Por Miguel Ángel Avilés
*__Tuve un sueño anoche_ _Y yo otro_ _Bien, ¿y qué soñaste?_ _Que los soñadores suelen mentir.”__ ( William Shakespeare)** El miércoles pasado cené tarde y en exceso como no lo hacía desde que, años atrás, mi nutriólogo y mi instructor en el gimnasio me lo prohibieron. Las consecuencias resultaron funestas al dormir, pues durante toda la noche tuve pesadillas y cuando por fin el diablo me autorizó despertar, juré, aún bañado de sudor, que en cuanto la inflación, el litro de la gasolina y el precio del tomate me lo permitan, lo necesite o no, me pondré la manga gástrica y listo, asunto arreglado, a cumplir uno que otro antojo y pernoctar como un bebé. Para que entiendan la magnitud de lo vivido, les resumo diciendo que fue como un popurrí muy pero muy selecto de alucinaciones raras, tanto así que estuve a punto de notariar la promesa de que, en este torneo que apenas empieza, me volvería cruzazulino, escucharía de un jalón todas las grabaciones de Natanael Cano y haré una detecti comercial igual de ridículo como los de Dante Delgado, si en ese momento se marchaban todos los fantasmas y me dejaban en paz. Supongo que estos se apiadaron y pude volver en mí, horas más tarde, cuando el sol ya entraba por esa rendija de la ventana y el Pushi clamaba exigiendo su desayuno, nada más que, al tratar de hacer un corte de caja sobre todo lo vivido por andar cenando de más, no recordaba los episodios que ahora son tema para esta entrega. Corrijo : no recuerdo y sigo sin recordarlo todo. Ya intenté eso que sale en las películas, cuando alguien pierde la memoria y para recuperarla, requiere de un trancazo en la cabeza, pero todo ha sido inútil y no pienso estar aquí de masoquista pegándome contra la pared, con el riesgo de desnucarme para saber que tanto hicieron de mi esos esos capítulos en los que estuve en los brazos de Morfeo. Pero gracias a dios, nada es para siempre y justo cuando escribía el final del párrafo anterior, llegó una especie de recordación, digamos como si alguien no pudiera con su inconsciente por más dañado que esté y un duendecillo valiente, con la pericia que tiene para con los pianos mi amigo Jorge, o una neurocirujano frente al paciente con el cráneo abierto, se puso a reconstruir uno a uno los hilitos y miles de fibras microscópicas , hasta completar todo el rompecabezas vivido en esos sueños o casi todo. A riesgo de no ser preciso, recuerdo que estaba en uno de tres debates que llevaría a cabo una autoridad electoral de no sé qué país del primer mundo, solo que no alcanzaba a distinguir la cara de los participantes ni mucho menos si eran mujeres o eran hombres, pero a diferencia de otros que había visto en los años recientes, este tenía la peculiaridad de que el formato era como una especie de ejercicio de autocrítica de cada uno de ellos en los días previos a una contienda. El recinto para tal ocasión estaba en penumbras y en lugar de un moderador, se encontraban presentes un par de tipo quienes era los encargados de controlar un polígrafo y todo lo que este aparato conlleva, amén de lo cuestionable de los resultados que arroja y de lo certero que esté siendo yo al contar parte de mis pesadillas, capaz que estoy todavía confundido o lo que sigue de confuso y lo que yo pensé que era un detector de mentiras, era una estufita, un combo de juguetes sexuales o las luces del arbolito de navidad que todavía no han guardado. Aquello no parecía abobar a la democracia, más bien era muy opresivo , pero según el instituto electoral de esa nación, resultaba ser lo más vanguardista y lo más genuino para que cada participante sacara su verdadero yo pues cada uno hablaría de sí mismo y se hiciera pedazos él sólo sin esperar a que en la primera oportunidad lo consiguieran sus rivales. Una vez prendido el detector, el aspirante a colgarse la banda presidencial no hablaría de promesas, ni arremetería contra quienes estaban a su lado sino que tenía que hablar desde lo más recóndito de su conciencia y dejando para otra ocasión la impostada oratoria , tenía que declarar con respecto a todos los muertitos que tenía guardados en el armario , siendo la más genuina confesión de estos lo que incidiría en la intención del voto ya que la madura ciudadanía al momento de sufragar, tomaría muy en cuenta su sinceridad y lo reprobable