Por Miguel Ángel Avilés
Todo acaba por ser un fraude y algunos creen que no. Hay quienes, con mucha valentía, lo han denunciado. Pero ahora están en donde algún día se lo impidieron. Y terminaron haciendo lo.mismo que criticaban Aún así, todavía hay muchos ingenuos que siguen creyendo en ello quesque por que expresaron su voto y en los actuales tiempos, su voto si cuenta. Llevamos años así, creyendo y creyendo , pese a lo que ha ocurrido y no escarmentamos . Basta que otra vez estén frente a nosotros los participantes y, olvidando lo dicho, estamos de regreso, viviendo una historia igual ,con hombres y mujeres construidos como lo mejor ,de la noche a la mañana y nos sumamos, locos de contentos , con su cargamento ,para sufragar. Y ahí nos tienen ,agarrados del chongo entre los votantes , defendiendo a un tipo o a una tipa que en el mundo nos hace pero que hará todo lo necesario, si eso atrae simpatizantes y le reditúa a la hora de contar los sufragios. Si que es patético. Si que sonroja verlos en ese lugar, encerrados y perdidos, en donde, según decían, nunca los atraparía. Los que ganan son ellos y los que transmiten este juego - ficción , lleno de engaños y simulaciones en donde se vuelven unos genios para todo ,pese a que son , bien lo sabemos ,los expertos en nada. Años viéndonos las caras y a pesar de eso, la volvemos a poner, aunque sea la otra mejilla, para que un grupito de sinvergüenzas hagan su agosto a costillas de un gesto sin pensamiento individual, y sin criterio propio, fácil de manipular. Cambian para no cambiar. Le ponen otro nombre y la candidez del pueblo bueno y sabio , vuelve a morder el anzuelo ,creyendo que por fin llegó la transformación y que ,en esta ocasión , todo será diferente o no serán iguales. En serio, eso dicen, "convencidos" y penosamente, los verás en los promocionales de TV o de forma presencial, defendiendo lo que juraron que no defenderían jamás y reprochando lo que un día reivindicaban a muerte. Uno entiende: es su modus vivendi porque no aprendieron otra cosa. Brillantes fueron o han sido en otras vainas pero este torbellino los atrapa y enloquecen por una sobredosis de fama,,al no haber destacado nunca en lo que cotidianamente hacían, caen en el pantano de la soberbia, y de este fango no los sacan. Se hunden, se pudren en su propio almácigo, pero no reconocen ni aceptan que ya no son lo que fueron. Es una negación, como etapa de un duelo, que no es capaz de reconocer que su voz y su pensamiento, ya no les pertenece y será otro, el mandamás, quien hablará por ellos. Les dirá quien sí, quien no. Quien seguirá y a quien se desecha. Todos aguantan. Porque así es esto, aclaran y hasta corridos, se van contentos. No obstante, ya no lo podemos cambiar, menos si en ese convencimiento, se resisten a desafiar al mandamás y romper las reglas. Así se acostumbra. Así se les irá la vida. Porque, ganando o perdiendo, le es redituable. Es que jugar a esto los blinda, y no corren riesgo alguno. Siendo un villano, puedes convertirte en un héroe , en un ídolo, en un admirado participante que antes de entrarle a esto, eran la nada. Ahora trascienden. En el universo de su frivolidad pero trascienden. Dispuestos están a realizar todo cualquier cosa, por mas penosa o grotesca que sea. Así es el formato. Se aíslan totalmente del mundo exterior. Durante unos meses, se sienten y hay quienes los ven como su prioridad, su referencia, aunque no los vean ni los escuchen. Pobres de sí, aunque viviendo de eso. Y cuando suponemos que ya se agotó esta forma de vernos las cara, por ahí aparecen "nuevas" personalidades y " nuevas" voces jurando que serán distintos , como si no los conociéramos. Cuanto engaño y cuanta simulación.. Y juegan a que son auténticos. Así nos traen, cada año, tres, seis. Digamos. Ni modo, así son los Reality show El concepto, que puede traducirse como “espectáculo de la realidad” o “demostración de la realidad”, se refiere a un formato televisivo que pretende mostrar sucesos reales que le ocurren a la gente común en un determinado marco." La casa de los famosos le pueden llamar O el Big Brother, antes. Pero lo que es, es; un fraude Y algunos incautos, todavía creen que no.
