Por Miguel Ángel Avilés
Recuerdo cuando leí la expresión "el devenir de la historia" en un escrito de mi hermano y se me hizo tan bonito lo que el texto decía que me pareció digno de robárselo. Y lo hice. Él hablaba de Juárez, es decir, del benemérito, no de la ciudad fronteriza y enalteciéndolo, en algún párrafo dijo eso del " devenir de la historia" y a mí me fascinó tanto que, sin entender a qué se refería, con mi ignorancia y todo, me lo apropié y luego lo puse en un escrito que en la prepa hice para el periódico mural. Toda la semana, a cierta hora, me paraba frente a esa pared, solo para auto enorgullecerme por lo conseguido y, de pasadita, checar quienes y cuantos estaban leyendo mi gran ensayo. Fue mi primer plagio y según yo, el único que a la fecha llevo y que me atrevo a confesarles. Si involuntariamente han existido otros, mínimo le pongo comillitas y sigo de frente, haciendo como que la virgen me habla o nada hubiera pasado. Se los digo sincera y voluntariamente. “Nada por la fuerza, todo por la razón ( y el derecho)”. Después de ese episodio, muy bochornoso por cierto y que hasta este día del mes de enero de 2023 que debo de entregar mi delictiva columna, no me permite dormir con la suficiente tranquilidad, jamás he reincidido en tan imperdonable fechoría. Se los digo con una mano puesta en mi corazón y la otra sobre una fotocopia del convenio de Berna, mientras me acomodo, con incontrolable nerviosismo, la toga y el birrete. Si miento pues, que la UNAM, a la que estaba incorporado el C.C. H. donde estuve, me retire el certificado de mi nivel media superior y, de paso, me desbanquen de todos mis empleos y se me quiten, con humillante brusquedad, todos los premios o grados académicos a modo de castigar mi nefasta conducta. No conformes con esto y para que escarmiente, si les estoy viendo la cara por ilusos, pueden otorgarme la medalla "César Vladimir Juárez Aldana" y me daré por bien servido. Es más, que de ahora en adelante se instituya la medalla "César Vladimir Juárez Aldana" como máxima condecoración civil,que habrá de otorgarse en México por el Senado de la República a quien luego de propuestas y autopropuestas, resulte, anualmente , como el mejor plagiador académico en su ramo. Las bases y detalles de la convocatoria , ya la irá viendo el respectivo comité organizador , pero si me dejan constribuir con alguna idea, esta sí propia, propongo que la ceremonia de premiación se lleve a cabo en algunos de estos tres lugares o sedes: en la plaza de Santo Domingo de la ciudad de México, en el Mercado San Juan de Dios, en Guadalajara o frente a rectoría de la máxima casa de estudios del país. Lo sé: acaban de preguntarse ustedes, como buenos mitoteros, quien es ese tan distinguido señor. Lo entiendo. Y como el indulgente que soy, y parafraseando a Jiménez Sandoval, José Alfredo, op. cit., yo quiero que conozcan otros plagios ,para que me comparen, hoy como siempre. "En 2006, la Secretaría de la Función Pública (SFP) retiró el tercer lugar del premio anual de Investigación sobre Corrupción en México a César Vladimir Juárez Aldana, pues se comprobó que cometió un plagio". "El premio fue organizado por la dependencia federal y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)". "Vladimir Juárez utilizó en su trabajo varios párrafos de la tesis doctoral de Gabriela Inés Montes Márquez, pero nunca la citó ni le dio crédito". “Todo el proceso administrativo se encuentra en una solicitud de información pública respondida por la SFP, donde incluso consta la carta de disculpa de Juárez Aldana, quien argumentó un “error de citación” para justificar el plagio cometido”. "Aun así, el jurado decidió quitarle el reconocimiento, el dinero por el tercer lugar y solicitar al sancionado que retire cualquier mención al premio en su currículum". Puse comillas, pero no les citaré la fuente, en un intento de provocación y apología de la averiguancia, con tal de que el morbo les inquiete y se pongan a leer sobre este asunto y otros tantos donde eso de apoderarte de cosa