RESEÑA DE "LA CAJITA DE RAPÉ" DE JAVIER-ALONSO GARCÍA POZUELO
Tras un cuarto de siglo como policía, el inspector Benítez, al frente de la comisaría de La Latina, tiene al alcance de su mano el prestigioso puesto de inspector jefe de Madrid. La inestabilidad política por la que atraviesa el país y su insobornable integridad, pondrán en peligro el ansiado ascenso. Para colmo, sus superiores le asignan un nuevo ayudante, un joven abogado malagueño sin experiencia policial. Todo esto resulta irrelevante cuando asesinan a una criada que trabaja para una adinerada familia de su distrito. El motivo del crimen parece ser su participación en un robo, aunque hay algo que a Benítez no le encaja. Cuando, poco después, otra criada amiga de la primera, aparece muerta en el Manzanares, Benítez se convence de que esos asesinatos ocultan algo más que un robo. Pero, a medida que tira del hilo, la maraña se enreda cada vez más, poniendo al descubierto antiguos secretos y sentimientos reprimidos. Benítez y Ortega, su nuevo ayudante, se verán implicados en un complicado caso que pondrá en riesgo sus vidas y les hará enfrentarse con la cara más miserable del poder. Javier Alonso García-Pozuelo es licenciado en medicina y cirugía, y diplomado en cooperación internacional. Ha ejercido durante más de una década como profesor de salud pública, epidemiología y educación sanitaria, además de trabajar como redactor, corrector y editor de textos científicos. Compagina su actividad docente con su pasión por la literatura, la historia (mantiene desde hace años Cita en la Glorieta, blog colaborativo de historia y literatura) y la música, llevando a los escenarios sus propias canciones en solitario o acompañado de una pequeña banda acústica. En palabras del propio autor: "... No sabría decir cuándo fui consciente de que la historia que narro en La cajita de rapé cobró vida en mi imaginación. Lo que sí tengo más o menos claro es cuándo comenzó mi interés por el periodo histórico en el que está ambientada.Fue en el otoño de 1991. Cursaba yo 3º de Medicina en la Universidad Autónoma de Madrid, había elegido el Hospital de la Princesa para hacer las rotaciones clínicas del resto de carrera y hacía mis pinitos de escritor en Feedback, la revista que publicábamos en la facultad de Medicina. Vivía durante los meses lectivos con Alfonsa y Pepe, mis abuelos maternos, en un barrio de Madrid que en los últimos años ha ganado fama por sus maravillosas vistas. Pues bien, en aquel otoño, antes de que se acercasen los exámenes de diciembre, visité el pueblo manchego del que procede mi familia materna y allí mi querido tío Tomás (hermano de mi abuela) me contó innumerables historias sobre la II República y la Guerra Civil acontecidas en el pueblo. Historias desgarradoras, de vidas truncadas, que no olvidaré jamás y que, en cierto modo, explican por qué mi primera novela es una novela histórica con un alto contenido político. El protagonista de una de esas historias era mi bisabuelo, un herrero más o menos acomodado que sin haber metido nunca el hocico en la política, lo perdió todo en aquellos años, precisamente por culpa de la política. Las historias que me contó mi tío Tomás no son muy distintas a las que muchos de nuestros mayores han vivido y que yo conocía por el cine y la literatura. Oírselas contar a alguien tan querido, sin el menor atisbo de rencor, fue una experiencia impagable. A través del relato de mi tío Tomás, comprendí lo bárbaros que podían ser mis compatriotas. La crueldad con que habían actuado ambos bandos. Lo infames que podíamos llegar a ser los españoles cuando estaba en juego el pan de nuestros hijos. O la defensa de una idea que Dios sabe quién nos metió en la cabeza. Y ya de vuelta a Madrid, con la voz de mi tío Tomás resonando en la cabeza, tomé la decisión de no conformarme con lo que ya sabía sobre la Guerra Civil. Decidí escarbar un poco en el pasado, en la historia de mi país, en las páginas que me explicasen cómo habíamos podido llegar a perder la cabeza del modo que lo hicimos. Cogí un tratado de Historia de España que había en casa de mis abuelos y me remonté de manera intuitiva a donde yo creía que habían empezado las disputas entre las dos formas irreconciliables de concebir España: a la Guerra de la Independencia. Devoré toda la historia de España comprendida entre 1808 y 1939 y, con una ensalada de nombres, batallas y pronunciamientos bajo las meninges, regresé a mis libros y apuntes de Medicina. Empecé a acumular libros y más libros de historia de España, particularmente de la historia del XIX y el XX. De historia, al principio. Porque pronto comprendí que, además de los tratados de historia, necesitaba leer novelas, cuentos, obras de teatro y memorias de quienes hubiesen vivido en primera persona los sucesos que a mí me interesaban. Todo lo que caía en mis manos del periodo comprendido entre la Guerra de la Independencia y la Guerra Civil, me interesaba, aunque pronto me di cuenta de que más de la mitad de los libros que había adquirido se encuadraban en un mismo reinado: el de Isabel II (1833-1868)..." ©Violant Muñoz i Genovés ©Mediâtica, agencia cultural
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