0 Comments
Por Miguel Ángel Avilés
En una película que, sin ser ese su propósito, fue el mejor remedio para mi insomnio, uno de los personajes citó una frase atribuida a Napoleon Bonaparte que me gustó para utilizarla en esta columna a modo de pretexto y así agarrar monte hacia otros temas. Pero confiado que soy, fui incapaz de buscar un papelito, una servilleta, la palma de mi mano o la pared junto a mi cama para anotarla y luego entonces la frasecita se me olvidó. No obstante, apostándole al Google que lo sabe todo y buscando las infinitas frases que este hombre o medio hombre dijo, no encontré nada, nadita que tuviera que ver con lo aludido en la trama de esa pelí en donde, por cierto, salían unas chicas de muy buen ver, pero sé que para ustedes eso es secundario. Encontré otra información sobre don Napo, pero era sobre cuestiones muy íntimas y preferí respetar su memoria. Volviendo al tema que nos trajo aquí, significa pues que, contrario a lo que el mundo entero cree, Google no es la panacea, ni lo infalible ni la fuente inexcusable o predestinada para encontrarlo todo. Puede o al menos esta vez me falló. Esto abre la posibilidad de que Google si sea lo que muchos creen y que en realidad don Napo, es decir, el comandante militar y líder político francés nacido en Córcega, jamás pronunció esa frase, menos si alguien estaba junto a él para anotar lo que dijera en lo primero que agarró y así después andársele atribuyéndosela a él o a quien mejor le convenga. Esto último me preocupa considerablemente. Sí por don Bonaparte, pero también por todas aquellas personalidades que, a lo largo de la historia, se posicionan en el ánimo popular como unos héroes o heroínas por lo que, según el transcurrir del tiempo y sus biografías, pudieron haber dicho y resulta que no hay probanza contundente que vuelva irrefutable lo que muchos citan. Pero les vale y lo repiten en un café, en una reunión de amigos, frente al suegro para creerse muy muy, ante el público en un mítin engañabobos, con tal de apantallar mentes frágiles que al no conocer a Dios a cualquier barbón se le hincan y así postergar la simulación de quien sabiéndose poquito menos ignorante que el destinatario de sus palabras, se aprovecha con alevosía y engaña... Para no suponer que me refiero a los actuales tiempos, lo cual me parecería desproporcionado e injusto, les comparto lo que alguna vez escribíamos ya sobre esto y demás, es decir, sobre el tema con el cual iniciamos y usando el siguiente material nos quedará más que claro: Hay frases históricas que, si no me las hubieran machacado a lo largo de mi vida como ciertas, yo no las creyera. No porque no se hubieran dicho, es lo de menos, más bien porque no me imagino a un fedatario tomando nota de cada una de ellas al momento de acuñarse. Y no me lo imagino porque son tan diversas las situaciones donde se le atribuyen a los autores, muchas de ellas peligrosas o con un alto grado de dificultad, que más que andar tomando notitas para la posteridad o grabándoseles de memoria, uno hubiera preferido salir de ahí en chinga o guarecerse en cualquier rincón, mientras pasaba la marimorena. No sé desde cuándo se remonte la primera frase registrada y mucho menos me acuerdo ahorita quién la dijo, pero cuando haya sido y quien haya sido, nunca se enteró que por ahí había alguien cazando expresiones contundentes pues,, de haberlo sabido, mejora la que hoy conocemos o se avienta unas más a toda madre. O quizá sí supo y por eso la dijo. Puede ser que haya dicho una babosada, pero en eso del teléfono descompuesto, le enderezaron la plana y quedó excelsa. Lo que también me pregunto es que si ese registrador del pensamiento ajeno, escogía al azar los eventos o ya sabía dónde se podían decir los más trascendentales