Un escribidor y una mañana Un cuento Por David Alberto Muñoz A la novela La tía Julia y el escribidor, de Mario Vargas Llosa, que inspiró este cuento Un escribidor se levantó temprano por la mañana para empezar a escribir su novela. Ya tenía cierto tiempo intentándolo, y esa mañana, se decidió a realizar tal fin. Preparó una taza de café bien cargado. Encendió su pipa, que de alguna manera le decía sí, tú eres un escribidor, pero de los prolíficos, no de los malos. Recordó la lección que le habían dado hace ya muchos años, algún profesor de literatura. —La primera oración de cualquier novela es vital para lograr mantener la atención del lector. Cuando vayan a las librerías o bibliotecas, lean la primera oración o el primer párrafo de cualquier libro, y pregúntense: ¿Quiero seguir leyendo esto? Bueno, pensó, primero tengo que decidir qué tipo de novela voy a escribir. Tal vez, una novela policíaca, donde la trama consiste en la resolución de un misterio criminal, y el protagonista, es por regla general un policía o en algunos casos, el mismo criminal, hasta la puedo convertir en una novela negra. —El detective Allan Pinkerton, llegó a la ciudad de México sin pensar, que descubriría el crimen del siglo detrás de una taquería en la colonia Roma. No está mal, se dijo así mismo. ¡Qué tal una novela erótica! Donde la temática gira alrededor del sexo y el erotismo. —Verónica, siempre deseó estar en un automóvil, con un total desconocido, con la blusa abierta y un pecho de fuera. Se acordó de Juan García Ponce, y se cuestionó, ¿será eso plagio? No creo que la gente se dé cuenta, ya casi nadie lee. ¿Entonces? ¿Por qué quiero escribir una novela? Además, no faltará ese alguien que sí ha leído y te ponga el dedo. Qué les parece una novela fantástica, donde vemos a personajes que en realidad no existen, en lugares mitológicos, fuera de un contexto verídico, pero sí con un mensaje, como la Caperucita Roja. —En medio de un imperio construido en su totalidad del maíz, los dioses concibieron a los humanos para satisfacer sus necesidades de esparcimiento. Así, surgió el Imperio de Malaz. ¿Le iba a gustar a Steven Erikson? Aunque pocos lo sabrán, no será palabra total, nacida de mi propia letra. Después de mucho pensar, y haber recorrido casi todos los géneros novelescos en existencia, el escribidor se resignó a no escribir nunca su novela. —Ya han surgido tantas palabras escritas, tantas tramas creadas, tantas fantasías casadas con la realidad que ya no parece haber nada más que escribir. De pronto, unas letras invaden su mente. —Vio la ropa que estaba colgada en su closet, había camisas de muchos fracasos, pantalones de algunos logros y corbatas de una total indiferencia humana. Así, tomó su saco de individualidad, y decidió escribir algo, aunque nadie jamás lo entendió. Así, empezó su día. Entonces, le pareció que escribir, no es tanto inventar cosas nuevas, más bien es la forma de acomodar las palabras, la manera de desnudar los sentimientos. Era simplemente un escribidor, durante una mañana de tantas. © David Alberto Muñoz
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David Alberto MuñozSe autodefine como un cuentero, a quién le gusta reflejar "la compleja experiencia humana". Viaja entre 3 culturas, la mexicana, la chicana y la gringa. Es profesor de filosofía y estudios religiosos en Chandler-Gilbert-Community College, institución de estudios superiores. Archives
July 2021
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