Por Violant i Genovés
En 2022 se conmemora el quinto centenario de la muerte de Elio Antonio de Nebrija. La editorial Espasa publica esta novela en la que Luis García Jambrina recrea la figura del gran gramático y humanista, a propósito de un posible intento de asesinato que investiga Fernando de Rojas, amigo de Nebrija y pesquisidor del rey. Se trata de la sexta entrega de este personaje que ya forma parte del imaginario colectivo. A comienzos del siglo XVI, un tipógrafo aparece muerto de forma violenta en una imprenta de Salamanca. El taller está revuelto y han desaparecido varios originales del célebre humanista Antonio de Nebrija. El catedrático le encarga a su antiguo alumno, el pesquisidor Fernando de Rojas, que averigüe quién mató al cajista y recupere los manuscritos robados. La tarea no va a ser fácil, pues Nebrija cuenta con muchos enemigos dentro del Estudio salmantino por sus numerosos enfrentamientos con otros catedráticos, debido a su guerra abierta contra la barbarie que asola la Universidad y por considerar que la gramática ha de estar por encima de las demás disciplinas y saberes, ya que es la base y el instrumento del que todas ellas se sirven. Esto hace que Rojas tenga que enfrentarse a los enemigos de la imprenta y de las nuevas ideas, simbolizados por esa niebla perpetua que cubre en otoño e invierno la ciudad de Salamanca e impide ver la luz. El manuscrito de niebla constituye una nueva entrega de lo que Luis García Jambrina ha dado en llamar «Los manuscritos secretos del pesquisidor Fernando de Rojas», tras la publicación hace justo un año del titulado El manuscrito de barro. Con ellos se amplía la serie iniciada con la tetralogía de «Los cuatro elementos». Según el autor, estos nuevos «manuscritos» fueron hallados a raíz del derribo de una vieja casa en el casco histórico de Talavera de la Reina, donde, para algunos expertos, pudo haber vivido algún descendiente de Fernando de Rojas. Entre los escombros de la vivienda, apareció un viejo arcón con varios «manuscritos» sobre el célebre escritor y pesquisidor de los que no se tenía noticia, ya que no se mencionan en ninguno de los publicados hasta entonces ni en ninguna otra parte. Cuenta Luis García Jambrina que en ellos se narran algunos casos que han permanecido ocultos durante cinco siglos, tal vez porque en su día así lo demandaron las autoridades pertinentes o los familiares de las víctimas, o puede que por miedo a la censura y al Santo Oficio, o debido a alguna otra circunstancia relacionada con los crímenes de los que en ellos se da cuenta. El que les presentamos en este dossier tiene como protagonista, junto a Rojas, al gran humanista y gramático Elio Antonio de Nebrija (1444-1522). Recientes investigaciones académicas han confirmado que todos los «manuscritos» fueron redactados, en primera instancia, por Alonso Jambrina, antepasado del escritor actual, ayudante del pesquisidor en los últimos diez años de su vida y esposo de una hija natural de este, llamada Isabel, y al que podríamos llamar con justicia el «antiguo autor». Para ello, Alonso partió de las declaraciones y confidencias del propio Rojas, así como de los documentos y anotaciones que, poco antes de su muerte, el célebre escritor renacentista le entregó con ese fin. Luis García Jambrina se ha «limitado a revisar y reescribir tales “manuscritos” para que resulten más comprensibles por los lectores actuales. Confiamos en que de nuevo el esfuerzo y la espera hayan merecido la pena». Estos son «Los manuscritos del pesquisidor Fernando de Rojas» por orden cronológico de los hechos que en ellos se relatan: El manuscrito de piedra, 1497. El manuscrito de nieve, 1498. El manuscrito de niebla, 1506. El manuscrito de aire, 1515. El manuscrito de barro, 1525. El manuscrito de fuego, 1532. Luis García Jambrina es uno de los maestros de la mezcla de géneros en literatura. En la serie protagonizada por Fernando de Rojas combina como nadie la novela histórica con la novela negra, y enriquece el conjunto con una notable carga crítica. En El manuscrito de niebla recrea con detalle la vida cotidiana a principios del siglo XVI, dotando al conjunto de una profunda verosimilitud. El autor integra los elementos históricos —comidas, bebidas, ambientes, olores…— en los diálogos y la acción. La trama criminal, propia de una novela