El miedo de Amalia
Un cuento Por David Alberto Muñoz —¡Tengo mucho miedo! Algo va a pasar, algo muy feo, mamá, papá…tengo mucho miedo… Los padres de Amalia corrían con desesperación cada vez que la niña pasaba por sus pesadillas. —¡Cálmate mija, todo va a estar bien! —Tranquila corazón. Amalia gritaba mientras se tapaba la cara con las sábanas de su cama. —¿Miedo de qué?—le preguntaba Brígida, la muchacha que habían traído hace apenas unas semanas sus papás para que trabajara como sirvienta en su casa. —¿Estás seguro de que sabe limpiar la casa y cocinar? —Claro que sí, es muy trabajadora. Además, ve bien cuánto nos va a cobrar. Viene de un pueblito que ni nombre tiene creo yo. Viene de una familia muy humilde. Te hace falta la ayuda y también puede cuidar de Amalia. —¿De qué tienes miedo Amalia? La niña de 12 años de edad volteaba para todos lados buscando algo. Sus ojos grandes le brillaban con un terror que casi se podía oler al entrar a su cuarto. —No sé Brígida, abrázame por favor. —Nena tonta, el miedo es una emoción que destruye, te puede matar. —¿Quién me va a matar? —Tu propio miedo Nena, tu propio miedo… Los padres habían tratado de todo, doctor, psicólogo, medicina alternativa, acupuntura, la llevaron a la iglesia, un pastor de esos pentecostés dijo que tenía demonios y más la asustaron cuando quisieron hacerle un exorcismo, hasta llevaron a uno de esos estafadores que dice poder curarlo todo soplando alcohol en el rostro, y frotando unas ramas de algún raro vegetal sobre el cuerpo, pero nada, la niña Amalia Velarde Bravo, había pasado toda su breve vida asustada de algo que nada ni nadie podía lograr hacerlo desaparecer. —Ya no sé qué hacer con tu hija Amalia. —Ahora es mi hija, yo pensé que era de los dos Juan Felipe. ¿O nada más es mía? Nada más porque se llama como yo no quiere decir que su padre no tuvo que ver con su venida a este mundo. —Tú sabes lo que quiero decir. Brígida tomó a la niña en sus brazos, y comenzó a entonarle una canción en lengua náhuatl. Macochi pitentzin Manocoxteca pitelontzin Macochi cochi noxocoyotl. Manocoxteca noxocoyotzin Manocoxteca nopitelontzin Macochi cochi pitentzin Manocoxteca pitelontzin Manocoxteca noxocoyotzin Macochi cochi pitelontzin De alguna extraña forma, aquellas palabras y el tono suave de la voz de la muchacha lograron calmar a Amalia. —¿Qué le estará cantando esa india a mi hija? —Cálmate mujer, no le digas así a Brígida… es una canción de cuna en náhuatl. —¿Y desde cuando tú tan sabedor de lenguas autóctonas? —Se lo pregunte a Brígida ayer, y ella me dijo. No todo es en español mujer, deberías de leer un poco más sobre las gentes autóctonas, tienen una cultura, una forma de ser. —Pues yo te digo una cosa, con que sepa que le está diciendo algo malo, se me va de la casa la naca esa. —¡Ay Amalia! No seas así… Además, mira, sea lo sea lo que le dice, la niña se calma. —¿Qué me estás cantando Brígida? No entiendo tus palabras. —Es una canción de cuna de mi pueblo, mis abuelos y mis tátara buelos la aprendieron de sus padres, y generación tras generación nos la han enseñado. Es muy sencillo, mira, Cochi’ quiere decir dormir, ‘pitentzin, pequeño, ‘bebé’ se dice ‘coconeco’. ‘O xolotl’ es 'el pequeño', una sola palabra la puedes decir de varias formas. Y lo que dice la canción en sí, es duerme niño, duerme pequeño, no despierten tu dulce sueño, duerme mi pequeño. —Pero yo soy niña. —Lo mismo da mi nena, lo mismo da… pero di, ¿por qué tienes tanto miedo? Amalia alzó los hombros para ver más allá de la ventana de su cuarto, como pensando que alguien la iba a escuchar y un grave castigo vendría sobre ella. Se levantó de su cama y pudo ver un bello atardecer cuando el sol parece esconderse detrás de alguna montaña o quizás hundirse en la inmensidad del océano para dejar una oscuridad que la aterrorizaba. —A veces, cuando me quedo dormida siento la presencia de algo malo, está detrás de mí, yo estoy entre dormida y despierta, pero no me puedo mover, y siento que ese algo me va a hacer daño, es un terror horrible Brígida. ¿Tú nunca has tenido miedo? La joven mujer sonrió con una sonrisa llena de indulgencia. —Todos hemos sentido miedo mi nena. Miedo a vivir, a enfrentar los problemas de la vida. ¿Sabías que vivir no es fácil? La vida a veces puede ser injusta. Hay que luchar para ganarse el pan diario, para tener lo poco que tenemos. Tú has tenido suerte. Naciste en un hogar dónde tus padres te quisieron. Te han dado todo, pero ya estás en edad de ver la vida tal y cómo es. —No entiendo. —Mira, en tierras del norte hay una tribu, los Hopi, son gente trabajadora que viven prácticamente en medio del desierto. Ellos tienen una leyenda. Dicen que los humanos venimos del centro de la tierra, la madre tierra nos dio la vida, venimos de su vientre, y el dios todopoderoso simplemente nos dijo recuerden a su creador. Los humanos nunca recordaban a su creador entonces dios tuvo que destruirlos a todos y crear una nueva creación más arriba. En esa época, la corriente de los ríos iba en dos direcciones. El humano no tenía que esforzarse por remar y llegar a su destino. Pero los humanos al poco tiempo se olvidaban de su creador. Entonces, Dios decidió que la corriente de los ríos fuese solamente en una dirección, para que los humanos tuvieran que remar, esforzándose. Por eso la vida es a veces difícil, porque todo cuesta en esta vida, nada es gratis, y tenemos que vencer los obstáculos. Creo que ese es el miedo que tienes. Miedo a crecer, a tener que salir al mundo y enfrentarte a tantas cosas. Deja tu miedo mi nena, ser valiente no quiere decir que nuestros terrores desaparecerán totalmente, simplemente que, a pesar de ese miedo, enfrentaremos las cosas, y empezaremos a remar para alcanzar a llegar a dónde no los propongamos. Entiendes mi nena. Amalia sonrió con un mohín de sabiduría. —Creo que sí Brígida, sí entiendo. Desde aquella noche, el miedo de la niña desapareció, y el terror de los padres comenzó © David Alberto Muñoz
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David Alberto MuñozSe autodefine como un cuentero, a quién le gusta reflejar "la compleja experiencia humana". Viaja entre 3 culturas, la mexicana, la chicana y la gringa. Es profesor de filosofía y estudios religiosos en Chandler-Gilbert-Community College, institución de estudios superiores. Archives
July 2021
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