que sean los trapitos al sol que cada uno se sacara. Si no mal recuerdo, los niveles de preferencia de la gente se medían, preguntándole por el teléfono, al final de ese raro debate, quién de todos o todas les pareció que no se guardó ni una leperada que hubiera realizado por ahí y que arrojó todo lo que arrastraba desde que empezó a militar en las juventudes de su correspondiente partido, nomás que en mis pesadillas no se les llamaba así, partidos, sino les nombraba con un nombre italiano que ahorita sinceramente se me olvida. Lo que sí me quedó muy grabado fue la justificación de porque ese ejercicio y ya no esa anacrónica manera de organizarlos. Una voz femenina en off, pero en y una lengua extranjera, decía lo que a continuación traduzco: “En la actualidad, esa parte de la autocrítica se olvida por completo cada vez que hay un debate y no se diga durante el tiempo que dura la campaña, menos cuando son ya servidores públicos. El que acusa (al otro, desde luego) siempre lo hace desde el púlpito de su casi beatificación; él y solo él es la gran opción y sus oponentes representan la peor calaña. El adversario es el que obstaculiza su gran labor, mientras que ellos son el ejemplo a seguir entre todas las legislaturas que hayan existido”. “Actualmente los debates, en teoría, tienen un formato para que impere el orden, para que haya un sano intercambio de opiniones, para que los candidatos abran su fuente inagotable de ideas y aquello sea una encerrona de altura. Pero nadie lo respeta. En cuanto se medio presentan y el moderador les indica el tiempo que tienen para disertar como los grandes estadistas todos empiezan a sacar tarjetitas, los buenos modales se olvidan, vienen los descantones cantineros, comienzan a resaltarse las virtudes propias, tienen una solución a cada problema y una vez hecho lo anterior, se van sobre el contrincante y lo acusan de maldad y media, sin importarles que unos meses atrás hubiera coqueteado con él para una alianza o unos días después, presumiendo su pluralidad, lo anuncie como el hombre más probo de su gabinete”. El electorado no olvida ejemplos como los siguientes que a la postre eran tediosos y desalentaban el voto: _ Aquí tengo este documento (y lo pone frente a la cámara como si pudiéramos corroborar su autenticidad desde nuestra casa) donde el candidato… (Aquí le sigue un adjetivo como “oficial” “de la violencia”, “del continuismo”, según sea el caso) donde hace quince años le extendió una carta de recomendación a fulano de tal que ahora está en la cárcel por haber atropellado a una viejita. _ Ahora vienes a presumir de tu decencia, pero cuando fuiste alcalde de San Loquesea te llevabas a tu casa todas las lámparas que eran para el alumbrado público. Hoy vienes aquí diciendo que acabarás con la corrupción, pero ya no te acuerdas cuando tu esposa se puso a vender todas las cobijas que eran para los damnificados del chubasco que azotó el año pasado. _ Aseguras que acabarás con el nepotismo y que no solaparás las influencias de nadie, pero te niegas a reconocer que tres de tus nueve hijos cobran como aviadores en el Municipio que preside tu compadre, otro bueno para nada. * Esa misma noche el comité de campaña de cada aspirante pagaba un desplegado carísimo que aparece a la mañana siguiente, nomás para decir que el debate lo ganó su candidato y que, de plano, los otros, deben de declinar antes que ese hombre de Estado les pase por encima. Todo eso solo provoca el abstencionismo, cunde el hartazgo y al final el famoso debate termina por no servir para nada. Por eso consideramos que la autocrítica sincera, francota y con el corazón en la mano, puede ser la opción que salve esto. Cuando menos ya sabríamos a qué atenernos y no nos desgastaríamos acusándolos de esto y de aquello tal como lo hacemos ahora. En este nuevo formato, cada uno de los candidatos o candidata irá pasando al estrado a confesar sus fechorías y a reconocer las triquiñuelas que en el pasado se le han endilgado o haya sabido ocultar. Hasta aquí me acuerdo de esa explicación y después de lo expuesto por dicho audio hubo uno segundos de silencio, luego una campanada, y con los cables ya conectados a su cuerpo, dio inicio la pelea: El Turno es para el primero de la ronda: “_ Yo, candidato por el distrito fulano, soy un léro bien hecho y no