El Manitas de Piedra
Un cuento Por David Alberto Muñoz —Nada más asegúrate de que no te vaya a dar un gancho al hígado, es su golpe más fuerte. Mantente a distancia. Ya sabes, dale en el estómago lo más que puedas. Y cuando tengas la oportunidad, tu derecha, dónde sea, no importa, tienes las manos de piedra, igualito a Manos de Piedra Durán. Todos le decían Manitas de Piedra, pero no Durán, más bien Anaya Valderrama, tenía apellidos medio aristócratas, aunque sus papás eran de Naucalpan de Juárez, en el estado de México, ahí, dónde había nacido él. Era el ídolo de todo Naucalpan, también le declaraban: —¡Tú eres la esperanza de todos los Naucalpenses! Él, nada más sonreía y seguía entrenando todos los días, por lo menos 4 horas, aunque antes de su pelea, ya estaba preparándose 6 horas diarias. —Anaya Valderrama es un joven pugilista proveniente del estado de México. Ha ganado 8 peleas profesionales, está invicto, y ha mostrado tener una derecha de piedra. Aunque hay críticos que dicen que, hasta este momento, no ha enfrentado a ningún rival de cuidado. De ahí el interés por la pelea estelar de esta noche. El Manitas de Piedra Anaya, se enfrentará a 10 rounds con el excampeón nacional de peso gallo, Nicolino, el maestro Chávez, quien aspira a una pelea para recuperar su campeonato nacional. Pero antes, tendrá que derrotar a Manitas de Piedra. Que por cierto, es verdad que su estilo se asemeja al ya famoso Manos de Piedra Durán. Ha habido personas que se han opuesto a este apodo, y dicen, que Manos de Piedra sólo hay uno. Pero en fin, este es el Manitas…Pues esta noche veremos si tiene la casta para realmente convertirse no sólo en la esperanza de todos los Naucalpenses, sino en una verdadera promesa del boxeo mexicano. Anaya ya se estaba estirando. Poco a poco dejaba que sus músculos alcanzaran su máxima capacidad. Empezaba a calentar, a saltar la cuerda, hacer sombra, movía todo su cuerpo ya con la expectación de ver frente a frente al Maestro Chávez. —No te dejes intimidar por el pinche Chávez. Ya no es campeón, lo fue en su tiempo. Pero ya ves cómo son todos los boxeadores mexicanos. Bueno, me incluyo yo, que también fui campeón hace muchos años…Ganamos un campeonato, y no la pasamos celebrando por meses, pisteando y pisteando, y a la hora de otra pelea, nos dan en la madre. Aprende mi Anayita. Tienes todo el potencial de ser grande, de ser campeón del mundo. De hacer el chingo de dinero, me cae, no te vayas a tirar al vicio como todos nosotros. Manitas de Piedra nada más miraba a su entrenador con ojos de sorpresa. Ya tenía varios años con él. La afición lo quería, y la prensa decía que solamente él, el Kid Solís, podría llevar al joven naucalpense, a un campeonato. Esta era su primera prueba de fuego. —Ya sé cómo pelea el mentado Maestro—pensaba Anaya Valderrama—Ya está viejo, además le ha puesto duro a la chupada. Nada más cómo dice mi entrenador, el Solís, mientras no me dé en la panza, le voy a dar una madriza al mentado excampeón. Me cae de madre…a mí nadie me gana. La arena estaba reventando de gente. Las cervezas iban y venían, volaban literalmente, la noche estaba bebible. Todos gritaban a favor del Anayita. —¡Arriba el Manitas de Piedra! —¡Te van a madrear pinche Nicolino! —¡Anaya Valderrama, te la aguanta y te la raja! —¡El Maestro está pisteando porque le tiene miedo al Manitas de Piedra! Chiflidos, groserías, pleito en butacas, señoras mentándoles su madre a los boxeadores, niños corriendo por todos lados, gente haciendo ruido, un momento dónde todos se juntan para soltar esa angustia que dicen los filósofos todos traemos por dentro. Finalmente salió el Manitas de Piedra, Anaya Valderrama. La multitud estaba enfurecida. Todos parecían descargar sus mayores deseos de éxito, sobre aquel joven de apenas 19 años de edad, que había decidido dedicarse al boxeo, porque en la prepa, no pudo pasar las clases. Además, le daba flojera leer, siempre se quedaba dormido. —A mí me gusta dar madrazos—repetía a cada rato. Al llegar al ring, levantó los brazos, mientras una euforia era descargada sobre un posible mito en plena construcción. La esperanza de todos aquellos mexicanos estaba puesta en las manos de aquel pugilista, que, en aquel preciso momento, tenía ante él la mejor oportunidad de todas sus posibilidades. —A veces pienso, que lo único para lo que somos buenos los mexicanos, es para pelear. —¡No seas mamón y concéntrate Manitas! El excampeón sube al ring, en medio de silbidos, bullas, y claro, no pueden faltar las mentadas de madre, característica única de todos los pobladores de tierras aztecas. Se anunció la pelea, se cumplieron con todos los protocolos, y el combate, dio inicio… *** —¿Qué pasó? —¡Por fin despiertas güey! —¿Qué pasó mi Kid Solís? El viejo lobo de mar, observó la expresión del joven peleador con lástima. —Te dieron en la madre pinche chamaco pendejo. —¿Qué? —¡Qué te rompieron el pinche hocico, cabrón! —No me acuerdo de nada. Nada más que sonó la campana y me fui sobre el Maestro Chávez. —Sí, te fuiste, porque lo único que tuvo que hacer, fue darte un derechazo en el rostro y caíste a los 3 segundos de pelea. —Cómo crees…yo estaba listo… —Mira muchacho, esto del box es cosa seria. Hiciste mucho barullo en el barrio, todos creyeron en ti, que hasta tú mismo pensaste que podrías hacerla. Pero siempre hay un cabrón más zorro que tú, y el Maestro Chávez, supo exactamente qué hacer y lo hizo. Mejor regrésate a la escuela, haz algo de provecho, porque esto de los guantes, no es para todos, menos para un chamaco medio puto como tú. —¡No me digas eso Solís! Ya me estás insultando. —¡Qué insulto ni que la chingada! Date de buenas que todo fue rápido, porque Chávez todavía tiene ese fantasma que se nos mete a todos los boxeadores, y, además, no sólo sabe cómo boxear, sino también cómo pegar. Ya tienes que contarles a tus nietos. Esto no es para ti…Todos tenemos sueños de grandeza, cada uno de nosotros queremos ser campeones del mundo, pero la verdad a veces, nos damos cuenta que la cosa es muy cruda. Nos han golpeado toda la vida, desde que tengo uso de razón, que creo ya nos acostumbramos…vete chamaco, vete y trata de hacer algo de provecho… Al siguiente día, la noticia deportiva del día, ocupó el tema de conversación de la mayoría de los pobladores de Naucalpan. “El Manitas de Piedra, Anaya Valderrama, sucumbió ante el Maestro Nicolino Chávez”. Sí…así fue…así es…mientras que todo…sigue igual… © David Alberto Muñoz
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David Alberto MuñozSe autodefine como un cuentero, a quién le gusta reflejar "la compleja experiencia humana". Viaja entre 3 culturas, la mexicana, la chicana y la gringa. Es profesor de filosofía y estudios religiosos en Chandler-Gilbert-Community College, institución de estudios superiores. Archives
July 2021
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