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Mi Gusto ES… (O LA OTRA MIRADA) 

Narraciones saladas

7/25/2016

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NARRACIONES SALADAS
Leyendas Sudcalifornianas
DE: Mirza Martínez/Perro Negro
Ed: Instituto Sudcaliforniano de Cultura.2015.
 
Miguel Ángel Avilés

La lectura es imaginación. El dibujo es la fotografía inventada. La imaginación es la tinta de un libro grafico que, a través del dibujo, te cuenta como si te platicara.

Leo y veo sin leer, pero cada página me cuenta un momento de cada leyenda.  Veo y leo Narraciones Saladas, Leyendas Sudcalifornianas contadas a cuatro manos por Mirza Martínez, y Rafael Martínez con su tag de Perro Negro, los dos autores de esta edición.

                          _Así lo llamaron
                          _El dador de vida

Esta edición, sin embargo, no es sino la epifanía en carne y texto  de lo ya escrito por seres de otras décadas que, a fuerza de contar, bosquejaron con sus letras fantásticas historias escuchadas, inventadas, trasgredidas, alteradas, corregidas, hilvanadas, arrancadas , rescatadas de una voz popular de ocasión o persistente que avanza como como una hojarasca de boca en boca, de tiempo en tiempo ,  y se eleva en remolina para extenderse hasta cada oído y hasta cada memoria que la guarda para sí o para compartirla en una noche, o en un día de campo, o a la orilla de la playa como si develara el telón de la imaginación y cada leyenda adquiriera carta de naturalización en ese lugar, en ese espacio , en esa demarcación que la atesorara como una leyenda propia e incansable que se seguirá contando por unos y la recuperaran otros para escribirlas como un diario fantástico de una ciudad que hará suyos a esos lémures tan oriundos y arraigados como el más terrenal de los que habitan ese mundano crisol de fantasía y realidad que terminan por ser una y la misma cosa a la hora de saber quién narra y quien vive como una criatura de quien lo pario narrando.

NO NECESITABAN NABES NI BESTIAS

                                                NO PARA ESTA OCASION

Lo que contiene este libro puede ser primicia o reivindicación, según se vea. Puede ser la vuelta en el ayer de lo que escribieron otros, o el pase de lista de lo que, de un tiempo a la fecha, cristaliza en la baja sur, gracias a esta generación que nos quiere contar su visión del mundo en trazos.

                    EL NIÑO NO PODIA CREER LO QUE VEIA

Lo advierte el prólogo: en Narraciones Saladas se inspira en leyendas tradicionales y relatos sudcalifornianos de autores como Leonardo Reyes Silva, Manuel Torre Iglesias y Rogelio Olachea.

ESE ES MI BARCO

                         SE LLAMA CROWWELL

Pero luego va uno al Índice y la pantalla de historias se despliega en muchas más como resonancia de los relatos que fueron su inspiración : La chica del Mangle, Las Calafias, La Animita del Camino Real, El Cerro de la Calavera, El hotel California, Las Ciruelas del Mogote, por agarrar al vuelo las más distintivas y emblemáticas de estas regiones.

COMO AUTOTOMATAS ENVOLVIERON SU CUERPO EN CUERO

                          Y LA CARGARON HACIA EL MONTE

No hay color ni sepia, por referirnos a la identidad visual de antaño y más reciente. Más bien es una programación en blanco y negro como las televisiones de antes pero con la misma efectividad atrayente que eran y han sido los comics y las historietas, en el planeta y específicamente en México, donde  su influencia fue determinante en una época determinada para la afición y placer por la lectura.

AQUELLA NOCHE HABIA SALIDO A DIVERTIRSE

A UNA FIESTA A TODOS SANTOS
DONDE LE PRESENTARON A UNA MUJER AMERICANA

Esta magia  ahora se sudcaliforniza con estas Narraciones Saladas que La Mirza y El Rafa (para tutearlos muy paceñamente) aportan con su peculiar estilo y se graban no solo en este libro, sino en el registro memorial de quien haga el conteo de aportes literarios en estos lares.

RODEADO POR MANGLES

OCULTABA MUCHOS MISTERIOS EN SU INTERIOR

Recorramos como lector cada hoja, así cual si anduviéramos mirujiando una pintura rupestre de San Franscisquito que también te está contando algo. Ponle cuidado como una selección de grafitis que dos venturoso jóvenes pintan en estas bardas de papel para marcar su territorio.

