Por Miguel Ángel Avilés
Si una cosa se torna dificil en esta vida es que te enfermes de algo y que no puedas comer lo que mas te gusta. Que no puedas o que no te dejen. Por tu bien o por tu mal, según lo quieras ver, pero no puedes o no te dejan. Hacerlo es empeorar lo que tienes y en un descuido te lleva pifas ¿quien es Pifas? No sé pero te lleva y al rato ahi te estamos llorando por no hacer caso. Hacerlo es regresar al pasado, cuando todo era, literalmente, pura vida y pertenecíamos a la iglesia metodista, es decir, te metías de todo y, según tú, no pasaba nada. Hacerlo años antes de lo que de viejo te aqueja, pues que maravilla. Edad temprana, momento,antojos, noches locas, fiesta y no sé qué más, es un coctel insuperable como para no poder decir que no y como dijera mi amigo Hernan, aquello servido en bandeja de plata, se goza como si no hubiera un mañana. Pero qué triste realidad la que me has ofrecido, diría José Alfredo, cuando nuestro organismo recibe y resiente un desorden permanente, sin matices, pegándole duro a las grasas (¿alguien sabe de unas buenas carnitas que me recomienden?), a los azúcares y no se que más cuestiones que a la larga dañan, sobre todo cuando en cuestiones de ejercicio no caminamos ni alrededor de la mesa del comedor. Figúrese pues que, más adelante, las consecuencias llegan, si es que, desobedeciendo a los expertos, a tu mamá o al que te está viendo que ya pediste el octavo taco, no preferimos una dieta balanceada, el pilar de la salud, incorporando los nutrientes que necesita el cuerpo correctamente lo cual garantizará tu bienestar a corto y largo plazo. Pero la cosecha de ese desorden puede variar: Inciso a) puede que te digan sin esperarlo que se acabaron las bebidas y si quieres echarte un trago, vámonos a otra cantina, y te vayas pa donde van los muertos que quién sabe a dónde irán. Inciso b) Puede que se sienta raro, es decir, que tu cuerpo le esté pasando factura y él haga caso omiso y literalmente se haga de la vista gorda, no intente ninguna autocrítica, ignore cualquier recomendación de un especialista, crea que sus tarantas se debe a la vacuna contra el covid que le acaban de poner o todo es culpa de Felipe Calderón. Y bajo esa lógica, no se atiende hasta que no puede más. Inciso c) Puede que vaya al hospital, le digan que no haga tal o cual cosa pero lo hace y como dicen que pasó con el Nogalense Javier Solis, ese que murió en el año en que yo nací, la muerte se encapriche y se lo lleve. Inciso d) Puede que te resistas, que des la pelea o que estés joven (porque cincuenta años es estar joven ¿o no?) y no quieras irte porque sí o porque tus hijos te necesitan o porque deseas que ese humor hacia lo que te rodea no quieres que parta contigo, o porque hay amigos que no quieren tu ausencia (invisible) o porque que no puedas comer lo que más te gusta. Inciso e) puedes que seas de acero o de una salud que ni comiéndote un marrano vivo sufre de los estragos de su voracidad. Todas estas variantes son dignas de estudiarse para saber la diferencia entre un paciente que está en casa con uno que ya hospitalizado; entre el que se alivia después de que ya casi le untan los santos óleos con que ni chanza dio de ponérselos. Mientras eso se averigua, yo pienso que mucho ayudaría él dar un viraje para transformar en el menú que restringidamente, hasta ahora, se le ofrece a un enfermo. No quiero decir que casi casi vayamos a dar el banderazo de salida a la eutanasia a punta de bárbaras tragazones y glotonerias, donde se griten vivas a los trigliceridos y al colesterol. No, y enseguida les explico mi propuesta. Antes bien, deberíamos de reconocer que todo paciente indisciplinado es como un adicto a cualquier droga ilícita. A partir de esa analogía, entenderán entonces que, así como se propone legalizar la droga, así también hay que legalizar el contrabando de alimentos en los hospitales o en la propia casa y nomás