Si hay algo para lo que somos buenos los seres humanos, es para criticarnos unos a otros.
Somos y no somos Por David Alberto Muñoz No recuerdo con certeza cuando fue la última vez que me sentí de esta forma. Tal vez nunca, porque he descubierto que en mi juventud no tenía mucha conciencia; no se trata de presumir que ahora tengo mucha, porque no, pero confieso que los años no pasan en vano, si es que uno presta atención. Me doy cuenta que entre más viejo me pongo, las cosas siguen cambiando, el mundo en el cual vivo se trasforma a cada segundo, lo quiera yo o no, frente a mis propios ojos las cosas cambian completamente, y desaparecen aquellas a las cuales estaba acostumbrado. Bien lo dijo Heráclito, entramos y salimos en los mismos ríos pero a la misma vez somos y no somos los mismos. Lo curioso es que todo parece ir con mayor rapidez, con una inevitable velocidad que en ocasiones siento, me deja atrás. La vida moderna es tan rápida, a veces pienso que la tecnología ya nos ha conquistado. Todos caminamos con ese pequeño aparatito que nos abre las puertas a casi todo el saber humano. Hace años, si yo quería saber cómo se mueven los mares dentro de sus corrientes naturales, tendría que ir a una biblioteca, sacar unas tarjetitas muy bien guardadas con cierta numeración, ir y buscar en medio de cientos y cientos de libros, para finalmente encontrar mi respuesta. Hoy en día lo único que hay que hacer, es un googoolazo, y como por arte de magia, aparece en mis propias manos la información que necesito. Todos trabajamos con los adelantos de la tecnología, una computadora Laptop, una tableta, y por supuesto, un teléfono celular, todos conectados el uno con el otro por medio de G-mail, Google, Microsoft, o sólo Dios sabe que tantas aplicaciones disponibles. De pronto, nos encontramos laborando, pero recibimos notificaciones del Facebook, podemos asignar un sonido en especial para asegurarnos de dónde, o de quién, viene el mensaje. Nuestros correos electrónicos también pueden ser reconocidos, así como quién nos llama por teléfono, o quienes nos mandan mensajes de texto. A veces, es muy curioso el observar, que la gente ya casi no se mira a los ojos, por el contrario, todos están anclados a sus teléfonos, sus miradas perdidas en un texto, o en una imagen que enviamos constantemente, pensando que todo el mundo la va a ver, que a todo el mundo le interesa como nos sentimos, como nos vemos. Los mentados selfies se acumulan en la memoria del teléfono, y es menester de vez en cuando borrar las imágenes que ya no queremos. Por si fuera poco, ponemos nuestras vidas enteras bajo la luz de un mundo raro y en ocasiones adverso. Pretendemos que estamos contentos, a veces sí lo estamos, pero en otras ocasiones se pueden oír voces de frustración y amargura, de enojo, no estoy seguro del por qué. Existen también aquellas voces que nada más les están tirando piedras a los demás, no importa que discurso tengan. Si hay algo para lo que somos buenos los seres humanos, es para criticarnos unos a otros. Los religiosos les dicen a todo mundo que están en pecado y necesitan darle su vida a Jesucristo, bueno, si son cristianos, porque también tenemos musulmanes, hindúes, judíos, budistas y hasta satanistas, de todo hay en la viña del señor. Los ateos se burlan de los fieles presentando argumentos basados en la lógica y no en la especulación. Existen aquellos que tienen una conciencia social, y constantemente, hablan de las injusticias de los que están en el poder para con la gente trabajadora, del pueblo, o el populacho, dependiendo de qué trasfondo educativo tengamos. No pueden faltar, los solitarios, que andan buscando a alguien con quién platicar. Las mujeres tirándoles piedras a los hombres, los hombres a las hembras, los jóvenes con su cultura “milenaria”, que en realidad ya no pueden concentrarse más de media hora porque necesitan una nueva aplicación que utilizar, y a veces no le ponen estampilla a las cartas, porque no logran entender que sea necesario poner un pedacito de papel sobre otro papel, y pagar por el mismo. Aquellos obsesionados por el buen comer, expresan que es menester comer saludablemente, cuidar el cuerpo y hacer ejercicio. Los viciosos nada más quieren andar de fiesta en fiesta. Los graciosos contando chistes de todos colores. Los artistas, escritores, actores, pintores, bailarines, escultores, músicos y demás, todos en busca del perfecto planteamiento de lo que realmente significa estar vivo, sin poder evitar a los envidiosos que se sacan de onda porque el vecino comió langosta y ellos no, además, los orgullosos, que se levantan a pura jactancia, aquellos que se la pasan diciendo frases de sabiduría, de locura, de arrebatamiento, los que esperan el gran apocalipsis, los que destruyen en el nombre de su Dios, todos, sí, absolutamente todos, simplemente viviendo porque no nos queda de otra. Como diría mi abuela: “Cada loco con su tema”. Y es verdad, no todos son felices, no todos ríen y gozan, hay algunos que prefieren llorar y encuentran su gozo sumergidos en la tristeza, pero todos al final de cuentas, descubrimos si es que somos honestos con nosotros mismos, que lo único que realmente sabemos es que respiramos, y por lo tanto estamos vivos, y que todos vamos al mismo lugar, nos guste o no. Cuando era más joven no pensaba mucho en la muerte. Pero cuando me doy cuenta de que algunos de mis amigos se están muriendo, que nuestros padres ya desaparecieron. Confieso ciertas cosas, los juguetes que utilizaba cuando era niño ya parecen ser de la Edad Media. La rapidez que tenía al moverme ha disminuido, y sí, no soy un viejo todavía pero para allá voy, y es importante saber cómo vamos a enfrentar la vejez si es que llegamos. Descubro, que cuando voy al médico, puedo ver gente ya grande, con sus bastones y andadores, y me doy cuenta que mi tiempo ya está más cerca. ¡Chingada! Y apenas le estaba agarrando patín a la vida. Todo sigue cambiando, el adquirir sabiduría no es la mera acumulación de saberes. Esto no es lo sabio diría Heráclito, para él, lo sabio es uno y una sola cosa, “los opuestos” (se parece al taoísmo). No podríamos entender la noche sin comprender el día, jamás sabríamos de las profundidades del mar sin la inmensidad del cielo. La vida humana es una acumulación de opuestos, hombre y mujer, anciano y joven, blanco y negro, alto y bajo, y en medio, toda una gama de posibilidades alternativas que nos hacen ser lo que somos. ¡Simplemente seres humanos en oposición a todo aquello que no entendemos, no queremos, no deseamos, o simplemente no intentamos conocer! El río fluye y cambia, la corriente igual, y al pisar nosotros el agua, estamos cambiando, y esos segundos de cambio, de trasformación, muchas veces no podemos percibirlos. Es por esto precisamente, que somos y no somos los mismos. ¡Pinche vida! Mejor vivirla porque después… sólo los dioses sabrán… © David Alberto Muñoz
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David Alberto MuñozSe autodefine como un cuentero, a quién le gusta reflejar "la compleja experiencia humana". Viaja entre 3 culturas, la mexicana, la chicana y la gringa. Es profesor de filosofía y estudios religiosos en Chandler-Gilbert-Community College, institución de estudios superiores. Archives
July 2021
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