Por Miguel ángel Avilés
Según la primera definición que encontré, el mentado etcétera es una expresión que se usa para sustituir la parte final de una enumeración y evitar seguir detallándola por ser muy larga o por sobrentenderse lo que sigue con facilidad. No obstante, a mí me sigue pareciendo una palabra que solo aviva, le aplaude, auspicia a la flojera, a la apatía, a la huevonada, a la holgazanería y estoy convencido de que, el culpable de su existencia, era un gandul, un perezoso, un haragán de marca o un tipo incapaz de encontrar las palabras adecuadas para continuar la marcha de su redacción y llegar hasta donde topara. Si era reportero, pudo consultar un diccionario Si era abogado pudo agarrar un libro de los que tantos hay y aceitarse para seguir escribiendo Si era un médico pudo marcarle a un colega que era amigo de un egresado de letras hispánicas de la universidad que quieran y sopearlo en torno a otras palabras que le ayudaran a continuar ese escrito que terminó con una palabra que , tal vez , nadie entendió. "Me confesó que me quería, pero luego me dijo etcétera. Ha de ser un piropo en griego" "¿Etcétera? ¡Eso lo serás tú! Por eso la palabra etcétera me cae gorda y siento que su utilización afea cualquier texto. Si me apuran, la veo como una tachadura, como un literal escupitajo o una mancha de café, derramada sobre un escrito impecable. Así la veo. Arriba dice que sirve para sustituir la parte final de una enumeración y evitar seguir detallándola por ser muy larga o por sobrentenderse lo que sigue con facilidad. Eso creen. Pero lo que yo percibe es que logra un efecto contrario. Deja en ascuas a un lector, que esperaba leer la mejor descripción en eso que leía , pero , de repente, aparece el mentado etcétera, como si lo que estaba haciendo le quitaria horas y horas de su vida, o tres noches con sus días o toda una pandemia y avienta el bote hacia nosotros para que interpretemos. Ah qué comodidad la suya. En primer lugar, no es cierto que nació el etcétera para evitar seguir detallando. Eso me parece a mí. Fue más bien, porque a su autor, se le acabó el parque de su imaginación, no tuvo más palabras con qué dispararnos y entonces se sacó de la manga ese extraño vocablo llamado etcétera. El jefe de redacción lo estaba apurando ya que el cierre estaba al punto de las doce y aquel vuelto loco se sacó de la manga esa palabreja y así cerró la nota: etcétera. Quizá así le decían a una tía suya - la tía Etcétera-, o ese era el nombre de la comunidad donde nació- San Etcétera de los tomates - o era el nombre que habían escogido para una yegua y, viniéndosele a la mente, recurrió a ella, para salir del atolladero. Quizá. Porque creo que ni para eso sirve ya que no es una palabra homófona, o sea que junto con otra palabra se pronuncian igual, pero tienen significados diferentes y tampoco es homógrafa, es decir que dos palabras se escriben igual, pero tienen significados diferentes. Tampoco es una palabra polisémica . Imaginemos: Etcétera y Etcétera. La primera es una expresión que se usa para sustituir la parte final de una enumeración y evitar seguir detallándola por ser muy larga o por sobrentenderse lo que sigue con facilidad. La segunda es un adjetivo para describir a un hombre o a una mujer que piensa o está convencido que está diciendo cosas muy interesantes frente a un público pero en realidad está diciendo puras tonterías, redundancias o lugares comunes. “Ese tipo es un etcétera“ “Aquella señora es un etcétera” “Me choca la gente etcétera“ Significa entonces que esta palabra vino a este mundo única y exclusivamente a cumplir la función que ya todos conocemos. Punto. Si no me creen, hagan el intento: utilícenlo como nombre propio y a su siguiente hijo o hija pónganle así: “ María Etcétera “ “Karina Etcétera “. Y en masculino está peor: “Raúl Etcetero ““Miguel Etcetero” “Étcetero de Jesús” _ Adivina quien vino” _ ¿Quién? _ Doña Etcétera. Me ponen así y no salgo a la calle. Tampoco es útil como sustantivo propio: “Abarrotes El Etcétera ““Carnicería “ Mi Etcétera “ Rancho “Los Tres Etcéteras”. Ya no digamos en diminutivo: etcétera. Ven, es imposible. Eso creo, supongo, me imagino, considero, estimo, a lo