regulémoslo. Al igual que los trasiegos o rutas que existen para el transporte de marihuana o cocaína, reconozcamos que en las clínicas hay un tráfico desafiante de tortillas de harina, de tacos de chicharrón, de ollitas de pozole, de pasteles de cajeta y tantas cosas más con destino a la cama número tal, sin que nadie lo pueda evitar y de pronto, de la nada, el convaleciente recibe a punto de eructos a la enfermera en turno que le llegó a checar el suero. Esa práctica se vuelve una tentación, porque tampoco de este lado de lo lícito, no se renuevan ni hacen por ofrecer un menú que pueda inhibir el contrabando. Así no se puede competir e irremediablemente vence el mal. Pero si se quiere dar la pelea no queda otra más que renovarse o morir. Al interno hay que darle lo que más le gusta o algo muy parecido a ello. Al enfermo hay que ofrecerle placebos de lo que está deseoso de probar y si harán el recorrido para repartir el desayuno, la comida o la cena, ya no lo hagan en esos carros cromados que les rechina todo y huelen a medicina añeja, sino en un carrito de hot dogs o en una carreta de tacos para que el encamado piense que está en una esquina de su barrio o en la plaza más emblemática de la ciudad en materia de antojitos. Esta cruzada en mucho ayudará. Bueno, al menos ayudará más que limitarse a seguir repartiéndoles gelatina de limón, una taza de avena y cuatro tiritas de papaya. Él convaleciente no estará comiendo al cien por ciento lo que más le gusta, pero se hará ilusiones por un ratito y todo en él será felicidad. Que tal si se emociona tanto que sale corriendo a buscar a los verdaderos y en un descuido se le olvida que alguna vez estuvo enfermo.
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Por Miguel Ángel Avilés
En ocasiones pienso que, tarde o temprano, se terminará por criminalizar toda conducta humana, sobre todo aquella que, según alguien, no siempre con razón, pueda significar un daño a otra persona distinta al que la comete. Ni hablar, al fin y al cabo, el respectivo código penal del respectivo estado, aún aguanta un piano y algo más. Sartori dijo alguna vez que había una inflación legislativa.Un exceso de leyes que provoca sobre regulación normativa de actividades humanas y de gobierno. Yo diría, sin compararme con don Giovanni, claro, que se nos está pasando la mano y que no podemos llevar todo al campo del derecho penal, sobre todo si anteponemos el principio de mínima intervención que enmarca la materia penal el cual establece que el ejercicio de la facultad sancionatoria criminal debe operar cuando las demás alternativas de control de ciertas conductas por parte de la política estatal han fallado. ¡Bóitelas! Pero no, resulta que no y muchos que se han convertido en representantes populares, han sido promiscuos pero no precisamente agudos en eso de trascender frente a la sociedad, para conseguir la aprobación de una ley, de una reforma, de una adición que por significativa en la historia, se vuelvan un antes y un después. Por el contrario, abundan las que llaman a la risa o se muestran como el resultado de una labor ociosa de quien las propuso y de alguna manera también de quien, ayudándole, las aprobó. Hay un montón, como les digo, tanto en leyes como en disposiciones de carácter administrativas y aquí me adelanto con algunas: No besar en público, prohibido vender cerveza fría, no usar minifaldas, prohibición de nombres considerados como feos o algo muy parecido a eso, pago de cuota de $100 pesos mexicanos a quienes tuvieran burros y caballos, prohibición de venta de elotes en la celebración de las fiestas del Grito de Independencia, con el propósito evitar que los asistentes los utilizaran como proyectiles y se pudiera garantizar con mayor facilidad la armonía y seguridad durante la fecha, cobro de impuestos a quienes se dedican a limpiar los parabrisas de los vehículos en los semáforos de la ciudad. No se