apotegmas. Si es que ya estaba planeado o el mismísimo autor le avisaba que estaba por salir de su ronco pecho los frutos de su inspiración, luego entonces iba a la segura, llevando tinta y papel, sabedor de que se llevaría la primicia frente a cualquier otro busca frases. Pero si aquellos adagios salían de botepronto, cuando el inspirado sujeto estaba en un recinto parlamentario, o se iba subiendo a un carruaje o en una fonda mientras se comía un pozole o en plena retirada, cuando las tropas enemigas le estaban apedreando el rancho, entonces sí estábamos en riesgo de que lo dicho quedara en el anonimato. No quedaba más que grabársela de memoria, como les digo o apuntarla en una servilleta llena de salsa o escribirla en la palma de la mano, so pena de que la borrara sin darse en cuenta al echarse un baño. A modo de ejemplo, me pregunto quién diablos sería quien escuchó decir a Guillermo Prieto eso de “los valientes no asesinan" ese 14 de marzo de 1858 con tal de que el pelotón del improvisado fusilamiento que se le ocurrió al coronel Landa le perdonara la vida a Juárez. Les advierto que era domingo en Guadalajara y eso ya me hace dudar de que todos anduvieran lúcidos, cualquiera que haya sido el escribano. Fiesta, tequila, Tlaquepaque, birria, ustedes saben. Para mí que fue el propio don Guillermo quien corrió la voz de que se había discutido con esa frase, pero no estoy seguro. Qué tal si en realidad les dijo " chínguenselo" pero no le hicieron caso y se inventó esta que todos conocemos, antes que don Beni se percatara de su traición. En fin, que sean los verdaderos historiadores o los espiritistas a los que les dé por averiguar. Por Miguel Ángel Avilés
Esta columna tiene por nombre opcional "La otra mirada", porque eso es: una apreciación propia y distinta con respecto a cualquier tema de la vida cotidiana, nada más. Ni trata de imponer juicios ni se adjudica patentes sobre verdades únicas, pero, sobre todo, no arremete contra nadie, por el solo hecho de pensar distinto. En todo caso, lo que uno intenta es argumentar y ofrecer elementos de juicio, con respecto al asunto a tratar y si en el remoto caso de que alguien lea estas entregas, decida este si las retome o no y luego sacará sus propias conclusiones. Quiero decir que este espacio ni es un soliloquio, ni un monólogo, ni una tribuna imperial que se adjudique una supremacía insolente, capaz de apantallar a incautos a fin de que me creen todo lo que diga y, conseguido ese propósito, se me ocurra encaramarme en el púlpito de una honorabilidad que no tengo, para blasfemar, sin tregua alguna, en contra de quien me dé la contra o me diga, con los pelos de la burra en la mano, que estoy mintiendo. Porque esa concentración de verdades, nunca es buena consejera, pienso aquí y siempre es necesario que existan contrapesos, razón de más para que nadie agarre esa onda gacha de querer pontificar, como si muy iluminado, bajara del cielo y con poder celestial en mano, casi nos hablara en nombre de dios o, peor tantito, creyéndose dios. Amén. Eso de presentarnos de una manera dogmática y con tono de suficiencia, principios o ideas que no necesariamente han sido comprobados, no tiene cabida ya, en los actuales tiempos y más temprano que tarde, nos cae el techo de la realidad en la cabeza y no hay más que recoger lo que quede de esta simulación ahí, justo ahí, donde todavía humean los escombros de lo impostado. Por eso creo que no nos podemos quedar con la exclusiva versión que alguien nos oferte, sobre todo si ese hombre o mujer, en una charla, reunión, consulta, entrevista, conferencia, tarot, o lo que sea, no permite que una voz distinta lo contradiga y lo ponga en su lugar. Esto ocurre muy frecuentemente en la vida cotidiana, pero el día que esto se vuelva