HACE TIEMPO DOS TRIBUS…


Empieza a leerlas con disfrute como no queriendo. Sé que en un dos por tres, llegarás al colofón sin darte cuenta. Después de eso y de algún modo, tú también serás leyenda.

            QUIZA BAJO LA LUNA, AHÍ DONDE SE UNEN EL MAR Y LOS DESIERTOS.

​© Miguel Ángel Avilés
 

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LAS MEMORIAS DEL VIGIA

7/20/2016

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LAS MEMORIAS DEL VIGIA
DE: Gustavo de la Peña Avilés
Ed: Instituto Sudcaliforniano de Cultura.2015
 
Miguel Ángel Avilés
 
Todos sabemos que ahí es el fin de la tierra. La tierra nuestra. Pero también donde comienza, según lo veas, porque puede arrancar de ese punto y salir disparado hacia el norte, el Tijuana de claroscuros que ha sido el sueño para muchos lugareños. Principio o fin, nacimiento o destino. Historia, terruño, caserío, bonanza, misterio, lo que ofrezca: de cualquier modo solo tiene un nombre verdadero: Cabo San Lucas.

El mundo es infinito pero desde donde estés y en cualquier lengua que pronuncies, alguien habrá de saber que, en esta parte de la península,  se erige este pueblo sobre el que ahora habremos de saberlo todo.

Las Memorias del Vigía, de Gustavo de la Peña Avilés es precisamente lo que reza el subtítulo: Cabo San Lucas en su historia.

Nada breve, por cierto, a no ser porque al adentrarte en sus páginas, lo que va contando su autor, te hace continuar una tras otra, y todo eso que has leído, gracias a su encantamiento, se vuelve, sin desearlo, perecedero: el punto final que no quisieras, porque de seguro cada quien habrá de tener su odisea que contar sobre este pueblo hoy referente para cualquier turista que aprecie lo sublime, ayer una delegación y mas ayer un par de casas o la virgen soledad a punto de ofrecerse al mundo para siempre.

San Lucas no se hizo en un día y su autor, a los 21 años cabales, hubo de saberlo a costa de escudriñar, según nos dice, por cuatro años , en manuscritos, mapas y documentos antiguos; fotografías, museos, archivos , bibliotecas, donde se zambulló, como el mejor de los rastreadores,  en esos libros heredados por otros escritores como don Pablo Leocadio Martínez, José Andrés Cota Sandoval , estela Davis y desde luego referentes obligados como Miguel del barco y otros tanto que  ofrecen a De la Peña Avilés el andamiaje o la materia prima para construir su propio edificio editorial , muy a su estilo, muy a su manera, a través de la crónica como género narrativo.

Así se las gastó para lograr este libro: fue un vigía como lo es ese cerro antiquísimo que vino a inducirlo para ponerle nombre a esta obra.

Dieciocho capítulos más anexos gráficos y fuentes de información, componen este libro que puede ser la punta que cave en cualquier pedazo de sombra o en cualquier resolana de esta región y exhume los cadáveres de lo que vinieron desde el enigma-el autor deja la duda- y se fueron acercando en canoas o más bien balsas que les quedaban al chingazo para sortear tempestades y resolver el asunto del hambre con la pesca.

Rubios eran para algunos los pericues y bien asentados refieren las fuentes y añaden que de piel cobriza. Eso en tratándose de los hombres porque a las mujeres las describen de buen parecer, de talla chica y cabello largo, tal como lo usaban la mayoría, incluyendo a los varones.

En cuanto a la vestimenta debo suponer, según se lee, que aquí no se distinguían en mucho de algunos que vacacionan este paraíso que ahora es cabo san Lucas, pues nos dice que andaban desnudos o con taparrabos, es decir, con escasísima ropa como hoy en día podemos observar a los visitantes y a las visitantes que locos de contentos y de felicidad gozan de las bondades que ofrecen los atractivos turísticos que, en homenaje al voyerismo, se han de contemplar en todo lo largo de la playa o en ese tal cabaret Topless Sport Bar o el mentado Twenty o La Sirenita o El Amnesia. Bueno,  eso es lo que me han dicho.