negra, está bien urdida, con una buena dosificación del suspense y unos sorprendentes giros de trama. A través de la investigación plantea cuestiones de calado social y político: el poder de la Iglesia y su permanente sospecha del conocimiento a través de la Inquisición, los intereses económicos e ideológicos que se esconden tras la introducción de la imprenta en España, las querellas personales que se eternizan generación tras generación… A partir de una documentación exhaustiva —la novela incluye una bibliografía al final— y de una profunda comprensión del ser humano, Luis García Jambrina recrea la compleja figura de Antonio de Nebrija con muchos matices. Al brillante latinista y filólogo, profesor en Salamanca y autor de la primera gramática del castellano, contrapone el hombre con sus debilidades y contradicciones. La figura académica se nos muestra en los diálogos con Fernando de Rojas, en los comentarios sobre las obras que entrega a imprenta y en su declaración ante el tribunal de la Inquisición. Para componer las sombras del personaje, el autor utiliza los interrogatorios de Rojas a los rivales académicos de Nebrija y a los sospechosos de querer atentar contra él. Por “El manuscrito de niebla” circulan personajes surgidos de la imaginación del autor y otros que forman parte de nuestra historia. A este último grupo pertenecen el Inquisidor General Diego de Deza, el impresor Juan de Porras, el noble Juan de Zúñiga y el humanista e historiador Lucio Marineo Sículo, entre otros. Por cierto, el transcriptor incluye algunos pequeños homenajes a personajes contemporáneos en forma de cameos; les invitamos a descubrirlos. Los hechos se enmarcan, además, en un marco histórico excepcional debido a las luchas por el poder en la Corte, tras la muerte de Felipe el Hermoso, y la amenaza de la llegada de la peste. La edición de 1516 del Vocabulario de romance en latín, de Antonio de Nebrija, incluía los términos «pesquisar» y «pesquisidor». Nebrija los equiparaba a los questores de la Antigua Roma, unos magistrados de rango menor con capacidad delegada para investigar asesinatos e insurrecciones, de ahí que su denominación más común fuera decumviri perduillionis et parricidii. La figura del pesquisidor era propia de los procesos penales de Castilla. Se trataba de un investigador que indagaba y recogía pruebas sobre un crimen e interrogaba a cuantos se relacionaban con los hechos, quienes estaban obligados a declarar ante él. En El manuscrito de niebla, Fernando de Rojas viene de investigar en la Corte la muerte de Felipe el Hermoso, rey de Castilla por matrimonio. La presión le pasa factura a Rojas, que sopesa dejar el cargo pese a que «el trabajo en sí no me desagrada, pues, al fin y al cabo, consiste en la búsqueda de la verdad». Los escenarios de la novela son varios. Salamanca, es el escenario principal de El manuscrito de niebla. Fernando de Rojas se aloja en la posada de la calle Veracruz, mientras que la casa de Nebrija está en la calle cerrada de Serranos. El crimen con el que arranca la novela se produce en la imprenta de Juan de Porras, situada en la rúa Nueva. En compañía de ambos recorremos la ciudad. Conocemos los peligros que acechan en las callejuelas que rodean la plaza de San Martín, frecuentada por toda clase de buscavidas y maleantes; sabemos de la tienda de Jacinto López, en la calle de Serranos, cuyo verdadero negocio es la compraventa de obras prohibidas, y nos dejamos seducir por la arquitectura de las Escuelas Mayores. Las aulas de la prestigiosa universidad están distribuidas en torno al claustro. En medio de este se encuentra el poste, que es el lugar establecido por la costumbre para que los maestros puedan atender las consultas de sus alumnos y resolver sus dudas, pues durante las clases no pueden ser interrumpidos. Medina del Campo, esta villa es famosa por sus ferias. Se celebran dos veces al año: la primera después de Pascua, en torno a mayo, y la segunda por octubre. Son fundamentales para el comercio de la lana de Castilla, base de su riqueza y origen de su gran pujanza. A la ciudad llegan mercaderes de toda Europa, incluidos los que comercian con libros. Estos libreros exponen las novedades procedentes de las grandes imprentas de Italia, Francia, Alemania y Flandes. La mayoría de ellas llega en resmas, esto es, sin cortar