una pandemia y llegue, incluso, a la intachable esfera política, ahí sí que todos estaremos perdidos. Ahí sí. Dios quiera y no, pero por si sí o por si no, se debe andar con cuidado, pues si se quiere apreciar las evidencias, antes que un acto meramente de fe, es necesario que cada uno de nosotros, estemos atentos para saber quién nos quiere cuentear y quien no. Hasta ahí todo bien. Pero qué pasa cuando, yo como afectado, señalo que ese del verbo absoluto, le da por hacerte señalamientos taberneros, llenos de injurias y calumnias, lastimando tu honra, sumariamente, sin darte ninguna oportunidad de defenderte. Así que es muy grave. Para fortuna de los destinatarios de esta herejía, existe el derecho de réplica, rectificación o respuesta. Siguiendo a Vladimir Chorny lo anterior tiene la "idea de posibilitar que la voz de las personas afectadas por la información incorrecta”, falsa o utilizada de cierta forma por los medios de comunicación (principalmente) sea escuchada. Es un mecanismo para permitir a las personas dar su versión de la historia y, también, generar un diálogo comunicativo y así romper la difusión de información en una sola vía, que es muchas veces la lógica con la que funcionan estos medios. La posibilidad dialógica que encierra este derecho no sólo es importante para las personas que buscan replicar cierta información, sino que es benéfica también para el resto de la sociedad: la réplica permite abrir un debate para romper un monólogo y habilita a la sociedad a ser partícipe de ese debate de distintas formas. Con un antecedente remoto, en México ese derecho se contempla en la constitución y a su vez, en las leyes reglamentarias. Si no les da flojera (como la que yo tengo ahorita) échense un clavado en estos , leyéndolos, para el día de mañana que se les ofrezca. A mí me parece de gran valía el escuchar a las dos partes, de otra manera, nos tragamos el cuento de esa autoritaria expresión y más tarde nuestra cabecita se satura de pura fantasía y de pura falsedad. De ese modo nos hacen ver como héroes a unos y como villanos a otros, como ángeles a estos y con demonios a los demás, como valientes a unos. Mientras que los cobardes son aquellos y así, nomás así, nos vuelven a pintar la cara. Con tal de que me entiendan sobre lo importante que es escuchar a las dos verdades o " verdades" recurriré a un pasaje autobiográfico que hará infalible a mi pedagogía: Un día que reaparecí en una cancha de fútbol y jugando de portero, me quebré o me quebraron la muñeca derecha, pero yo supuse que era una simple lastimadura. Sin embargo, las molestias no se iban y entonces me saqué una radiografía. El radiólogo sentenció que tenía muñeca bien quebrada, pero me dice, quizás a modo de consuelo, que era admirable que hubiera soportado tantos días esa quebradura que comúnmente provoca en otros espantosos gritos, con lo cual quedaba claro que yo tenía un alto, muy alto umbral del dolor. Si esto lo anuncia en público, quien quite y paso a formar parte del salón de la fama o algún circo me hace ofertas de trabajo como faquir. Con esa única versión muchos hubieran creído que soy un superhombre. Pero siendo sinceros esto no sería del todo cierto. Y si el afán de la muchedumbre fuese desenmascararme o simplemente quisiera conocer otra opinión, busca por cielo, mar y tierra las evidencias necesarias para desvirtuar el dicho del radiólogo. Entonces darían con el paradero de aquel profesional de la enfermería que me atendió en el hospital militar por una madura herida que traía en un dedo y que, a las primeras de cambio, al aplastarlo para sacarme todo el pus que ya cargaba, azoté desmayado en sus pies y solo volví en sí, cuando este me estaba dando de cachetaditas para que reaccionara. En ese momento, mi fama de bragado se vendría abajo. Puede que sí o puede que no. Pero ya se tendrían en la balanza las dos versiones o esas dos miradas. Para que cada uno, sacara, informadamente, sus propias conclusiones. Por Miguel Ángel Avilés
