, en esa población, había solamente 415 personas, y entre estos, 333 eran mujeres, lo que dejaba solamente 82 varones, si hago bien mis cuentas de matemáticas, y sin contar que algunos de esos 82, era niños. El pastor era el Rev. Ignacio Argil, graduado del seminario Teológico de Dallas Fort Worth, el mejor seminario de acuerdo con la cultura Bautista, ya que el susodicho dirigía a la congregación de aquella pequeña población escondida en un rincón, de aquel estado conocido por todos como The Lone Star State. La pianista de la iglesia era Doña Armida Robles, viuda de Smith, mujer a la que dijeron que su hijo se fue directamente al infierno porque nunca acepto a Jesús en su corazón. La pobre mujer estaba muerta en vida, por varios años vivió esa angustia de pensar, que el fruto de su vientre, existía en el Hades, dónde el fuego quema eternamente, hasta que el Pastor Argil, llegó, para darle ánimo, y decirle: --Do not worry hermana. By faith, your son is in the presence of God. Todos estaban presentes, los niños que incluían parvulitos, principiantes y primarios, los jóvenes, las parejas jóvenes, y los adultos, que abarcaban a personas de la tercera edad, así como la gente que trabaja todos los días para poder ganarse el pan de cada día. Todos cantaban con gozo, coritos, himnos. Leían su Biblia citando pasajes famosos. Se podía sentir unidad, armonía, y, sobre todo, calma, quietud, mucha seguridad, dentro de aquel domingo cuando aquello inesperado sucedió. Entró por la puerta principal. Era un hombre, joven, vestido de negro. Cargaba un rifle automático, y dos pistolas. Su rostro ardía en coraje, un odio tal vez alimentado por la narrativa que se escuchaba en aquel país de la imaginación, donde era mejor odiar al prójimo que amarlo, donde era mejor destruir al de a lado, que ayudarlo, donde es mejor dividir que unir. Su mirada estaba roja, llena de sangre que ardía dentro de su cuerpo, y esa sangre su subía hasta su cerebro que ya no se percataba ni deseaba seguir el camino del bien, al contrario, era como si el opositor del Dios supremo, Angra Mainyu[i], hubiese ya controlado toda su alma. Empezó a disparar indiscriminadamente en la nave principal. Todos se agacharon, ya que era una iglesia pequeña, el terror se apoderó de cada uno de los presentes. Los cuerpos comenzaron a caer. Niños, adultos, hombres y mujeres de todas las edades estaban siendo asesinados literalmente dentro de la casa de Dios. Sus voces se perdieron con la pólvora que era descargada de las armas de aquel hombre quién entró un domingo a una iglesia a destruir, no a erigir. En su mente los recuerdos de años atrás se hicieron presentes. —¡Soldado Bradley! --Yes Sir! —Entre en esa aldea, y asegúrese de que nadie quede vivo. Desde ahí nos están disparando. Bradley, corrió a una iglesia de dónde aparentemente salían balas destinadas a él, y a sus compañeros. Levantó su M-16, y disparó gritando, dejando salir todo su temor detrás de aquel grito que bien pudo ser su deseo de vivir y no dejar que el enemigo lo destruyese. Aquella tarde mató niños, mujeres, ancianos, varones. No supo si le llamaron héroe cuando regreso a su país o asesino, nunca sabrá que había entrado a una iglesia, y que el tiempo lo había confundido, y que las muertes ante él, estaban dentro de su propio pueblo. --911, we have a situation going! A man just entered a church and has killed at least 26 people! We need back up! Cuando finalmente despertó, no supo lo que había hecho, la fuerza de Angra Mainyu, lo había arrastrado a cometer tales crímenes. Lo curioso era, que fueron dos, esa dualidad moral que confunde a los humanos. Como el soldado Bradley, se le consideró un héroe, pero como el ciudadano Bradley, un loco criminal sin ninguna conciencia. Era el siglo XXI, esos tiempos, cuando los humanos seguían matándose unos a otros… © David Alberto Muñoz [i] Angra Mainyu, es el nombre del opositor de Ahura Mazda (Dios supremo), dentro de la religión de Zoroastrismo, Angra Mainyu, es la fuerza destructiva que provoca la maldad.
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David Alberto MuñozSe autodefine como un cuentero, a quién le gusta reflejar "la compleja experiencia humana". Viaja entre 3 culturas, la mexicana, la chicana y la gringa. Es profesor de filosofía y estudios religiosos en Chandler-Gilbert-Community College, institución de estudios superiores. Archives
July 2021
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