Por Miguel Ángel Avilés
"Yo no tengo ídolos. Tengo admiración por el trabajo, la dedicación y la competencia.” (Ayrton Senna) Fue una noche de mediados de los setenta cuando El Nico, mi hermano, llegó con el periódico el Esto tal como lo hacía diariamente y, ahí donde yo estaba recostado en la cama platicando con mi amá, antes de dormirme,me aventó con ese tabloide color sepia para que leyera la noticia: Al América llegaba un portero de origen Argentino de 24 años de edad y se llamaba Néstor Rafael Verderi. No era novedad que este equipo trajera extranjeros de calidad, la lista de estas figuras la encabezaba Carlos Reynoso quien había llegado unos años antes, pero resultaba extraño que esta vez fuera un portero pues en esa posición había calidad de sobra, ya que ahí estaban Prudencio “El Pajarito” Cortez, Rafael “El Guama” Puente, Paco Castrejón, Pedro Soto y se acababa de ir al Atlético Potosino Amado “El Tarzán” Palacios. Verderi jugó dos temporadas en el América y, luego de ser campeón de liga y campeón de campeones con los entonces cremas, demostrando ser, como bien dice Héctor R. Hernández, un arquero de escuela, serio, profesional y de altísimo rendimiento, se fue a jugar a Los Coyotes del Neza donde, por cierto, fue en ese equipo donde se retiró. Desde entonces se convirtió en el formador de porteros en las fuerzas básicas del América. Entre esos alumnos que ha tenido durante todos estos años, empezó a entrenar a un jovencito oriundo de Guadalajara cuando este tenía 12 o 13 años de edad: se llamaba Francisco Guillermo Ochoa Magaña. Sí, ese que, después de ser vituperiado, de nuevo está en boca de todos por su gran actuación contra los gabachos, en el Azteca y que lo conocemos popularmente como Memo Ochoa. Era casi un niño, dice Verderi, pero ya mostraba una proyección importante, aunque “lo tenía que frenar un poquito porque se pegaba la cabeza contra los palos. La verdad era un atrevido bárbaro”, señaló su formador, emocionado. Jamás ha bajado los brazos, afirma, y recuerda cómo ganó la partida en sus inicios a los apenas casi veinte años de edad, cuando Oscar Ruggeri, siendo DT de los de Coapa, decidió traer a sus paisano Diego Sebastián Saja, pero supo vencerlo con su calidad y Paco Memo se quedó con la titularidad. Esta paternidad deportiva entre Verderi y Ochoa parece que también fuera consanguínea. Quien conozca a los dos, sabrá lo que digo, ya que si comparan al Verderi en sus años de juventud, con el Ochoa de hoy, confirmará el enorme parecido. Así es: por modelaje del Argentino, por haberse mimetizado, por haber sufrido una clonación en el estilo de juego, complexión y cabello, Memo Ochoa, el que el jueves impidió que se perdiera otro juego más, es una versión mexicana (corregida y humectada) de Néstor Rafael Verderi . No es casual que quien también ha jugado en la Liga 1 de Francia con Ajaccio- cada que puede, manifieste su agradecimiento con el argentino Néstor Verderi, A través de su cuenta de twitter, el seleccionado mexicano afirmó estar agradecido con la persona más importante dentro y fuera de la cancha… Néstor Verderi que me ha dado todo para llegar lejos”, estableció. Se dice que “entre los valores o bienes que más agradece el ser humano se encuentran la vida, la salud, la amistad, la lealtad y las enseñanzas de sus antecesores. La gratitud y el reconocimiento van de la mano y son los mejores regalos que puede recibir una persona en cualquier época y lugar del mundo. Quienes,repentinamente le aplauden en estos días, otra vez a Ochoa, creo que deben de saber de Néstor Rafael Verderi, pese a que él, con este muchacho y con otros, ha sido discreto y ha mantenido un bajo perfil en relación a los pupilos que, como buen maestro ha formado, no solo en el terreno deportivo, sino en la mentalidad como persona. De acuerdo: el tema es que el fútbol puede estar distrayéndonos (lo de Querétaro, lo de Tomas Boy, el mal paso del TRI ). De acuerdo. Ese es el tema y, puede que, frívolamente, nos impida voltear hacia cosas de mayor importancia para el país. Quizá, quizá, quizá. Sí. Pero también nos puede estar enseñando, ahora que este ya no tan joven arquero, volvió a brillar, que, así como él cumplió con su encomienda en forma