mejor, etcétera. Tampoco me parece que haya surgido porque se sobreentendía con facilidad lo que continuaba. Eso creyó él o lo inventó para justificarse después cuando le dijeran que lo que había escrito, era un galimatías. Eso hay que dejárselo a los lectores y que sean ellos los que lo llenen al autor de tal palabra, de insultos, piropos, reclamos, cuestionamientos, injurias observaciones, embrujos, escupitajos, análisis, escrutinios, condenas, etcétera. Sí, porque si esas vamos, al rato haré algo peor que lo que están leyendo y para evitar las críticas, dejaré una palabrita por ahí medio sangrona, por si las dudas y, el día de mañana, justificaré todas mis tonterías, arguyendo que todo se sobreentendía o que estaba por demás, seguir detallando y así. Por eso insisto que el culpable de su existencia, era un huevón o un tipo incapaz de encontrar las palabras adecuadas para continuar la marcha de su redacción y llegar hasta donde topara. Tan lo era, que no conforme con arruinar lo que estaba haciendo e inventar ese término, el muy vil (o la muy vil) lo abrevió. ¡Lo abrevió! Son marranadas: estábamos a punto de leer la gran obra, pero bostezó o le dio hambre o tenía que irse al baño y antes de irse, puso un punto final con el famoso etcétera, que ahora, para no provocar tanta fatiga, basta resumirlo en etc. y ya. Habráse visto. Esto, para la lingüística o para cualquier disciplina o ciencia, me parece algo así como una profanación, una violación, una irreverencia, un perjurio, un desacato, una rebeldía, una insubordinación, un daño, un detrimento, una lesión, un menoscabo, un quebranto, un agravante, un deterioro, una inconveniencia e, incluso, un largo etcétera. ¡Habráse visto!
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Por Miguel Ángel Avilés
Durante el sexenio de Guillermo Padres, ex gobernador de Sonora, algunos choferes de taxis y concesionarios se quejaban mucho del trato abusivo que les daba la dirección del transporte, inventando cursos o verificaciones que solían cobrarselos muy caros o así les parecía. Lo mismo ocurría en otros estados de la República y los trabajadores del volante reaccionaban igual. Era mucho lo que se hacía contra ellos y en su lucha estaban casi prácticamente solos. ¡Qué abusivos! Los pasajeros que escuchamos esas historias y empatizando con ellos, nos sumábamos a su indignación pues según las cifras que referían, sí que las autoridades se estaban pasando de tueste. Cómo sentían nuestro viaje, corto o largo, se convertía en terapia de grupo o casi en un mitin en donde todos los de abordo arremetimos contra el gobierno , le tupimos al infumable gobernador y despotricamos augusto contra los excesos del poder. Por poco y nos bajamos del carro para iniciar una huelga de hambre ahí merito. Me parece, sin embargo, que el servicio que ofrecían la mayoría de los taxistas, les impedían tener la voz completa para exigir el mejor de los tratos y si se les pedían que se pusieran las pilas dándole una manita - o manota - de gato a sus unidades y ellos le echaran ganitas para afinar sus modales y darle un trato más digno al usuario, pretextaban una y mil cosas para no hacerlo y así siguieron en las mismas o siguen las mismas, nomás que ahora en otro contexto y en otras circunstancias. No pasó mucho tiempo para que llegara uber y eso más enojo. Argumentaban que era una competencia desleal, que no eran controlados por la dirección del transporte y no pagaban impuestos. Dijeron también otras cosas pero no las puedo citar aquí y además los destinatarios se enojarían mucho. No conforme con eso, se plantaron en algunos lugares como palacio de gobierno para expresar su descontento y exigir trato parejo a favor de todos quienes prestaban un servicio de este tipo pero nada tolerantes se ponían hacia alguien que apoyara a uber o les recordaba el lema "renovarse o morir" porque de lo contrario, si mantenía sus carros en malas condiciones, si continuaban dedicándose a ciertas prácticas relacionada con la droga, el alcohol y el lenocidio,la modernidad les pasaría por encima y terminarían volviéndose polvo de otros ayeres. Fueron muy pocos los que lo hicieron y ni modo, todo se tuvo que dejar a la ley de la oferta y la