Peregrinos y sus letras
  • Mission
  • Visión
  • Literatura
    • Saúl Holguín Cuevas
    • Armando Alanís
    • Josué Alfonso
    • María Dolores Bolívar
    • Oscar Cordero
    • Esteban Domínguez
    • Juan Felipe Herrera >
      • Juan Felipe Herrera
    • Miguel Ángel Avilés
    • Escritor/a Invitado/a
    • María Candelaria Cuevas
    • Magali A. Solorza
    • Héctor Vargas
    • Miguel Ángel Godínez Gutiérrez
    • Entrevistas
    • Diversidades infinites
    • Lengua liquida
    • Eloy Villar Argaiz
  • Literatura 2
    • enriKetta luissi (Olga Gutiérrez Galindo)
    • Mujeres
    • Violant Muñoz i Genovés
    • Teresa Jose Creus
    • David Alberto Muñoz
    • Manuel Murrieta Saldívar
    • Sonia Silva-Rosas
    • Víctor Manuel Pazarín
    • Kepa Uriberri
    • Kimberly Williams
    • Reseñas
    • Ensayos
    • Teatro
    • Mexicalipsis
    • Poesía
    • Crónica
    • Microcuento
    • En tiempos del coronavirus
  • ARTE
    • Artistas invitados >
      • Xico
      • Fexam Media - Arte
      • Miscelánea artística
      • Fotografía: José Reyes García Esquivel
      • El arte del café y las empanadas
      • Jose Manuel Argueta Chavarria
  • MÚSICA
    • Fexam Media
    • Perfiles
    • Músicos invitados
  • Cine
    • Taller de cinefilos
    • Reseñas: Juan Villa
    • Cine en FEXAM, PySL y Huellas
  • Galería de fotos
  • Enlaces / Links

Presencia

Los zapatos rojos

1/8/2020

0 Comments

 
Picture
Los zapatos rojos
Un cuento
por
David Alberto Muñoz
 
Los tacones de color rojo estaban donde siempre Maritza los ponía. Recargados en la pared que daba al oeste dentro de su cuarto. Ella decía que le gustaba pensar que los zapatos estuvieran en esa dirección, donde el sol se mete. No estaba segura por qué. Parecían de pronto como un cuadro pintado con algún propósito artístico, simplemente estaban ahí, para adornar, para dejarse ver, o tal vez, porque a veces, le costaba trabajo a Maritza, usarlos; ya no le quedaban tan bien a la joven muchacha.
 
Todas sus amigas que eran invitadas dentro de su recamara, los miraban con ojos de sorpresa. Se miraban tan bien, tan estéticos, con una extraña fuerza interna que se dejaba ver a distancia.
 
—¿Dónde los compraste Maritza? Están preciosos. Y mira nada más el tacón, es alto, delgado, pero me imagino que te sostiene muy bien. ¿O no?
 
La muchacha simplemente sonreía y dejaba que sus amigas especularan más en relación a aquellos zapatos rojos de tacón alto, que con porte adornaban su cuarto y se convertían en una verdadera tentación para todas las damas. Todas, deseaban probárselos. Algunas se animaban y le decían a la susodicha de Maritza.
 
—¿Me dejas que me los pruebe manita?
 
—Sólo quiero ver cómo se me ven.
 
—No seas gacha… ándale… Creo que nunca te los he visto puestos.
 
Maritza solamente sonreía. Lanzaba sus gestos al aire mientras que los zapatos rojos parecían cobrar vida propia. Un extraño manto cubría cada escena dentro de la recamara de la joven. Ella, se levantó y tomó aquellos calzados dejando ver su mano ruda, grande, eran las manos de un ser humano trabajador.
 
—¿Dónde los compraste? Se me hacen tan exclusivos, tan exóticos.
 
—Préstamelos para usarlos hoy por la noche, ¿sí? Voy a salir con Eusebio. Creo que esta noche sí se le va a hacer al chamaco. Ya lleva tiempo lanzándome los perros. Y la verdad está bien chulo el condenado.
 