responsable y con honestidad, así nosotros, en el oficio, la profesión, o en el encargo que hubiéramos escogido para trascender, debiéramos comprometernos, como ciudadanos, como profesionistas, como personas, como padres y madres, como hijos, como luchador AAA, como ganadero, como asesor, como sacerdote, como intelectuales , como plomero, como políticos, como periodistas y hacer lo que nos toca de la manera más entregada y honesta posible. Como ingenieros, abogados, músico, chefs, carpinteros o mecánicos o compositores o literatos, a cumplir a diario con las tareas que nos competen, haciéndolo con entrega, con pasión, sin trampas y sin dañar al prójimo y, sobre todo, sin olvidar nunca, repito, nunca a ese Verderi que todos de seguro hemos tenido. Ese que estuvo ahí cerca en nuestro primeros pasos, nos echó la mano incondicionalmente y nos fue llevando poco a poco para afinarnos, para pulirnos, para templarnos como se hace con el barro, con tal de que, como pasaba con Ochoa en sus inicios, no nos pegáramos en la cabeza contra la portería y evitar esos descalabros que, en el camino, nos pone la vida…
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Por Miguel Ángel Avilés
No sé si sea una cruz de madera de lo más corriente lo que pida yo, para cuando me muera. No sé, porque eso de andar pidiendo cumplidos para el día final, me hacen recordar a un amigo quien se reía como solo él sabía hacerlo de todos aquellos que hacían una amplia lista a sus familiares sobre lo que querían en su velación -mariachi, grupo norteño, una canción especial tocada mil veces, sepultura en su lugar de origen- nomas que no dejaban nada para cubrir sus gastos. Digo" no sé" porque no se me ocurre nada y porque creo que, si cambio de parecer, me temo que no será una cruz, porque para entonces ,según veo, ya habrá muchas y quien quite y hasta estén prohibidas, al grado tal que puede que exista una ley que advierta: Se sancionará con pena de prisión de 3 a 6 años, a quien fabrique, use, exhiba, coloque, ponga, o clave una cruz en cualquier espacio público del escenario nacional para honrar, recordar o venerar a un ser querido. Entiendo que la cruz es un símbolo de la fe cristiana y simboliza la fe y la esperanza en la resurrección y la vida eterna. Por eso, con respecto a un difunto, estaban en la iglesia, en la casa usada como velatorio y en el panteón. No más. Pero no sé, tampoco, cuando traspasaron estas cercas y marcaron su territorio en una carretera, debido a un accidente hasta volverse ya comunes en un barrio, justo ahí donde un filero le atravesó el corazón al chaval que apenas pasaba de los veinte años de edad; en un boulevard donde se quiso recordar por siempre al que cayó en ese lugar, desangrado luego de un asalto; la que se levantó a modo de cenotafio, esa tumba vacía o monumento funerario erigido en honor de una persona, que en antaño costumbre moderna nacida de las guerras mundiales. ¿Por qué se pone una cruz donde muere alguien? En la antigüedad, cuando una persona fallecía su cuerpo era tendido en el suelo con la cabeza sobre un ladrillo y sobre una cruz de cal, que significa las tres horas de agonía que Jesucristo pasó en la cruz antes de morir y que al tender al difunto sobre de ella representa que se muere de la mis manera que él murió. La cruz que no quiere olvidar, la cruz que representa, la cruz que distingue, la cruz, una antítesis de la ausencia, la cruz que inmortaliza en un recuerdo para siempre, la cruz que muestra coraje, la que se vuelve impotencia, la que no hace más que aplastar la herida, la que deja constancia, la que señala. Y ahí están: una y otra y otra más, como si fuesen infalibles, como si fueran ya otro símbolo patrio, como si fuesen animales endémicos, como si se estuvieran reproduciendo. Cruces en el camino , cruces en la calle, cruces en la falda de un cerro, cruces en el barrio, cruces en la ciudad. Somos el más grande velatorio ,somos los del duelo permanente, somos la negación de lo incontenible. En Hermosillo 49 cruces, en Culiacán más de 500 cenotafios, motivos encontrados, luchas distantes, pero al fin y al cabo, significa ausencia, y golpe en el corazón querido. En ascenso están ahora por el ingrediente maldito que es el narco y los futuros muertos no tardarán en tener su cruz gloriosa, como ya la tienen tantos. Somos un país de cruces . No de escuelas, ni hospitales, ni campos deportivos, ni centros de investigación, ni campos agrícolas en espera de las cosechas. No, somos el país que edifica la desgracia con cruces de a montón. De Mérida hasta Ensenada, el país es la gran maqueta, donde se fronteriza la desventura y donde, casi con júbilo, se esboza el dolor. Miguel Ángel Avilés
