El Castillo
Un minicuento de David Alberto Muñoz —¿Te acuerdas de cuándo tenemos que llegar? —Creo que en tres días cuando mucho. —¿Ya has hecho tú este viaje? —Sí, varias veces. Ya ni siento nada. ¿Es tu primera vez? —Sí, ando nervioso. No sé qué esperar. —Tranquilo, deja que todo pase como tiene que pasar. —Bueno… tú nada más dime qué hacer… —Nada más no te vayas a asustar. ¿OK? —Está bien. Ambos entran por las puertas del Castillo. Un viento frío los abraza. Es como si los levantara a ambos para dejarlos caer sobre una nube inventada en los cielos para estas situaciones. El Castillo está bien arreglado e iluminado, con todo lo que sus asistentes pueden esperar, aunque no sepan qué es lo que harán en ese lugar mítico y misterioso. Una voz ronca, de esas que pueden atemorizar o dar calma hace acto de presencia. —Escucha con cuidado. La muerte ha desaparecido. Todos los humanos, eventualmente entrarán al Castillo, y ya estando dentro, su condena, o regalo, como cada quién lo mire, será el adornar la entrada al Castillo, sí, nada más adornar, que se vea bien, que esté limpio todo. ¿Me entiendes? —¿Qué hay en el Castillo? —Almas en busca de la muerte… —¿Pero? —Ya nadie va a morir. Nuestros destinos son y serán vivir eternamente buscando la muerte, algo que ya no existe, porque los muertos ya no pueden esconderse. PANTEÓN EL CASTILLO Aquí permanezco yo… llegué hace más de tres meses, y todavía no puedo entrar al mentado Castillo… y no puedo hacer nada más que esperar… tal vez eso es la muerte, esperar por algo que nunca va a llegar… © David Alberto Muñoz
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David Alberto MuñozSe autodefine como un cuentero, a quién le gusta reflejar "la compleja experiencia humana". Viaja entre 3 culturas, la mexicana, la chicana y la gringa. Es profesor de filosofía y estudios religiosos en Chandler-Gilbert-Community College, institución de estudios superiores. Archives
July 2021
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