ajena intelectual, es reprobable, es una transgresión jurídica y merece una sanción sin miramientos. Para eso, hay que indagar y tratar de informarnos, no aceptar a ciegas lo que nos dicen como si fuera un acto de fe o una homilía y estar a las vivas, para sacar a flote al que quiera construir un prestigio o una honorabilidad o una fama o una antigüedad en un empleo o una categoría o una beca o de algún Sistema Nacional de Investigadores de alguna parte del mundo, a costa del pensamiento y el arrastrar el lápiz ajeno ,o al que robó a alguien robó lo que había creado sin que este supiera o sabiendo , pero confiado o confiada este o esta que estaba frente a un sujeto digno y ético, actuó de buena fe poniendo a su disposición su trabajo y en vez de guiarla, en su tesis, por ejemplo, sacó las uñas con las cuales se ha sabido conducir como investigador y se quedó para sí con lo que no era propio de su desleal intelecto. Cuando se descubren cosas como estas, es cuando pueden surgir contiendas legales como las de John Lennon contra Chuck Berry, el Romance Español de la Blancaniña contra el corrido de La Martina , el dominio público contra Cuco Sánchez , mi hermano contra mí, Gloria Hurtado contra Pablo Coello, Wilfrido Vargas contra Shakira por la canción 'Waka Waka' o los discípulos de un investigador de un colegio de sumo prestigio a quien señala que gracias a ellos y a sus avances que le ponen a consideración , se ha hecho de mulas pedro. Perdón si no cito a la letra lo que me dijeron sobre esto último. Pero es que ahorita, con los apuros, no me acordé del todo sobre lo que cuentan de este especialista de las ciencias sociales y mientras los ofrezco como testimonio, solo los estoy parafraseando. Qué vergüenza. Quedarán para el devenir de la historia.
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Por Miguel Ángel Avilés
A decir de Kalimán, no hay fuerza más poderosa que la mente humana y quien domina la mente, lo domina todo. Si él lo dijo, ha de ser por algo porque el hombre increíble no se andaba con cuentos. Lo que no dijo nunca fue el cómo dominar la mente y así dominar todo. Bueno, según yo no lo dijo, pero a lo mejor sí, pues si bien fui asiduo lector de sus historias que semanalmente leíamos, una vez que le comprábamos o rentábamos el respectivo ejemplar a Don Guillermo, el tendero que estaba frente a la primaria Benito Juárez y también hacía un pan muy bueno, quizá se me pasó el número en donde lo explicó y ahorita, injustamente, le estoy haciendo ese reclamo. Pero si eso me pasó a mí, quizá le pasó lo mismo a un titipuchal de mexicanos y allende las fronteras, de tal manera que ahora, en los tiempos modernos, estamos pagando el precio del olvido y, al no contar con herramientas defensivas contra un propósito invasor o ajeno pretenda manipular el pensamiento, terminamos por ser presa fácil de lo que han dado a llamar neuromarketing. Y para que al rato, ya siendo ministro de la corte, me anden acusando de plagio , me adelanto, con sus respectivas comillas, para decir que " el neuromarketing es el estudio de cómo el cerebro y el cuerpo de las personas responden a los estímulos generados por la publicidad y otro tipo de mensaje generados en marketing..." En resumen y por más cuestionado que esté, parafraseo diciendo que el objetivo del Neuromarketing no es más que conseguir información actual y detallada con respecto a las reacciones de los consumidores. De esta manera, se busca mejorar el diseño de la gestión de los recursos destinados a marketing y ventas dentro de las empresas. Es decir, si el Marketing "es la ciencia y el arte de explorar, crear y entregar valor para satisfacer necesidades de un mercado objetivo con lucro identifica necesidades y deseos no realizados", eso de lo neuro, es un prefijo que se les ocurrió, para clasificar, con eufemismo, a ese afán del mercado para nombrar, con elegancia lo que Kalimán no hizo o no me di cuenta que lo hizo, por los motivos que ya expuso mi mente y no les pienso repetir. Si como yo, ustedes tampoco entendieron