Cuando se dice que alguien es auténtico es porque es realmente lo que parece o lo que jura ser. Es un auténtico amigo, es un auténtico vecino, es un auténtico servidor público, es un auténtico jurista, es un auténtico delincuente, es un auténtico deportista, es auténtico aficionado. Ser auténtico significa que no tienes necesidad de la aprobación de los demás para sentirte bien con lo que haces y seguirlo haciendo. No finge, no actúa, no imposta ni su voz ni su lenguaje corporal. Así es, tal cual, les caiga bien o les caiga mal y esto último,al rato lo aclaro. Mediante esta condición es que podemos mostrarnos como verdaderamente somos, en lugar de ser alguien actuado o que lleva una máscara, así sea la del Santo, la de un fariseo, o la de una oveja. Aquí es donde aclaro lo que prometí arriba: No es cuestión de averiguar si se es bueno o se es malo, no si es delincuente o es intachable, si se es incorruptible o es capaz de llevarse hasta el último peso, si se es un aficionado de hueso colorado o sí sé es un villamelòn, si se irradia simpatía o se es arrogante, si se es un jugadorazo como lo fue Tomás Boy o se es un tronco que supo vendernos muy bien su representante, pero resulto más malo que el sabor del epamin. Se trata pues, de que lo seas, no de que imites ser, con todos los costos o con todos los beneficios que esto implica. Yo, en lo personal, me quedo con los primeros. Es decir, le doy más valor al que se reconoce ser lo que sea, que al que aparenta ser y camina por la vida viviendo de los incautos. Calma: no estoy diciendo que aplauda a lo que daña o al que violenta o al que malversa o al que fanfarronea o se cree desde el pedestal de sus ínfulas superior a otros. No. Estoy diciendo nada más, que soy partidario de lo original más que de la copia o el facsímil. Porque no se vale de mascaradas y se arriesga. No se esconde para dar el zarpazo con todas las agravantes, no le teme al rechazo, no le importan las miradas reprobatorias ni se alimenta el ego con aplausos de aprobación. Prefiero que me digan sin ambages: “Soy un pandillero, tatuado y suburbial, hijo de la derrota y el alcohol, Sobrino del dolor, primo hermano de la necesidad, tuve por escuela una prisión y por maestra una mesa de billar” a cambio de esta: “Y si así no lo hiciere, que la Nación me lo demande”. Pero a fin de no meterme en camisa de once varas o esconder oscuras intenciones, con quienes viajan de incógnitos en carros blindados, agarraré de pretexto lo ocurrido en Querétaro, con la intención de explicarme, para que luego no digan que no agoté el principio de exhaustividad al redactar este proyecto de sentencia que tiene como único propósito reivindicar a los auténticos. Sí, lo de Querétaro es reprobable. Me refiero a lo sucedido ahí en la Corregidora , no a doña Josefa Ortiz de Domínguez, sino al estadio que lleva su nombre ,donde lo sembrado por el equipo Pachuca , con Andrés Fassi al frente , sigue cosechando sus frutos, desde que desdeñaron a las porras - goya, goya, cachun cachun cachun ra ra y así por el estilo - a cambio de las barras, un producto de exportación que modificó todo el ambiente en las tribunas , para ir de un apoyo a su equipo favorito menos efervescente pero auténtico, a una figura pre construida en no sé qué oficina pero que no deseaba animación sino algo parecido a un asalto en desplomado que a la vez que aplaudía un gol para pasar a caja y cobrar, también esperaba el silbatazo final para cumplir instrucciones y hacer de los alrededores, una batalla campal entre locales y visitantes, nada más para creer que ya estábamos a la altura futbolera de las potencias de América. Cuanto pretexto el mío para hablarles de lo que es o no es, y de la cuestión de ser auténtico, o