Por poco y me quedo con Carlos Manuel
Un cuento David Alberto Muñoz Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida Pablo Neruda —¿Qué pasó Susana? Estabas tan emocionada, tan contenta. Todo iba muy bien. ¿Te dijo algo o qué? —Tú no sabes Nayeli. —¿No sé qué? ¡Dime! Susana abrió su página del Facebook. Casi con desesperación busco la foto de Carlos Manuel, el hombre con quien había estado cuchicheando ya por varios meses. A pesar de no haberse conocido en persona, ya tenían toda una relación, e incluso, ya estaban hablando de vivir juntos. Se habían conocido por necedades del destino. Un extraño azar cubierto por la gran necesidad que tenía aquella mujer de 40 años, con dos hijos, y una completa carestía de cariño. Así era el mundo a principios de siglo. —Mira Nayeli. Le mostró la foto de Carlos Manuel. —¡Óyeme! No está mal el tipo. No será un jovencito, pero tú tampoco tienes 18 años. ¿Qué hizo? ¿No me habías dicho que era todo un tipazo? ¿Qué todo iba muy bien? Susana se encogió de hombros. Temblaba, como si tuviera un miedo horrible. Nayeli se preocupó, su amiga de tantos años ya había pasado por un divorcio, y desde hace meses le decía que había encontrado a un galán que le había prometido el cielo y las estrellas. Ella entendía que hoy en día las relaciones son muy complicadas, pero por lo que Susana le había contado, el tipo no era mala onda. —¡Por favor amiga! Dime qué pasó… —Por poco y me quedo con Carlos Manuel. —Eso ya lo sabía. Tienes meses diciéndome lo mismo. ¿Qué pasó? —Me dijo algo que me dio miedo. Nayeli lanzó los brazos al aire. ¿Por qué su amiga siempre tenía que ser tan miedosa? —¡Ah Susana! El tipo no está mal, se ve guapo en la foto esa que me enseñaste. ¿Qué pasó? ¿Ha engordado? ¿Se le cayó el pelo? ¿Qué? Susana miraba alrededor como queriendo esconderse de alguien. La voz le temblaba, escondía su rostro sobre sus manos cada cinco segundos. Estaba irreconocible. Nayeli, cobró calma, se sentó junto a su amiga, y de la mejor manera trató de que Susana escuchara sus palabras. —Por favor cálmate… y dime qué pasó con Carlos Manuel. ¿Resulto ser un violador en serie? ¿Te amenazó? ¡Habla mujer por el amor de Dios! Susana se puso de pie y fue a la cocina. Sacó una botella de vino que tenía en el refrigerador y se sirvió una copa que bebió casi de un trago. —Ayer Carlos Manuel y yo estábamos platicando, como todos los días. Él siempre se ha portado muy bien, muy caballeroso. Yo le dije la verdad, que estoy divorciada, tengo dos niños chicos relativamente y que tengo 40 años. Creo que lo único que no le dije fue que andaba buscando pareja. Tantos tipos me han dicho cada pendejada que para que te cuento. —Bueno ¿y? —Comenzó a hablar raro. Como que quería sacarme algo no sé. Me dijo, dime algo de ti. Ya le había dicho que soy abogada y que ejerzo ley corporativa. ¿Qué más quería, no? Soy una mujer inteligente, preparada. —Quería saber más de ti, eso es todo. —Le repetí lo que ya le había dicho anteriormente… y fue cuándo él me dijo… —¿Qué te dijo? —Soy maestro y escribo poesía. —¡Un poeta!—lanzó una fuerte carcajada Nayeli—Esos sí que están rete locos, pero al menos será romántico. —¡Nayeli por favor! —¿Qué? No entiendo, ¿qué más pasó? —Me dijo, soy poeta y tengo 63 años… 63 años Nayeli… Te das cuenta… Me lleva 23 años mujer…23 años… por el amor de Dios… yo no puedo amarrar mi vida a la de un hombre tan viejo. A lo mejor ya ni se le para. ¿Qué voy hacer cuando necesite que lo cuiden? Yo no quiero estar cambiándole los pañales. ¡Quién se cree! Yo todavía estoy joven, no seré ninguna jovencita, pero todavía me gusta coger. ¿Qué voy a hacer con un viejo de 63 años? Tú dime Nayeli… ¿Qué voy a hacer? Nayeli permaneció en shock. No sabía si reírse, o lanzar un grito de total incomprensión. Vio la foto nuevamente. —Pues un viejo así no me parece nada mal Susana. —Pues quédate tú con él. Nayeli suspiro largamente. —Te patina el coco amiga. —Por poco y me quedo con Carlos Manuel… por poco y lo hago… gracias a Dios me dijo su edad, que si no… santa madre de Cristo… voy a tener que empezar a buscar otra vez… Así de raras eran las relaciones a principios del siglo 21… Tal vez, siempre han sido raras… © David Alberto Muñoz
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David Alberto MuñozSe autodefine como un cuentero, a quién le gusta reflejar "la compleja experiencia humana". Viaja entre 3 culturas, la mexicana, la chicana y la gringa. Es profesor de filosofía y estudios religiosos en Chandler-Gilbert-Community College, institución de estudios superiores. Archives
July 2021
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