Maritza de pronto se levanta y vuelve a poner aquellos zapatos rojos en el lugar donde ya tenían bastante tiempo.
 
—Disculpen muchachas. No se los puedo prestar. Estos zapatos son especiales, son mágicos.
 
Todas voltearon a verse con rostro de sorpresa.
 
—Óyeme, no manches. Ni que fueran de oro los pinches zapatos.
 
—No, no son de oro, pero estos zapatos son los que me hacen parecer más como una verdadera mujer.
 
Maritza se quitó su peluca, dejando ver el rostro de un hombre escondido detrás del maquillaje. Como cuando prenden la luz en un congal porque ya es hora de cerrarlo, y es entonces cuando puedes ver las cosas tal y como son. Maritza se llamaba en realidad Heriberto, hacia ya mucho tiempo que vivía como Maritza, al punto que todas sus amigas creían que en realidad era mujer.
 
—¡Pero esto no es posible Maritza! Tenemos años de conocerte.
 
La muchacha se sentó sobre su cama. Cruzó la pierna coquetamente y habló de un modo en el cual, nunca, nadie la había escuchado. Con una voz algo ronca habló quizás por primera vez en su vida.
 
—Cada vez que me pongo estos zapatos, siento un cambio grande en mí. Fueron un regalo de mi tía Francisca. Ella sabía que yo era transexual. Siempre me apoyó. Creo que todo mundo lo sabía, pero mis tiempos fueron una época de secretos a voces. Nunca pude liberarme y salir del closet como dicen ahora. Pero cada vez que me pongo estos zapatos rojos, pasa algo mágico dentro de mí.
 
Todas quedaron anonadadas. Jamás habían visto a Maritza de esa forma, tan varonil, tan fuera de lugar, nunca habían pensado que no era mujer.
 
—Pero, ¿cuánto tiempo tenemos de conocerte?
 
—A mí siempre te me hiciste muy femenina, tu fisonomía siempre fue de mujer.
 
—Nunca había notado… pero creo que tienes la manzana de Adán.
 
—¡No!—gritaron todas.
 
—Dice la leyenda, que a Adán, se le atoró un pedazo de la fruta prohibida en la garganta—habló Maritza con gran seguridad—Por eso, todos los varones que descienden de ellos poseen esa marca que sólo los hombres poseen. Bueno, aunque sí hay chicas que la pueden tener. Pero en mi caso, ha ido desapareciendo poco a poco. Cada vez que me pongo estos zapatos, mi cuerpo parece transformarse, me hago más mujer que ayer, y obtengo de una manera mágica, el mismo cuerpo que cualquier mujer.
 
—¡Estás loca Maritza! No sabes lo qué dices. Eso es imposible.
 
La muchacha tomó una vez más aquellos zapatos mágicos de acuerdo con ella. Fue a cambiarse de ropa y al salir del baño, la figura casi perfecta de una hembra joven destellaba a las presentes, quienes no sabían qué decir, ni qué hacer.
 
—Ya ven—Maritza hablaba con un tono mucho más agudo, el tono de una verdadera mujer—¿Me creen ahora?
 
Todas se levantaron anunciando tal vez la siguiente pregunta que era vital para entender esa brujería que estaba sucediendo, de acuerdo con cada una de ellas.
 
—Bueno… y… ahí… abajo… ¿Qué tienes?
 
Maritza sonríe de labio a labio mientras su mente se pierde en ese laberinto en el que ha estado ya por muchos años, desde que descubrió lo que verdaderamente sentía.
 
Todos los ojos estaban sobre ella. Los oídos más que atentos, y era casi imposible quitar la mirada de la zona erógena de Maritza.
 
