¡Muchas gracias Chile!
Por David Alberto Muñoz Rancagua, Chile. - La primera vez que vi la cordillera de los Andes en vivo, quedé atónito verdaderamente. Imaginé muchas veces el vislumbrarla desde las alturas, sin embargo, cuando finalmente tuve la oportunidad de verla con mis propios ojos, descubrí una vez más, el valor de viajar y la transcendencia existente, hablo de esa curiosa consecuencia que se da, cuando tenemos la oportunidad de visitar los distintos países que tenemos en América Latina. Chile me recibió con los brazos abiertos. Desde aquella joven anglosajona, una maestra que vive en Chile, de nombre Noemí, quién tuvo a bien, darme un aventón hasta la estación de autobús en Santiago, para poder llegar a Rancagua, hasta aquel taxista de Uber, quien amablemente me dio su nombre, su teléfono y dirección, solamente en caso de que se me ofreciera algo. La gente que vive en Chile son personas muy amables, con muy buen espíritu que, a cada paso de su existencia, logran comunicar su realidad del cono sur, y a la vez, proyectan una muy amable intención para con sus visitantes. En mi breve estancia, he escuchado historias sobre la dictadura de Pinochet, me han platicado de experiencias personales que muchos padecieron, durante aquel oscuro capítulo que vivió esta nación. He visto con mis propios ojos el gran sentimiento de orgullo y de excelencia que toda la gente chilena posee, ya que al igual que cada uno de nosotros, aman a su tierra más que a cualquier otra. He platicado con su juventud, voces que ya muestran quizás la nueva narrativa chilena. He caminado por sus calles, dónde he encontrado monumentos erguidos al esfuerzo humano. De pronto, me he dado cuenta que Chile es tierra de grandes escritores, Neruda, Mistral, Allende, por mencionar sólo algunos, y me percato de que las letras siguen vivas dentro de un país a quien desearon someter por la fuerza, inculcando quizás, una cultura del silencio de la cual, todavía muchos se encuentran luchando contra ella. He sentido un frío que en las tierras dónde vivo ni siquiera se piensa. He paladeado su cultura culinaria, sus cazuelas de ave, cocinada con calabaza, que aquí se le dice zapallo. He escuchado ese acento tan peculiar que tienen los chilenos, que parece hipnotizarnos, dejando una rara amabilidad en las voces de los pobladores, donde se especula, que Chile, se llama Chile por la voz aymara “Chilli” en el cuál hay dos significados: uno es el “confín del mundo” y el otro “el lugar más alejado o más hondo de la tierra”. Una versión entre tantas, como la que dice que tiene origen quechua Chili o Tchili, que significa frío o nieve, o aquella que expresa, que la palabra Chile tendría un origen onomatopéyico (palabras que imitan sonidos), y este sonido viene del canto de un pájaro que se llama trile el cual emite un sonido parecido a: ¡chile, chile! He visto con mis propios ojos a un Chile moderno, contemporáneo, con problemas políticos, al igual que todos los países de Latinoamérica, y de igual manera he sentido el calor de amigos, que ya se han convertido en parte integra, de mi peculiar viaje existencial. Definitivamente, escribiré más sobre Chile en el futuro, simplemente deseaba dejar una breve huella, que sea testimonio, de lo que he experimentado en este viaje, que ya es muy especial. Gracias Chile, gracias Ernestina Pinto, gracias a cada uno de los chilenos que tuvieron a bien invitar a este profesor y escritor a compartir las locuras que ha vivido, visto y experimentado, con todo el pueblo chileno. ¡Muchas gracias Chile! © David Alberto Muñoz
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David Alberto MuñozSe autodefine como un cuentero, a quién le gusta reflejar "la compleja experiencia humana". Viaja entre 3 culturas, la mexicana, la chicana y la gringa. Es profesor de filosofía y estudios religiosos en Chandler-Gilbert-Community College, institución de estudios superiores. Archives
July 2021
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