demanda y a las preferencias de cada usuario. Ahora tenemos esas dos opciones en donde, por un lado- sin ser todos- sobresalen unidades envejecidas con choferes mayoritariamente desaliñados quienes a la hora de cobrar parece que quieren recuperar lo que no han ganado en dos días. Algunos optan por recorrer la ciudad y otros deciden quedarse en el sitio o en la central respectiva de su preferencia o la que pertenecen. No sé si actualmente la dirección de transporte les de un buen trato o los mantenga a raya, pero todo indica que ya no y por eso ocurren abusos como desde algunos años para acá , cometen los taxistas que están en la central de autobuses o sus alrededores. Estos choferes que suelen abordar a todo aquel que salga a la banqueta después de viajar por horas, no se tientan el corazón al momento de fijar la tarifa las cuales están muy por encima del precio promedio cuando se requiere sus servicios. Mas de uno habrá vivido una experiencia así con estos señores que, sintiéndose arropados por la cobija de la impunidad hacen y deshacen sin que ninguna dependencia o autoridad les ponga un alto. Peor aún: si eso hacían con pasajeros locales o nacionales, el abuso ha aumentado considerablemente, con la llegada de migrantes extranjeros a quienes al cobrarles si que se les pasa la raya. Esta semana precisamente el testimonio de una trabajadora de las que venden los boletos para viajar, nos cuenta que ella y su esposo tuvieron que salir en defensa de uno grupo de personas a las que un taxista pretendía cobrarles, sin pudor alguno, ochocientos pesos de la central de autobuses al centro. ¡Qué abusivos! Como esta historia de exceso hay otras más que se quedan nomas como evidencia de lo que pasa con los que ofrecen este servicio, pero continúan haciéndolo porque no hay consecuencias de sus actos ni reciben sanción alguna. Solemos quejarnos mucho por el trato que se les da a nuestros compatriotas, allá del otro lado de la frontera y señalando con furia cualquier hecho de esa naturaleza. No obstante, al ver lo que aquí pasa, tenemos que aceptar que no nos distinguimos ni tantito. Las ganas de pasar por encima de nuestros semejantes pues, no parece tener una sola nacionalidad. Somos defensores de mejores tratos solo de dientes para afuera, en tanto no se nos presente la oportunidad de cometerlos cualquiera de nosotros. Ni hablar, así somos y de ese tamaño es la incongruencia a la hora de analizar que tanto empatan nuestro decir y el hacer. ¡Qué abusivos! Por Miguel Ángel Avilés
Todos los niños y todas las niñas desean cumplir sus sueños. Algunos no abandonamos ese privilegio de la niñez, en tanto que, aun de grandes, continuamos soñando hasta conseguir lo deseado. Estamos de pie y seguimos adelante, mientras prevalezca una ilusión. A diario y a ratitos, percatándonos o no, picamos piedra y damos un paso adelante, hasta que, por fin, aquella fantasía se vuelve realidad. Esas conquistas son inmediatas, otras se prolongan, las más, sin embargo, llegan en el momento justo. Ni antes ni después. Ilusiones por culpa de una promesa, ilusiones por contagio, ilusiones por vocación, ilusiones por entereza, ilusiones inducidas por la publicidad, ilusiones genuinas, ilusiones imposibles de cumplir, ilusiones comunes nacidas de la tradición, ilusiones. Según mi ya recurrente diccionario de cabecera Yasmin- español, la palabra ilusión significa "Esperanza, con o sin fundamento real, de lograr o de que suceda algo que se anhela o se persigue y cuya consecución parece especialmente atractiva. También es un "sentimiento de alegría y satisfacción que produce la realización o la esperanza de conseguir algo que se desea intensamente". Esto último le atina, al dejar claro que una ilusión no comulga con algo indeseable. Una ilusión no se concibe sino está de por medio la alegría, lo bonito, el disfrute. Es decir, nadie tiene la ilusión de que lo atropelle un carro. Tampoco se tiene la ilusión de caerse en una alcantarilla o que toquen la puerta de su casa a las cinco de la mañana, un domingo, ni se tiene la ilusión de que tu reloj te despierte con una canción de Natanael Cano o te regalen una colección de todos los estandoperos de Comedy Center. ¡Dios