El indudable apocalipsis
Un cuento Por David Alberto Muñoz Me sentía cansada, no sólo físicamente, también emocionalmente. La verdad, estaba desecha. ¿Cuántos años de aguantar el mismo trato, la misma ausencia de amor, simplemente la falta de muestras de cariño por parte de Orlando? Tal vez es el tiempo que todo lo enfría, quizás es la vida moderna, ya no tenemos tiempo de nada, o a lo mejor, él…sí…él, ya no me quiere como lo hizo en algún momento. Ya no me hace sentir deseada. Hace menos de cinco segundos que terminamos de hacer el amor, si así le podemos llamar, e inmediatamente se levantó, se subió los pantalones, que ya ni siquiera se quita, y se fue sin decirme nada. ¿Por qué es así? Ya no recuerda cuando pasábamos horas enteras simplemente platicando. Cuando no podía dejar de tocarme, cuando me desnudaba con la vista, y sus manos erizaban mi piel. Todo se ha vuelto tan monótono, tan rutinario. Parecemos máquinas trabajando sin ninguna sensación verdadera. Me dejó aquí tendida en la cama, medio vestida, y con su semen regado entre mis piernas. Hace sólo unos años no me importaba eso, ahora me da asco que lo haga con tanta prisa, casi con desesperación, y que se levante sin preocuparse por la persona que estaba debajo de él, yo, en este caso, ¡porque también lo ha hecho con otras! Lo único que deseamos las mujeres es sentirnos deseadas, amadas, ¿no es mucho pedir? ¿O sí? Nunca me he negado a nada con él, siempre trato de complacerlo. ¿Por qué él no puede hacer lo mismo? La verdad todos los hombres son iguales. Después de cierto tiempo, todo cambia en la intimidad. Se vuelve hueca, sin sentimientos, sin placer… Eso no lo entiendo… ¿Por qué? Todavía recuerdo aquellos días en los que no sabíamos estar separados. Llegaba a casa a medio día para sorprenderme, y terminar en la cama. O cuando jugábamos a ser descubiertos y hacíamos el amor en plena calle, detrás de alguna pared pérdida, en medio de algún cuarto olvidado en el Mall. O en la casa de mi tía Esther, que siempre nos daba espacio, porque ni mis padres ni los suyos, nos daban libertad sexual. Eran muy conservadores, cuestión a la cual él y yo nos rebelamos, y aun siendo muy jóvenes, buscamos nuestro lecho propio, nuestras propias experiencias, nuestras escapadas al campo de football de la High School, para poder estar el uno con el otro. ¿Qué pasó Orlando? ¿Dónde nos perdimos? *** Raquel ha cambiado mucho. Yo entiendo que con los hijos y su trabajo ahora, pues es difícil. Todo mundo anda a la carrera. Ella a veces no entiende que tengo que encargarme del negocio. Si no lo trabajo no hay ventas, y sin no hay ventas el dinero no entra. Ya sé que ella ahora me ayuda con su chamba, pero hoy en día tanto el hombre como la mujer necesitan trabajar. I think I am a feminist, and I mean that! Hemos llegado a platicar al respecto, pero los dos nos ponemos demasiado a la defensiva y acabamos discutiendo. Todo es puro pleito últimamente. Todo lo que hago está mal. Ha dejado de ser cariñosa conmigo. Antes buscaba halagos y apodos que darme, Gordo, Honey, Caramelo, Sweetheart, en fin… Incluso, ahora, cuando nos vamos a la cama, hace que me sienta mal, como que me dice, ándale pues, apúrate…tengo cosas que hacer… Eso no se vale. Recuerdo que antes de casarnos, antes de vivir juntos, ella se arreglaba mucho. No podía salir de su casa sin arreglarse. Hoy en día ya no le preocupa eso. Y bueno, yo también he subido de peso como todos mis amigos. ¿Qué quieren? ¡Cómo cuesta trabajo estar delgado! Cada vez que tengo ganas y me acerco, ella me rechaza. Cada vez que ella se aproxima, yo no puedo o no ando de humor… En fin, chingada madre… ¿Yo qué sé? Todo era tan distinto antes. Me derretía con sólo verla. Había una frescura especial en ella. Y no quiero decir que ya no la quiera, al contrario, es la madre de mis hijos, pero con un carambas, las cosas cambian, y a veces pienso que las cosas no se pueden repetir. Como que el amor se apaga, y cuando uno quiere regarlo, aunque sea un poquito, ya no se puede. ¿Sí me explico? *** Raquel y Orlando se separaron. Estuvieron juntos por un tiempo. Todo mundo decía que bonita pareja. Aun así, decidieron separarse. Si les preguntas ¿qué pasó? Ninguno de los dos sabrá contestarte. Ambos ya se juntaron con otra persona. Ahora son, Raquel e Ignacio, y Orlando y Mariela. Tres años después Raquel, Ignacio, Orlando y Mariela se separan de nuevo. ¿Por qué? Por lo mismo que Orlando y Raquel. Ya nadie sabe cómo lograr una relación de éxito, ni siquiera sabemos qué es eso. Hemos perdido nuestra capacidad de sentir. Ya no sabemos qué es el amor, el cariño. Nos decimos unos a otros, yo no sé amar. Yo no amo a nadie. Diez años después llegará el indudable apocalipsis. No es la destrucción total de nuestro planeta. Es la eliminación de todo sentimiento de humanidad que todavía poseemos por dentro. Nadie sabrá que fue, ni querrá tenerlo nuevamente. Todos habremos caído en el abismo del egoísmo, y ya no podremos salir de ahí. Quizás hace ya mucho tiempo que vivimos en ese infierno, ese Hades que representa el inframundo, y el lugar de los muertos. Ya no importa con quién estemos, sólo deseamos pretender que nos sentimos bien. Ya que el amar, ya no es entregarse en alma y cuerpo, sino más bien, es recibir y hacer una especie de transacción económica. Me das lo que quiero, y te devolveré algo, pero, confórmate con lo que te dé. *** —¿Raquel? —Dime Orlando. —¿Qué vamos a hacer? —No sé. —¿Qué quieres tú hacer? —No estoy segura. —¿Valdrá la pena? —No sé, tal vez…por los niños… —Sí, tal vez…aunque ya están creciendo. —Pero a lo mejor también no. No hay garantías ¿verdad? —No… —¿Quieres tratar una vez más? —Estoy cansado. —Yo también. —Pero creo que es lo único que podemos hacer. Se miraron con ojos de lástima mutua. Se abrazaron, desnudaron sus cuerpos, y una vez más hicieron lo único que podían hacer, el amor…no, ya no se le dice así, lo único que podían hacer es lo que hemos estado haciendo todos los humanos desde el principio de la historia…coger…sí…coger, tener sexo, porque no sabemos hacer otra cosa. Raquel y Orlando cogieron una vez más, mientras el indudable apocalipsis continuaba demoliendo el afecto humano. © David Alberto Muñoz
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David Alberto MuñozSe autodefine como un cuentero, a quién le gusta reflejar "la compleja experiencia humana". Viaja entre 3 culturas, la mexicana, la chicana y la gringa. Es profesor de filosofía y estudios religiosos en Chandler-Gilbert-Community College, institución de estudios superiores. Archives
July 2021
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