debería estar aquí pidiéndoles el voto sino que debería estar en una isla, encarcelado. Mi carrera de bandido empezó cuando fui líder juvenil de mí partido, organicé la rifa de un carro para sacar fondos y remodelar el local que teníamos, pero no entregué el dinero, mi esposa se sacó el carro, y, por supuesto, nunca remodelamos el local del partido… más adelante fui subsecretario de desarrollo social y ahí hicimos mucho dinero porque la constructora que levantó los pies de casa para las gentes de las invasiones, era de mi papá”_. El Turno es para el segundo de la ronda: “__ Yo tengo treinta años viviendo en este Estado, que ya es para mí como segunda cuna… Llegué aquí porque venía huyendo de mi pueblo, pues entre un compadre y yo, asaltamos a un ingeniero cuando llevaba la raya para pagarles a unos jornaleros agrícolas. Cuando ya íbamos saliendo del pueblo yo asalté a mi compadre, le quité su parte y lo dejé amarrado en el tronco de una mata de mango. Por mucho tiempo me anduvieron buscando, hasta que una vez me animé, le robé todas las alhajas a la que entonces era mi esposa, las empeñe, me llevé su carro que por cierto tenía reporte de robo en el extranjero, en el trayecto lo vendí, junté una feria más y fui con un amigo que para entonces ya era subprocurador y desapareció mi expediente”_. _ El Turno es para el tercero en la ronda: “ __ Yo estoy encabezando las candidaturas de mi partido porque la mera verdad me ha parecido la forma más fácil de hacer dinero. Me corrieron de una preparatoria donde era conserje porque andaba acosando a las alumnas, y luego entre a la universidad como maestro de horas sueltas y al tiempo me dieron un tiempo completo. Fui maestro de todas las carreras de Sociales, es decir, de Ciencias sociales. “Fui” es un decir, porque en realidad nunca daba clases. A los pocos años me invitaron a participar en una planilla del sindicato y ganamos. Conseguí que le dieran a mi esposa la plaza que yo tenía y me fui de sindicalista. Ella tampoco iba a dar clases. Así estuve como siete años y, cuando perdimos contra otra planilla, mejor pedí una licencia, porque no quería regresarme a dar clases. Trabajé en instituto de estadística y geografía durante varios años, fui diputado suplente por un partido de izquierda, fui senador por un partido de derecha que se volvió de ultraderecha , renuncié a ese partido para venirme de Secretario de Educación hace dos sexenios, de ahí me fui a la contraloría como Secretario, a los dos años me fui a la subsecretaría de hacienda, al año volví a la Controlaría pero ahora a declarar porque me había instruido un procedimiento administrativo por malversar unos fondos para pintar escuelas cuando estuve en la Secretaría de Educación; me inhabilitaron dos años, volví a dar clases en la universidad mientras cumplía con esa inhabilitación, perdí ese trabajo porque me metieron a la cárcel por no pasarle la pensión alimenticia a mi ex esposa; en el sexenio pasado estuve como aviador en un municipio de la sierra y ahora con el nuevo gobierno he estado en tres secretarías pero en ninguna me he querido quedar porque tienen muy poco presupuesto. Hace un año puse una carnicería allá cerca del terrenito que tengo y también puse un cibercafé, pero eso me obliga a estar ahí trabajando todo el día. Me han hecho esta invitación para representar a mi partido y aquí estoy dispuesto a todo…y cuando digo a todo, es a todo. Así es que ya saben a qué se atienen conmigo"_. _ Todo lo anterior lo escribí de memoria y la mera verdad no sé qué tanto de los que dije sea verdad. Sin embargo, esto del nuevo formato del debate, creo que sería un parteaguas en la vida política de cualquier país. Mañana que esta columna esté siendo leída en Suecia o en Noruega, más de un representante popular se estará muriendo por hacer suya esta iniciativa.