ni encuadernar. Desde Medina del Campo los libros se distribuyen a otros lugares de la Corona a través de libreros itinerantes o «andantes en ferias». Ruta por la Vía de la Plata Fernando de Rojas y Antonio de Nebrija recorren la Vía de la Plata camino de Sevilla, para declarar ante la Inquisición. Luis García Jambrina destaca varias paradas en ese recorrido. Pasan por Guijuelo, Béjar y Brozas, cerca de la frontera con Portugal, donde vive fray Marcelo, el hijo mayor de Nebrija. Para un latinista como él, Mérida es un lugar muy especial, porque las ruinas de Augusta Emerita constituyen uno de los últimos vestigios del desaparecido Imperio romano en Hispania. Tras dejar la localidad de Santa Olalla, en las estribaciones de Sierra Morena, Rojas y Nebrija son asaltados por dos personas a caballo. ¿Quién las ha enviado? Los dos viajeros pasan la Navidad en Lebrija, en la casa familiar del humanista, situada en una callejuela conocida como de Aramundo o de los Cala, no muy lejos del castillo de la localidad. Sevilla es la puerta y la llave del Nuevo Mundo. En ella están las oficinas encargadas de velar por los intereses españoles en aquellas lejanas tierras, y su puerto es el punto del que zarpan o al que arriban casi todos los barcos que viajan al otro lado del océano. A ella llegan gentes de todas partes con la intención de viajar a las Indias o para comerciar con los que vuelven de allí cargados de mercancías. En sus calles abundan los pordioseros, los pícaros, los maleantes, las prostitutas y los delincuentes de todo tipo dispuestos a aprovecharse de unos y de otros, o a quedarse con las migajas del gran banquete. Todo este trasiego económico repercute en la prosperidad de una parte de la ciudad y tiene su principal reflejo en el esplendor de sus obras civiles, en sus suntuosos palacios privados, en el floreciente comercio local y en la elegancia y magnificencia de sus numerosos conventos e iglesias. Luis García Jambrina describe la sede de la Inquisición en Sevilla, situada en el castillo de San Jorge, en el barrio de Triana. Es un recinto muy amplio, defendido por una muralla con diez torres, un foso y una barbacana. Itálica Llamada por algunos Sevilla la Vieja, está situada no muy lejos de la ciudad. Reúne los restos de la primera ciudad fundada en la Hispania romana y es el escenario de una peligrosa aventura de la que, por no reventar la trama, no les daremos mayores explicaciones. Como ya se ha señalado, Luis García Jambrina recrea la figura de Antonio de Nebrija en un periodo fundamental de su vida, entre 1506 y 1507, cuando fue procesado por la Inquisición a causa de sus ideas sobre cómo debían revisarse los textos bíblicos para abordar la traducción latina de la Biblia. En El manuscrito de niebla esa recreación de su vida y repaso a su obra se realiza de tres formas distintas. En la primera parte de la investigación de Fernando de Rojas, el autor nos presenta de forma general la figura de Antonio de Nebrija, su familia, su obra reciente y sus problemas en el Estudio salmantino, a causa de su beligerancia latinista y a su proyecto para abordar un diccionario jurídico que los catedráticos de Leyes consideran una intromisión ilegítima. Conocemos las luces y las sombras del gran humanista a partir de los interrogatorios a distintos personajes relacionados con su vertiente académica y como autor de obras de referencia. Durante el viaje, con largos diálogos con Fernando de Rojas, que colabora en la defensa de Nebrija ante la Inquisición, y durante su declaración ante el tribunal conocemos, por un lado, su pensamiento sobre el uso y regulación de la lengua castellana y, por otro lado, su visión sobre los textos sagrados. En el primero de esos aspectos es esencial la rememoración de sus conversaciones con la reina Isabel, su protectora, a propósito de la utilidad de una Gramática como la que publicó en 1492, bajo el mecenazgo de Juan de Zúñiga. «La lengua siempre fue compañera del imperio, según nos enseña la historia de Roma —señala Nebrija en la página 94 de la novela—. Mi propósito más inmediato era, pues, facilitar el aprendizaje del romance castellano a los nuevos súbditos de la Corona, entre ellos los musulmanes que decidieron permanecer en Granada; o a aquellos pueblos que nuestros reyes pudieran conquistar en el futuro, como en su día hizo