cómo funciona este asunto , los remito , así como seguramente lo hizo doña Yasmin en su tesis, a los siguientes ejemplos que me encontré en el ciberespacio. Música en supermercados: ponen música tranquila y lenta para que te tomes tu tiempo en comprar y tardes el mayor tiempo posible. Música en tiendas de ropa: según el tipo de ropa que venda y al público al que va dirigido ponen un estilo de música u otro. Yo no sé si esto se encuentre emparentado con lo que antes llamaban mensaje subliminal pero de que nos quieren vender algo a fuerzas o a como dé lugar, lo quieren hacer. Pero llámenle como le llamen ahora, esto no es nuevo. Desde mediados del Siglo pasado, se ha dicho que algunas campañas están escondidas dentro de la transmisión de programas de TV o radio o de lo que sea que nos llegue a cada uno de nosotros o todos juntos. En la vox populi existe esa creencia de que, en transmisiones televisivas o en la pantalla grande, algunas marcas introducen destellos de mensajes "imperceptibles" conscientemente, pero que influyen en la necesidad de compra de un producto determinado. ¡Válgame dios !, ¿o sea que hasta el propio Kalimán nos impusieron o cómo está la cosa? Sí, porque este personaje fue creado para la radio mexicana en 1963 por Rafael Cutberto Navarro y Modesto Vázquez González y teniendo la serie radiofónica tuvo, a partir de 1965, los creadores decidieron ir más allá y hacer una serie de historietas que volvió loco a medio país. ¿Fue un hit inesperado el que lograron o fue gracias al neuromarketing lo conseguido? (“En el Papel de Solín, Luis de Alba y en el papel de Kaliman ¡el propio Kalimán!”). Así retumbaba en la radio y eso bastaba para que todos pararan orejas hasta que el capítulo en turno daba fin. Sin no me equivoco, Kalimán vino de la ciudad subterránea Kalimantán y es el séptimo descendiente de la diosa Kali. No obstante, Kalimán tiene un punto débil, que es su acompañante Solín. Este tampoco es de origen mexicano, se le atribuye un pasado egipcio. ¿Esto es cierto o nos lo hicieron creer esos del mentado neuromar no sé qué? Repito: A decir de Kalimán, no hay fuerza más poderosa que la mente humana y quien domina la mente, lo domina todo. Pero si es así, porqué se dejó que lo manipularan y le vendieron la idea de que México era el mejor lugar para nacer y a la vez tenía que irse a prepararse en el extranjero, para adquirir todos sus poderes, cuando bien pudo foguearse aquí en territorio mexica, capacitándose con El Santo, o Chanoc o El profesor Zovek y pelear, aquí merito, contra los peores representantes del mal como pudiera ser un presidente setentero, un policía como Nazar Haro, o, en los actuales tiempos, con algunos de los meseros de La Polar, ese relajante sitio birriero de la Ciudad de México. En serio, no entiendo cómo es que Kalimán permitió tanto. Es cierto, pudo ser culpa del neuromarketing y sin poder hacer nada, su inconsciente se lo llevó al baile. Es cierto. Pero si la mente tenía sus límites y no lo dominaba todo, como él lo aseguraba, si es el colmo que ni siquiera por dignidad, se hubiera opuesto a traer ese traje blanco entalladito que, lejos de verse gallardo e invencible, más bien parece Lina Santos, con uno de esos pantalones ajustados que usó en las películas que el siglo pasado nos ofreció o porque no se negaba a usar ese turbante que lo hacía lucir como una jovencita recién salida del baño. En serio, no entiendo cómo es que Kalimán permitió tanto, dije arriba, pero, en un descuido, le estoy pidiendo mucho a mi ídolo y avasallado por su inconsciente, hizo lo que pudo y sin embargo, fue derrotado por el neuromarketing. Tal vez eso fue y de ahí nació su máxima: “Serenidad y paciencia, mucha paciencia querido Salín “exclamaba nuestro patriótico superhéroe que curiosamente, no tiene súper poderes como los superhéroes gringos pues su fuerza viene del conocimiento que tiene sobre la mente humana. Es decir, le basta la razón e inteligencia y con ellas busca contrarrestar las fuerzas del mal. Sí, esas virtudes que en ocasiones