“El heredero” de Rafael Tarradas Bultó publicada por Espasa
El emocionante retrato de unos personajes que consiguieron brillar y sacar lo mejor de sí mismos en una época de oscuridad. En palabras del propio autor: “…Este libro no pretende ser un ensayo histórico, por lo que, pese a que he intentado que no hubiera incongruencias históricas, puede haber inexactitudes. Los protagonistas son ficticios, pero muchas de las vicisitudes que describen están basadas en hechos que realmente sucedieron y que me han contado sus protagonistas. Muchas de las localizaciones que se detallan existieron en su día y muchas siguen haciéndolo en la actualidad. Así, la masía de San Antonio sigue orgullosamente en pie cerca del pueblo de Cunit, en el Penedés, a medio camino entre Tarragona y Barcelona. La fotografía corresponde a uno de mis rincones favoritos, el Jardín de la copa. La finca sigue perteneciendo a la familia Bultó y la cueva de El Avenc, que sirvió de escondite a varias personas de la zona, continúa en el mismo lugar. La localidad ya no es una pequeña aldea, sino un pueblo grande que recibe a multitud de veraneantes en sus playas. La Torre de San Fernando también sigue en pie en Puigcerdá, en el mismo lugar que se describe en el libro. La Guerra Civil, como todas las peleas entre hermanos, cicatrizó muy lentamente y de vez en cuando seguimos viendo cómo el tema vuelve a la actualidad y provoca controversia. En el libro, he intentado que el marco de una situación excepcional enfatizara el carácter de los personajes, llevados al límite y obligados a menudo a participar en situaciones que deberían ser extrañas para cualquier mortal. He tratado asimismo de no ahondar en culpas ni responsables, dando por hecho que todos sabemos que se cometieron barbaridades en ambos bandos y que el mundo de aquel momento, gracias a Dios, no es el de ahora. Como digo, este libro no es un ensayo histórico y lo único que pretende en realidad es entretener al lector y llevarle a unos años oscuros en los que, sin embargo, muchos consiguieron brillar y sacar también lo mejor de sí mismos…” pero quiere dejarnos claro, que, a pesar de todas estas evidencias reales, la historia está novelada en un 80%, no es la historia real de su familia. Josefa y su madre recogían leña cuando vieron un reluciente landó avanzar en dirección a la finca de la familia Marqués. Desde entonces, la niña de siete años no había vuelto a ver a su madre. Diez años después era una joven guapa y obediente encargada del cuarto de costura en la gran casa. Su vida transcurría apacible hasta que en mayo de 1909 los Marqués anunciaron mediante telegrama su llegada para pasar la estación estival. Veinticinco años más tarde, la familia Marqués se ve abocada a abandonar su casa y su más que acomodada posición social. No serán los únicos, pues los Sagnier habrán de exiliarse y otros, como Antonio, pobre pero idealista, intentarán que sus convicciones morales no sean obstáculo para dar un giro a la sociedad. Todos ellos, defendiendo sus ideales, son ajenos al caprichoso destino que los une mediante un poderoso lazo y un asombroso secreto. Una extraordinaria historia de amor, coraje, lealtad, traición y supervivencia. Basada en hechos reales. La novela se divide en tres partes formadas, a su vez, por distintos subcapítulos en los que suele cambiar el escenario y la voz narradora, siempre en tercera persona y focalizada en los personajes principales. La primera parte, situada en 1909, es un preámbulo largo en el que se nos presentan los protagonistas y se plantea un elemento capital en la trama: la existencia de un hijo bastardo del hereu de la fortuna de la familia Marqués. La segunda parte es la más extensa. Se inicia unos días antes del alzamiento del 18 de julio de 1936. Rafael Tarradas juega, en especial, con tres perspectivas distintas de aquellos días terribles: la del militar que cree necesario un golpe de timón —Fernando Sagnier—, la del sindicalista que piensa que ha llegado el momento de que cambien las cosas —Antonio Campo— y la del espectador perplejo que contempla, entre incrédulo y resignado, el estallido de la tormenta —Pablo Bultó—. La tercera parte, en 