Por Violant Muñoz i Genovés
El reconocido periodista experto en ETA, se inicia en el género negro con una reveladora novela que nos descubre una Euskadi posterrorismo llena de claroscuros. Un coche carbonizado con dos cadáveres en su interior que recuerda crímenes de otra época. Un ertzaina ambicioso que ha progresado gracias a un informante desconocido al que apoda el Fantasma. Una extraficante de drogas en busca de redención. Un escolta que sobrevivió a los años de plomo y que refugiado en los bosques persigue a cazadores ilegales. Tierra de furtivos coloca a unos antihéroes frente a los restos de la violencia en la Euskadi posterrorismo. «Los restos de la carrocería incendiada del Ferrari rojo resultaban hipnóticos para Josu. Había estado presente cuando el forense y el juez habían ordenado el levantamiento de los cadáveres y ahora no conseguía quitarse de la mente el horror de aquellas muertes. De vez en cuando apartaba la mirada del vehículo calcinado y veía a los lejos, entre los árboles de la orilla, las aguas calmadas del pantano. No sabía si los jóvenes estaban muertos cuando las llamas los envolvieron, pero prefirió pensar que sí.» En palabras del propio autor: «...Esta no es una novela de ETA pero sí sobre los rescoldos que han dejado años de violencia y no han terminado de apagarse. El posterrorismo no ha venido acompañado de la erradicación de una cultura en la que se justificaba el mal y que contaminó a demasiadas personas.Tierra de furtivos habla de esas personas que se sienten cómodas al otro lado de la ley y que no tienen escrúpulos a la hora conseguir sus objetivos. Y de los antihéroes que están dispuestos a sacrificarse para evitar que el mal venza...» Tierra de furtivos cuenta la historia de un joven miembro de la Ertzaintza, que descubre un mundo siniestro que lo acabará atrapando, y la de dos solitarios, supervivientes de un pasado en el que la violencia estuvo muy presente. La vida los enfrentará a nuevas amenazas, pero no estarán dispuestos a mirar a otro lado ni a esconderse. Iniciarán un viaje por el lado oscuro del País Vasco, entre cazadores furtivos, traficantes de marihuana y disidentes de ETA. Los tres protagonistas están inspirados en personas de carne y hueso. Óscar Beltrán de Otálora, reconocido periodista experto en ETA, ha fusionado en la figura de Mikel Arrizabalaga a escoltas y guardas forestales que realizaron y realizan su labor poniendo en riesgo su vida en numerosas ocasiones pero sin rendirse jamás. Josu Aguirre, el ertzaina, resume a unos cuantos agentes que desarrollan su trabajo, a veces exigiéndose más de lo que se podría esperar de ellos, e intentan comprender el laberinto vasco pero sin quedar encerrados en su interior. En ambos casos, sus biografías se crean con una mezcla de hechos reales que forman parte de la historia del terrorismo en el País Vasco. Tatiana, por su parte, surge de algunas jóvenes emigrantes que salen adelante en una sociedad que en ocasiones las mira con recelo. Unas mujeres fuertes, dispuestas a enfrentarse a cualquier situación y con una energía y ganas de superación muy por encima de sus compañeros masculinos. Como escenario, el autor ha escogido un enclave muy desconocido para desarrollar la novela: los embalses de Álava, un territorio pantanoso situado en el centro de Euskadi, en un cruce de caminos que conduce a Bizkaia y Gipuzkoa. Es un lugar en el que la naturaleza salvaje y las playas atraen a cientos de visitantes durante el día pero que por la noche se convierte en un paraje solitario y tenebroso. En sus orillas se alternan las carreteras que se sumergen en el agua y ya no conducen a ninguna parte con monumentos a naufragios, bosques inundados y pequeñas marismas en las que se ocultan pescadores furtivos. Uno de los antihéroes de Tierra de furtivos es Mikel, un antiguo escolta que se reconvirtió en guarda forestal y que ahora vive obsesionado con perseguir cazadores furtivos en los montes de Álava. Mikel encontró la salvación en los bosques hasta que un violento disidente de ETA se cruza en su camino. Forma parte de esa multitud de escoltas que fueron claves para que ETA no consiguiera sus objetivos en su ofensiva contra políticos, empresarios, periodistas, profesores de universidad, etc... En esos tiempos, Mikel desarrolló un espíritu solitario exacerbado: no quería hacer sufrir a nadie por su tipo de vida ni depender de alguien a quien quizá no pudiese proteger. Él sí estaba dispuesto a hacer todo lo posible para que sus clientes no muriesen; era su forma de luchar contra la barbarie. Por