Por Miguel Ángel Avilés
Desde que empecé a vivir fuera de casa, me hice cargo, parcial o totalmente, de los servicios que tuviera en el nuevo domicilio que habitara. Uno de ellos es el de la luz y solo cuando, excepcionalmente, ha sido imposible pagarlo, no he cubierto su monto. Hasta antes de casarme y por razones estudiantiles viví, al menos, en catorce lugares y los arrendadores no podrán quejarse de alguna deuda que le haya dejado por irresponsable. Dije por irresponsable. Unas veces con retraso, otras tantas en forma anticipada y otras más domiciliadas con cargo a la tarjeta, pero la compañía de clase mundial que dice ser #Comisión Federal de Electricidad, ha recibido de mi parte lo que, según ellos, he consumido de energía eléctrica y se les debe. Será por otros, pero por mí, nunca estaré cerca de un quebranto. Cómo saben, Hermosillo es una ciudad de sumo calurosa y por lo tanto, en verano, no hay de otra más que guarecerse en casa en tanto puedas, y prender los aires de que dispongas no por un lujo sino por una necesidad apremiante o de lo contrario, te carga pifas y caes desfallecido. Mucha gente, mucha, no tiene ese privilegio (de tener luz, no de caer desfallecido), es cierto y busca la forma de evitar una deshidratación, por decir lo menos y echa mano, de un abanico de pie, de un cooler, de un periódico, de una tira de cartón o de un baño a manguerazo limpio o metido en una tina llena de agua, con tal que la familia y, sobre todo los niños, se refresquen. Dice una querida amiga que la cerveza también ayuda, pero de eso después hablaremos (hablaremos de la cerveza, quise decir, no de mi amiga). Hay otro, sin embargo, que no cuenta con energía eléctrica y la cosa se pone más canija. Por ejemplo, esa señora de quien supe alguna vez quien, siendo vendedora de productos naturistas, y como a muchos les ha pasado, su negocio se vino abajo, su esposo ex migrante no tenía empleo y una hija de ambos estaba enferma. Los recibos sin pagar se le acumularon, no contaba con luz y no fue posible que la CFE le permitiera hacer un convenio para empezar a pagar y lograr una reconexión que ayudara a reactivar sus actividades. La empresa del Estado (la clase mundial) sin embargo, fue inflexible y ella ya no hallaba la puerta. " Antes sí podías diferir pagos, ahora ya no se puede", le diría, hace unos meses, una joven que atendía al público en no recuerdo qué sucursal. Pese a todo, ella siguió intentando una negociación, sin recurrir, en ningún momento, a los conocidos como " diablitos " para poder tener luz ni ha optado por el robo de energía eléctrica ni ha pedido el auxilio de un vecino para que se la compartan. No, ella trató de recuperarla a la buena y no ha recurrido a lo que pudiera ser lo más "fácil" como algunos lo intentan, sin tener necesidad pero que la comisión hace como que la virgen le habla, al momento que le toca presentar una denuncia en la ex PGR pues tal vez lo único que le interese sea aplicar una alta multa y ya. Cómo esta señora, supondré que hay más que estarán padeciendo la misma situación, pero no parece ser ni en una subestación ni las oficinas que aquí tiene la empresa de clase mundial las que den la cara por ella y le ayuden. Ni por ella ni por nadie. En cuanto a la Profeco, yo tendría mis reservas si a la fecha siguen con la escasa voluntad de llamarla a rendir cuentas como me ha tocado en otros casos en donde se interpone una queja y es casi la nada lo que se logra en tanto no sea el changarro de la esquina porque, ahí sí, son muy implacables. En nuestro caso, déjenme decirles, que la CFE no ha sido como la más generosa ni mucho menos la más eficiente, pero lo que en algún momento pude atribuirle a un alto consumo de nuestra parte o un monto propio del verano pese a los subsidios, ahora ya en mi ánimo al menos existe la presunción que sí suele haber errores, abuso sabiendo que nadie irá a reclamar, mala fe o corte parejo en sus aumentos sin ninguna consideración frente a lo que se ha vivido en la mayoría de los ciudadanos en los últimos meses y que todos estamos padecemos. Asina es. Bueno, en tanto no se quieran reivindicar, por temor a que esto no se olvidé y venga la cobranza ciudadana de facturas, después. Más bien, despuesito, casi a la vuelta de la esquina. En lo que a mi respecta, la indignación hubiera quedado en una ventanilla luego de hacer oídos sordos a mis reclamos y todo hubiera quedado a lo mucho en una catarsis, ya que no hubieran cedido como siempre y frente a la impotencia que hemos vivido ante su mal servicio público , al menos le hubiéramos dicho unas palabrotas de esas que le salen a uno cuando se enardece frente a este tipo de injusticias. Mexicanadas, recuerdos a mamá, peticiones de irse lejos, muy lejos y así. Sí, de pronto nos sorprenden con un recibo en cero o una cantidad incomparable con otros montos, dignos de enmarcarse. Por eso es que uno para las antenas cuando los fuertes montos en el recibido son recurrentes, ya que si bien no vivimos a oscuras sin encender ningún foco, tampoco estoy en Canberra, Australia en la casa de los Richards, tratando de consumir la mayor luz o lo que consiguió Luis Barragán, en la casa Ortega, gracias al sol y a sus tantas virtudes. Por cierto: si ya andaba con mis desconfianzas con respecto a la certeza de los recibos, mis sospechas aumentan hace un par de años cuando, en pleno confinamiento, llega un trabajador de tan benevolente empresa, quien, con recibo en mano, venía, dijo, a realizar una segunda lectura porque habían detectado posible error, ya que, al estar cerrada la entrada de la casa, por razones