Guarde! En cambio, como los niños que fuimos, que seguimos siendo, nos podemos ilusionar en espera de nuestro cumpleaños o porque ya viene navidad o porque Santa Clos vendrá a tu casa o porque tu papá regresara del cielo a verte o porque esa joven te aceptó la invitación para ir cine. Nace una ilusión porque te dijeron que el fin de semana te llevarán a comer mariscos, o pizzas Jessy o pollo asado al carbón o porque irás a la ciudad de México o, asistirás por primera vez a la lucha libre o irás a pescar o porque ya está a punto de publicarse tu más reciente libro o porque en los próximos días te entregan el carro deseado. Estar ilusionado o mantener una ilusión es oxigenar tu momento de vida, es un combustible que te ayuda a seguir viajando con alegría en espera de que se concrete lo que esperas. El viaje puede tardar años, o por diferentes motivos, no lograrse nunca, pero es muy importante que la llama se mantenga encendida con la suma de cosas que harás para que estas sirvan de carburante y no quede por ti o por quienes también ponen de su parte a fin de conseguirlo. En este abanico de deseos te puede ilusionar lo más simple o lo más convencional, de tal suerte que basta asomarte por la ventana para contemplar lo anhelado o salir a caminar y encontrarte con lo ambicionado. Pero a la vez se puede volverse una ilusión el conocer una ciudad lejana o comer un fruto que solo lo encuentras en el último pueblo del continente africano o apetecerías cohabitar con Shakira o estar con ella en una playa desierta. Para lograrlo ya dependerá de la titánica labor que uno realice ( o la que realice Shakira si me quiere encontrar a mí) o de plano, te rendirás convencido de que nunca de los nuncas esto se hará realidad. Hay otros casos que por más singulares que parezcan y que en muchas otras ocasiones bastaría un NO para que el ilusionado se calme y olvide , pero se hace trabajo en equipo y se cumple . Lo hemos visto en programas de televisión en donde alguien tienen la ilusión de volver a encontrarse con su abuelita después de treinta años sin verla y con todo el dinero del mundo y sabedores del rating que eso provoca, salen a buscarla por cielo, mar y tierra hasta que dan con su paradero o consiguen a una casi idéntica, la hacen pasar como tal y ahogados en llanto se abrazan, prometiéndose en juramento, no volverse a separar jamás. Sin embargo, hay casos en donde la ilusión es provocada por lo que menos se esperaría o de cada millón de encuestados, uno, cada veinte años, desearía conocerlos ,estar frente a frente y sumarse con pasión y felicidad a ese grupo, como si se conocieran desde siempre . Es la historia de Luis quien a sus tres años tenía el sueño o la ilusión de conocer a los voladores de Papantla y perseveró hasta lograrlo. ¡A los voladores de Papantla! No a un cantante de música infantil, no a Chabelo, tampoco a un equipo de fútbol o de béisbol o a Octagón o a Pepa, sino a los voladores de Papantla Ignoro donde pudo darse cuenta que existían, quizá en la expo ganadera, pero convertido , de pronto, en un gran admirador de la danza y ritual de los voladores de Papantla , mi ahora admirado Luis viajó con su familia desde Hermosillo, Sonora, hasta el pueblo veracruzano para cumplir su anhelo de ser un volador. Por obvias razones, esta odisea de Luis y su familia ha sido difundida en redes sociales y ha generado mucha popularidad en esta zona del norte de Veracruz, tanta que e incluso el alcalde de Papantla, buscó platicar con el carismático niño y su familia. Ni tanta distancia fue impedimento para conocer en persona a los voladores, luego de que en mayo cuando en un evento en la ciudad de Hermosillo, presenció por primera vez la danza que le provocó inquietud y demasiado interés o más bien dicho,una ilusión. Verlo tan feliz y extrovertidamente dispuesto a realizar cualquier ejercicio que le pudieran , resultó una maravilla y un ejemplo de que es posible conquistar victorias aun a temprana edad, cuando está de por medio el amor, la pasión y unas ganas infinitas de pisar ese territorio , tan libre y seguro como esos pájaros que un dia cualquiera dejan el nido, abriendo sus alas y, bellamente, se echan a volar. Por Miguel Ángel Avilés.