rían, es en serio y si no me creen, rastréenlas o propongan una iniciativa de ley que obliga al ciudadano a rastrear leyes absurdas. Como estas se han propuesto más y no será ahora cuando me ponga a checar si esto fue rechazado a la hora de la votación, no pasó o, luego de ser aprobado, hoy está vigente. Lo que destacamos es el atrevimiento para proponerlas y andar de medio en medio promoviéndola como si fuera un parteaguas en la historia parlamentaria. Sea o no sea así, ya no llevaron al paredón de fusilamiento con sus ocurrencias y de haberse aprobado en esta ciudad, por ejemplo, las primeras que cito- besar en público - me temo que ahorita yo sería un prófugo de la justicia. Entiendo que puede ser justificada la intención y se esté actuando de buena fe. Dije que puede ser, no que lo era. Pero a la hora de la hora, el propósito inhibitorio que se tenía , se pierde en el camino y entre el estira y afloja del cabildeo, lo que queda al final no era lo que se deseaba sino un galimatías que sino resulta inviable detectar esas conductas, si, al menos, el tipo penal o tipificación es decir, la descripción precisa de las acciones u omisiones que se quieren sancionar se vuelven ambiguas y con cierto humor involuntario que impide saber cuál es el bien jurídico que se quiere proteger. Para muestra, echémosle un ojo al CAPÍTULO II BIS del código penal de un Estado del norte y que aparece bajo el título de DISPARO INDEBIDO DE ARMA DE FUEGO, cuyo origen, si mal no recuerdo, estaba en la preocupación de un legislador sobre las consecuencias que se tenía con esa balacera que empieza de las doce de la noche en adelante cada fin de año, pero supondré que no quisieron constreñir la redacción a ese único momento con tal de que de pronto se quisiera imponer tal o cual penal más o menos así: I.- “Al que, encontrándose en estado de ebriedad o no, el 31 de diciembre a las doce de la noche o pasados unos minutos de esta hora, accione un arma, suya o propia, disparando hacia arriba, con la intención de festejar la llegada de otro año o despedir al que se va. II. Se impondrá la misma pena al que, encontrándose presente en el domicilio, sea de la familia que lo habita o invitado, haya incitado o no haya evitado que el sujeto activo fuese por su arma donde la guardaba, y se hubiese traslado al lugar donde realice los disparos.” No, por ser excesivamente casuístico no se tipificó de esa manera, pero se me hace que por ganas no quedó. El resultado, en cambio, fue este: ARTÍCULO 258 BIS. - Se impondrá una pena de 5 años un mes a 8 años de prisión y multa de 40 a 400 Unidades de Medida y Actualización, a quien realice el disparo de un arma de fuego sin tomar las medidas de seguridad indispensables para cerciorarse de no poner en riesgo la integridad física o patrimonial de terceras de personas. ARTÍCULO 258 BIS 1.- Cuando el delito al que se refiere el presente capítulo, sea cometido en fines de semana, días festivos y/o días de asueto, o en eventos públicos, en estado de embriaguez o bajo el influjo de estupefacientes, psicotrópicos o cualquier otra substancia que afecte las facultades psicomotrices, la sanción será de 6 a 9 años de prisión y multa de 100 a 500 Unidades de Medida y Actualización. ARTÍCULO 258 BIS 2.- Cuando el sujeto activo del delito señalado en el presente capítulo sea o hubiera sido servidor público de las Instituciones de Seguridad Pública, se le impondrá hasta una mitad más de la pena correspondiente, además de la destitución del cargo y la inhabilitación para desempeñarse como servidor público en el Gobierno Estatal y en los Ayuntamientos de la Entidad, por el doble del tiempo al de la pena de prisión impuesta. Luego entonces ¿qué es lo que se sanciona? Disparar un arma de fuego a secas o hacerlo sin tomar las medidas de seguridad indispensables para cerciorarse de no poner en riesgo la integridad física o patrimonial de terceras personas. Dicho a