actuales de COVID, él comenta que la primera la hicieron desde afuera, casi a ojo de buen cubero. Con los debidos protocolos, le permitimos el ingreso y, efectivamente, constató que había un error y que se llevaría el recibo para traerlo, al día siguiente, con nueva lectura y corregido, pero nada que regresó. El joven, quien delgadillo, mencionó que el número de medidor correcto era 87336 en tanto que el incorrecto era 87958 el cual traía un monto de 4000 mil pesos o más, sin que esta fuera la cantidad mayor que había llegado. Entre otras, recuerdo que hubo una de $7,000 y, en lo que pudo ser un acto de generosidad de quien me atendió (cuando les permitía) conseguimos una prórroga. Sin más remedio, hube de exponer esto al personal de comunicación social y traté de exponerlo en otros espacios ya que el trabajador mencionado nunca volvió y no se hacía la corrección ni tampoco estaba seguro si me debería sujetarme al corte del recibido equivocado o había un nuevo plazo. En esas andaba, cuando me percato que, en las redes sociales, otros usuarios, de diversos municipios del estado, exponían irregularidades parecidas o se caían para atrás, como Condorito, por los altos montos que les habían llegado, con la diferencia que ellos no fueron tan prudentes como yo que solo despotrique de coraje en una oficina y les mentaron la madre a tal o cual político o a tal o cual funcionario a todo lo largo de este ciberespacio. Para que no pretexten luego que por groseros nos están cobrando mucho, me limito a citar algunos poquitos de los comentarios que archivé en esa ocasión, en torno a sus recibos: "Me llegó igual que a mi, Doctor, siendo que nunca me había llegado más de 800 pesos "(Kevin Ortiz). "¿Que podemos hacer, ¿a mí de 382 pesos que pague el mes pasado, hoy me llego 2,489 pesos, y vas y no te arreglan, nada, cómo podemos defendernos de este atraco, y así, habemos muchos aqúí es Huatabampo"(Antonieta López)". "A mí en Magdalena, Sonora me llegó por $5,700"(blanca Murrieta)". En lo que a mí respecta y después de seguir dando lata, a los días, por fin, me informan que de casi $5, 0000 se corregía y quedaba en $1,021.00. "Anoche: 5 horas sin energía eléctrica" "¡¡Valiendo madres!! Sin luz, esperemos sea solo un rato" Pensando que esto ya no pasaría, mantuve la calma y el sosiego para que no se me bajen las defensas y continuamos semiaspostandole al confinamiento y al quédate en casa, como ciudadano consciente, pero con las restricciones laborales que todos hemos tenido con las consecuencias lógicas que esto del COVID no trajo. No recurrí a mexicanada alguna para irme por lo ilícito ni adquirí ningún aparatito de los que se ofertan en internet para instalarlo atrasito del medidor y hacerle trampa a la sorda a esa no tan generosa compañía del Estado mexicano, fundada, por cierto, un mes de agosto de 1937. Mucho menos he aceptado esas propuestas que algunos trabajadores de la propia comisión o de diestros electricistas que, a cambio de una suma de dinero, le meten mano al contador de consumo para que esté baje y en el recibo aparezca una bicoca. Cómo son tan rectos ellos, yo les traté de corresponder de la misma forma, con tal de que no pensaran que, por mi culpa, se pongan en riesgo de insolvencia. Pero volvió otra vez la burra al trigo: pese al subsidio a la tarifa de la luz, los recibos siguieron fuertes y con cantidades muy parecidas, tal como si no hubiera una toma de lectura ni como la que confesó Jorge Delgadillo, sino que más bien se hubieran realizado a destajo por un sociópata o a un ser con un trastorno de la personalidad a quien eso de la empatía por lo que se estaba viviendo en lo económico por culpa de la pandemia, le importa una pura y dos con sal. Porque han de saber que nos llegaron $3,600 pero, coincidentemente, a otros amigos les llegaron cantidades casi iguales y, según leí en otros municipios, también les llovió sobre mojado y así lo están denunciando en sus respectivos muros. Eso sí, no puedo hablar por los demás y ellos ya se están desahogando a su manera. Les voy a pedir de favor nomas y por su bien que no me salgan con que hasta ahora estoy alzando la voz porque en más de una ocasión he dicho mi pensar y desde hace años ha quedado constancia de ello . Cómo lo decía al principio, de incumplido no nos pudieran tachar, ni en este ni en otro servicio que una entidad pública o privada donde me toca ser usuario o acreedor y si por razones ajenas a mi voluntad así ha pasado, pago las consecuencias, lo cortan y ya . Y ya. Esas catorce casas que aludía al principio son fieles testigos de la tranquilidad de mi conciencia y de lo que aquí les digo. Lo bueno que actualmente nada más tenemos una y la CFE sabe muy bien donde se encuentra cuando vienen y dejan el recibo así hayan tomado la lectura como les dio la gana o dios o su arbitrariedad o su valemadrismo les dio a entender. Insisto, lo bueno que nada más es una. No quiero pensar cómo le harán para pagar sus recibos esos que llegan a tener veinticinco casas y otras propiedades más. De seguro la CFE no tiene piedad con ellos y literalmente se los enchufa, al menos que trabajen ahí como funcionario de primer nivel y seas algo peor que unos diablitos. En fin, solo sé que al frente de la CFE, está un hombre muy capaz. Capaz de todo. Hasta de que un sistema Eléctrico Se caiga.
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Miguel Ángel AvilésMiguel Ángel Avilés Castro (La Paz B.C.S. 1966.). Es abogado por la Universidad de Sonora. Practica el periodismo y la literatura desde 1990. Archives
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