1940, funciona como un epílogo en el que el lector es testigo del destino de los personajes y de la resolución de los conflictos principales. El título “El heredero” hace referencia a la figura del hereu, una institución catalana que otorga los bienes familiares al hijo mayor, o hereu, para evitar la división del patrimonio de la familia. A cambio, éste, debe procurar que no les falte nada a sus hermanos y parientes. Buen lector y agudo escritor, Rafael Tarradas maneja con soltura varios registros narrativos sin perder la esencia de su estilo: elegante, preciso y capaz de evocar emociones y sensaciones, tanto por sus descripciones como por la composición de los personajes. La primera parte de la novela, situada en la masía de San Antonio, se mueve entre el drama que se apunta en sus primeras líneas y un cierto costumbrismo de toques victorianos al abordar las relaciones entre los señores y el servicio doméstico de la casa. Utiliza, en cambio, elementos de alta comedia al describir la vida de los Bultó-Marqués y de los Sagnier en San Remo. Destaca el relato desde el punto de vista de Inés. Es de una deliciosa ironía. Sus descripciones de la duquesa Skosrev y de la vida en su destartalada villa son de una inteligencia —y una sana mala uva— estupendas. La huida de sor Montserrat Bultó con un grupo de monjas a través de territorio hostil adquiere las notas de un emocionante drama bélico. Se palpa el peligro y el autor no oculta los desmanes de unos y otros. La guerra muestra aquí su cara más sucia e inhumana. Los episodios trágicos que vive aquel grupo de mujeres recuerdan, por momentos, los Desastres de Goya. A estas alturas de la novela, Rafael Tarradas introduce uno de los elementos fundamentales del suspense: el lector sabe más que los personajes. Así, cuando Inés se interesa por Javier Ferro de los Gazules, conde de Navalviento, el lector ya conoce su verdadera cara, la de un asesino despiadado y sádico. Las peripecias en Madrid de José Manuel Bultó, con identidad falsa, y de Antonio Campo consiguen transmitir el ritmo y la emoción de un buen thriller de espionaje. Los destinos de ambos se cruzan de una forma dramática, sin que uno y otro sospechen de su relación familiar. “El heredero” nos narra dos maravillosas historias de amor en unos tiempos convulsos y de violencia desbordada. Las relaciones de Pablo Bultó con Inés Sagnier y de Antonio Campo con María Ceballos son capaces de iluminar la oscuridad que los rodea. Aquí vuelve a jugar el autor con dos registros distintos. La relación de Pablo e Inés se mantiene en el plano formal y algo distante propio de su clase social. No hay excesos. Las cartas que intercambian, cuando él se alista en el ejército nacional, marcan el ritmo de la relación. Todo lo contrario, sucede entre Antonio y María. Es un amor más carnal desde el principio; la creación de una «casa de tolerancia» es una metáfora de su situación. Ambos saben que el final de la guerra a favor de los nacionales pondría fecha de caducidad a su idilio. Sin caer en la trampa del didactismo, Rafael Tarradas es capaz de sumergir al lector en la época y su ambiente. Sus descripciones son precisas y sabe utilizar la documentación para guiarnos a través de los acontecimientos históricos. Del mismo modo, los personajes están construidos de una forma sutil, para que abarquen una amplia gama de experiencias y de ideas. El autor nos muestra los contrastes entre las formas de mirar —y de sentir— los mismos hechos desde perspectivas personales distintas. Y, como dice en su nota, se toma algunas libertades. Esta novela, narra una gran historia de amor romántico... y muestra las infinitas formas que puede adquirir el amor en nuestras vidas y en las de los protagonistas. Inés y Pablo se conocen en la villa italiana de la duquesa Skosrev. El suyo responde a un idilio de gente bien con unos estrictos códigos de comportamiento. Hasta que Pablo no está en el ejército y le escribe desde San Ramón de la Ribera, al sur de Navarra, Inés no admite que está enamorada de él. Muy joven aún, su amor adquiere unos divertidos toques adolescentes de cartas leídas a solas y escondidas bajo el colchón. El sexo, claro