contrario sensu: ¿si podemos disparar, a la hora que sea, si tomamos esas medidas indispensables para no pegarle a ese alguien? Es decir, si quiere disparar pero no quiere compurgar una condena de 5 años y un mes a 8 años de prisión más la multa, antes ensaye para que nadie corra peligro y así todos contentos. Algo muy importante :si no está listo todavía en eso de las precauciones pero no puede aguantarse, le recomiendo que lo haga entre semana, de lunes a viernes, en día hábil y sin meterse nada. Yo sé lo que digo. Ya si de plano su afán de soltar plomazos es compulsivo y además no tiene a la mano el boletín oficial, le advierto que si es sábado o domingo, día festivo y/o días de asueto, o en eventos públicos, le darán de 6 a 9 años de prisión y multa. Ahora bien, si aparte de lo anterior, es funcionario en cuestiones de seguridad pública, la pena casi será el doble, perderá la chamba y no lo admitirán en esos puestos por largo rato. Mejor péguese usted también un balazo. Si sale vivo después de andar echando bala, en la cárcel tendrá mucho tiempo para reflexionar y pensarla: al salir no escarmienta y vuelve a lo mismo o prefiere el camino del bien y se pone a confeccionar iniciativas de leyes. Por Miguel Ángel Avilés
Por si no lo sabían les cuento, después de averiguarlo, que el neuromarketing es una disciplina que estudia y predice los comportamientos y reacciones generadas ante las prácticas de la mercadotecnia. Se trata de la aplicación de las tecnologías de la neurociencia al marketing. El marketing , por su parte ,es el conjunto de técnicas y estudios que tienen como objeto mejorar la comercialización de un producto."los estudios de marketing son fundamentales para el lanzamiento comercial de un producto". Hay más definiciones, claro, pero yo me encontré esas y ahora se aguantan. Leyéndolo como un todo, quiero pensar que eso no es más que el arte de lavarte el coco para que compres y consumas, tal o cual cosa. Maldita sea, yo que tan bien me sentía, creyendo, ilusamente, que era mi libre albedrío o mi fuero interno lo que me hacía ir a ese supermercado, o a ese changarro de doña equis a comprarle un refresco, ese chocolate o un desodorante de bolita. No, ahora resulta que todo eso es por culpa del neuromarketing y nadie me dijo. Algo había escuchado pero no lo creía o me resultaba una reverenda estupidez. Como podia ser posible que allá, sabrá donde y eso habria que preguntarnolo aqui mismo, estuvieran unos tipos ( o unas tipas ) haciendo riguros estudios o cuestiones de mercado para que yo, Miguelito, o mi amigo El Pelos o Doña Hilda que ya está muy grande y sale cada tres minutos hacia la tienda, no optemos por esa marca de salchichas o esos zapatos negros sin cordones o esa camisa que nos quedo que ni mandada hacer, sino por la que ellos quieren y mandan. Vaya, vaya. Algo habia escuchado, les decía y era aquella historia sobre el mensaje subliminal, seductor y convenciero que utilizaban, por citar ejemplos, una marca de refrescos y una marca de cigarros, donde la primera, había logrado tan bien su propósito que cuando nosotros estuviéramos vertiendo ese líquido en un vaso, el sonido que esto provocaba, sería tan igual, pero de manera inconsciente, al que escuchamos cada uno de nosotros al estar en el vientre de nuestras madres y recibiamos los respectivos alimentos, de tal manera que lo asociabamos con un momento lleno de felicidad. Escribo de memoria, pero por ahí iba la cosa. Sobre los cigarros se decía que el logo que se formaba con el nombre de la marca y que no era más que una posición convencional sobre el acto sexual y por tanto , ese otro yo que tenemos aparte de las decisiones conscientes, la agarraba en el aire y seducido por el anzuelo que le habían puesto los mercadólogos, lo mordia y no dejaba de consumirlo por el resto de sus días. Algo así. La verdad es que en el asunto del consumo , resulta que no nos mandamos