sea original, a diferencia de quien promete ser una cosa y tarde que temprano te das cuenta, que era otra. Pero ya estamos de bajada y no me quiero desviar porque luego esto se alarga. Para una comprensión mayor de mi agudo análisis sobre lo auténtico, agarraré de pretexto el inesperado fallecimiento de Tomás Boy y además de utilizarlo como material didáctico, aprovecharemos la aviada para rendirle un homenaje. Fue polémico y para algunos también fue un fantoche. Era altivo y quizá con sobrada autoestima. En su defensa puedo decir que fue un crack y lo que le gusto hacer, lo hizo bien. Seguramente habrá más claroscuros que recordar, pero eso ya será tarea de sus biógrafos. Lo que quiero resaltar es que fue, a mi parecer, una persona auténtica, amén de sus pro y de sus contras. Quienes desde niños somos aficionados al fútbol, habremos de recordar aquella original esquela que apareció en El Esto: “ Allá nos vemos, Miguel”. La suscribía Tomás Boy Espinoza y el destinatario era El Gato Marín quien acababa de fallecer. En esas fechas o más adelantito el Tigre mayor pagaría otra inserción a través de la cual buscaba trabajo como Director Técnico porque andaba desempleado y dicha ocurrencia resultó muy aplaudida. Cuando dirigía a Cruz Azul y luego de haber empatado con Pumas en el Estadio Olímpico Universitario, Tomás declaró: "Lo que sí creo que está incorrecto es que el equipo tenga que esperar 10 minutos para que ellos hagan un himno que, desde mi punto de vista, es fascista". Esto tal vez no lo registre un villamelon. Me refiero al "aficionado" al balompié ( los hay en otros deportes y en especial en los toros) que habla con aire de suficiencia de lo que no entiende. Nunca pierde y cuando pierde arrebata. Siempre cree tener la razón y en muchas ocasiones hace un comentario sin sentido acerca de un equipo o de un partido . Es un aficionado no auténtico pues. Es un entusiasta seguir de lo que no sabe y está ahí,en el graderío, solo por lucimiento, porque no quiere desentonar o porque le da caché frente a los otros , pero en realidad no vive de la pasión sino que se vale de la impostura. De estos hubo muchos en La Corregidora y saltaron al campo como chinampos hooligan para desahogar una rabia fanatizada , no del que ama a un equipo sino el que odia al otro,su rival,su adversario , porque se lo inculcaron o alguien, aun mas orangutizado, les modelo o fue su guia en esa labor carente de toda autenticidad , pero sí llena de ira que gotea a cualquier parte que vaya. Del juego en el campo poco se acuerdan y poco disfrutan. Las gradas son su territorio , como la selva puede ser para un animal propenso a la violencia. Por eso se me hace que muchos de ellos no vieron el gol que Furch le metió al Querétaro, pues estaban más atento a lo que esa tarde del sábado,todos vimos después . El estadio pudo ser vetado para siempre pero a la Femexfut le tembló la mano y la sanción recibió más críticas que patadas a un atlista. Por cierto ,y no sé si sea una casualidad o un presagio: ese inmueble se inauguró en el mes de Febrero de 1985 y esa mañana la Selección Azteca enfrentó a su similar de Polonia, ganando el Tri cinco goles a cero. El primero en anotar en esa cancha fue precisamente el Jefe Boy , haciendo un verdadero golazo de tiro libre, y pasar así a la historia con el número diez en sus espaldas. Por esto y más se distinguen los auténticos. Allá nos vemos,Tomás. Por Miguel Ángel Avilés
Mi madre falleció el 5 de marzo de 2013, el mismo día que también murió Hugo Chávez. Su voz era la única que mandaba, y pobre de aquel que osara en contradecir su parecer. Aun así, se le adoró siempre, hasta el último momento, como debe ser toda autoridad. No recuerdo si así era Hugo Chávez, pero ahorita me abstengo de opinar porque estoy cansado y no tengo ganas de entrar en una polémica que nada más me afectará. El cáncer es una enfermedad por la que algunas células del cuerpo se multiplican sin control y se diseminan a otras partes del cuerpo. De esto murió. Como mi mamá. Tuvo cinco hijos (o seis, si hacemos bien las cuentas). A todos los amó siempre. Hugo Chávez, igual, pero no sé si los amó siempre. Se casó dos veces. Dos o casi. Pero ni modo. Mi madre hizo lo