Total que esos que llegaron desde Siberia o la Polinesia o desde no sé dónde, la armaron y esto que ahora vemos, fue así como se fue fraguando . Pesca, recolección de moluscos o frutos silvestres para alimentarse; chozas o un hueco en la tierra para dormir y pasar los días. De este modo, vinieron muchas lunas y muchos soles hasta forjar las rancherías, no sin antes irse extinguiendo una tribu muerta de enferma o esclavizada hasta no quedar ninguno.

Fue así como entre expediciones y un buen sitio para el refugio de piratas , entre Hernan Cortes y toda su people , visitantes , reportes de Viscaino , y otros más , el nombre de  Yenecamú, la propiedad concedida a Don Cipriano Ceceña, la estatua de San Lucas, una gran tromba, La Nao de China, el puerto de la Cuadra, un sinfín de personajes con nombre y mote y por supuesto, el imponente dinosaurio de piedra que del Barco lo describe con la fascinación y el embeleso que  provoca y que desde luego es el glorioso arco que todos conocemos, es como se fragua pian pianito y a lo largo de la historia este lugar entrañable para propios y extraño: su majestad Cabo San Lucas, tan vivo y seductor como lo ha sido siempre para muchos que nos tocó nombrarlo confianzudamente como “San Lucas” para diferenciarlo de “san José y como lo es ahora, ese punto turístico que fue creciendo año tras año hasta reventar en este destino vacacional que es ahora  con todo el bien y el mal que eso implica.

No vayan a creer que les contaré todo: lo que les digo es apenas un tentempié mientras ustedes, lugareños o no, californios o no, pericues o no, misionorenos o no, pariente de mi pariente y autor  o no, se disponen a leer en su totalidad este reporte de cómo nació, creció y se reprodujo lo que hoy es bien llamado, con certera puntería, el FIN DE LA TIERRA.

​© Miguel Ángel Avilés


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QUE MARAVILLA ES VOLAR

7/13/2016

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QUE MARAVILLA ES VOLAR
Miguel Ángel Avilés

Hacía mucho tiempo que no viajaba en avión así rumbo a La Paz. Qué maravilla, me siento un ejecutivo de esos que visten elegante y llevan una cangurera y un maletín en el hombro como si partieran a cerrar el más grande negocio de su vida.

Desde que la línea Aerocalifornia dejó de operar, no quedaba más remedio que viajar en aerocalafia, esos taxis con cupo para unos catorce, quince pasajeros cuyo tamaño me hacía sentir que venía subido en un boiler o en un burro de planchar. Todavía recuerdo cuando una vez cruzamos de Los Mochis a la península y un pasajero se tuvo que ir sentado en una hielera porque habían sobrevendido los boletos.

Recientemente por fin saltó al mercado una nueva compañía y Martha Arteaga, mi amiga, profesional como siempre es, me reservó en esa.

Aquí vengo; es un jet para cincuenta plazas en donde pudieran caber facilito unas tres avionetas de aerocalafia. Apenas acaba de despegar y no tuve obstáculos o cobro extra por el equipaje; No obstante, sólo viajo con una maleta que registré al llegar, un sombrero que llevo de regalo y una bolsita en la mano donde traigo unas coyotas.

Una de las bellas edecanes anuncia allá en el frente que nos servirán no sé qué cosa de cortesía y yo cruzo los dedos, deseando que su carrito traiga una buena taza de café.

Vuelvo a La Paz como tantas otras veces; me acompañan, como siempre, un contraste de emociones. Porque ahí en esa casa ya no estamos completos, porque ahí, en esa misma casa, reunidos, me esperan la gente que me quiere.

Acá, sin embargo, dejo otra parte de mí que me despide en el aeropuerto y que es lo más preciado de los frutos cosechados luego de tantos años de habitar en estas tierras.

Pienso que la vida es como el vuelo de este avión: asciende, desciende, asciende, desciende.

¡Qué maravilla! Bendita sea la oportunidad que tiene uno de volar.

El sol viaja conmigo pegadito en la ventana.

¡Qué maravilla esta, la de volar!

​© Miguel Ángel Avilés
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LOS HONORABLES (…o Los incomprendidos de la patria).

7/7/2016

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LOS HONORABLES (…o Los incomprendidos de la patria).
 