está, ni se contempla. En cambio, los amores de Isidro con Josefa se mueven en unos parámetros sexuales muy distintos. La diferencia social es insalvable y ambos conocen las reglas del juego. Josefa sabe que no podrá pasar nunca de la categoría de querida y, sin embargo, se enamora y se entrega. Isidro asume su responsabilidad con el pequeño Antonio, aunque no lo reconoce legalmente. Es más de lo que harían casi todos sus amigos en una situación idéntica. O eso quiere pensar Blanca Marqués. El matrimonio Sagnier, formado por Fernando y Eugenia, es el vivo ejemplo de la estabilidad que dan los años de convivencia y de una forma de amor —digamos— aristocrático. Y de un cierto aburrimiento también. Él cede el mando emocional de la familia a su esposa, pese a que ella es mucho más fría y menos cariñosa. En las dos familias protagonistas se palpa el respeto y el amor. Los hermanos se quieren y se apoyan en los momentos más difíciles. Por amor a su hermano, Blanca decide seguir pagando la manutención y los estudios de su hijo ilegítimo, pese a los problemas que eso pudiera suponer en un futuro si se llegase a descubrir el parentesco. La huida de los Sagnier hacia Francia también ejemplifica ese apoyo mutuo. Y hay un último tipo de amor. Menos físico pero de gran fuerza: el amor por unos ideales, por una causa. Antonio, Montserrat, Pablo y José Manuel se entregan a él por distintas razones y en distintos bandos. Saben que les puede costar la vida. «He tratado asimismo de no ahondar en culpas ni responsables», señala Rafael Tarradas en la nota con la que se abre esta reseña. Por eso ha intentado mostrar la guerra desde múltiples puntos de vista. Todos ellos con sus matices, incluso en el mismo bando. Así, junto a personajes que se mueven por ideales, aparecen ladrones y asesinos que, por simple avaricia o para vengar supuestas afrentas, utilizan la contienda para robar o para asesinar. La patrulla de milicianos anarquistas que aterroriza el Garraf, al principio de la novela, o la partida de falangistas que impone el terror en Navalviento son dos caras de la misma terrorífica moneda. Los hechos históricos más destacados que enmarcan la novela son el alzamiento militar y las semanas posteriores de represión, la batalla de Madrid y los bombardeos sobre la capital, y las batallas del Monte Pelado y de Teruel. Las miradas de sor Montserrat, testigo de los hechos de Navalviento —no desvelaremos más—, y de Antonio Campo, compañero de Joan Pou en los primeros días de la guerra, son las miradas críticas de la gente decente y comprometida de ambos bandos. El heredero retrata también las relaciones de poder en el primer cuarto del siglo xx. El trabajo infantil es asumido con una terrible normalidad, visto desde nuestra perspectiva. Josefa, con solo siete años, tiene a su cargo la limpieza de dos chimeneas y no recibe educación. A través de la mirada de Antonio conocemos las duras condiciones de los obreros de la industria en unos años marcados por conflictos laborales que solían resolverse con violencia. Él, además, es fruto de una relación imposible en una sociedad muy marcada por las diferencias sociales y la hipocresía en cuestiones sexuales. RAFAEL TARRADAS estudió Diseño Industrial en la Universidad Autónoma de Barcelona. En la actualidad trabaja en el sector de la comunicación en Madrid, pero anteriormente se dedicó al headhunting, al arte o a los eventos deportivos, como la organización de la 32nd America’s Cup. Tras dos años como director de la prestigiosa galería de arte Helga deAlvear (Madrid), se incorporó a Montaz Comunicación, donde lleva una década especializado en la comunicación y eventos, sobre todo en el sector del ocio y del cine. Por otra parte, imparte clases de marketing y eventos en ESDEN Business School. Además de su interés por el arte y el deporte, es un apasionado de la historia de los siglos xix y xx. Cuando no está leyendo sobre la materia, le gusta escribir en su retiro del Valle del Tiétar, Ávila, donde amenazó con ir a visitarle con una maleta cargada de libros que leer…. © Violant Muñoz Genovés © Mediâtica, agencia cultural
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