el Imperio romano con el latín». Respecto a la revisión de los textos bíblicos, Antonio de Nebrija pretende enmendar los posibles errores de la Vulgata, utilizando como referentes los textos originales en hebrero y griego. Eso lo lleva a tener que enfrentarse a la Inquisición. Nebrija piensa que la animadversión contra él de Diego de Deza, a propósito de esa denuncia, «no es más que una bofetada del arzobispo de Sevilla contra su odiado Cisneros, pero dada en mi propia cara, ya que debe de sospechar que las enmiendas a la Vulgata las hago bajo su patrocinio». La primera imprenta española se instaló en Segovia, en 1472, para imprimir textos para los alumnos del Estudio General de la ciudad. Hasta finales de aquel siglo se establecieron unas veinte más, en ciudades con fuerte implantación universitaria, como Barcelona, Salamanca, Sevilla, Burgos, Valencia o Zaragoza, Su origen, ligado a la difusión del protestantismo en Europa, la mantuvo siempre en el punto de mira de la Inquisición, obsesionada con que no se imprimiesen obras prohibidas o rechazadas por la Iglesia. Muchos catedráticos y profesores se mostraron también contrarios a ella. En el siglo XVI, las imprentas de Salamanca, Barcelona y Sevilla estaban entre las más activas de Europa, aunque lejos aún de las grandes capitales de la impresión, como Venecia, París o Nuremberg. Otro tema tratado en la novela son las mujeres intelectuales de la época. A propósito de Sabina, la hija de Antonio de Nebrija, El manuscrito de niebla nos presenta a mujeres que, pese a las dificultades sociales, demuestran un nivel intelectual y académico superior al de la mayoría de los alumnos y profesores del Estudio salmantino. Sabina muestra interés en ser maestra de Gramática y, según su padre, podría serlo con creces sin necesidad de cursar estudios. Sin embargo, y como todas las mujeres de la época, tiene vetada la entrada en la universidad. Cita el libro a Beatriz Galindo, a la que apodan «la Latina», y que se escondía para seguir las clases del mismísimo Nebrija, y a Luisa de Medrano, que acudía a la universidad disfrazada de hombre. No pasa desapercibida la lucha por el poder reinante a la muerte de Isabel la Católica, su yerno, Felipe el Hermoso, príncipe soberano de los Países Bajos y duque de Brabante, Limburgo y Luxemburgo, entre otros muchos títulos, se lanzó a la conquista del reino del que era nuevo soberano por su matrimonio con Juana I de Castilla. En pleno enfrentamiento con las distintas facciones del poder, Felipe falleció de forma repentina en 1506. Circularon rumores de que lo habían envenenado. Los nobles flamencos de la corte y algunos castellanos culpaban de ello a la gente de Fernando, rey de Aragón. Felipe también se había enfrentado a la Iglesia tras los excesos de algunos inquisidores y, en especial, de Diego Rodríguez de Lucero, Lucero el Tenebroso, que había impuesto un régimen de terror en Córdoba. Se daba por descontado el cese del Inquisidor General, Diego de Deza, y su sustitución por Francisco Jiménez de Cisneros. Luis García Jambrina (Zamora, 1960). Profesor titular de Literatura Española en la Universidad de Salamanca, doctor en Filología Hispánica y máster en Guion de Ficción para Televisión y Cine. Autor de los libros de cuentos Oposiciones a la morgue y otros ajustes de cuentas(1995) y Muertos S.A.(2005; ampliada, 2021). Como novelista se dio a conocer con El manuscrito de piedra (2008), galardonada en 2009 con el prestigioso Premio Internacional de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza, de la que han aparecido más de treinta ediciones y varias traducciones, y ahora acaba de aparecer en Booket (2021). Después ha publicado, con gran éxito de público y crítica, El manuscrito de nieve (2010), En tierra de lobos (2013), La sombra de otro (2014), Bienvenida, Frau Merkel (2015), La corte de los engaños (2016), El manuscrito de fuego (2018), El manuscrito de aire (2019) y El manuscrito de barro (2021). Junto a Manuel Menchón, ha escrito el ensayo La doble muerte de Unamuno, publicado en 2021. Podéis escuchar la entrevista que pude hacerle para mi programa de radio “Cajón de libros/Calaix de llibres” clicando en este enlace: https://go.ivoox.com/rf/81565374 (c) Violant Muñoz i Genovés (c) Mediâtica: agencia cultural
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