El señor Zorrilla
Un cuento Por David Alberto Muñoz Las manos le sudaban, mientras que su rostro reflejaba cierta ansiedad combinada con curiosidad y deseo. Estaba sentada en la orilla de su cama. Traía puesto un vestido de color negro, sin tirantes, corto, con botones color oro al frente, de adorno, y con un elástico para levantar los pechos. En el cuello, un collar de turquesa que su madre le había regalado hace ya algunos años. Se había maquillado cuidadosamente. A Rangel le gustaba verla así, bañadita y bien vestida. No estaba segura cómo le iba a dar la noticia. Es más, ya todos sabían menos él. A veces no sé por qué soy tan desidiosa, pero bueno, es mejor que le diga, creo yo. Platicaba con ella misma. Hace ya seis años Rangel de esto, pronunciaba la mujer ante su marido, y pues no se me hace justo. Tengo que decirte la verdad. ¿Cuál verdad mujer? Mejor prepara mi comida que tengo mucha hambre. ¿Te acuerdas del Sr. Zorrilla? Sí, al que le hacíamos mucha burla por lo del apellido. Pues lo dejó su mujer, ¿tú crees? Así, nada más, de la noche a la mañana. ¿Cómo dice el dicho, nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde? En este caso, así fue. El tonto de Zorrilla no se dio cuenta de la mujer que tenía. Para cuándo reaccionó, ya era demasiado tarde. Liliana de pronto se detuvo. Observó a Rangel cuidadosamente, al final de cuentas, no era el peor de los maridos. Era un hombre trabajador, proveía para su familia, buen padre, y bueno, quizás buen esposo, si en alguna ocasión había tenido una aventurita, no había pasado de ahí. La cuestión era qué… ya qué… pues la verdad era qué… ¿Cómo le voy a decir? Rangel se movía al paso de su rutina de hace ya muchos años. Ya ni siquiera miraba a su mujer. El tiempo y la costumbre tienen la tendencia a destruir cercanías, apagar fuegos, cegar individuos. Pensaba en lo difícil que iba a ser para Zorrilla. Pobre hombre, ha de ser feo que tu mujer de pronto te deje así nada más. ¿No crees Liliana? —¿Rangel? Tenemos que hablar. Sorprendido por el tono duro de su mujer. Rangel se detuvo, y se sentó en el pequeño sofá que tenían en su recámara. Con sumo cuidado cruza su pierna y pone sus dos manos sobre las mismas para tratar de la manera más tranquila, recibir la noticia que Liliana le iba a dar. —¿Qué pasa mujer? ¿Pasó algo? Liliana realmente no sabía cómo decirle. Mira Rangel, has sido un buen hombre, a mí y a tu familia nunca nos ha faltado nada. Has sido buen proveedor, a mí, hasta me has cumplido algunos de mis caprichos, debo de ser honesta, haz sido muy buen padre, tus hijos te adoran, lo que pasa es qué…qué… —¿Qué?—grita él. ¡Pues la verdad no me satisfaces! Soltó ella de pronto un reproche que ya la estaba ahogando por dentro y necesitaba decir… en la cama… ¿Sí me entiendes? No me llenas… perdóname que te lo diga, pero siempre estuvimos de acuerdo en ser sinceros el uno con el otro, y Rangel, la verdad yo necesito más de lo que tú me das. Y no es dinero, ni lujos, ni nada de eso, es simplemente que necesito más pasión en mi cama. Hay veces en las que estoy ardiendo por dentro, y apenas me estoy poniendo cachonda cuando tú ya llegaste, y me dejas así, con toda mi humedad y todo mi deseo, así nada más, sin nada de satisfacción. No quiero decir que no te aprecie, al contrario, siempre has sido muy bueno, pero yo necesito algo más. Por eso quiero pedirte el divorcio, no se me hace justo que ande yo por ahí acostándome con un amante solamente para llenar mis necesidades sexuales sin decírtelo. Quiero ser justa. Rangel reacciona como cualquier otro macho lo haría, con gritos, con reproches, con una voz alta exigiendo una explicación que él bien sabía ya se la habían dado. ¿Pero, te has vuelto loca mujer? ¿Cómo me puedes decir eso? ¿Cuántos años de matrimonio tenemos? ¿Has pensado en los niños? No Liliana, esto no está bien. ¿Qué pasa? La todavía joven mujer trataba de calmarse y de hablarle de la mejor manera al susodicho Rangel. Pero ya era demasiado tarde. Liliana necesitaba placer, goce, pero en la mujer, se había pensado ya por muchos años, que el placer sexual no era una necesidad vital de las hembras. Están todos equivocados, necesitamos tanto como lo necesita el hombre, a veces más, porque nuestros cuerpos apetecen también delicia, y los hombres a veces no logran satisfacer. Lo siento mucho Rangel, te aprecio de verdad, pero yo necesito más que un simple te quiero todas las mañanas. ¡Necesito un hombre de verdad! Aquellas últimas palabras penetraron hasta lo más profundo de Rangel, quién se sintió totalmente devastado por lo que acaba de escuchar. “Con unas cuántas palabras podemos destruir de la misma manera que podemos construir”. *** ¿Rangel Zorrilla Benavente? Sí señor juez. ¿Y Liliana Rosas de Zorrilla? Sí señor juez. Les otorgo por petición de la señora Rosas de Zorrilla el divorcio por incompatibilidad de caracteres. Ya hemos tratado como lo dice la ley de apelar a su buena conciencia, en tres ocasiones. Pero la misma respuesta hemos obtenido, al menos de parte suya Sra. Por lo tanto, el decreto final de esta corte es otorgar el divorcio como previamente se ha expuesto. Se cierra el caso. Liliana y Rangel se encontraron a media aula de la corte. Ojalá encuentres lo que estabas buscando Liliana, yo hice todo lo que pude. Suerte Rangel, no eres un mal hombre, pero yo necesito más. Pobre Sr. Zorrilla, su mujer lo dejó. Antes, en otros tiempos esto no sucedía. La mujer siempre se aguantaba, aunque el hombre no le diera placer, se sometía. Pero ahora, en este nuevo siglo, la mujer está haciendo todo aquello que deseaba hacer, y no le era permitido hacer. Nadie sabe lo que pierde hasta que lo tiene, y el Sr. Zorrilla nunca lo tuvo. Pobre Sr. Zorrilla, ni cuenta se dio cuál era el problema. © David Alberto Muñoz
1 Comment
Yuliana Abarca
6/6/2019 04:33:30
El mundo es un espejo.y lo que juzgamos en otros es lo que de vemos trabajar en nosotros
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David Alberto MuñozSe autodefine como un cuentero, a quién le gusta reflejar "la compleja experiencia humana". Viaja entre 3 culturas, la mexicana, la chicana y la gringa. Es profesor de filosofía y estudios religiosos en Chandler-Gilbert-Community College, institución de estudios superiores. Archives
July 2021
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