Por Violant Muñoz i Genovés
Delparaíso es un lugar seguro, vigilado las 24 horas, lujoso e inexpugnable. Sin embargo, sus muros no protegen del miedo, del amor, de la tristeza, del deseo y de la muerte. ¿Acaso tiene sentido protegerse de la vida? Juan del Val dirige su mirada, lúcida e implacable, a este mundo tan hermético como inaccesible para construir una narración absorbente, a veces divertida y a menudo incómoda. Bajo su aparente sencillez, prácticamente en cada página el lector tendrá que enfrentarse a un dilema moral que le hará leer con el corazón en un puño. Detrás de la puerta de cada casa de Delparaíso hay un universo que se les escapa a los que se quedan fuera. Y dentro de cada una de esas casas, habitaciones desconocidas para los que se quedan en el umbral, y dentro de las habitaciones, personas que también son un misterio. Delparaíso es la tercera novela en solitario de Juan del Val. Las tres comparten elementos que definen un sello personal, que podemos resumir en su capacidad para convertir lo cotidiano en extraordinario y la realidad en una aventura apasionante para el lector. Esta novela encantará a los lectores a los que les guste enfrentarse a dilemas morales de complicada, cuando no imposible resolución. Trasladada a nuestra realidad, es una novela que agita las conciencias, como algunas de las grandes series televisivas del momento: The Affair, Big Little Lies o The Morning Show. Encontramos nuevamente una manufactura con un protagonismo coral y vidas cruzadas. Aunque en sus novelas hay personajes que vertebran la historia —Claudio, Silvia y Julia en Parece mentira; Candela, su madre y la abuela en Candela; y Luis y Eli, en Delparaíso—, el protagonismo es compartido por una extensa y variada galería de personajes. La novela es la suma de más de una docena de historias personales unidas por las relaciones de los protagonistas, por tres sucesos inesperados y por unos escenarios comunes. En un alarde de audacia narrativa el narrador en tercera persona pasa de una forma sutil de unos personajes a otros, incluso en el mismo párrafo: a veces una palabra sirve para cambiar de escenario y de protagonistas; en otras, distintos personajes realizan la misma acción en diferentes lugares; también juega con las miradas caleidoscópica sobre los mismos hechos. El autor nos propone una brillante metáfora. Como si fuera una urbanización de alto nivel, vista desde la distancia, la novela muestra una unidad estética y argumental; sin embargo, al acercamos distinguimos distintas casas, distintas vidas, distintas vivencias con entidad propia. Juan del Val compone sus personajes desde las emociones, con imágenes de retratos certeros. Dota a todos ellos de un volumen que ayuda al lector a seguir una historia coral. Su mirada certera es capaz de dibujarlos con un solo trazo magistral, con una sola frase: «No tiene fuerza ni para desear aquello que le conviene», nos dice de Borja Urquijo. El sexo en sus distintas formas está muy presente en la novela: como divertimento, como castigo, como consecuencia del amor, como venganza, como expiación, como arma de poder… Juan del Val lo describe sin tapujos y sin adornos, con la misma naturalidad con la que nos sumerge en las vidas de sus personajes. Delparaíso es una de las urbanizaciones más lujosas y exclusivas de España. Situada cerca de Madrid, sus setenta casas son iguales, al margen de la decoración que cada propietario decida. De los despropósitos estéticos y de la vulgaridad nadie es responsable, salvo los dueños. «El problema es que para vivir aquí solo es necesario tener dinero», sostiene Eli. La última casa que se vendió alcanzó un precio de 2,7 millones Todas las casas están construidas en medias alturas. Tienen una gran entrada y desde la puerta puede verse el porche y un poco más allá, el jardín con la piscina al fondo. Toda la planta baja es prácticamente diáfana, tan solo la cocina de casi setenta metros cuadrados y un gran cuarto de juegos se esconden tras las puertas. En la segunda planta hay cuatro habitaciones y dos baños y, en la tercera, la habitación principal con otro baño enorme y dos vestidores. En el sótano, la mayoría ha optado por un gimnasio, el cuarto para el servicio y, casi sin excepción, una sala con proyector y pantalla de cine. La propia decoración ayuda a dibujar a los personajes, nos sirve de marco. Hay casas, como las de Luis y Eli, repletas de muebles de diseño, algunos de época exclusivos, y obras de arte, algo lógico por la profesión de ella. Las hay con una decoración recargada, casi rococó, que poco pega con la estructura interior de líneas rectas, como la de Mayte; las hay decoradas por profesionales a las que se les nota que todo está comprado a la vez, que en cada rincón está el mueble preciso, más artificial, como las casas de las revistas de muebles: así es la de Luca y Lorena. Y luego están aquellas en las que la decoración carece de importancia, simplemente son muebles que tienen una función concreta, como los de Sergio y Yolanda. Los niños juegan tranquilos en sus calles, las mamás más jóvenes empujan el carrito de sus bebés, los perros pasean por caminos específicos de la mano, casi siempre, de la chica de servicio (sudamericana o filipina, va en gustos), que es la que recoge la caca. Estamos en una de las urbanizaciones más seguras de Europa: hay una doble barrera de seguridad, se precisa la autorización de los propietarios para dar paso a cualquier visita, las chicas del servicio se identifican a través de la huella dactilar, todo el perímetro está protegido por una valla de hierros con su final en punta, previa a un foso de tres metros y, tras el foso, otra valla igual a la anterior. Decenas de cámaras controlan hasta el último ángulo de la urbanización, vigilada además