Eso fue lo que vio Arturo…
Un cuento Por David Alberto Muñoz Era ya tarde, le costaba trabajo manejar después de las 6 o siete de la noche. Ya no miro bien, se decía. Aunque me ponga mis lentes, ya no tengo la misma visión que tenía a los 20 años. —Tú siempre añorando la juventud. Tienes que aceptar que el tiempo se pasa. Las calles estaban desoladas. No se oía ningún ruido. Se le vino a la mente esa frase que se puede escuchar por los corredores de alguna vecindad mexicana: “Se percibía hasta el zumbido de una mosca”. Recordó aquella imagen que lo tenía casi aterrorizado. —Era como una cola, sí…como la cola de alguna lagartija... Pero estaba grande, pesada, era de color negro con destellos de castaño que brillaban. Fue todo lo que vi…pero iba saliendo del cuarto de cocina…de tu casa Mariana, Hilda, la sirvienta, estaba parada frente a la puerta, casi desnuda y con el rostro ido, perdido, sin expresión alguna. ¿No te acuerdas? Un automóvil por poco choca con el carro de Arturo, quién decidió detenerse en un baldío lleno de tierra, con piedras y olor a excremento. Ya no sabía dónde estaba, ni adónde iba. —Claro que me acuerdo. Fue esa noche cuando estabas de caliente frente a Hilda y ella se te ofrecía descaradamente. —No era eso Mariana. Todo fue tan rápido, que todavía no entiendo exactamente qué fue lo que vi. ¿Qué pasó? Arturo salió de su automóvil y encendió un cigarro. Tenía ya varios días de no dormir. Estaba confuso. Sacó cocaína de su bolsa y se dio un pase. —Vi la cola del mismo Diablo—se dijo así mismo. —Mira Mariana, piensa lo que quieras. Ya te dije a ti y a tu marido que me voy a ir de su casa. Te agradezco mucho el hospedaje hermanita. Pero esa noche algo entró en tu casa, e Hilda lo vio de frente. Esa muchacha no ha vuelto a hablar desde entonces. Ayer la llevamos con el doctor, y ¿qué nos dijo él? Que todo es psicológico, algo le pasó aquella noche y por eso está como está. —¿Qué estás diciendo Arturo? No inventes cosas. Un ruido sacudió la cabeza de Arturo. Él, volteó de inmediato en dirección a la carretera. A distancia, vio el cuerpo de Hilda, la sirvienta de la casa de su hermana Mariana, que caminaba hacia él casi por el aire, más bien parecía flotar con una sonrisa de burla. —¿Hilda? ¿Hilda? ¿Eres tú? ¿Qué haces aquí? ¿Me seguiste? ¿Cómo sabías dónde estaba? ¿Cómo llegaste aquí? La muchacha parecía danzar en medio del aire permitiendo caer una breve brisa de su presencia, que dejaba sentir un fuerte olor a miedo, a terror casi, que Arturo nunca antes había sentido. —Está bien Arturo, si quieres irte vete. Ya tengo bastantes problemas como para tener que cargar con los tuyos. —¿Qué crees qué pasó aquella noche Mariana? —No sé Arturo…la mera verdad no sé… Arturo se limpiaba los ojos cada dos segundos. Sacaba su cocaína y no paraba de tomarla, casi con desesperación. Volteaba para todos lados buscando apoyo de algo, de alguien, pero sólo el infinito silencio guardaba aquella absurda escena en algún lugar de alguna ciudad oscura, donde la noche ya había dominado la luz del día. Hilda se detuvo de pronto frente a Arturo. Él la vio quizás por primera vez. Era un cuerpo joven, esbelto, de color café, con mirada de misericordia, mas a la misma vez, con senos provocadores que no intentaba cubrir, por el contrario, los mostraba casi con un orgullo muy audaz. Su pequeña cintura estaba entallada por un manto de color rojo; se percató Arturo de que Hilda estaba desnuda. —¿Qué quieres Hilda? No entiendo…tengo miedo… —¿Recuerda aquella noche en casa de Mariana? —¡Claro que lo recuerdo! No he podido dormir desde entonces, algo entró en esa casa Hilda y tú lo viste, dime por favor que fue, ¿el Diablo? De seguro era el Diablo ¿verdad? ¿Qué quería? ¿Llevarme por todas mis maldades? ¿Ya es mi tiempo? Con un carajo… HABLA mujer… Antes de salir de la casa de su hermana, Arturo imploró a los dioses su cuidado. Pero no fue sino hasta antes de ver a Hilda frente a él, en aquel perdido baldío, que se dio cuenta. —Era la cola de Dios Sr. Arturo—exclamó sorpresivamente aquella mujer de rostro indígena. —¿Cómo? —El residuo de la grandeza de los dioses. Vivimos en un mundo lleno de falsedad. No vemos las cosas tal y como son. Por el contrario, nos engañamos a nosotros mismos creando mitos e historias de que al final, todo va estar bien, y el “Dios todopoderoso” vendrá a arreglar nuestros problemas, luchas y amarguras. Pero no es así, aquella noche Dios entró en la casa de Mariana, para hacerles ver cómo es realmente. Y lo único que nosotros pudimos ver fue su cola, no somos más que el desperdicio de los dioses, aquellos seres que fueron creados del lodo de la tierra, pero que con la lluvia se derritieron porque no tenían el entendimiento para comprender la grandeza de los dioses. Eso fue lo que vio aquella noche…la cola de Dios… *** Arturo despertó en la cama de un hospital. A su lado estaban Mariana e Hilda. Lo miraban con ojos de misericordia. —¿Qué pasó?—finalmente dijo después de intentar darse cuenta dónde estaba. —Tuvo un ataque epiléptico Sr. Arturo—expresó Hilda. —No es el primero hermano, tú ya lo sabes. Tienes que cuidarte. No puedo dejar que te vayas de la casa. Esos ataques te pueden pegar en cualquier momento. Acarició con mucho cariño el rostro de su hermano para luego besarlo y con la vista decirle a Hilda que ya era tiempo de irse. —Toda va estar bien. No te apures. —No se apure señor, los dioses lo cuidarán. Arturo simplemente dejo exhalar un largo y profundo respiro, que se detuvo cuando vio con sus propios ojos a su hermana con su sirvienta salir de su cuarto de hospital. Ambas acarreaban lo que vio aquella noche rara y casi de terror, llevaban detrás de ellas la cola de Dios. El mal no existe, se dijo así mismo, todo es parte del mismo ser, ese paradójico ente con rostro de mujer joven y con la cola del Diablo. Eso fue lo que vio Arturo… y tembló… casi de terror… © David Alberto Muñoz
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David Alberto MuñozSe autodefine como un cuentero, a quién le gusta reflejar "la compleja experiencia humana". Viaja entre 3 culturas, la mexicana, la chicana y la gringa. Es profesor de filosofía y estudios religiosos en Chandler-Gilbert-Community College, institución de estudios superiores. Archives
July 2021
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