Desde que empecé a vivir fuera de casa, me hice cargo, parcial o totalmente, de los servicios que tuviera en el nuevo domicilio que habitara. Uno de ellos es el de la luz y solo cuando, excepcionalmente, ha sido imposible pagarlo, no he cubierto su monto. Hasta antes de casarme y por razones estudiantiles viví, al menos, en catorce lugares y los arrendadores no podrán quejarse de alguna deuda que le haya dejado por irresponsable. Dije por irresponsable. Unas veces con retraso, otras tantas en forma anticipada y otras más domiciliadas con cargo a la tarjeta, pero la compañía de clase mundial que dice ser #Comisión Federal de Electricidad, ha recibido de mi parte lo que, según ellos, he consumido de energía eléctrica y se les debe. Será por otros, pero por mí, nunca estaré cerca de un quebranto. Cómo saben, Hermosillo es una ciudad de sumo calurosa y por lo tanto, en verano, no hay de otra más que guarecerse en casa en tanto puedas, y prender los aires de que dispongas no por un lujo sino por una necesidad apremiante o de lo contrario, te carga pifas y caes desfallecido. Mucha gente, mucha, no tiene ese privilegio (de tener luz, no de caer desfallecido), es cierto y busca la forma de evitar una deshidratación, por decir lo menos y echa mano, de un abanico de pie, de un cooler, de un periódico, de una tira de cartón o de un baño a manguerazo limpio o metido en una tina llena de agua, con tal que la familia y, sobre todo los niños, se refresquen. Dice una querida amiga que la cerveza también ayuda, pero de eso después hablaremos (hablaremos de la cerveza, quise decir, no de mi amiga). Hay otro, sin embargo, que no cuenta con energía eléctrica y la cosa se pone más canija. Por ejemplo, esa señora de quien supe alguna vez quien, siendo vendedora de productos naturistas, y como a muchos les ha pasado, su negocio se vino abajo, su esposo ex migrante no tenía empleo y una hija de ambos estaba enferma. Los recibos sin pagar se le acumularon, no contaba con luz y no fue posible que la CFE le permitiera hacer un convenio para empezar a pagar y lograr una reconexión que ayudara a reactivar sus actividades. La empresa del Estado (la clase mundial) sin embargo, fue inflexible y ella ya no hallaba la puerta. " Antes sí podías diferir pagos, ahora ya no se puede", le diría, hace unos meses, una joven que atendía al público en no recuerdo qué sucursal. Pese a todo, ella siguió intentando una negociación, sin recurrir, en ningún momento, a los conocidos como " diablitos " para poder tener luz ni ha optado por el robo de energía eléctrica ni ha pedido el auxilio de un vecino para que se la compartan. No, ella trató de recuperarla a la buena y no ha recurrido a lo que pudiera ser lo más "fácil" como algunos lo intentan, sin tener necesidad pero que la comisión hace como que la virgen le habla, al momento que le toca presentar una denuncia en la ex PGR pues tal vez lo único que le interese sea aplicar una alta multa y ya. Cómo esta señora, supondré que hay más que estarán padeciendo la misma situación, pero no parece ser ni en una subestación ni las oficinas que aquí tiene la empresa de clase mundial las que den la cara por ella y le ayuden. Ni por ella ni por nadie. En cuanto a la Profeco, yo tendría mis reservas si a la fecha siguen con la escasa voluntad de llamarla a rendir cuentas como me ha tocado en otros casos en donde se interpone una queja y es casi la nada lo que se logra en tanto no sea el changarro de la esquina porque, ahí sí, son muy implacables. En nuestro caso, déjenme decirles, que