Una noche antes
Un cuento Por David Alberto Muñoz No podía entenderlo… era la noche antes de año nuevo, pero no … se sentía raro… era muy curioso, todos los años hablaba con el mismo y se prometía un millón de cosas. Eran sus promesas de año nuevo, como todo mundo lo hace. Perder peso, dejar de fumar, no beber tanto, ir a la escuela, tratar mejor a la amante, ir por fin al médico y hacerse esos exámenes que ya tanto tiempo le pedían que se hiciera, en fin… era la historia de siempre… no podía entenderlo. Todas las promesas se rompían al siguiente día, siempre posponía todo lo que quería realmente hacer… o al menos… lo que él pensaba era realmente lo que deseaba hacer… no… definitivamente… no podía entenderlo… —¿Cuándo fue la última vez que hiciste esa promesa? —No sé… —No importa, no tiene caso. Sigues siendo el mismo, quizás peor que el año pasado. Vives de promesas que se pierden en tu mente y aunque las reconozcas, nunca sabes cumplirlas. El año nuevo es nada más una excusa para emborracharte y hacer tu desmadre. Miraba a su alrededor, y todo lo que lograba percibir eran voces perdidas de individuos convertidos en caricaturas que anhelaban mostrar cierta felicidad, entonando el cántico común de la soledad. —Eres muy egoísta. Te escondes detrás de esas palabras que te ayudan a mostrar tu cobardía. “Así soy yo, ¿qué quieren?” Trataba de todo corazón, pero su propia naturaleza lo dominaba. No lograba entenderlo… —Fíjate bien lo que tienes que hacer. Necesitas pagar todas tus deudas porque si no, te va a llevar la chingada. Debes de al menos intentar llevarte mejor con tus vecinos, sobre todo el de enfrente que nada más es un mamón acomplejado, pero, en fin, no deja de ser un ser humano. —¡Y a mí qué me importa! —Ya ves cómo eres. Hacer una promesa significa al menos tratar. —Ya traté, y el tipo de plano me cae muy mal. Aquellas voces se convertían en mares de palabras sin sentido, lo importante era contradecir a todo mundo, que nadie sintiera que era mejor que él, porque eso, era precisamente lo que lo volvía loco. Esa locura tan humana que todos llevamos por dentro. Deseamos escaparla, pero no podemos. —Pues te cuento… las fiestas han estado bien, extraño a mi hermano que se murió hace apenas un año. Mi padre nos pegó un buen susto ayer apenas, porque sangró mucho en la orina, pero gracias a Dios está mejor. Te he extrañado mucho, tal vez tú crees que no hablándome puedes huir de mi presencia, pero como dice el salmista, “¿adónde huiré de tu presencia?” Siempre he pensado que por más que trates, no lograras escapar de ti misma. Lo traes en la sangre, y me dejaste entrar literalmente dentro de ti, ya no puedes deshacerte de mi presencia, porque soy igual que una enfermedad terminal, cuando te pega, sólo la misma muerte podrá separarte de mí. —No seas melodramático. Las manecillas del reloj caminaban al mismo ritmo de siempre. El tiempo no se puede detener, aunque tratemos. No hay fecha que no se cumpla, plazo que no se venza, ni deuda que no se pague. —¡Feliz año nuevo! Otro año había trascurrido. Pero no era igual que todos los años. Todos eran más viejos, con más experiencias, más canas, más cerca de la muerte, y algunos, ya se habían adelantado. No… no lograba entenderlo… ¿quién entiende la vida? Simplemente es otro año viejo, que recalentamos una vez al año para intentar decirnos a nosotros mismos, que el tiempo que todavía tenemos enfrente, va a ser mejor que todo lo que nos ha pasado hasta ese momento. El tiempo no se recupera, ¿cómo podemos decir que nos sobra tiempo? Tiempo perdido, jamás se recupera. —No desperdicies tu tiempo haciendo promesas, es mejor que actúes, y ya que lo logres te digas a ti mismo, lo hice. —Feliz año nuevo, chorizo con huevo… como decían en mi casa… —Por lo menos no pierdes tu sentido del humor. No, no lograba entenderlo… era la noche antes de año nuevo, pero no … se sentía raro… era simplemente otro año nuevo, dónde nada cambia, dónde las cosas siguen igual, donde las soledades se incrementan, donde se puede lograr ser feliz, donde las promesas se siguen rompiendo, aún por orgullo, un instante que pasa en un segundo, y más allá se descubre, que la vida sigue igual… Era nada más una noche antes de un año nuevo… © David Alberto Muñoz
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David Alberto MuñozSe autodefine como un cuentero, a quién le gusta reflejar "la compleja experiencia humana". Viaja entre 3 culturas, la mexicana, la chicana y la gringa. Es profesor de filosofía y estudios religiosos en Chandler-Gilbert-Community College, institución de estudios superiores. Archives
July 2021
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