“La biblioteca de la luna” de Francesc Miralles
publicada por Espasa Una novela reveladora sobre el futuro de la humanidad en una colonia espacial. Desde que Moira trabaja como ingeniera en el primer complejo hotelero en la Luna, la vida de Verne languidece entre su empleo como tarotista online y los lamentos por no haber mostrado nunca sus sentimientos al amor de su vida. Cuando un giro del destino hace que sea contratado en la colonia lunar, Verne descubrirá que lo que le espera «allí arriba» no tiene nada que ver con lo que había soñado. Las extrañas aventuras que empezará a vivir en Exovillage, tras la misteriosa desaparición de su fundador, le revelarán aspectos desconocidos sobre Moira y sobre sí mismo. Autor traducido a cuarenta y ocho idiomas, Francesc Miralles nos ofrece una deliciosa y trepidante novela sobre el amor, el deseo y los enigmas de la existencia. En un futuro más o menos cercano, Kumar, un excéntrico magnate, crea la primera colonia humana en la Luna: Exovillage, centro turístico para grandes fortunas. Verne, lingüista que trabaja en un call center, está enamorado de Moira, ingeniera en telecomunicaciones, radicada en Exovillage y que sufre «melancolía espacial». El joven logra trasladarse allí para ejercer de bibliotecario (en la Tierra se prohibieron los libros impresos para evitar la deforestación) y encontrará textos que buscan la perfección intelectual. Cuando Verne logra salir a explorar la superficie lunar da con un raro eremita que se transformará en su maestro zen... La novela discurre en un futuro más o menos cercano, en el que la sociedad y la tecnología han evolucionado. Moira es ingeniera de telecomunicaciones y está trabajando en Exovillage, la primera colonia humana en la Luna. Se trata de un centro turístico creado por un misterioso magnate llamado Kumar, de coste desorbitado y con precios de visita y estancia también gigantescos, destinado a grandes millonarios que se puedan permitir tales dispendios. Su mejor amigo, y enamorado más o menos en secreto de la chica, es Verne, un joven licenciado en lingüística semita —una carrera casi sin futuro—que se gana la vida trabajando en una empresa “consultora existencial” de Los Ángeles, en realidad un gran call center cuyo negocio es echar las cartas de tarot a los que acuden a ese servicio telefónico. Ambos llevan muchos años siendo amigos íntimos, sin que Verne, llevado por su carácter introspectivo y algo pusilánime, se haya atrevido a dar el paso de declararle su amor; pero lo cierto es que desde que la muchacha partió a la base lunar, a la que la ata un contrato irrompible de 18 meses, se halla sumido en la desolación de no poder verla, limitando su contacto a mensajes electrónicos poco frecuentes, debido a las dificultades de comunicación con Exovillage. Ante la inminente apertura al público, una vez que la base está ya montada y su personal adiestrado, Verne ha presentado con pocas esperanzas una solicitud de incorporación para personal auxiliar de restauración valiéndose de un currículum falseado. Moira, por su parte, padece agudamente una especie de depresión que califican como “melancolía espacial”, que la hace sufrir mucho. Una noche, Verne traba contacto con una compañera del Call center, Lily, cuarentona en muy buena forma y atractiva, que demuestra inclinación hacia él y procura su compañía. Se trata de una pelirroja sin prejuicios y hedonista. Lily será despedida del call center por la disminución del negocio y la necesidad de reducir el personal, y el propio Verne es llamado a capítulo por la jefa del negocio, una sesentona llamada Marianne. Pero ante su estupor, no solo no le han citado para despedirlo, sino que le ofrecen un puesto de supervisor e instructor del personal; la razón es que, aunque Verne no es avezado en el tarot, sino todo lo contrario, en sus conversaciones con los clientes —necesitados de orientación y consuelo— se basa en su sentido común, su humanidad y su capacidad de empatía hacia el prójimo, lo que le ha convertido en el “consultor” más solicitado. Verne es citado a una entrevista para la empresa que gestiona el Exovillage lunar. Viaja a Ginebra para hacer la entrevista de trabajo: en ella va todo mal y en principio es desestimado, pero sorprendentemente en el último momento la situación da un vuelco. La segunda partetranscurre en la Luna, en Exovillage. Allí es recibido por la directora, Deborah. El complejo lunar está dotado de todo tipo de servicios turísticos, restaurantes, discotecas, centros lúdicos, y sobre todo tiene una atracción especial, la cueva de los aborígenes, un lugar profundo donde se conserva en un depósito transparente lleno de agua salada un gran pulpo con sus crías, puesto que ya ha