mismo (o casi). Supo del amor, otras veces, pero los dos que le cantó al mundo, fueron suficientes. Lo que dura, dura, pero algunos no lo entienden porque le encuentran saborcito a ese amor por algo y ahí te quedas, pensando que vivirás la eternidad. Quince años o un poquito menos. Eso duró. Contra viento y marea, eso duró porque alguien enloqueció (digamos que hablo en sentido figurado) y así no se podía. Nomás que no lo entienden. Se aferran y se quieren quedar para siempre. Así pasa, pero hay alguien que ya no llora por ese otro corazón. En el caso de Chávez, no sé si eso pasó. En 2011 algo no andaba bien, dicen, mientras que en 2012, se le trasladó para recibir tratamiento médico. Me refiero a mamá. Porque a Chávez lo trataron Cuba y otras partes, con tal de hacer de una fatalidad, una esperanza. Cuanta gana de quedarse y no dejar ese espacio donde sé estuvo tantos años. Pero se entiende: batalló para estar donde estaba, estar siempre al pie de la cureña, luchar contra todo y ya logrado esto, llega tan indolente enfermedad. Algo así ocurría con mi mamá. Luchó hasta el final porque sabía el dolor que le causaría a su gente, pero tenía la convicción de que alguien tomaría la estafeta y no dejaría aquel barco a la deriva. Había muchos para ocupar su lugar, dignamente, pero los dados estaban cargados a favor de una candidatura natural. A Chávez, por su parte, lo suplió Nicolás Maduro. Esa designación se esperaba: por su cercanía, por tantos años bajo su protección, por el amor profesado, por lo mucho que se parecían y no iba a cambiar nada de lo que se había vivido, contra viento y marea durante, tanto tiempo: Por eso y más, mi hermana mayor fue la elegida. En esa sucesión de Nicolás Maduro, no sé, bien a bien, cómo estuvo. En una de las cirugías, realizadas por un destacado médico y unas manos santas, se creyó que el tumor había sido eliminado por completo y que se dirigía a la "recuperación completa". Pero la rayita estaba puesta: por más que dio la pelea, un 5 de marzo, la muerte le ganó. Igual que mamá: antes de saber que era cáncer, otro gran médico la intervino y pensábamos que eso era suficiente, pero no. Su cuerpo alzó la mano y dijo: ni ilusiones se hagan, tenemos cáncer. La muerte NO tiene permiso. No, pero le da por tomar sus propias decisiones. Cómo es posible que alguien de ese tamaño, que tanto hizo en la vida y por la vida, que dio todo por los suyos , que tanto se le admiraba y supo hacer mucho por los demás, de pronto ¿de pronto? Se tenga que ir porque, aun con todo eso, no es bastante para ser inmortal. Hablo de mamá. Era mucho su amor propio y la querencia que de todos recibía. Eso le fascinaba: que se le tuviera admiración, que le dieran importancia, que destacaran sus cualidades, que se le tratara con devoción. Tenía enemistades, seguramente, pero era más el culto a su persona y no desairaba ese trato. Sigo hablando de mamá. Tras realizarle varias pruebas de diagnóstico, se concluyó que había un tumor abscesado con presencia de células cancerígenas". Pero, ¿de qué tipo?, ¿y en qué grado?, ¿se habrá extendido? Según los médicos significa que el tumor había ido creciendo, probablemente sin que se supiera de su existencia. Él de mamá, fue en el páncreas. A su modo, dijo: "Cáncer ramificado”. Esta expresión, según los especialistas, "podría indicar cierto grado de extensión". Aseguraba que "fue necesaria una intervención quirúrgica para la extracción total de dicho tumor". En cambio, mamá no dijo nada. Porque nunca supo lo que tenía o quiso aparentar que no sabía. Pudimos haberla engañado, hablando de otro tema, cuando ella preguntaba qué había dicho el médico o ella nos hizo creer que no sabía para acaparar todo el dolor en sí y nomás se quedaba viendo el pasar nuestro de un trago gordo. No sé quién engaño a quien. Porque de pronto es un juego amoroso para ver quién engaña menos o más al otro. Es tanto el querer que, de esa línea, se puede pasar a la otra, que es la idolatría. Otra vez, sigo hablando de mamá. Murió a las 4:25 p.m. Ella murió también casi a esa hora, pero de la madrugada. Hay quienes dicen que su fallecimiento fue antes del 5 de marzo. Pero fue o será su propia gente la que lo habrá de dirimir. Hay que