—Ahí tengo mis órganos sexuales, mi identidad mezclada entre dos géneros, entre dos opuestos que no se pueden encontrar. Dos caminos que a mí me confunden mucho. Porque lo que siento, no es lo que miro en ocasiones sobre mi cuerpo. Pero al ponerme estos zapatos rojos, nazco, crezco, germino como una nueve especie humana. O a lo mejor solamente me engaño a mí mismo, porque la realidad me dice que lo que siento, nunca estará de acuerdo con mi cuerpo. Pero estos zapatos lo logran, de verdad, con estos zapatos me trasformo en Maritza, y mientras no me los quite, soy feliz, porque ni ustedes mismas se habían dado cuenta.
 
Maritza levantó su vestido… y entonces ellas pudieron ver…
 
Era simplemente Maritza, una hembra cambiada por la magia de unos zapatos rojos.
 
© David Alberto Muñoz 

0 Comments



Leave a Reply.

    David Alberto Muñoz

    Se autodefine como un cuentero, a quién le gusta reflejar "la compleja experiencia humana".  Viaja entre 3 culturas, la mexicana, la chicana y la gringa. Es profesor de filosofía y estudios religiosos en Chandler-Gilbert-Community College, institución de estudios superiores.

    Archives

    July 2021
    April 2021
    December 2020
    June 2020
    April 2020
    March 2020
    February 2020
    January 2020
    December 2019
    November 2019
    October 2019
    September 2019
    August 2019
    July 2019
    June 2019
    May 2019
    April 2019
    March 2019
    February 2019
    January 2019
    December 2018
    November 2018
    October 2018
    September 2018
    August 2018
    July 2018
    June 2018
    May 2018
    April 2018
    March 2018
    February 2018
    January 2018
    December 2017
    November 2017
    October 2017
    September 2017
    August 2017
    July 2017
    June 2017
    May 2017
    April 2017
    March 2017
    February 2017
    January 2017
    December 2016
    November 2016
    October 2016
    September 2016
    August 2016
    July 2016
    June 2016

    RSS Feed

Peregrinos y sus letras

Founder/ Fundador: David Muñoz
General Editors / Editores Generales: Graciela Silva Rodríguez y Daniel Vargas Minerbi
 

© COPYRIGHT 2015. ALL RIGHTS RESERVED.
  • Mission
  • Visión
  • Literatura
    • Saúl Holguín Cuevas
    • Armando Alanís
    • Josué Alfonso
    • María Dolores Bolívar
    • Oscar Cordero
    • Esteban Domínguez
    • Juan Felipe Herrera >
      • Juan Felipe Herrera
    • Miguel Ángel Avilés
    • Escritor/a Invitado/a
    • María Candelaria Cuevas
    • Magali A. Solorza
    • Héctor Vargas
    • Miguel Ángel Godínez Gutiérrez
    • Entrevistas
    • Diversidades infinites
    • Lengua liquida
    • Eloy Villar Argaiz
  • Literatura 2
    • enriKetta luissi (Olga Gutiérrez Galindo)
    • Mujeres
    • Violant Muñoz i Genovés
    • Teresa Jose Creus
    • David Alberto Muñoz
    • Manuel Murrieta Saldívar
    • Sonia Silva-Rosas
    • Víctor Manuel Pazarín
    • Kepa Uriberri
    • Kimberly Williams
    • Reseñas
    • Ensayos
    • Teatro
    • Mexicalipsis
    • Poesía
    • Crónica
    • Microcuento
    • En tiempos del coronavirus
  • ARTE
    • Artistas invitados >
      • Xico
      • Fexam Media - Arte
      • Miscelánea artística
      • Fotografía: José Reyes García Esquivel
      • El arte del café y las empanadas
      • Jose Manuel Argueta Chavarria
  • MÚSICA
    • Fexam Media
    • Perfiles
    • Músicos invitados
  • Cine
    • Taller de cinefilos
    • Reseñas: Juan Villa
    • Cine en FEXAM, PySL y Huellas
  • Galería de fotos
  • Enlaces / Links