quedado establecido sin dudas el origen extraterrestre de este animal, que además fuera de la Tierra ha multiplicado sus capacidades intelectivas. Un hecho fundamental en el relato es que, muchas décadas atrás, en la Tierra se prohibió la existencia de libros impresos, por razones de preservación medioambiental, para evitar la desforestación provocada por la fabricación de papel, y solo existen medios electrónicos de lectura; los libros han sido proscritos y perseguidos. Por ello, la sorpresa de Verne es descomunal cuando se le comunica que en Exovillage existe, como atracción también, un gran depósito de libros impresos de gran valor, y que su función es la de ejercer de bibliotecario de esa magna biblioteca de la Luna, un puesto de gran privilegio. Verne se entrega con entusiasmo a su tarea, preparando la biblioteca para su apertura a los turistas de inminente llegada, y descubre que el contenido de la misma es casi monotemático: libros de religión y de espiritualidad de todas las culturas humanas, sobre todo las orientales, hinduismo, budismo, zen, jainismo, taoísmo, es decir, la vía a la perfección espiritual de los humanos. Esto coincide plenamente con los intereses intelectuales de Verne, que empieza a comprender que su selección ha respondido a un criterio autorizado. Otra cuestión importante que el enigmático Kumar, el dueño del complejo espacial, personaje singular y extraño, está prácticamente desaparecido, y circulan rumores incluso sobre su muerte. La relación de Verne con Moira sigue siendo agradable y fluida, pese a la terrible decepción amorosa del primero. Descubre en la biblioteca una puerta situada al fondo que, ante su sorpresa, se abre al contacto con su pulsera electrónica; allí hay un vehículo exterior lunar, algo que está vedado terminantemente al personal, y dos trajes espaciales, todo ello en condiciones de uso. Así, abandona Exovillage y comienza a explorar la superficie lunar, hasta llegar a un cartel que prohíbe taxativamente el paso más allá; en su segunda salida decide traspasar este punto y llega a una especie de colina, detrás de ella hay unas edificaciones más pequeñas. Accede a ellas y penetra hasta una sala habitable en la que hay un extraño personaje eremita que le espera. Evidentemente todo ha sido preparado para propiciar este encuentro: su elección como personal de Exovillage, su designación de bibliotecario, la disponibilidad del transporte. Desde ese momento comienza una relación de amistad paterno filial entre ambos, Verne como aprendiz y Kumar como maharashi, maestro zen, que va abriendo la mente espiritual de Verne a nuevas perspectivas. Se trata de una novela de anticipación —no propiamente de ciencia ficción—, mezclada con un relato de evolución espiritual, muy influido por la doctrina zen, y también de una historia romántica. La novela propone un escenario futuro con dos características específicas: la prohibición del libro impreso y su persecución (influencia del Farenheit 451 de Ray Bradbury) y el establecimiento de una base lunar como zona de vacaciones para millonarios, que da lugar al autor para la recreación de un microcosmos humano aislado por las condiciones materiales de dicho lugar. Un factor mucho más presente en la novela es el de la espiritualidad oriental. En el texto demuestra un conocimiento amplio de obras de “progreso espiritual”, sobre todo de naturaleza orientalista. Se citan numerosos haikus y fragmentos de libros (incluido uno que, al parecer, era libro de cabecera de Elvis Presley). Este aspecto, en el que juegan un papel destacado Verne, el discípulo, y Kumar, el maestro, resulta ciertamente original, ya que no suele ser habitual como asunto literario en los tiempos actuales. Por último, la historia romántica versa en torno a las tribulaciones sentimentales de un hombre un tanto apocado, incapaz de decir que ama a Moira durante tantos años de intimidad amistosa, que se resigna cuando después de haber viajado a la Luna y comprometer su futuro por 18 meses en vez de dar la batalla por conquistar a Moira, e incluso se autocondena a la soledad cuando decide permanecer con Kumar en la base. Pero todo da un giro inesperado... Francesc Miralles (Barcelona, 1968) es escritor, periodista y músico. Es autor de varias novelas, como “Amor en minúscula”, “Wabisabi” y “Ojalá estuvieras aquí”, además de diversos ensayos en coautoría, como “Ikigai”,traducido a cuarenta y ocho idiomas, con un millón y medio de ejemplares vendidos en todo el mundo.Tiene un espacio semanal en RNE y es colaborador habitual de El País Semanal, MenteSana e Integral. © Violant Muñoz i Genovés © Mediâtica, agencia cultural
0 Comments
Leave a Reply. |
Violant Muñoz i Genovés
Archives
July 2024
|