respetar a cada pueblo. Eso sí, a su funeral asistieron diversas personalidades de todas partes. Al funeral de Chávez, ignoro quienes fueron. Debió sentir mucho orgullo el ver a tanta gente del pueblo ahí y refrendar, de esa manera, su arrastre , su carisma, su poder de convocatoria. No nos extraña nada: mamá siempre fue así. Recuerdo que, frente al cadáver, una mujer lloraba y otras más le tiraban con su mano un beso. Había un montón de gente y un cáncer vencedor que se burlaba. Algo así también recuerdo sobre el cadáver de mi madre. Pero en otra ocasión se los voy a platicar. Cuando cicatrice este silencio. Por Miguel Ángel Avilés
Una vez decía que uno de los lugares donde se aficionaron algunos a la lectura, no fue en una biblioteca o en la escuela o en la casa. Más bien creo que fue en una peluquería Aclaré, sin embargo, que eso era un recuerdo individual, muy mío. No porque ahí me haya flechado la lectura a mí. A otros sí, a mí no pero ahorita ese no es el tema. Más bien es el interés por la lectura y la lucha eterna que, a lo largo de los años se ha tenido, para inculcar ese hábito entre la población. La titánica labor se ha impulsado desde lo institucional, es decir, desde lo público, como del privado, por parte de ciudadanos y ciudadanos que valoran y le dan importancia a la lectura en lo individual y en lo colectivo. Nomás que programas van y programas vienen, algunas nomas van, pero ya no vienen y seguimos renegando de que la gente no lee y por lo tanto eso hace que tengamos un país o un mundo etcétera etcétera y más etcétera. Mejor dicho: de la lectura depende de que seamos más buenos o más malos. De la lectura depende de que se me quiten algunas mañas o las siga practicando. Así lo ven o así lo miden quienes ponen los huevos en esa única canasta. Si me muestro compasivo y generoso, con mente abierta y dispuesto a socorrer al prójimo, es gracias a la lectura. Si agarro a patadas a un perro, si soy el único que guarda silencio en una reunión cuando están hablando de tal o cual autor, o citan una frase larga de memoria o no te ríes luego de que alguien contó la anécdota de un escritor emblemático de la novela equis, es porque no fuiste capaz de leer en tu vida ni el reverso de los legendarios cerillos de color rojo, donde venía una biografía de un histórico personaje. Dehesa algo comentaba al respecto y creo que Argüelles lo ha tratado en sus libros. Creo. Pero si la intención es aumentar el número de lectores (el gran antídoto para que todos seamos buenos y felices) no desproporcionemos las bondades de la lectura, porque nos toparemos con pared y ahí está el detalle, mi chato, ahí está. En la medida que nos bajemos de esa nube en que andamos y que, ante todo, convenzamos a la gente de que la lectura, ante todo, es un acto de placer y que lo demás, posiblemente llegue por añadidura, gracias a eso otros valores inculcados en la familia o en el barrio o donde sea, entonces conseguiremos ser unos seres humanos ejemplares y hasta de exportación. Mientras tanto, no ofrezcamos lo que a través de ella no se puede cumplir. Porque resulta que entre las posibles bondades de la lectura -que sin lugar a dudas las tiene y muchas- han construido algunas muy almibaradas. "La escritura es la pintura de la voz». “Los libros son las abejas que llevan el polen de una inteligencia a otra». “Adquirir el hábito de la lectura y rodearnos de buenos libros es construirnos un refugio moral que nos protege de casi todas las miserias de la vida”. ¿Le sigo? "La lectura hace al hombre completo; la conversación lo hace ágil, el escribir lo hace preciso". Y así por el estilo. Entonces algunos lo creen a la letra, como si sucediera por arte de magia y piensan que si se ponen a leer, un rayo de luz entrará por su cabeza y lo convertirá en el Übermenschen quien, desde la filosofía de Friedrich Nietzsche, es una persona que ha alcanzado un estado de madurez espiritual y moral superior al que considera el del hombre (y la mujer ) común. No sé de dónde sacaron eso. Tal vez ocurra a partir de cierto número de libros leídos y ni José López Portillo, ni otros voraces lectores, ni yo que no leo tanto, más bien, soy desordenado y parsimonioso a la hora de leer, hemos