solos. Es el Neuromarketing el que tiene la sartén por el mango y ya nos agarró de bajada. Quiere decir entonces que yo no escogí por mi mismo esta camisa que traigo, ni las playeras que colecciono. Tampoco se impuso mi libre voluntad al preferir huevos con chilaquiles y no una avena que ofrecía aquel restaurante ni muchos menos fue mi absoluto deseo el que se dirigió a equis aparador para llevarme el cereal con yogur y no las zucaritas de siempre. No. Porque así como el boxeador de antaño, todo se lo debía a su manager y a la virgen de Guadalupe , ahora resulta tenemo que agradecerle o darle los respectivos creditos a esto ante los piropos que recibí por el atuendo que traía o lo sabroso que se me hicieron esas frituras que compré hace tres años y que a la fecha no dejo de consumir. Es cierto que en la neurociencia existen tres tipos de cerebro: cerebro Neocórtex:Aquel que piensa y toma decisiones y funciones de carácter racional. Cerebro Límbico. Destinado a los sentimientos y las funciones emocionales y Cerebro Reptilianoque controla las funciones básicas del ser humano: respirar, instintos, hambre. Por lo pronto yo me conformo con tener cerebro a secas,sin adjetivos y librarle la batalla a eso que hasta ciencia llaman y que ahí nos trae compre y compre lo que menos pensábamos o lo que concluyeron que preferimos y nos lo pusieron a la entradita de la tienda o cuando más emocionados estamos con una película, una telenovela o un partido donde vuelven a eliminar al Cruz Azul. Porque es hacia él a donde apuntan sus baterías estos canijos. "La posibilidad de que exista un ‘botón de compra’ en el cerebro del consumidor, accionable mediante el estudio científico de la mente, es el sueño loco de cualquier vendedor sin escrúpulos" afirma un autor y no se equivoca. Ignora cómo seleccionan a los que estudian el fenómeno y hacen posible esa manipulación. No sé si realizan sus experimentos en un laboratorio, si usan bata blanca o se visten casual. Tampoco sé si se la pasan encerrados y desde allá concluyen todo, o salen a la calle o entran al super, disfrazados de policías o indigentes , para ponernos cuidado y observar nuestras debilidades. No sé. Pero ellos están seguros que pueden hacer del populacho o de la alta sociedad un domesticado sujeto que no se puede resistir a nada, por más que patalee o quiera salir de un negocio establecido con las manos vacías. Y le buscan por todos lados. Chequemos uno: el neuromarketing visual que es el tipo de Neuromarketing que se basa en los estímulos que recibimos a través del sentido de la vista. Por ejemplo, utilizar el color amarillo para poner precios nos da sensación de oferta, utilizar el color verde en productos hace que los relacionemos con palabras como “bio” o “ecológico”. Un dia los pondré a prueba: entraré con los ojos cerrados a la cadena comercial más exitosa y veré que pasa. Si aún así salgo con el carrito lleno pese a que nada más iba a comprar un kilo de naranjas y un chocolate con exceso de azúcar, reconoceré su chamba y me quedaré callado sobre este interesante tema. Dije que será algún día pero no dije cuando. Pero no dependan de mí. Ustedes por su parte también inténtenlo. Vayan a donde les plazca e intenten salir con el mismo dinero que entraron o en su caso, si logran comprar algo que sea porque fue su individualidad sin ninguna influencia la que decidió y no fue el mentado neuromarketing. ¿Le entran y apostamos? Les apuesto una sopa maruchan a que no pueden. Por Miguel Ángel Avilés