eso, recordar los muertos en el Ferrari rojo supone un trauma para él. Cada vez que la violencia le roza está más cerca de regresar a sus días de miedo. «...Los años que había pasado vigilando las zonas de caza lo habían convertido en un adicto a la calma que se respiraba en la orilla. Se había enamorado de los bosques impenetrables, de las pequeñas bahías perdidas, de los caminos laberínticos entre robles, de los cambios del color del agua en cada estación... Endika había profanado su santuario...» La segunda antiheroína es una mujer, Tatiana, hija de emigrantes, que tras pasar por un centro de menores se reconvirtió en un personaje peligroso dentro de las bandas dedicadas al cultivo y tráfico de marihuana hasta que la violencia la alcanzó y la derrotó. Esta protagonista ha decidido, como forma de redención, proteger a jóvenes a los que la vida les ha ofrecido su mismo destino de perdedora. Tatiana regenta una peluquería en Vitoria que acoge periódicamente a chavales conflictivos a los que el Ayuntamiento intenta buscar un oficio que los salve del desastre. Nada más ver a Marta, reconoció en esa chiquilla parte de su propia biografía. Pudo sentir todos los miedos que ella misma había enterrado con los recuerdos del pasado. Salvar a esa chica, como lo había hecho con otras jóvenes perdedoras, era la energía que la movía. Conocedora de los bajos fondos de la ciudad, su muerte la colocará tras la pista de personajes demasiado peligrosos. «...Tatiana suponía que la vida de Marta en el reformatorio no había sido muy distinta de la suya y le pareció terrible que el lugar en el que había muerto no estuviese tan lejos de donde la habían encerrado. En la soledad del coche, dejó que el llanto se apoderase de ella. Había conseguido alejar a muchas chicas de la destrucción pero con Marta había fracasado y sentía una necesidad urgente de saber qué había pasado...» En Tierra de furtivos hay un tercer personaje clave, el ertzaina Josu Aguirre. Ha conseguido labrarse una carrera a costa de destruir su vida personal y gracias a un informante desconocido, que lo telefonea de forma anónima para proporcionarle información, al que apoda el Fantasma. Su obsesión, llegar a ser comisario. Lleva ya tres años especializándose en los asuntos relacionados con la marihuana, es su apuesta profesional para convertirse en la máxima autoridad de la Ertzaintza sobre esta droga y así labrarse un prestigio. Inmerso en las disputas internas del cuerpo heredadas de los años de la lucha antiterrorista, no consigue avanzar en la investigación del Ferrari calcinado en el pantano hasta que una vez más el Fantasma será quien dirija sus pasos tras un violento asesino. «...El último móvil que dejó sobre la mesa era el que el Fantasma empleaba para llamarlo. Muchas veces había tratado de averiguar quién era aquel confidente clandestino que le hacía llegar la información sobre plantaciones ilegales, alijos de drogas o depósitos de material robado, pero no había encontrado ni un solo dato que permitiera localizarlo. Lo imaginaba tan ambicioso como él mismo e igual de profesional. Lo cierto era que jamás le había fallado...» Óscar Beltrán de Otálora (Vitoria, 1967). Tras estudiar Periodismo se incorporó a la redacción del periódico El Correo. En los años noventa empezó a trabajar en la sección de política del diario bilbaíno, en la que se dedicó en exclusiva a informar sobre terrorismo, tanto el de ETA como el de los grupos yihadistas. En 2008 fue premiado por la Fundación Víctimas del Terrorismo por su información del atentado que ese año arrasó el cuartel de la Guardia Civil de Legutio (Álava), en el que falleció el agente José Manuel Piñuel. En 2018 participó en la cobertura de las informaciones sobre la disolución de ETA y la entrega de sus arsenales. Ha intervenido como ponente en diversos seminarios y cursos universitarios acerca de periodismo y terrorismo. En la actualidad es director de Desarrollo Editorial del Grupo Vocento en Madrid. © Violant Muñoz i Genovés © Mediâtica, agencia cultural
1 Comment
Roberto Perezdiaz
1/20/2022 18:03:31
Argumento intrigante basado en la realidad de las consecuencias de muchos activistas después de la emoción de los "golpes" recibidos "durante" y la desorientación posterior. Quiero leer esta novela. Estos personajes se atreven a seguir la consigna de lucha aunque los antecedentes solo lincorporan la preparación anterior de delincuentes con distintas justificaciones aún fuera de las normas sociales.tanto antes como después del "movimiento".
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