Verdad o mentira
Un cuento erótico Por David Alberto Muñoz La joven mujer acababa de casarse. Iba bien maquillada con colores alegres. Sus ojos lucían grandes y provocadores, con esa mirada de niña a punto de convertirse en mujer. Fulguraba hermosura, con el tradicional velo de novia y su vestido bien apegado a su galano cuerpo. Era cierto, radiaba luz, esperanza, esa alegría que casi todas las novias portan en el día de su boda. En ocasiones, ese sentimiento se puede perder, se extravía en el laberinto de un tiempo dañado, donde nada pasa, nada ocurre, sólo los cadáveres de aquellos instantes que tal vez nunca ocurrieron, parecen permanecer detrás de su propio recuerdo. Así, sutilmente desaparecen con el paso del tiempo. Aquel hombre la miraba desde lejos. Sus ojos lucían con cierta lujuria. No…estaban llenos de concupiscencia. No podía evitar el verla sentada frente a él con esa mirada de infanta que tenía, mientras él, un íncubo en forma de humano, yacía sobre su cuerpo con toda la maldad que el placer provoca. Nunca supo si se burlaba o le temía, si lo quería o lo usaba, si realmente estaba o no. Ella siempre permaneció entre la verdad y la mentira. De alguna manera rara. Él entró en su alcoba, nunca supo si fue antes o después de la consumación del matrimonio. No le importó. No tenía celos del esposo, sólo deseaba tenerla, descargando esa extraña pasión que lo había consumido ya por tantos años, o que tal vez, era simplemente el sentir de unos cuantos segundos. La podía mirar tan cerca de él, que sentía que lograba tocarla con la yema de sus dedos. Ella, lentamente se quitaba su hermoso vestido de novia. Pudo entonces ver sus senos grandes y voluptuosos, sus pezones parecían estar erizados. Al dejar caer el vestido debajo de sus piernas, pudo ver la perfecta formación de su pequeño cuerpo. Era una mujer pequeña, de baja estatura, pero con un porte de niña elegante, aristócrata, que desde el primer momento que la vio, la deseó con todo su corazón. Ella se observaba frente a un espejo. Estaba ya totalmente desnuda. Imaginó, o vio, que un líquido brotaba de su sexo, ella se tocaba como deseando alcanzar el orgasmo, su rostro imaginaba algo, nunca pudo saber qué fue… De pronto, ella se percató de su presencia. Asustada intentó huir, pero aquel depravado hombre logró contenerla y empezó a querer besar sus labios, su cuerpo, su todo, con una desesperación casi animal. Ella peleó con todo lo que tenía, pero de alguna forma extraña, al final cedió ante aquel ataque que a ambos se les figuró ser una profecía de los dioses. La penetró, y sintió esa inmensa humedad que sólo había imaginado en la mente. Tocó sus labios inferiores con su lengua, mientras apretaba sus pezones casi con angustia, cuando de pronto, ella lo aventó para morder su miembro con una rara y extraña pasión que los había ya consumido a ambos. Él le dijo: —Te quiero mucho… Ella respondió: —No…eso no es verdad… —¿No me crees? —Eso es mentira… Uno y otro despertaron sin saber dónde, y lo único que permanece en sus recuerdos, son esos momentos de lujuria que compartieron quizás, sólo aquella vez dentro de su propia imaginación. Desde entonces, él la acosa, esperando que un día ceda a sus deseos, y vuelva a amarlo una vez más. Ella le confiesa: —Mi vestido tenía muchos botones por la espalda, tendría que ayudarme alguien a quitármelo, por eso, como nunca llegó mi novio, por andar tomando con los amigos, fue ese intruso el que me ayudó, fue ese varón quién me tomó…fue ese morbo, lo que me llevó a ese lugar, del llamado paraiso del Edén… Nunca sabré si esta historia fue verdad o mentira… © David Alberto Muñoz
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David Alberto MuñozSe autodefine como un cuentero, a quién le gusta reflejar "la compleja experiencia humana". Viaja entre 3 culturas, la mexicana, la chicana y la gringa. Es profesor de filosofía y estudios religiosos en Chandler-Gilbert-Community College, institución de estudios superiores. Archives
July 2021
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