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Por Miguel Ángel Avilés Si un día el pueblo se aferra y se expresa a mi favor, por sobre todas las cosas, para que me postule como aspirante y luego candidato a la presidencia de la República, solo le pondría como única condición que mi publicista, estrategas de comunicación o márketing, productores, propagandistas, mercadólogos o como se llamen, seré yo mismo o no acepto. Sobre aviso no hay escaño. Es que si de por sí ya es bastante andar del tingo al tango en una campaña, con la garganta cerrada por tanto mitin, sufrir los embates de tus adversarios, enrojecerte por eso que te sacó la prensa conservadora que ni tus biógrafos sabían, para tener que ponerte en manos de un experto en transmitir mensajes pero que lo único que se le ocurre es mostrarte ante el electorado como un marginado, venido del subsuelo de la pobreza, que solo tenía unos centavos para andar en camiones, ni siquiera en taxi o, como para que el mundo entero, identificado con ese abnegado sufrimiento, se compadezca de uno y sea esa la razón por lo que te den el voto, antes que por tus ideas o proyecto de trabajo. Eso déjenselo a La Academia o Juguemos a Cantar, con Juanito Farías y su caballito de palo o no, en donde se escogen, de preferencia y antes que pensar en su talento, a esos aspirantes cuya abuelita vendía elotes tatemados en un anafre, afuera de su casa, hasta antes que la atropellara esa patrulla cuando hacían una redada o sus padres se divorciaron al año que el futuro artista nació o tienen un hermano que radica en estados unidos y no lo ven desde que la explosión de un cilindro de gas acabó con su casa y los tres perros que tenía. ¿Me entienden? No estoy dispuesto a que se me oferte como quien forjó su vida a punta de calamidades, por más que así haya sido o no, pues el electorado tiene el derecho a saber que, aparte de venir desde abajo , que viviste en una casa que tenía más goteras en el techo que estrellas en el cielo y que pedíamos fiado en la tienda de la esquina, también has logrado muchas cosas y que como estudiantes y que como profesional y ciudadano, rico o pobre, tienes algo que ofrecer a un país que requiere de gente capaz, obsesionado por la congruencia entre el decir y el hacer, liberado de taras ideológicas, antes que pasarse toda una campaña y seis años después, actuando como un miembro o una miembra de una clase que si bien pudiste salir de ella, ya es tiempo de que la dejes en paz y te valgas por ti misma y por tu verdadera capacidad, sin más imposturas y simulaciones. Yo no quiero eso. Pero si tú sí “has cometido el pecado goloso del postureo. Te has dejado seducir por el aplauso fácil y la sonrisa cómplice de tus seguidores”. Para no recibir esos calificativos al caer en tan artificial correteo, mejor pinto mi rayita, antes que, ya nombrado candidato, se me acerque un tipo y me empiece a dar instrucciones, con videograbadora en mano, respecto a cuántas veces al día tengo reír y como reír, que nuevo peinado debo de usar, que tan carita buena debo mostrar, a qué colonia de la periferia tengo que ir y ponerme campechano con la raza de la cuadra o los adultos mayores de sombrero que están en la banqueta afuerita del changarro o a que niño con manchas en la cara debo de agarrar en los brazos, haciéndole inoportunos cariños aunque se ponga a llorar. Pero es, únicamente, por sí un día el pueblo se aferra, dije, lo cual puede que no ocurra nunca y por lo pronto ya no será para este 2024, algo que lo puedo firmar ante notario para no retractarme y ustedes, a su vez, pueden ir a decírselos a los ya destapados aspirantes o aspirantes, con tal de que les vuelva el alma al cuerpo y tengan la seguridad, para bien de una eventual caída de sistema y todo eso , que no me verán en las boletas, como si se les hubiera aparecido Juan Diego. Esto lo dicen mejor Los Tucanes, sumados ya, por cierto, a mi equipo de campaña: Es mi amor platónico* Es la fruta prohibida Pero sé bien que es imposible Tu reelección y la mía Pero te adoro en silencio Desde lejos, urna mía. Porque así no. Que se oiga fuerte y claro: no Ahora bien, si no queda de otra y el delirio popular se impone , divinizándome con óleo , para enseguida imponerme, irremediablemente, a ese o esa que me hará un spot igual de ridículo como el de tan honorable señor, Don Dante Salgado o mi compa Bertha X, yo me salgo del juego y declino a favor de cualquier otro. Es más, de ser así, que desde ahorita me den por muerto. "Cómo voy a ser candidato si tengo un juicio pendiente" diría un tío mío A mí, repito, que me den por muerto. Si es que se aferran a imponerme a esos señores, insisto. Dios guarde. No, no y no. Ya me veo yo cantando mi propio jingle, según ellos muy original: Es mi orgullo haber nacido En el barrio más humilde Alejado