Don Nacho
Un cuento Por David Alberto Muñoz No sé porque Don Nacho se enojó tanto la noche cuando se llevaron a Petra. Bueno…la Petrita siempre estuvo muy bonita… Todos en el pueblo estaban como locos, de por sí, cada vez que Don Nacho se iba de borrachera todo el pueblo lo seguía. Era el telegrafista de toda la comarca, aunque me dicen que hoy en día ya no hay telégrafo. Que todo se hace por computadora. A mí, me han tratado de enseñar, pero me cuesta mucho trabajo. Ya estoy viejo, además, nunca aprendí mecanografía y pues eso se necesita, ¿qué no? Aunque me dicen algunos muchachos, esos que les dicen hoy en día, los de a “mil”, que no es necesario escribir con todos los dedos, que bien puede uno utilizar dos o hasta uno, como Adrián García Cortés, el cronista de todo el estado. Pues esa noche, alguien se robó a Petrita. Dicen los chismes que todo mundo sabía que ya andaba cogiendo con Hermiliano, el hijo de los Serrano, y que todos le echaron la culpa a él. Pero cuando el mentado Serranito, porque así le dicen todos en el pueblo, aparece, y dice muy enfadado: — ¡Alguien se robó a mi Petra! Pues ya se ha de imaginar cómo reaccionó todo mundo. Una de chismes que corrieron. Nadie sabía quién había sido. Y pues la Petrita lo que sea de cada quién, estaba bien buena la chamaca. Nos traía locos a todos pa’ que más que la verdad. Los viejos cada vez que podíamos nos le acercábamos, y tratábamos al menos de hacerla reír, porque eso es algo que a las mujeres les encanta, que el hombre las haga reír. Yo recuerdo que mi madre siempre me dijo: —El motivo por el cual me casé con tu papá, fue porque fue él el único que me hacia reír a carcajadas. Y la mera verdad, mi apá era medio mamón para ser sincero, pero bueno, de alguna manera logró que mi madre se fijara en él. Eso es algo muy curioso. La gente que se fija en uno, muchas veces no son las personas que nosotros quisiéramos, es más, por regla general no va a ser así; como el pinchi Ramiro, que andaba detrás de la buenota aquella, ¿cómo se llamaba? ¡Ah sí…Brígida Nicomena! ¿Qué nombres tan raros no? Pero son los nombres que hemos tenido en este pueblo desde el principio. Y como decidió la buenota, en lugar de fijarse en Ramiro, se fijó en el doctor Sánchez, que porque era güero, y además había estudiado en la ciudad de México, pues ya sabrá…Era una carita bonita nada más, como todas las que salen en Televisa, sean hombres o mujeres, todas se parecen, son iguales. Y pos bueno, como decía, de la mentada Petrita se contaban cosas. ¿Pos de qué ha de ser?, de cogedera, ¿de qué más? Es todo lo que sabemos hacer los humanos, coger, coger y coger. Ya que estamos viejos pues ni modo, ya no podemos, aunque por ahí me dice mi compadre Víctores que ya hay una pastilla que se llama “vinagre”, o algo así, y que esa sí te lo para…Pues como se llame la pinchi pastilla, vinagre o viagro, o vete a coger a tu madre, total, el propósito es el mismo ¿qué no? Y pues yo ya tengo muchos años de vuelo, y yo prefiero no tomarme nada, porque dicen por ahí que se puede hacer uno puto, y dicho con el debido respeto porque el hijo del dueño de los Abarrotes La Cruz, la tiendita de nuestro querido pueblito, es del otro lado, y todos sabemos que en toda familia hay por lo menos uno, o una…y dicen que ese señor también batea de zurda, que nada más que se casó para ocultar su identidad sexolera, y que su mujer, la española que siempre anda pintarrajeada, anda de vieja caliente cogiendo con el mecánico, sí, con Tomás, el musculoso aquel que una vez luchó contra Black Shadow, cuando vino a hacer una lucha de exhibición al pueblo. Y pos pa’ no hacer el cuento muy largo, un día que reaparece la mentada Petrita, ¿y qué cree? ¡Pos