Fue cuando dijeron que se acabaría el mundo y todos nos íbamos a extinguir, menos las cucarachas. Al día siguiente nos reuniríamos para la despedida, pero una noche antes recalamos en la llantera, como tantas veces y ahí seguían El Güero y El Lobo. Al Güero ya lo conocía, al Lobo, no. El Rogelio me lo presentó y, en una de esas que fui al baño, de mí le dijo que vivía en Sonora y, de paso, sin que me diera cuenta, lo verbeó contándole que yo, acá, era el abogado de Mario Almada. El Lobo tenía una cara que le hubiera resultado de sumo interés a César Lombroso para constatar su teoría del delincuente nato, pero era dueño de una inocencia de niño el cual se hacía presente cada vez que platicaba. También se me hace que sus pulmones no andaban bien porque de repente respiraba hondo y tosía como si fuera el claxon de esos carros que arregla en el patio de su casa. El Rogelio desde que fue el abanderado en la primera y hasta la fecha, siempre ha tenido ese perfil de seminarista, pero acumula una vagancia que haría juego con la cara del Lobo. Cuando regresé del baño, el Lobo me acercó unas de las ballenas más heladas, me sirvió en un vaso y ya no se separó de mí. - ¿Qué dice Mario Almada? inquirió - Ahí anda, respondí como para seguir la plática y agradecerle el detalle de la Bello. (Este ya se empedó, supuse) - Anoche vi una de sus películas, me presumió, al tiempo que sacaba uno de a cien porque ya empezaba la coperacha para las siguientes. - órale, le respondí y yo le alcancé otro billete al Aníbal, sin voltear a verlo. El Lobo empezó a interrogarme sobre Mario Almada y después sobre Fernando, su hermano y al ratito citó una canción que, a decir de él, aquellos cantaban a dueto y terminó preguntándome si conocía Huatabampo y que tan lejos estaba de Hermosillo. Yo respondí, con paciencia, cada duda que le surgía al Lobo y, como pude, le completé la biografía de quien tanto quería saber. El Rogelio me dio una palmadita en la espalda y, llevándose una risita, cruzó el bulevar junto con el Aníbal porque ya estaban por cerrar la licorería del Gayocla. El Lobo abrió otra ballena de las que quedaban y me volvió a llenar el vaso, mientras El Güero vaciaba en una bandeja una bolsa de papitas y le exprimía dos limones. "Todo por nada" se llama la que vi anoche, comentó el Lobo y se echó un puño de papitas a la boca . _Buenísima, afirmé yo, bien convencido y reviré hacia a la calle para ver si ya venían El Rogelio y el Aníbal. _En esa es donde sale Bruno Rey, Carlos Ancira … _ y ¿hace mucho que eres el Abogado de Mario Almada? Me interrumpió para preguntarme, de pronto, El Lobo pero yo, extrañado, se le quedé viendo al Güero, como pidiendo auxilio. Algo quise decirle pero la entrevista se terminó con la llegada del Rogelio, el Aníbal y un vientecito fresco y marino que se sumó al ambiente de esa noche como víspera del final. No sé si aún El Lobo siga creyendo lo que esa vez le contó el Rogelio. Hace mucho que no lo veo. El Güero me platicó que, en una ocasión, al Lobo lo quiso parar una patrulla pero sé asustó y se dio a la fuga por rumbos de La Marina, pensando que ahí estaría a salvo. Cuando lo detuvieron, allá cerca de la playa, le pasaron báscula y nomás le encontraron un bultito de hilaza, una pistola 38 de juguete, una pirinola, un frasquito de Vaporub del que se ponía en la nariz cuando pintaba los carros, y un dedal. Al Rogelio, si lo veo o no, le da la misma o eso me diría, con aparente desaire, pero estoy seguro que, a su modo, sabe querer a sus amigos. Los abrazos son la expresión del alma, dijo un fulano de cuyo nombre, ahorita, no puedo acordarme. Pero no fue ni Mario Almada ni el Lobo. Tengo ganas de abrazar a los dos. Más bien quisiera abrazarlos a todos, sin miedo, sin lejanas distancias, como si nada pasara ya. “Me gustan los abrazos que llegan de la nada. Sin pedir. Sin avisar. Esas manos que te dicen: «Aquí estoy yo para salvarte de todo». Así dice un poema que leí, de un mentado Óscar Ortiz y me gusto (el poema, claro) Por eso y más quiero abrazarlos. Antes que se acabe el mundo y queden nomás las cucarachas. |
Miguel Ángel AvilésMiguel Ángel Avilés Castro (La Paz B.C.S. 1966.). Es abogado por la Universidad de Sonora. Practica el periodismo y la literatura desde 1990. Archives
July 2024
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