quisiéramos tener algunos para el autoritarismo o los desplantes iracundos no se impongan y la armonía reine. Imagínense que unos discípulos del Tuca Ferreti o un comensal en La Polar o un empleado o un usuario de una delegación de la Profeco de alguna parte de del noroeste de cuya ciudad no quiero acordarme le bastará decir, “Serenidad y paciencia, mucha paciencia, esconda sus fierros con los que suele pelear y cálmense , no se orangutice usted que eso no le hace bien a su mente ni a la de los demás “y los destinatarios del mensaje por arte de magia le bajaran más dos rayitas a sus desplantes y enseguida pidieran disculpas a los ofendidos, que maravilla, sería el preámbulo para la víspera de la paz que todos anhelamos y el adiós a la violencia que nadie quiere. Ayudaría mucho y quien quite que hasta acabemos también con esos insanos propósitos que tiene para nosotros el famoso neuromarketing. Puede ser, ya ven que, pese al alto grado de conciencia que tiene el pueblo de los Estados Unidos Mexicanos, hubo en antaño nefastos gobernantes que, aprovechando sus grandes necesidades, les bastaba decir lo que las masas querían escuchar y, locos de contentos, se tiraban a sus brazos, con un enamoramiento ciego, tan parecido como ese logro que busca el neuromarketing, en donde se te funde el cerebro, dejas de pensar por ti mismo, y terminas convertido en un autómata, aceptando, sumisamente, todo. Hume, Kant y Kelsen Por Miguel Ángel Avilés
Ya les he contado sobre El Doberman quien era delincuente habitual y también un gran portero. Una de las tantas veces que traía orden de aprehensión y las fuerzas leales no lo encontraban, estas se enteraron que los domingos cubría los tres palos de su equipo en el estadio de la localidad y, sobándose las manos de la emoción porque por fin habían dado con su paradero, con ansias se esperaron que llegara el día, pero cuando entraron, el juego ya había empezado. Entonces, muy respetuosos de la contienda, estos rodearon el campo y esperando que el medio tiempo terminara para apañarlo, se pusieron a ver las acciones y toda la cosa. Pese al motivo que la tenía ahí, más de un agente se maravilló al ver las atajadas que hacia El Doberman y no les quedó más que reconocer que, en eso de cuidar la portería, era tan bueno como para lanzarse contra un transeúnte, ponerle un filero en las costillas y bajarle todo lo que trajera. Fue el equipo de El Doberman el primero que anotó un gol y aquello fue la algarabía. Cuentan que tres agentes aventaron la torta de carne deshebrada que ya se estaban comiendo, y hasta la ola hicieron. La anotación obligó al equipo rival a redoblar esfuerzo para no irse al descanso en desventaja. El partido se puso de toma y daca. De pronto hubo un despeje largo que recibió un extremo derecho y avanzó, como poseído, hacia la portería que cubría El Doberman. Fue entonces que se dieron cuenta que el perseguido ya les había ganado el tirón y, dejando el arco solo, había abandonado el campo por voluntad propia, para saltar la barda que daba al gimnasio de la calle Morelos y echarse a correr hacia el punto más distante. Han pasado más de cuarenta años y es hora que todavía no lo agarran. En efecto, se les peló Baltazar y el muy buscado se les fue para nunca más volver. No sé dónde quedaría o si aún no para de correr a fin de librarse de esa detención, pero si bien entraba y salía del Cereso , El Doberman era delincuente local, es decir, ninguna trascendencia nacional, ni en la de ocho de los periódicos, ni letreros de recompensa para quien lo agarrara, ni fichas rojas de interpol ,ni penales de alta seguridad para cuando llegara la hora, ni solicitudes de extradición ni nadita de estas vainas. Aunque de haber ocurrido en los años recientes, no faltaría el parroquiano que recordara ese episodio así: Un venado lampareado, es difícil de cazar Aunque le pongan la trampa, tiene experiencia al brincar Se quedaron con las ganas, se les pelo Baltazar Pero estoy seguro que El Doberman, no se fue con rumbo a la sierra montado en su bailador, su