por un coche de seguridad las veinticuatro horas del día. Y es que, el dinero suele tener miedo. No es solo el lujo, la exclusividad aquí está concebida a partir de ese miedo. «Nada malo puede pasarte en Delparaíso», podría ser el lema. En Delparaíso todos aparentan: matrimonios que no se soportan en privado, parecen unidos en público; hijos y padres que se ignoran en casa, forman felices unidades familiares en sociedad; hombres de negocios arruinados actúan como en sus mejores tiempos; otros sufren para llegar a final de mes a causa del coste de vivir en una urbanización de lujo, pero hacen de tripas corazón… Hasta Mayte aparenta tener menos de lo que en realidad tiene. El lector es el único que dispone de todas las cartas y sabe quién va de farol. Tras la apariencia de felices parejas ricas, los matrimonios de Delparaiso ofrecen una variada gama de relaciones lícitas e ilícitas, apasionadas y frías, vivas y moribundas. Luca y Lorena mantienen y cultivan la pasión tras muchos años de matrimonio; Sergio se consuela en el bondage con una dominatriz rusa, mientras su esposa se hunde en la depresión; Luis busca carne joven y no le importa mentir para evitar cualquier responsabilidad; Mariano y Carmen han redescubierto el amor tras sendas experiencias negativas. El sexo, el matrimonio y la pasión forman uno de los grandes temas de la novela. Las relaciones entre padres e hijos tienen un peso importante en la historia. Eli y Borja están marcados por la tensa relación con un padre intransigente y profundamente conservador. En Delparaíso viven muchos adolescentes cuya relación con sus familias pasa por la conflictividad típica de la edad. Muchas y muchos de ellos buscan su lugar en el mundo por oposición a sus mayores. Aunque ninguno llega tan lejos como Lola, la hija de Pascual y Dolores, que odia a su padre y fantasea con matarlo. Solo alguien que escribe desde los sentimientos, como Juan del Val, puede abordar un tema tan espinoso. Nos habla del personal de servicio en las urbanizaciones de los alrededores de Madrid, de sus dificultades para llegar al trabajo con desplazamientos largos y complicados. A través de los cuatro primos rumanos nos explica los problemas de la adaptación a un nuevo país, la nostalgia por la familia que se dejó atrás y los prejuicios a los que se enfrentan a diario y que pueden llegar a provocarles problemas muy graves. Hasta aquí podemos escribir sin desvelar una parte sustancial de la trama. Problemas personales o financieros al margen, Juan del Val describe la burbuja en la que viven las clases sociales más privilegiadas. Una burbuja que es fruto del miedo a la inseguridad y, en buena medida también, del empeño por mantener las apariencias. Los escenarios descritos en esta página forman parte de ella; igual que la manera en la que ven la realidad o tratan con el servicio. Además, Delparaíso tiene un carácter metafórico —todos vivimos hoy en nuestras propias burbujas—y una voluntad universal que va más allá de los límites geográficos de la historia. Aunque el escenario principal, geográfico y argumental, de Delparaíso es la urbanización del mismo nombre, Juan del Val amplía el espacio físico y emocional de los personajes a otros ambientes y lugares. Sus descripciones responden, también aquí, a su estilo: cortas y certeras. No necesita muchos artificios para situar al lector y transmitirle sensaciones usando la vista, el oído e, incluso, el olfato. Además, relaciona esos lugares con el estado anímico de los personajes, de forma que un mismo escenario puede provocar distintas reacciones según quién y cuándo interactúa en él. Encontramos el Madrid del lujo. Por su nivel socioeconómico, los vecinos de Delparaíso se mueven en comercios, restaurantes y hoteles de alto nivel. Compramos con Yolanda y sus hijos en Hackett y Ekseption. La lencería de Lorena es de Agent Provocateur. Carolina recuerda que Luis la ha llevado a los mejores restaurantes y a los hoteles más lujosos de Madrid, y también, de Sevilla, San Sebastián y París, en las escapadas que hacen de vez en cuando. Para celebrar varias ventas de la galería, Patrick invita a Eli al Kabuki, un restaurante de cocina de fusión japonesa y mediterránea cerca del Bernabéu. El otro Madrid, el más popular. Un abanico tan amplio de personajes nos permite visitar, también, el Madrid castizo, que incluye las zonas clásicas de ocio de la capital. El autor nos describe la realidad multicultural que se extiende alrededor de la Gran Vía y de la plaza de España. Aparece Coslada. Allí viven la mayoría de los rumanos que residen en Madrid. Hay locales a los que van los primos Razvan, Ferka, Cosmin y Mihai, porque se encuentran con chicas con las que pueden hablar en su idioma. Chicas de servicio la mayoría, y chicos obreros casi todos. Y nos adentramos en Las Tablas. Un barrio alejado del centro y formado por una sucesión de urbanizaciones muy parecidas entre sí, construidas en torno a calles paralelas y perpendiculares, bloques de seis u ocho plantas en cuyo centro hay una zona común con piscina incluida. Allí vive Pascual Ramírez. Juan del Val ha trabajado en obras (de construcción, no de teatro), en periódicos, en revistas, en radio y en televisión; director, productor, guionista y presentador, comenzó su andadura profesional en Radio Nacional de España en 1992 y desde entonces ha desempeñado su labor en TVE, Antena 3, Telecinco, Canal 9, Onda Cero y Melodía FM. En la actualidad es guionista y colaborador de El Hormiguero. “Delparaíso” es su quinta novela después de “Para Ana de tu muerto”,” Lo inevitable del amor”, “Parece mentira” y “Candela”, con la que recibió el Premio Primavera de Novela en 2019. © Violant Muñoz i Genovés © Mediâtica, agencia cultural
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