del bullicio Y de la falsa sociedad Yo no tengo la desgracia De no ser hijo del pueblo Yo me cuento entre la gente Que no tiene falsedad . Si, como no, para que luego me digan, al final del sexenio, que es lo que más tengo. ¡Lucita era de la costa de Charco Azul Maria Inés Estela era de Reynosa las más brava de las tres decía yo pierdo la vida antes que a Micky Avilés. En lugar de corrupto, me acusarían de plagio Ya me ve yo, en pleno corazón de la Colonia Los Olivos de un lugar cuyo nombre siempre quiero acordarme, con la ropa menos aspiracional que tenga, humildito, esperando un camión, llueva o no, pero eso sí: muy risueño . Fingido pero muy risueño hasta que el equipo del publicista, estrategas de comunicación o márketing, productores, propagandistas, mercadólogos o como se llamen, diga coóorte y pase a cobrar, satisfecho, orgulloso de su tanta creatividad pero sin ninguna posibilidad de llegar nunca, a portar la banda de la presidencia de la República. No, definitivamente no quiero. Al menos que buscáramos un punto medio y aceptando, otras más fueran mis condiciones: Acepto pero no quiero subirme a una batanga como aquel candidato que ya lo andaba atropellando un camión urbano y que a los días, le revocaron la candidatura. Acepto, pero ni por salvar la patria entera me pongan a bailar ningún día ni en mi cierre de campaña y sobre todo que no me pidan que baile como lo hizo Pancho Burquez cuando aspiró a gobernar esta capital. Acepto pero no comeré chiles güeritos ni dormiré en catre en una casa ajena de una colonia pobre así como lo hizo una vez otro aspirante y aparte de que no ganó, le pegó dengue. El ridículo es de quien lo trabaja y no pienso andar litigando derechos de autor con nadie, menos con mi publicista. Concedido todo, ahora llega el momento de ensayar: Él me dirá que, si me dejo querer, y me pongo flojito y cooperando, en un abrir y cerrar de ojos puedo llegar a los cuernos de la luna y de palacio nacional, salto a presidir la ONU, UNICEF, o mínimo la FEMEXFUT o la FIFA. Yo, por mi parte, sin haber perdido todavía la lucidez, le solicitaré que me garantice, por su santa madre, una última cosita y ya: Que no termine preso en Almoloya. Con eso nomás. Asegurado esto, ni para donde hacerme. Venga pues : ¡SÍ, PROTESTO! “Amor platónico” - Los Tucanes del Norte Por Miguel Ángel Avilés
Para El Anibal, que también se acuerda (del Memo, de mí, y de los cacahuatitos) Así nos preguntaba El Memo, al pedirle nosotros una tostada con chile a la hora del recreo cuando estábamos en la primaria. El Memo, de amplios cachetes, voz ladina y piel oscura, lucidor de un sombrero a diario limpiecito, era uno de los señores que ofrecían sus productos ya sea durante esa media hora que nos dejaban salir a jugar o pasaditas de las doce, junto a la puerta principal, ya al irnos. Nos amontonábamos alrededor de su carrito ambulante, construido de madera por él mismo y El Memo iba atendiendo uno por uno, para satisfacer nuestro urgido paladar con todo aquello que ya se nos había hecho vicio. Chocolates americanos de todas las marcas, dulces de anís y dulces Tomy , chicles motitas, gomitas, cocadas greñudas, banderitas de coco, garapiñados de los rojos, pepitorias, jamoncillos, galletas, muelitas, saladitos, chicharrones, paletitas y paletotas, bombones, mazapanes, pulpas y jarritos de tamarindo, tripitas de chilito en polvo, semillas de girasol y calabaza, más una lista infinita como son los recuerdos y los antojos inofensivos y dañinos, ahora que tantas primaveras ha pasado. Aparte de todo esto, El Memo ofrecía un atractivo abanico de fruta de temporada: jícama, piña, sandía, mango, pepinos, coco y desde luego sus endémicas tostadas sobre las cuales ya les hablé. Eran así, tal cuales, en gruesas rebanadas o trozos grandes, sin o con chile elaborado en su casa y que pasaba sobre cada una de estas con una brocha, previamente sumergida en un bote chorreado y enseguida entregaba lo solicitado que ya portaba en su mano, sobre un simétrica tirita de papel. Aquí es donde venía la disyuntiva, al pedirle una tostada, bañada con ese chile -del colorado en polvo, agua, limón y sal - y El Memo, respetando los gustos del consumidor, aventaba la desgastada pregunta: _ ¿Con Cacahuatitos o sin cacahuatitos? Y si la respuesta era que con estos , tomaba la cuchara y