caballo preferido que lo quiere con amor. A lo mucho pudo clavarse en su barrio por un buen rato, tenderse para el norte, pintarse de colores rumbo a Cabo o andar en su baica, muy campante, entre los callejones de su colonia, sabedor de que eso era un círculo vicioso, una rutina ,una costumbre hecha juego, en los policías y él, como ese del gato y el ratón. SÍ, aquel que consiste en tratar de impedir que el primero coma al segundo. Según se vea, para algunos el bueno es el ratón, al que hay que defender, y el malo es el gato, a quien hay que ponerle trabas a su cacería. En otras opiniones es al revés: al que deben de atrapar es el ratón y es el gato el justiciero, el que merece todos los honores cuando lo logre. Acá, en las gradas, en platea o en galerías, estamos los apostadores, los que, en ese juego entre técnicos y rudos, buenos y malos, honorables e indecentes, impolutos y lombrosianos, creemos que los primeros deben de conseguir el triunfo y los segundos el mayor de los castigos. Porque lo normal (o " normal"), indica que lo bueno está relacionado con el bien y con el sendero de la virtud. Lo contrario a lo bueno es lo malo, es decir, todas esas acciones y decisiones que se consideran incorrectas o dañinas y que se deben evitar. Los policías que correteaban a El Doberman eran honorables. En tanto que el perseguido merecía que le recayera todo el peso de la ley. Baltazar tenía que ser quemado con leña verde, en tanto los que lo querían llevar al presidio, merecían ser condecorados con estrellitas, insignias, broches de medallas, y todo lo demás. El gato y el ratón marcados por el estigma o la conciencia social, esa marca que se impone a fin de que veamos todo solo en blanco y negro, sin distingos, sin matices, sin claroscuros. El Doberman no era un candidato a la beatificación, ni por asomo, pero sentenciarlo nosotros como espectadores, sin conocer la película completa, es una ingratitud que niega cualquier garantía para una adecuada defensa. Los señores policías, en apariencia, hacían su chamba de manera inflexible, persiguiendo a El Doberman hasta donde fuera necesario, como les marcaba su condición de servidores públicos, pero creer que el desempeño de sus funciones se regía siempre por los principios de imparcialidad, legalidad, objetividad, certeza, honestidad, exhaustividad y transparencia, es pecar de una inconmensurable ingenuidad. Los agentes y El Doberman, por más que parecieran irreconciliables, tenían muy claro la teatralidad de sus roles: aquellos lo perseguían cuando y solo si se lo ordenaran sus superiores, en tanto que el otro se dejaba querer para calmar las aguas y verse frente a la sociedad como si en realidad cada uno cumpliera su papel. Si ninguno rompía ese pacto, cada quien seguía trabajando a su antojo, mientras no hubiera la necesidad de montar de nuevo la obra para conformar al espectador que se pone inquieto por que la paz y la tranquilidad a la que aspira se ha puesto muy revuelta. Porque simular es la regla, y apegarse al deber ser es la excepción. ¡Viva Kant, Hume y Kelsen! o cadena perpetua para Kant, Hume y Kelsen, según se vea. Ni hablar: sigamos jugando pues, al gato y al ratón, como hasta ahorita. Es la historia de siempre, una página más. Aunque de pronto ya no se sepa, quien es el gato y quienes los ratones. Comentarios: Correo electrónico [email protected] Facebook: Miguel Ángel Avilés Castro Por Miguel Ángel Avilés
Que yo recuerde, en mi casa nunca comimos uvas, ni antes, durante o después de la medianoche cuando termina un año y empieza el otro. Las habíamos comido ya, en los meses en que empieza la cosecha, luego de cortar los racimos que colgaban de las parras sembradas por miama, las cuales, sumándose al hermoso jardín que ella y sus manos siempre tenían, entre poda y poda, iba trepando para darnos sombra junto a la pared de la casa. Sobre las famosas doce uvas, sé que las mismas, en resumen, significan la espiritualidad, la esperanza y la buena suerte. El ritual o la tradición indica que comerse esa docena en Año