Por Miguel Ángel Avilés
Que yo recuerde, en mi casa nunca comimos uvas, ni antes, durante o después de la medianoche cuando termina un año y empieza el otro. Las habíamos comido ya, en los meses en que empieza la cosecha, luego de cortar los racimos que colgaban de las parras sembradas por miama, las cuales, sumándose al hermoso jardín que ella y sus manos siempre tenían, entre poda y poda, iba trepando para darnos sombra junto a la pared de la casa. Sobre las famosas doce uvas, sé que las mismas, en resumen, significan la espiritualidad, la esperanza y la buena suerte. El ritual o la tradición indica que comerse esa docena en Año Nuevo es señal de prosperidad, y además simboliza un deseo para cada uno de los meses del año que viene. Ramiro Lagos lo enseña así: “Las doce de la noche, yo te cito, amor de vid, para celebrar con uvas un año Nuevo feliz. Uvas verdes de esperanza, dulces uvas moscatel, yo te brindo con dulzura uvas rojas del querer” Para los que no lo acostumbran o no lo saben, hay que advertir que se debe de comer una por cada campanada a las doce de la noche, y al Írsela comiendo, se debe pedir un deseo, para que se cumplan en igual número de veces. Lo aclaro para que no quieran comerse el racimo entero de un jalón, creyendo que lo anhelado les llegará más pronto. No es así. Lo digo por experiencia propia, ya que, si bien no lo hacíamos esto en casa, al menos no con esa formalidad, si le entrabamos con fervor a las que cortábamos de ese emparrado y no nos daba por ponernos a contar si eran doce, dieciocho, o veinticuatro. En mi caso, hasta la fecha tengo el gusto, si por la uva de mesa pero sobre todo por la uva pasa y esas menos las cuento. Tampoco nos distraíamos en pedir un deseo por cada mordida que le pegábamos al manojo, ni mucho menos nos pusimos a indagar si había un antecedente histórico, bíblico, cívico, deportivo, gastronómico, antropológico, sociológico, castrense o nacionalista que, registrado como un antes y un después de esta ocurrencia, se les considere algo así como los padres de la comedera de uvas. Al respecto, una de las teorías que prevalece, es que, en 1909, los agricultores de Alicante, encontrándose en ese año con una sobreproducción de uva y con objeto de sacar al mercado lo quedado, se les ocurrió popularizar la costumbre y darle el impulso definitivo que, desde aquellas fechas, acabaría por convertirla en afianzada retrospección. Mira nada más, para eso me gustaban. Y tanta gente que piensa en un origen exclusivamente bíblico al momento de estar zampándose una por una de esa fruta , desesperada, ya que, terminada la ceremonia, bien sabe que ahí vienen la pierna al horno, el pavo, el menudo, el pozole , el lomo mechado los romeritos, el pollo ,bacalao, los tamales ,o lo que pudo alcanzar para esa noche, todos esperan una cuenta regresiva -10, 9, 8, 7, 6- como esperábamos que maduraran las uvas de mamá, para darse un gran abrazo y de inmediato pasar a lo que te truje chencha, venciendo en dos caídas seguidas a eso, todo eso que está en la mesa. Con razón a miama no le dio por imponernos eso de comernos un puño de uvas, ni antes, durante o después de la media noche cuando termina un año y empieza el otro. Alto: no estoy diciendo que miama supiera ese antecedente comercial alicátense y por eso no nos hubiera inculcado lo que ahora casi se impone como obligación en una ley. Tampoco era una imposición de su uvarios. No. Lo que doña Ru hacía era educarnos con la práctica, más que en la teoría, con la realidad, más que en el discurso o con la arenga y con su modelaje congruente, más que en el sermón que adoctrina a los incautos e idiotiza a los pensantes. Por eso brindo por la mujer que me enseñó de niño lo que vale el cariño Exquisito, profundo y verdadero Por la mujer que me arrulló en sus brazos Y que me dio en pedazos Uno por uno, el corazón entero ¡Por mi madre! bohemios. Perdón, me emocioné. Más bien se emocionó el Pushi. este que me dicta cada semana las palabras, una a una que comparto en este espacio, cual si dejara una semilla tres dedos bajo tierra, en ese patio, donde un día brotó una enramada y creció como crecen los renglones de cada texto , esos que año con año un gato borra , disimuladamente, para volver a empezar… * Les deseo que este 2023 que apenas inicia, sea un gran año , lleno de prosperidad , salud, humor y paz. Comentarios: Correo electrónico [email protected] Facebook: Miguel Ángel Avilés Castro
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Miguel Ángel AvilésMiguel Ángel Avilés Castro (La Paz B.C.S. 1966.). Es abogado por la Universidad de Sonora. Practica el periodismo y la literatura desde 1990. Archives
September 2024
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