Dar la otra mejilla" es una expresión de Jesús, mencionada en los evangelios de Lucas y de Mateo y se finca en la enseñanza de no responder al mal con otro mal. A mí me parece un acto de suma generosidad y sacrificio. Soy un fiel seguidor del hombre de Nazaret, ante todo por su congruencia y lo arbitrario que fue el juicio en su contra, por tanto, respeto mucho aquello que dijo, pero en ocasiones siento que ese otro que es el que está agrediendo, se vale de la ocasión, le importa una pura y dos con sal que se pretenda con eso y, sin compasión alguna, da el enésimo golpe traidor, aprovechándose que tenemos la guardia abajo. Porque atendimos el pronunciamiento de Jesús y pusimos el otro cachete a merced del rival para que se despachara con la cuchara grande. Sin embargo, si atendemos al principio de proporcionalidad, esto es muy abusivo. No pienso traicionar a mis creencias ni simular lo que no soy, pero me parece que el ofensor se dio cuenta de que no reaccionaríamos y, lejos de ponerse un alto frente la lección que le daban, aprovechó el gesto y sacó todo su potencial como troglodita. Si alguien te da una bofetada en una mejilla, ofrécele también la otra mejilla. Si alguien te exige el abrigo, ofrécele también la camisa. Dale a cualquiera que te pida; y cuando te quiten las cosas, no trates de recuperarlas. Dijo “de aquí soy”, desventajoso y como Pipino Cuevas arremetía contra sus adversarios, de esa manera, ese otro actúa al saber que como buenos discípulos de cristo, ni las manos meteremos. Pues que caray. Porque, al menos que fuésemos masoquistas, si la primera cachetada nos dolió hasta el alma, no hay razón para jugarle al fuerte y poner la otra. Ah, porque así decimos: “poner la otra mejilla” trastocando lo que aseguran es la expresión original: “dar la otra mejilla”. Bueno, según Lucas y Mateo y no creo que ellos le anduvieran levantando falsos. Alguien más avezado, pero sobre todo más abusado que este columnista, profundiza sobre el tema y señala que “la postura de la otra mejilla es en cambio, mucho más violenta, porque presume de una superioridad moral. El violento percibe a aquel que no reacciona ante su violencia, (no por miedo sino por principios), como a un ser que se siente superior a él moralmente y esta percepción genera mucha más violencia aún”. “Éste en vez de calmarse se violenta aún más, porque se le permite la violencia y se le motiva a seguir. Los llamados pacifistas conocen muy bien esta táctica y la violencia que ejercen los autodenominados «pacíficos» es la violencia de la superioridad moral”. Me parece que tiene toda la razón. Es que yo no dudo de la magnanimidad del nazareno, pero, lamentablemente, desde entonces a la fecha, no todos pensaban así y si existía el bien, también estaba el mal con destacados representantes de este bando que no entendían de acciones de buena voluntad, y pegaban o siguen pegando el descontón sin miramientos. Entiendo que tú actúas de buena fe, sin embargo, la percepción del contrario puede ser infinita. Se pone la otra mejilla porque se es muy inocente, muy dejado, muy generoso, muy lerdo, muy incondicional, muy tonto, muy bueno, muy entregado, muy clemente, muy ingenuo, muy compasivo, muy borrico, muy frágil, muy débil, muy humano, muy obtuso, muy esplendido, muy algofílico, muy complaciente, o muy sádico o no sé. Es decir, el oponente que suele ser gandaya o alevoso no desaprovechará la oportunidad ni pedirá un tiempo fuera con tal de ir, muy conmovido, por una copa, una medalla, una corona, unos laureles, una réplica de la Orden Mexicana del Águila Azteca para condecorarte y hacerte una reverencia. Mucho menos soltará el cuerpo y dejará de lanzar ese volado de mano izquierda o esa patada Dwi Chagi que tiene ya muy ensayada. Insisto: a uno le queda claro el sentido de la frase y cuál era indulgente propósito. Mis respetos para el creador. Pero no es lo más pertinente llevarlo a la práctica a rajatabla por sobre todas las cosas porque si bien