llegado a eso y por lo tanto seguimos siendo las miserias humanas que conocen hasta ahorita. Sea como sea, haré de tripas, corazón y como tantos y tantos más, le seguiré apostando a la lectura y a la necesidad de practicarla, con tal de que tengamos una calidad de vida más óptima, todos seamos unas lumbreras con ese perfil nietzscheano que cité arriba y, sobre todo, para que impere la paz y no haya más guerras, dios guarde la hora. Le seguiré apostando, dije, pero no con las estrategias que, hasta la fecha, sino han sido un fracaso, le andamos rondando, razón por la cual, yo quiero proponer que, en vez de fomentarla, creo que obtendríamos más resultado si criminalizamos la lectura, al grito de "lo prohibido es deseo”, ya que el consenso general es que cuanto más se prohíba algo, más gente quiere hacerlo. Por tanto, considerando que todo lo anterior es mi exposición de motivos, vayamos al resumen de mi iniciativa en el ámbito federal: “Se impondrá prisión de diez a veinticinco años y de cien hasta quinientos días multa al que: I.- Produzca, transporte, trafique, comercie, suministre aun gratuitamente o prescriba alguno libro, sin la autorización correspondiente a que se refiere la Ley General de educación; II.- No se permitirá la posesión ni portación de los libros prohibidos por la Ley, ni propios ni aquellos de los reservados para el uso exclusivo de la Secretaría de Educación Pública. En cuanto a los Estados o en la concurrencia entre estos y las federación , hay que prevenir la corrupción de menores y por supuesto, el lectomenudeo, por tanto, el tipo penal se propone así: “Comete el delito de corrupción el que procure, facilite, induzca, fomente, propicie, promueva o favorezca la corrupción de un menor de dieciocho años de edad, o quien no tuviere capacidad para comprender el significado del hecho, mediante acciones u omisiones tendientes o que concluyan en la realización de actos de lectoescritura o conductas depravadas similares. A quien cometa este delito se le aplicará de cuatro a diez años de prisión y multa de veinte a doscientas Unidades de Medida y Actualización. “La misma pena se le aplicará a quien obligue, procure, facilite, induzca, fomente, propicie, promueva o favorezca la promoción o consumo de libros o la generación o práctica de algún otro vicio como este; o que induzca a persona menor de dieciocho años de edad a formar parte de círculos de lectura, involucrarse en una asociación delictuosa o pandilla lectora, o a cometer cualquier delito de los señalados en este capítulo”. “A quien obligue, procure, facilite, induzca, fomente, propicie, promueva o favorezca el consumo de libros impresos, video libros o audiolibros por parte de un menor de edad o de quien no tuviere la capacidad de comprender el significado del hecho, se le aplicará la pena de cinco a doce años de prisión y multa de cuarenta a trescientas Unidades de Medida y Actualización. “Cuando los actos de corrupción se realicen reiteradamente sobre el mismo menor o la misma persona que no tuviere capacidad para comprender el significado del hecho y, debido a ello, éstos adquieren los hábitos de la lectura u otras prácticas que produzcan efectos similares, o a formar parte de un club de lectura, la sanción señalada en los párrafos anteriores se aumentará en un tercio de la misma”. Reza un proverbio italiano: “Un libro cuya venta se prohíbe a todos los hombres, la prohibición convierte a un lector en tres”. Esto lo leí en un libro, pero no le digan a nadie. Cuando se apruebe esta iniciativa y se prohíba la lectura, pero, aun así, logran conseguir en el mercado negro o en una lectotiendita, un libro, tampoco se lo digan a nadie. A punto estamos de ver un crecimiento exponencial en el hábito de la lectura y el vicioso gusto por los libros. Desafiemos a la ley y vayamos buscando a nuestro dealer de cabecera para no sufrir del síndrome de abstinencia. Claro, mientras no le revienten su biblioteca o su librería, a punta de cateos. |
Miguel Ángel AvilésMiguel Ángel Avilés Castro (La Paz B.C.S. 1966.). Es abogado por la Universidad de Sonora. Practica el periodismo y la literatura desde 1990. Archives
September 2024
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