ya estaba premiada! Todo termina igual. Cuando somos jóvenes nada más queremos andar de calenturientos cogiendo con medio mundo, seamos hombres o mujeres, no importa. Lo que pasa es que en México hemos diferenciado entre los machos y las hembras, y entre las hembras, hay las buenas mujeres y las putas. Las buenas mujeres son como mi madrecita santa, que no rompe ni una taza de plástico, y las putas, son todas esas viejas desvergonzadas que siempre andan enseñando todo y que además, se acuestan con los maridos de nuestras santas madrecitas…aunque si le yo le contara…mi abuela era bien puti…, dicho con el debido respeto, no lo digo por ofender, de verdad, pero ella siempre le dijo a mi madre: —¿Por qué si tu padre lo hace, y todos le dicen que es todo un hombre, por qué yo no puedo hacerlo? Y pos esa sí es una buena pregunta. Pero en México no queremos contestarla porque nos incomoda, sobre todo a los machos, así es…somos una bola de machos, varones, cabrones masculinos…nada más pa’ salirnos con la nuestra… Y ya que estamos confesando cosas, mis hermanas también salieron un poquito loquitas, por no decir putitas…igual que mi apá, en ese sentido de la palabra. ¿Cómo le hacemos al cuento con eso de las soflamas en nuestro país qué no? Pero total…la mera verdad a la hora de la cogedera todo es igual. No se discrimina…pero ya ve cómo somos la mentada sociedad de hipócrita. Nos encanta juzgar a los demás, pero no nos gusta que nos digan absolutamente nada…chingada madre…somos todos una bola de mentirosos, que nada más vemos la paja en el ojo ajeno y no la vigota que andamos arrastrando. Pos total, aparece la mentada Petrita, y resulta que fue el pinchi Padrecito el que se la cogió. Y hasta eso que él, no lo negó. Para cuando lo admitió ya todos sabían. Todo se sabe, por más que queramos ocultar las cosas, al final de cuentas todo sale a la luz. Y bueno, El Padre y Petrita, pos como que se casaron, y no sé si me entienda, vivían en una vida conyugal, pero como la iglesia no permite que los Padrecitos se casen, y como todos queríamos mucho al Padre, pos todos nos quedamos callados y nadie dijo nada. ¿Sí me explico? Y pos la vida sigue…llegan nuevos morros, todos quieren coger, a veces cogen con gente que sí les gusta, a veces no…total es un pinchi desmadre, pero ya que llega la vejez, como que todos se apaciguan un poco, y ya nadie quiere decir nada…es mejor eso creo yo… ¿No? Los viejos nos vamos muriendo, y los más jóvenes toman nuestro lugar…pero al final de cuentas, todo es una pinchi cogedera… Así pienso yo…me llamo Dionicio Bastet, tengo 89 años, y si pudiera, no le miento, todavía me gustaría coger…la cabeza sigue igual, es nuestro cuerpo el que se muere… ¡Ah, por cierto! Don Nacho, el señor que se enojó cuando se robaron a Petrita, el que era telegrafista, era también el Padrecito del pueblo, sí…no le estoy mintiendo…aunque él mismo nos decía: —Ya que no estemos en la iglesia, díganme Don Nacho, en lugar de Padre Ignacio. Y aclaró: —No es que no me haya arrepentido de mi pecado, sino más bien, le quise cumplir a Petrita y por eso nos juntamos… ¡Fíjese nada más que curioso...y pos en el pueblo, como todos lo queríamos mucho, nadie dijo nada! Jijijijijijijiji…chingada madre…¿qué raras pasan las cosas ¿no? © David Alberto Muñoz
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David Alberto MuñozSe autodefine como un cuentero, a quién le gusta reflejar "la compleja experiencia humana". Viaja entre 3 culturas, la mexicana, la chicana y la gringa. Es profesor de filosofía y estudios religiosos en Chandler-Gilbert-Community College, institución de estudios superiores. Archives
July 2021
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