la CFE no ha sido como la más generosa ni mucho menos la más eficiente, pero lo que en algún momento pude atribuirle a un alto consumo de nuestra parte o un monto propio del verano pese a los subsidios, ahora ya en mi ánimo al menos existe la presunción que sí suele haber errores, abuso sabiendo que nadie irá a reclamar, mala fe o corte parejo en sus aumentos sin ninguna consideración frente a lo que se ha vivido en la mayoría de los ciudadanos en los últimos meses y que todos estamos padecemos. Asina es. Bueno, en tanto no se quieran reivindicar, por temor a que esto no se olvidé y venga la cobranza ciudadana de facturas, después. Más bien, despuesito, casi a la vuelta de la esquina. En lo que a mi respecta, la indignación hubiera quedado en una ventanilla luego de hacer oídos sordos a mis reclamos y todo hubiera quedado a lo mucho en una catarsis, ya que no hubieran cedido como siempre y frente a la impotencia que hemos vivido ante su mal servicio público , al menos le hubiéramos dicho unas palabrotas de esas que le salen a uno cuando se enardece frente a este tipo de injusticias. Mexicanadas, recuerdos a mamá, peticiones de irse lejos, muy lejos y así. Sí, de pronto nos sorprenden con un recibo en cero o una cantidad incomparable con otros montos, dignos de enmarcarse. Por eso es que uno para las antenas cuando los fuertes montos en el recibido son recurrentes, ya que si bien no vivimos a oscuras sin encender ningún foco, tampoco estoy en Canberra, Australia en la casa de los Richards, tratando de consumir la mayor luz o lo que consiguió Luis Barragán, en la casa Ortega, gracias al sol y a sus tantas virtudes. Por cierto: si ya andaba con mis desconfianzas con respecto a la certeza de los recibos, mis sospechas aumentan hace un par de años cuando, en pleno confinamiento, llega un trabajador de tan benevolente empresa, quien, con recibo en mano, venía, dijo, a realizar una segunda lectura porque habían detectado posible error, ya que, al estar cerrada la entrada de la casa, por razones actuales de COVID, él comenta que la primera la hicieron desde afuera, casi a ojo de buen cubero. Con los debidos protocolos, le permitimos el ingreso y, efectivamente, constató que había un error y que se llevaría el recibo para traerlo, al día siguiente, con nueva lectura y corregido, pero nada que regresó. El joven, quien delgadillo, mencionó que el número de medidor correcto era 87336 en tanto que el incorrecto era 87958 el cual traía un monto de 4000 mil pesos o más, sin que esta fuera la cantidad mayor que había llegado. Entre otras, recuerdo que hubo una de $7,000 y, en lo que pudo ser un acto de generosidad de quien me atendió (cuando les permitía) conseguimos una prórroga. Sin más remedio, hube de exponer esto al personal de comunicación social y traté de exponerlo en otros espacios ya que el trabajador mencionado nunca volvió y no se hacía la corrección ni tampoco estaba seguro si me debería sujetarme al corte del recibido equivocado o había un nuevo plazo. En esas andaba, cuando me percato que, en las redes sociales, otros usuarios, de diversos municipios del estado, exponían irregularidades parecidas o se caían para atrás, como Condorito, por los altos montos que les habían llegado, con la diferencia que ellos no fueron tan prudentes como yo que solo despotrique de coraje en una oficina y les mentaron la madre a tal o cual político o a tal o cual funcionario a todo lo largo de este ciberespacio. Para que no pretexten luego que por groseros nos están cobrando mucho, me limito a citar algunos poquitos de los comentarios que archivé en esa ocasión, en torno a sus recibos: "Me llegó igual que a mi, Doctor, siendo que nunca me había llegado más de 800 pesos "(Kevin Ortiz). "¿Que podemos hacer, ¿a mí de 