tú quieres pasar a la historia como el nuevo Mahatma Gandhi o Nelson Mandela, en los hombres o la nueva Rigoberta Menchú o la Madre Teresa en las mujeres, resulta frente a ti tienes al Degollador del río Consulado o al “Pelón” Severa o a la Mataviejitas. “Si alguien te da una bofetada en una mejilla, ofrécele también la otra mejilla. Si alguien te exige el abrigo, ofrécele también la camisa. Dale a cualquiera que te pida; y cuando te quiten las cosas, no trates de recuperarlas”. Hasta ahí todo bien, a pesar de los asegunes que ya he dicho. Pero supongamos que lo llevo a la práctica. Quien me garantiza que poniendo la otra mejilla, será ahí, justo ahí en donde el agresor tire el nuevo sabanazo. O sea, yo estoy esperando, resignadamente que el trancazo se estrelle abajito de mi pómulo y al contrincante le da por zamparme un gancho al hígado, un Jab, un uppercut o se le antojan mis espinillas o mi bajo vientre o abajo del bajo vientre, convirtiendo la escena en una exhibición de vale todo. Lo que menos deseo es que me etiqueten como blasfemo. Ya lo dije: mis respetos para el creador. Era cristo y no se creyó ser otro ni nada más superior y porque hay otros, siendo la nada, que insinúan ser o que lo traten como a Cristo. Pobres diablos. En fin, eso opino y me parece que la biblia nos ofrece además lo que puede ser un equilibrio: “Así que, ¡no seas demasiado bueno ni demasiado sabio! ¿Para qué destruirte a ti mismo? Por otra parte, tampoco seas demasiado malo”. Por si sí o por si no, a estas alturas de mi vida es hora ya de anunciar este decreto: mi otra mejilla no se toca. No señores y señoras, no se toca. Por Miguel Ángel Avilés
"Si uno es capaz de encontrar humor en cualquier situación, podrá sobrevivir a ella". Bill Cosby Si algo no sabemos, es cuándo vamos a morir. Podemos hacer un cálculo, según nuestra edad o el estado de salud que traemos, pero una certeza, así como decir que estamos en el mes de octubre o noviembre, que el día 2 es día de muertos, que nos fue como en feria con la maldita pandemia, que el América es el mejor equipo de México, que Ibargüengoitia se dio en la torre en España, o que Carlos Ancira era un actorazo, nadie la tiene. Ojalá se pudiera, porque hasta planes hiciéramos. En primer lugar, si hemos sido obsesivamente ordenados toda la vida, tendríamos que agendar ese fatídico momento. Supongamos algo así: Mayo: 1. Día del trabajo 2. Pagar el celular 3. Día de la Santa Cruz 4. Toca morirme 5. Lo ignoro, porque me morí un día antes. Lo mismo pueden hacer con junio, julio, septiembre, octubre o noviembre, según les toque. Más aún: pueden jugarla al macizo y citar: Voy a escoger un día grande/Pa' morirme por las pollas que yo quiero/Me gusta el 2 de noviembre/Y ayer fue día primero. Sí, sería muy sangrón de su parte si hacen eso, pero se respetaría. Claro, ya sabiendo, cada quien tendría que hacer sus preparativos a su manera, a su estilo, es decir, como le dé su regalada gana. Esto puede recaer en sí mismo o un grupo de amigos que le organicen su muerte o contratar a esa empresa que, visionaria, organiza todo para el día que estirarás la pata. Puede que les dé flojera repartir las invitaciones, pero no olviden que será la última. TE INVITO A MI MUERTE Vamos a pasar un día lleno de sorpresas ¡NO FALTES! Es nomás una idea, cada quien la hará a su gusto. Porque a fin de cuentas se trata de una fecha muy especial. Recuerden que no se muere uno todos los días. El chiste es que cada bien se vaya a su modo. Algunos echarán la casa por la ventana, otros se prepararán de último soplo y otros tantos, muy desidioso, no tendrán listo nada, como si no le importara o como si uno se pudiera morir todos los días. Aquí no sé si quepa eso de que uno puede morirse como hubiera deseado o haciendo lo que mejor le gusta. Es que depende mucho de los organizadores y que tan dispuestos estén de mover su agenda. _oiga, fíjese que se me presentó un contratiempo y me será imposible morirme el día que les dije ¿puedo cambiar la fecha? _¿cómo pa’ cuándo ? _Pa’ mediados de noviembre _ Uy, no, está todo lleno. Pero en diciembre le pudiéramos abrir un campito - ok. pero que sea después del 25 . _ Correcto _ ¿seguro? _Seguro, como quiera vendemos a otro ese espacio. Si viera como hay gente queriéndose morir… Y así Pero ahí no acaba la cosa. El problema se presenta cuando no se ponen las pilas y quieren que la muerte les llegue como caída del cielo, sin haber ningún dato que nos diga que estaba en proceso de morirse. Eso sí que no. Peor aún: resulta que programan su respectiva ocasión, hacen un gastadero, familiares y amigos se preparan y aquel o aquella no deja de ir al gym, se alimenta sanamente, duerme las ocho horas, no se revienta cada fin de semana, se realiza exámenes médicos cada tres meses, no le echa azúcar al café ni a nada, no consumen Coca-Cola, no se suben al metro ,no se comen a mordidas un botete , han de dejado su fanatismo para siempre, ignoran las salsas que cocinan en las pizzerías, se checan la presión a diario y no han vuelto a mirar desde hace mucho tiempo, ningún noticiero de tv azteca. ¿Así cómo? Me parece que se debe ser más serio. ¡Esto no es un juego! No solo es el incumplimiento del contrato en perjuicio económico de la familia, también impacta indirectamente en otras fuentes indirectas de empleo: que el mariachi que había pedido, que el café ya comprado, que el menudo apartado en el mercado, que el traje de su elección. Todo ese gasto, ¡a la basura o , irónicamente , al pozo! Es cierto, viendo tanta demanda e interesado para morirse , los respectivos negocios con ese giro, ya se habrán puesto las pilas y tendrán algún paquete que ofrecer. PAQUETEMUERAS Incluye: Recolección del cuerpo, el arreglo estético del mismo (si es que es posible pero se le hace la lucha), el embalsamado, traslado en carroza, préstamo del equipo de velación y la capilla. Mariachi o música a su elección Tres plañideras Café y bebidas nacionales con y sin alcohol Un cuenta chistes a disposición de los asistentes Un sacerdote de guardia las 24 horas por si ese día no encuentran a uno Claro, a nadie se le obliga, pero si no se disciplinan, ahí tendrán que escribirse en la lista de espera o dejar que la muerte les llegue por azar, o gracias al destino o por distraído o porque anduvo por ahí de rogón, buscando la más forma más vulgar para morirse. Los más desesperados, echándose a las llantas del primer camión que vieron; los románticos creyendo que morirán desangrandos, gracias a la tinta sangre de su corazón; otros, resignados, nomás aceptando que ya se los llevó pifas, pero otros más, rogando a dios que le traiga la muerte más inusual: Perder la vida, combatiendo contra el ejército invasor. Morir al lado de Fanny Cano y no se diga más. Suicidarte con la camisa puesta del Cruz Azul. Intoxicarte con una sopa maruchan gourmet, es decir, con ramen. Por estallamiento de vísceras, al rebotar en el piso, luego de que se trozó el mecate con el que te querías colgar en el viejo techo de tu casa. Son algunas opciones, pero ustedes pueden sumar más. Por ejemplo, la que decidió ese chamaco que, para él, la lucha libre lo era todo y le dio por enmascararse para que no lo conocieran sus rivales, quienes morirían después de él.según creyó. Pobre tonto," eterno luchador' que un día informó que la semana siguiente era la gran fecha y estábamos todos invitados a tu muerte. Así fue, pero empezó a morirse desde temprano para ensayar y, cuando llegaron los aficionados, no podía más. Dicen que le dio tanta vergüenza que, en la primera oportunidad, se lanzó desde la tercera cuerda y sin tener ningún blanco al frente, ni rival que lo recibiera cayó en seco y se desnucó. Sí algo no sabemos, es cuándo vamos a morir. |
Miguel Ángel AvilésMiguel Ángel Avilés Castro (La Paz B.C.S. 1966.). Es abogado por la Universidad de Sonora. Practica el periodismo y la literatura desde 1990. Archives
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