Nuevo es señal de prosperidad, y además simboliza un deseo para cada uno de los meses del año que viene. Ramiro Lagos lo enseña así: “Las doce de la noche, yo te cito, amor de vid, para celebrar con uvas un año Nuevo feliz. Uvas verdes de esperanza, dulces uvas moscatel, yo te brindo con dulzura uvas rojas del querer” Para los que no lo acostumbran o no lo saben, hay que advertir que se debe de comer una por cada campanada a las doce de la noche, y al Írsela comiendo, se debe pedir un deseo, para que se cumplan en igual número de veces. Lo aclaro para que no quieran comerse el racimo entero de un jalón, creyendo que lo anhelado les llegará más pronto. No es así. Lo digo por experiencia propia, ya que, si bien no lo hacíamos esto en casa, al menos no con esa formalidad, si le entrabamos con fervor a las que cortábamos de ese emparrado y no nos daba por ponernos a contar si eran doce, dieciocho, o veinticuatro. En mi caso, hasta la fecha tengo el gusto, si por la uva de mesa pero sobre todo por la uva pasa y esas menos las cuento. Tampoco nos distraíamos en pedir un deseo por cada mordida que le pegábamos al manojo, ni mucho menos nos pusimos a indagar si había un antecedente histórico, bíblico, cívico, deportivo, gastronómico, antropológico, sociológico, castrense o nacionalista que, registrado como un antes y un después de esta ocurrencia, se les considere algo así como los padres de la comedera de uvas. Al respecto, una de las teorías que prevalece, es que, en 1909, los agricultores de Alicante, encontrándose en ese año con una sobreproducción de uva y con objeto de sacar al mercado lo quedado, se les ocurrió popularizar la costumbre y darle el impulso definitivo que, desde aquellas fechas, acabaría por convertirla en afianzada retrospección. Mira nada más, para eso me gustaban. Y tanta gente que piensa en un origen exclusivamente bíblico al momento de estar zampándose una por una de esa fruta , desesperada, ya que, terminada la ceremonia, bien sabe que ahí vienen la pierna al horno, el pavo, el menudo, el pozole , el lomo mechado los romeritos, el pollo ,bacalao, los tamales ,o lo que pudo alcanzar para esa noche, todos esperan una cuenta regresiva -10, 9, 8, 7, 6- como esperábamos que maduraran las uvas de mamá, para darse un gran abrazo y de inmediato pasar a lo que te truje chencha, venciendo en dos caídas seguidas a eso, todo eso que está en la mesa. Con razón a miama no le dio por imponernos eso de comernos un puño de uvas, ni antes, durante o después de la media noche cuando termina un año y empieza el otro. Alto: no estoy diciendo que miama supiera ese antecedente comercial alicátense y por eso no nos hubiera inculcado lo que ahora casi se impone como obligación en una ley. Tampoco era una imposición de su uvarios. No. Lo que doña Ru hacía era educarnos con la práctica, más que en la teoría, con la realidad, más que en el discurso o con la arenga y con su modelaje congruente, más que en el sermón que adoctrina a los incautos e idiotiza a los pensantes. Por eso brindo por la mujer que me enseñó de niño lo que vale el cariño Exquisito, profundo y verdadero Por la mujer que me arrulló en sus brazos Y que me dio en pedazos Uno por uno, el corazón entero ¡Por mi madre! bohemios. Perdón, me emocioné. Más bien se emocionó el Pushi. este que me dicta cada semana las palabras, una a una que comparto en este espacio, cual si dejara una semilla tres dedos bajo tierra, en ese patio, donde un día brotó una enramada y creció como crecen los renglones de cada texto , esos que año con año un gato borra , disimuladamente, para volver a empezar… * Les deseo que este 2023 que apenas inicia, sea un gran año , lleno de prosperidad , salud, humor y paz. Comentarios: Correo electrónico [email protected] Facebook: Miguel Ángel Avilés Castro |
Miguel Ángel AvilésMiguel Ángel Avilés Castro (La Paz B.C.S. 1966.). Es abogado por la Universidad de Sonora. Practica el periodismo y la literatura desde 1990. Archives
September 2024
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