382 pesos que pague el mes pasado, hoy me llego 2,489 pesos, y vas y no te arreglan, nada, cómo podemos defendernos de este atraco, y así, habemos muchos aqúí es Huatabampo"(Antonieta López)". "A mí en Magdalena, Sonora me llegó por $5,700"(blanca Murrieta)". En lo que a mí respecta y después de seguir dando lata, a los días, por fin, me informan que de casi $5, 0000 se corregía y quedaba en $1,021.00. "Anoche: 5 horas sin energía eléctrica" "¡¡Valiendo madres!! Sin luz, esperemos sea solo un rato" Pensando que esto ya no pasaría, mantuve la calma y el sosiego para que no se me bajen las defensas y continuamos semiaspostandole al confinamiento y al quédate en casa, como ciudadano consciente, pero con las restricciones laborales que todos hemos tenido con las consecuencias lógicas que esto del COVID no trajo. No recurrí a mexicanada alguna para irme por lo ilícito ni adquirí ningún aparatito de los que se ofertan en internet para instalarlo atrasito del medidor y hacerle trampa a la sorda a esa no tan generosa compañía del Estado mexicano, fundada, por cierto, un mes de agosto de 1937. Mucho menos he aceptado esas propuestas que algunos trabajadores de la propia comisión o de diestros electricistas que, a cambio de una suma de dinero, le meten mano al contador de consumo para que esté baje y en el recibo aparezca una bicoca. Cómo son tan rectos ellos, yo les traté de corresponder de la misma forma, con tal de que no pensaran que, por mi culpa, se pongan en riesgo de insolvencia. Pero volvió otra vez la burra al trigo: pese al subsidio a la tarifa de la luz, los recibos siguieron fuertes y con cantidades muy parecidas, tal como si no hubiera una toma de lectura ni como la que confesó Jorge Delgadillo, sino que más bien se hubieran realizado a destajo por un sociópata o a un ser con un trastorno de la personalidad a quien eso de la empatía por lo que se estaba viviendo en lo económico por culpa de la pandemia, le importa una pura y dos con sal. Porque han de saber que nos llegaron $3,600 pero, coincidentemente, a otros amigos les llegaron cantidades casi iguales y, según leí en otros municipios, también les llovió sobre mojado y así lo están denunciando en sus respectivos muros. Eso sí, no puedo hablar por los demás y ellos ya se están desahogando a su manera. Les voy a pedir de favor nomas y por su bien que no me salgan con que hasta ahora estoy alzando la voz porque en más de una ocasión he dicho mi pensar y desde hace años ha quedado constancia de ello . Cómo lo decía al principio, de incumplido no nos pudieran tachar, ni en este ni en otro servicio que una entidad pública o privada donde me toca ser usuario o acreedor y si por razones ajenas a mi voluntad así ha pasado, pago las consecuencias, lo cortan y ya . Y ya. Esas catorce casas que aludía al principio son fieles testigos de la tranquilidad de mi conciencia y de lo que aquí les digo. Lo bueno que actualmente nada más tenemos una y la CFE sabe muy bien donde se encuentra cuando vienen y dejan el recibo así hayan tomado la lectura como les dio la gana o dios o su arbitrariedad o su valemadrismo les dio a entender. Insisto, lo bueno que nada más es una. No quiero pensar cómo le harán para pagar sus recibos esos que llegan a tener veinticinco casas y otras propiedades más. De seguro la CFE no tiene piedad con ellos y literalmente se los enchufa, al menos que trabajen ahí como funcionario de primer nivel y seas algo peor que unos diablitos. En fin, solo sé que al frente de la CFE, está un hombre muy capaz. Capaz de todo. Hasta de que un sistema Eléctrico Se caiga. |
Miguel Ángel AvilésMiguel Ángel Avilés Castro (La Paz B.C.S. 1966.). Es abogado por la Universidad de Sonora. Practica el periodismo y la literatura desde 1990. Archives
July 2024
|