Por Miguel Ángel Avilés
"Si uno es capaz de encontrar humor en cualquier situación, podrá sobrevivir a ella". Bill Cosby Si algo no sabemos, es cuándo vamos a morir. Podemos hacer un cálculo, según nuestra edad o el estado de salud que traemos, pero una certeza, así como decir que estamos en el mes de octubre o noviembre, que el día 2 es día de muertos, que nos fue como en feria con la maldita pandemia, que el América es el mejor equipo de México, que Ibargüengoitia se dio en la torre en España, o que Carlos Ancira era un actorazo, nadie la tiene. Ojalá se pudiera, porque hasta planes hiciéramos. En primer lugar, si hemos sido obsesivamente ordenados toda la vida, tendríamos que agendar ese fatídico momento. Supongamos algo así: Mayo: 1. Día del trabajo 2. Pagar el celular 3. Día de la Santa Cruz 4. Toca morirme 5. Lo ignoro, porque me morí un día antes. Lo mismo pueden hacer con junio, julio, septiembre, octubre o noviembre, según les toque. Más aún: pueden jugarla al macizo y citar: Voy a escoger un día grande/Pa' morirme por las pollas que yo quiero/Me gusta el 2 de noviembre/Y ayer fue día primero. Sí, sería muy sangrón de su parte si hacen eso, pero se respetaría. Claro, ya sabiendo, cada quien tendría que hacer sus preparativos a su manera, a su estilo, es decir, como le dé su regalada gana. Esto puede recaer en sí mismo o un grupo de amigos que le organicen su muerte o contratar a esa empresa que, visionaria, organiza todo para el día que estirarás la pata. Puede que les dé flojera repartir las invitaciones, pero no olviden que será la última. TE INVITO A MI MUERTE Vamos a pasar un día lleno de sorpresas ¡NO FALTES! Es nomás una idea, cada quien la hará a su gusto. Porque a fin de cuentas se trata de una fecha muy especial. Recuerden que no se muere uno todos los días. El chiste es que cada bien se vaya a su modo. Algunos echarán la casa por la ventana, otros se prepararán de último soplo y otros tantos, muy desidioso, no tendrán listo nada, como si no le importara o como si uno se pudiera morir todos los días. Aquí no sé si quepa eso de que uno puede morirse como hubiera deseado o haciendo lo que mejor le gusta. Es que depende mucho de los organizadores y que tan dispuestos estén de mover su agenda. _oiga, fíjese que se me presentó un contratiempo y me será imposible morirme el día que les dije ¿puedo cambiar la fecha? _¿cómo pa’ cuándo ? _Pa’ mediados de noviembre _ Uy, no, está todo lleno. Pero en diciembre le pudiéramos abrir un campito - ok. pero que sea después del 25 . _ Correcto _ ¿seguro? _Seguro, como quiera vendemos a otro ese espacio. Si viera como hay gente queriéndose morir… Y así Pero ahí no acaba la cosa. El problema se presenta cuando no se ponen las pilas y quieren que la muerte les llegue como caída del cielo, sin haber ningún dato que nos diga que estaba en proceso de morirse. Eso sí que no. Peor aún: resulta que programan su respectiva ocasión, hacen un gastadero, familiares y amigos se preparan y aquel o aquella no deja de ir al gym, se alimenta sanamente, duerme las ocho horas, no se revienta cada fin de semana, se realiza exámenes médicos cada tres meses, no le echa azúcar al café ni a nada, no consumen Coca-Cola, no se suben al metro ,no se comen a mordidas un botete , han de dejado su fanatismo para siempre, ignoran las salsas que cocinan en las pizzerías, se checan la presión a diario y no han vuelto a mirar desde hace mucho tiempo, ningún noticiero de tv azteca. ¿Así cómo? Me parece que se debe ser más serio. ¡Esto no es un juego! No solo es el incumplimiento del contrato en perjuicio económico de la familia, también impacta indirectamente en otras fuentes indirectas de empleo: que el mariachi que había pedido, que el café ya comprado, que el menudo apartado en el mercado, que el traje de su elección. Todo ese gasto, ¡a la basura o , irónicamente , al pozo! Es cierto, viendo tanta demanda e interesado para morirse , los respectivos negocios con ese giro, ya se habrán puesto las pilas y tendrán algún paquete que ofrecer. PAQUETEMUERAS Incluye: Recolección del cuerpo, el arreglo estético del mismo (si es que es posible pero se le hace la lucha), el embalsamado, traslado en carroza, préstamo del equipo de velación y la capilla. Mariachi o música a su elección Tres plañideras Café y bebidas nacionales con y sin alcohol Un cuenta chistes a disposición de los asistentes Un sacerdote de guardia las 24 horas por si ese día no encuentran a uno Claro, a nadie se le obliga, pero si no se disciplinan, ahí tendrán que escribirse en la lista de espera o dejar que la muerte les llegue por azar, o gracias al destino o por distraído o porque anduvo por ahí de rogón, buscando la más forma más vulgar para morirse. Los más desesperados, echándose a las llantas del primer camión que vieron; los románticos creyendo que morirán desangrandos, gracias a la tinta sangre de su corazón; otros, resignados, nomás aceptando que ya se los llevó pifas, pero otros más, rogando a dios que le traiga la muerte más inusual: Perder la vida, combatiendo contra el ejército invasor. Morir al lado de Fanny Cano y no se diga más. Suicidarte con la camisa puesta del Cruz Azul. Intoxicarte con una sopa maruchan gourmet, es decir, con ramen. Por estallamiento de vísceras, al rebotar en el piso, luego de que se trozó el mecate con el que te querías colgar en el viejo techo de tu casa. Son algunas opciones, pero ustedes pueden sumar más. Por ejemplo, la que decidió ese chamaco que, para él, la lucha libre lo era todo y le dio por enmascararse para que no lo conocieran sus rivales, quienes morirían después de él.según creyó. Pobre tonto," eterno luchador' que un día informó que la semana siguiente era la gran fecha y estábamos todos invitados a tu muerte. Así fue, pero empezó a morirse desde temprano para ensayar y, cuando llegaron los aficionados, no podía más. Dicen que le dio tanta vergüenza que, en la primera oportunidad, se lanzó desde la tercera cuerda y sin tener ningún blanco al frente, ni rival que lo recibiera cayó en seco y se desnucó. Sí algo no sabemos, es cuándo vamos a morir.
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Miguel Ángel AvilésMiguel Ángel Avilés Castro (La Paz B.C.S. 1966.). Es abogado por la Universidad de Sonora. Practica el periodismo y la literatura desde 1990. Archives
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