Las cosas no son de nadie
Un relato Por David Alberto Muñoz Recuerdo que mi tía Olivia siempre llegaba a la casa con sus dichos y diretes. Mis primos, mis hermanos y yo, a veces nos burlábamos de ella, pero ya que le poníamos atención, nos decía un montón de cosas que era como una lección para toda la familia. Una tarde de domingo, estaba todo mundo peleando por cosas que la mera verdad no valen la pena. Mis papás discutían si deberían de comprar un auto nuevo, mi madre decía que ya teníamos más de 10 años con el mismo carro, mientras que mi padre se empeñaba en seguir ahorrando según él dinero. —Si compramos carro nuevo tenemos que dar un enganche, y aparte la mensualidad, que hoy en día pueden ser más de $200.00 dólares. Y acuérdate del trámite de las placas, el registro, el seguro, y todo lo demás que tienes que pagar. —¡Ah Ramiro José! ¿Cuántas veces has tenido que llevar el coche para que lo arreglen? El mes pasado fueron 5 veces. Ya necesitamos uno nuevo. ¿No crees? Mi hermana y yo discutíamos sobre quién era el dueño de aquellos discos de 45 revoluciones que descubrimos en el garaje de la casa de mis papás. Uno era de Los Beatles, el famoso Let it be, y aparte, había dos de los Creedence Clearwater Revival, uno de Mungo Jerry, y uno de Bobby Sherman. Sólo la gente que vivió esos tiempos se va acordar de quienes eran estos músicos, y pues mi hermana y yo casi agarrados a trancazos porque ambos deseábamos llevarnos los discos a nuestras casas. Y para acabarla de amolar, los hijos, no solo los nuestros sino también de todos los primos, se estaban peleando por jugar un juego de video que ni sé cómo se llamaba. Total, era una alegata como ya era costumbre en la familia. De pronto, mi tía Olivia se pone de pie, y con esa autoridad que tenía nos dice a todos que nos callemos, que parecemos todos viejas chismosas. ¡Ah güey! —No saben ustedes que las cosas no son de nadie. Sí, no son de nadie. Se nos prestan simplemente durante esta loca vida que tenemos, pero al final de cuentas, cuando todos entreguemos el cuerpo, no nos vamos a llevar absolutamente nada. ¿Cuándo nacieron como llegaron a este mundo? Desnudos, totalmente encuerados, sin ropa ni nada, y cuando muramos, nos vamos a ir igual sin nada, porque esta caja terminará siendo polvo de la tierra porque las cosas simplemente no son de nadie, ni siquiera este cuerpo al cual tanto amamos. ¿Oyeron? ¿Entienden? Todos asentamos con la cabeza. La tía Olivia tenía toda la razón. Las cosas no son de nadie. A veces me pregunto porque guardamos tantas cosas, según nosotros son recuerdos, y puede que sí, recuerdos de nuestra vida, pero al final de cuentas, llegaremos al olvido porque después de dos o tres generaciones, la gente olvidará quienes fuimos, hasta nuestros nombres desaparecerán, y todas nuestras cosas que tanto queríamos irán a la basura, porque perderán todo su significado. Mi tía tenía, y tiene toda la razón. Las cosas no son de nadie. © David Alberto Muñoz
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David Alberto MuñozSe autodefine como un cuentero, a quién le gusta reflejar "la compleja experiencia humana". Viaja entre 3 culturas, la mexicana, la chicana y la gringa. Es profesor de filosofía y estudios religiosos en Chandler-Gilbert-Community College, institución de estudios superiores. Archives
July 2021
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