Miguel Ángel Avilés 
 
Yo no dudo de la honorabilidad de los políticos. Ninguna prueba o elemento alguno  tengo para imputarle un hecho que merezca una investigación sobre su conducta. Bueno, hasta ahorita. Así es que si abriera la boca de más sólo para tupirle a un servidor público o una adversario partidista con el único afán de cargar a los medios tras de mi en busca de la nota, pues la verdad, la verdad no me resulta muy atractivo. Además, corro el riesgo de que un día que esté por meterme a mi camioneta, una turba me agarre a pedradas y si no hago lo del perico, me vuelen la cabeza
 
Pero lo que piense este columnista me temo que es una de la mil y tantas cosas que le importan muy poquito a los que si están dispuestos a posicionarse en los medios a como dé lugar. Como los pugilistas, algunos prefieren el boxeo estilista, elegante digamos como lo hiciese en antaño el maestro Miguel Canto o en épocas mas recientes Ricardo “El Finito” López. Estos son cautos, estudiosos: sustentan, fundan cualquier declaración sobre lo que tenga que decir sobre un personaje o sobre una institución.
 
Pero otros prefieren fajarse desde el primer raund, como Rodolfo “El Gato” González” o el “Toluca” López, o el “Macetón” Cabrera o Daniel Zaragoza y se van a la cargada, engrandecidos por ensueños alentados desde su ego ramplón (la de estos políticos no las de los legendarios boxeadores) y, por consiguiente, quedan bañados en tinta y peor aún, terminan por bajar del ring con la derrota a cuestas o, a lo mucho, con una victoria pírrica, pero nunca reconociendo que le metieron una chinga
  
Si uno ve el escenario político, y observa la rivalidades sutiles o bruscas al interior de un partido o de uno hacia otro partido, casi pudiéremos asegurar que de esos púgiles de fina estampa , de zarpazo elegante y certero, quedan muy pocos o andan en recónditos lugares de la vida pública que se pierden en un bajo perfil y sus espacios los acaparan, con oportunismo, los envestidos de una honorabilidad cuyo actuar es tan auténtico, tan grandilocuente que para el común de los mortales se vuelven verosímiles, o sea, no cierto, si no creíbles y es aquí donde está la trampa.
 
Sí, dije la trampa: el engaño, el timo, la estafa, el fraude, el dolo, la fullería, la habilidad, la puñalada trapera, el embeleco, la simulación. Todo esto en suma es el oropel que cubre a  la mayoría de los políticos actuales, quienes aprovechándose de los  vacíos que deja esa gente honesta que prefieren dedicarse día con día a otra tareas mas productivas, usan la envoltura salerosa para  que veamos la cáscara y no el palo y así nos cadenciemos al tono del flautín y los sigamos en sus propósitos mezquinos y cicateros de los sus respectivos partidos políticos pero sobre todo de los intereses personales o de grupos que hay, asi le llámen sectas, tribus, camarillas, cuadrillas o salteadores de caminos en cada uno de estos institutos que en su retórica aspiran y se desviven en el universo de las bondades de la democracia, pero que en los hechos, en cada uno de ellos y en cada subgrupo o gobierno interior del respectivo partido de lo que inconteniblemente se han ido creando, impera la verticalidad de decisiones y la sumisión vergonzosa a las jerarquías que, al fin de cuentan, regentean cada una de las catervas que se protegen con la adarga de unas siglas.
 
Pero, repito: no dudo de la honorabilidad de los políticos. Ninguna prueba o elemento alguno  tengo para imputarle un hecho que merezca una investigación sobre su conducta. Eso que lo haga un fiscal anticorrupción o ilusiones de estas.
 
Hacerlo yo, en los personal, sería una insensatez, una ingratitud mejor dicho, de mi parte estar aquí desde el cómodo reclinar de este Diván, desalentando a los feligreses que aun están dispuestos a creer en la indulgencia revolucionaria que esos partidos abonan a diario para que nuestro país derroche la fortuna y la riqueza, dos aspiraciones que por lo pronto están en mano y para exclusivo beneficio de estos personajes tan honorables.
 
© Miguel Ángel Avilés

avilesdivan@hotmail.com
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    Miguel Ángel Avilés 

    Miguel Ángel Avilés Castro (La Paz B.C.S. 1966.). Es abogado por la Universidad de Sonora. Practica el periodismo y la literatura desde 1990.

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