echaba en la tostada ya con chile, una lluvia de esos que le llaman japoneses o de los más simples con chile que brindan en las cantinas, y esos momentos, de diez y media a once, eran de lo más sublime, por encima de las donas que también vendía o del ceviche que mercaba don nomeacuerdo por entre el cerco desde afuera, ahí frente al campito de futbol que teníamos cuyas porterías nos había donado esa agrupación llamada club rotario. Satisfecho el estómago con esta opción, ya que en el menú también estaban las tortas de carne deshebrada que vendía la mamá del Martín García o la que me había preparado miama con un birote de la panadería de Doña Romelia y dos huevos revueltos, pasábamos a ejercitar el resto del cuerpo, repitiendo la cascarita de un día anterior para desempatar o dejar las cosas a medias para el día siguiente, con tal de no estarnos quietos y tirar esas calorías a las que nos había inducido el carrito del Memo. La respuesta la puede tener cualquiera de ese grupo o generación que desde entonces pudiera traer el azúcar hasta el tope o el colesterol se le note incluso en los ojos o reconozca que él y su estilo de vida más su sedentarismo o una cuestión genética, tantita responsabilidad puede que tengan en sus actuales males, a fin de ya no culpar sin matices a todo eso que nos atrincábamos de niños. Eso sí, yo no sé cuándo pasamos de este consumo mínimo en la escuela, compensado con una hiperactividad voluntaria que como impúberes traíamos , que nos ayudaba contra las enfermedades, a considerar que todo ese tesoro como el que traía el Memo y miles de Memos en los centros educativos , era ,primero, alimento chatarra y ,segundo , resultaban ser los culpables de tanta engordadera y una lista de padecimientos, al grado tal que esas tradicionales ventas en el recreo tenían que normarse o peor aún, tendrían que desaparecer. Mira nomas por donde le dio ahora al Estado. Es decir, no satisfecho con no haber educado a un pueblo con respecto a una sana alimentación ni tampoco garantizarle que tuvieran las oportunidades y los recursos para hacerlo, esta vez quiere culpar a la comida llamada chatarra de las enfermedades que se padecen. Mira nomas. Si se les ocurre esto hace digamos cuarenta años, van tras el Memo y le dan cadena perpetua. Puede que sí. Puede que no. Ya que de pronto, lo que antes era propio de la chusma, los de abajo, hoy resulta que, tan solo cambiándole el nombre, es democráticamente de todos y si tienen un valor nutricional o no, que les valga un pepino. Sí. Porque que de lo que se trata, al probarlos y darnos cuenta que saben de ufagallocallatelaboca, es introducirnos al mercado total y democrático del resto de la población y llevarlos a todos los sectores y a todos los lugares, que al fin y al cabo eso de alimentos chatarra era un tanto cierto y otro no, siempre y cuando sean capaces de volverse un simple rédito, una renta, una utilidad o beneficio renovable que rinde un capital. Sí, todo esto pero en grandote y propagado a todas las clases sociales ,a como dé lugar, sin planeación y sin matices, porque nadie ni nada se espera y el adquiriente de esto, menos. Sé que un día a los del sector salud se les atravesó una carrito como los que tenía el Memo, cayeron en el antojo .los probaron y nombre, de aquí somos dijeron y dando una vuelta de timón a su discurso, como buenos incongruentes, abrieron las compuertas y ahora cualquier lugar, sobre todo en las bodas, hay de estas tentaciones hasta para tirar p’arriba. _ Oiga, pero dijimos que nada de nada y hasta leyes hicimos. _ ¿De qué hablas?... _ De la comida chatarra. _ No sé de qué hablas _ Señor, bien sabe de... _ Snacks _ ¿Qué? _ Snacks, así los llamaremos _ ¿Aperitivos? _ Lo que sea, pero en inglés porque a la masa común y corriente, hablen o no hablen inglés, le encanta eso tan cool. Y sácalos de las escuelas, globalízalos, abroga esa ley y aviéntate otra, no sé. _ Pero señor… _ ¡Señor nada!, te dije snacks, y punto. Acuérdate que eso del inglés los apantalla y así queda ...en bodas, cumpleaños, graduaciones, quinceañeras, juntas sindicales, presentaciones de libros, lo que sea . _ ¿Lo que sea? ¿De verdad, señor?? _ Lo-que- sea ¿que no entiendes de lo-que sea? ...snacks… es más, se me ocurre que construyamos una tiendatotota o un carrototote en donde haya snacks para todos y todas y a nadie les falte. _ Enterado, señor, ya dijo …ah, señor ...señor… _ Dime… _ nomás una duda sobre los mentados snacks _ ¿Cuál? _ ¿Con Cacahuatitos o sin cacahuatitos? Por Miguel Ángel Avilés "Usted no lo va a creer. Pero hay escuelas de perros. Y les dan educación" (Alí Primera, en Casas de Cartón)_* Recuerdo cuando se nos ponía la piel chinita y rabiábamos de indignación, al escuchar esa línea en la canción de este autor venezolano. Por qué frente al entorno social que se vivía, se nos hacía inconcebible que, hablando en sentido literal o figurado, un Salchicha, un Bulldog, un Chau chau, un labrador o un San Bernardo estuvieran gozando de un privilegio del cual muchos niños y niñas del mundo y en particular de Venezuela, carecían. No vayan a creer que Alí Primera delataba la existencia de algún plantel en el cual se inscribía a estos animales e iniciado el ciclo escolar en septiembre, le daban para adelante con su educación básica, preparatoria y universidad hasta titularse. No. Enseguida la letra aclaraba el “para” es decir, el fin o término a que se encamina esa acción y decía que era “…pa' que no muerdan los diarios” pero sin dejar de advertir que “el patrón, hace años, muchos años, que está mordiendo al obrero”. Esta interpretación de "Casas de cartón" se popularizó ampliamente en muchos países de habla hispana, misma que nombrada como una poesía franca, describe la vida en los cinturones de miseria de las urbes latinoamericanas. Habían nacido en un contexto en donde se abandonó la agricultura en su país, y se daba paso a la explotación petrolera y el éxodo de la población rural en busca de trabajo, llenó los cerros de los llamados ranchos o casas que en su mayoría tenían techos de cartón, viviéndose en situación precaria, llegándose a decir que los perros vivían mejor que ellos. De acuerdo a sus biógrafos, en las canciones de este autor muerto en 1985 en sospechoso accidente automovilístico “se expresaban los que nunca tuvieron voz, las luchas del pueblo por su emancipación, la protesta contra los modelos dominantes y de explotación, la crítica a los sistemas hambreadores de Venezuela y el mundo, y la palabra hecha música con pasión por la esperanza de la vida”. La canción de marras fue interpretada desde luego por él, pero la popularizó el legendario grupo de Los Guaraguao. En México la lanzaron Los Bukis en 1983, pensando más de uno que era creación de Marco Antonio Solís y, en tiempos recientes, también la grabaron en dueto, Servando y Florentino Primera, hijos del compositor, pero, sinceramente, me pareció una mala versión. Pero siguiendo con el tema de los perros, en mi caso nunca he visto que uno de estos muerda algún periódico, ni local ni nacional y menos ahora que la mayoría son digitales. Ninguno: ni un ejemplar de La Jornada, o del Universal o del Reforma. Ninguno. Creo entonces que en la actualidad ya no se requiere que se les de esa educación a la población canina. Bueno, al menos para eso. Sí para otras cosas, pero “pa' que no muerdan los diarios” ya es innecesario. Sin embargo hay otros rubros a donde han accedido y en mi caso no sé si se nos esté pasando la mano en dicho trato o se ha caído en una sobredotación o en una entrega desmedida hacia los Chuchos. Preciso: Dije “no sé”, no afirmé que se no esté pasando la mano o que esté en total desacuerdo con dicha prácticas. Sería cuestión de invocar al espíritu de Alí Primera y solicitarle una opinión, pero eso sí, antes de hacerlo tendríamos que ponerlo en contexto en razón de tantos cambios que hemos vivido pero sobre todo advertirle, para agarren parejo sus críticas, que un trato hacia los perros como los que refería, ya no es exclusivo del patrón, no ya no lo es. Digo, porque, en un descuido, ya hay muchas zonas, sin distinción de clases sociales, en donde reciben un trato mejor que el propio obrero, a manos, incluso, de aquellos que siendo obreros o no, en los 70 y 80 cantaban a punto del llanto y a pecho abierto, esa canción en defensa del obrero y de tantos marginados. Lo siento pero así es. Tanto lo es que algunos estudiosos de la psicología, en donde habrá más de uno de los que en su época universitaria cantaban Casas de Cartón, que ya pararon oreja frente a este fenómeno y considera que nos estamos excediendo o que algunos de estos hábitos no son muy sanos, ni para el dueño ni para el animal. Ellos estiman que, hasta hace no tanto tiempo, las mascotas ocupaban un lugar bastante secundario en la mayoría de los hogares. No obstante, en los últimos tiempos, junto con el aumento del conocimiento y el respeto de los derechos de los animales, los perros han ganado un protagonismo tan grande que ahora corren el riesgo de la “humanización”. En otras palabras, dicen, que "humanizar a las mascotas consiste en percibir a los animales como si fueran individuos humanos. Específicamente, los tenedores de mascotas, asemejan en sus señas, condiciones, particularidades, a los humanos, desnaturalizando ampliamente por completo sus diferencias y su esencia animal". Oh Dios, justo lo que Alí no quería, mordieran o no mordieran los diarios. Ni hablar, esta globalización parece que también está globalizando hasta las conciencias o si no es así, mínimo está globalizando la pérdida de la memoria pues algunos parecieran no recordar esas combatientes épocas y se han sumado a los gustos del patrón, ese que desde hace años, muchos años, sigue mordiendo al obrero, aunque algunos de los otroras obreros, ahora sean patrones y salgan todas las tardes a pasear a sus hermosos perros. Y que conste que yo no me estoy oponiendo al buen trato que deben de recibir los animales, ni pugno por su maltrato ni estoy en contra de los delitos que en la actualidad hay al respecto, ni soy apologista de estos, ni le aplaudo a los que suelen envenenarlos o darle un trozo de carne revuelto con vidrios molidos. Pero la sugerencia de los especialistas es que los traten como lo que son: animales. Es que por un lado ya está identificado el llamado Síndrome de Noé, o sea el desorden psiquiátrico que consiste en la acumulación de animales de forma patológica. Las personas que padecen esta patología compran, adoptan o recogen de la calle animales de forma obsesiva, siendo los casos más comunes los relacionados con perros. Aparte está la petofilia, definido como un trastorno psicológico consistente en un amor desmedido a los animales. Por otro, no menos preocupante, es el hábito, cada vez más frecuente, de atribuir a los perros emociones, actitudes o necesidades que no son caninas sino humanas. Esa humanización creanme que no pienso detallárselas porque ya no tengo mucho espacio en esta columna y porque saben muy bien a qué me refiero. Quería detallarlo, pero no. Aludo estas nomás: guarderías, peluquerías y funerarias. Oh Dios. Prefiero recordar cierto episodio que una chica muy indignada compartió una vez en Facebook en el cual denunciaba con video de por medio sobre lo que sus ojos desorbitados habían presenciado afuera de una reconocida tienda de autoservicio en donde una joven arremetía contra un perro que se le acercó quizá solo para lamerla y besarle los pies. Fue la propia denunciante quien adujo que la agresora del canino se encontraba notoriamente mal de sus facultades mentales. Sin embargo, no impidió la contención de su ira- como la de Ali Primera frente a los perros que recibían educación - y la aventó al cadalso de la redes sociales en donde fue condecorada con rabiosos insultos, coléricas maldiciones, amenazas infinitas, deseándole, de pasadita, la muerte. Todos los comentarios, sin excepción, fueron políticamente correctos. Todos fueron en nombre de la paz , la condena de la violencia y el no maltrato. Se los juro por El Pushi, nuestro gato. Hagan de cuenta seis o siete, enloquecidos, vueltos locos, perdidos en su fe que antes era creencia, lucha o transformación. Murió virtualmente de lo que puedan imaginarse: se la acabaron, la hicieron trizas, una loza de blasfemias fue el material para su eterna sepultura. Su tumba figurada, yo no sé en dónde quedó. Puede que un perro me lleve a donde está. Le preguntaré al que pase. Ahí viene ese hombre, puede que él sepa. Trae a su perro, lo sacó a pasear o a que hiciera caca. ¡Fuchi, caca! Quien sabe. Ah, ya sé: quizá lo lleve a la escuela. Para que le den. EDUCACIÓN. Y luego irse por ahí, a morder a un obrero. *Feliz año nuevo, para tod@s* |
Miguel Ángel AvilésMiguel Ángel Avilés Castro (La Paz B.C.S. 1966.). Es abogado por la Universidad de Sonora. Practica el periodismo y la literatura desde 1990. Archives
September 2024
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