Por Miguel Ángel Avilés
Esta columna tiene por nombre opcional "La otra mirada", porque eso es: una apreciación propia y distinta con respecto a cualquier tema de la vida cotidiana, nada más. Ni trata de imponer juicios ni se adjudica patentes sobre verdades únicas, pero, sobre todo, no arremete contra nadie, por el solo hecho de pensar distinto. En todo caso, lo que uno intenta es argumentar y ofrecer elementos de juicio, con respecto al asunto a tratar y si en el remoto caso de que alguien lea estas entregas, decida este si las retome o no y luego sacará sus propias conclusiones. Quiero decir que este espacio ni es un soliloquio, ni un monólogo, ni una tribuna imperial que se adjudique una supremacía insolente, capaz de apantallar a incautos a fin de que me creen todo lo que diga y, conseguido ese propósito, se me ocurra encaramarme en el púlpito de una honorabilidad que no tengo, para blasfemar, sin tregua alguna, en contra de quien me dé la contra o me diga, con los pelos de la burra en la mano, que estoy mintiendo. Porque esa concentración de verdades, nunca es buena consejera, pienso aquí y siempre es necesario que existan contrapesos, razón de más para que nadie agarre esa onda gacha de querer pontificar, como si muy iluminado, bajara del cielo y con poder celestial en mano, casi nos hablara en nombre de dios o, peor tantito, creyéndose dios. Amén. Eso de presentarnos de una manera dogmática y con tono de suficiencia, principios o ideas que no necesariamente han sido comprobados, no tiene cabida ya, en los actuales tiempos y más temprano que tarde, nos cae el techo de la realidad en la cabeza y no hay más que recoger lo que quede de esta simulación ahí, justo ahí, donde todavía humean los escombros de lo impostado. Por eso creo que no nos podemos quedar con la exclusiva versión que alguien nos oferte, sobre todo si ese hombre o mujer, en una charla, reunión, consulta, entrevista, conferencia, tarot, o lo que sea, no permite que una voz distinta lo contradiga y lo ponga en su lugar. Esto ocurre muy frecuentemente en la vida cotidiana, pero el día que esto se vuelva una pandemia y llegue, incluso, a la intachable esfera política, ahí sí que todos estaremos perdidos. Ahí sí. Dios quiera y no, pero por si sí o por si no, se debe andar con cuidado, pues si se quiere apreciar las evidencias, antes que un acto meramente de fe, es necesario que cada uno de nosotros, estemos atentos para saber quién nos quiere cuentear y quien no. Hasta ahí todo bien. Pero qué pasa cuando, yo como afectado, señalo que ese del verbo absoluto, le da por hacerte señalamientos taberneros, llenos de injurias y calumnias, lastimando tu honra, sumariamente, sin darte ninguna oportunidad de defenderte. Así que es muy grave. Para fortuna de los destinatarios de esta herejía, existe el derecho de réplica, rectificación o respuesta. Siguiendo a Vladimir Chorny lo anterior tiene la "idea de posibilitar que la voz de las personas afectadas por la información incorrecta”, falsa o utilizada de cierta forma por los medios de comunicación (principalmente) sea escuchada. Es un mecanismo para permitir a las personas dar su versión de la historia y, también, generar un diálogo comunicativo y así romper la difusión de información en una sola vía, que es muchas veces la lógica con la que funcionan estos medios. La posibilidad dialógica que encierra este derecho no sólo es importante para las personas que buscan replicar cierta información, sino que es benéfica también para el resto de la sociedad: la réplica permite abrir un debate para romper un monólogo y habilita a la sociedad a ser partícipe de ese debate de distintas formas. Con un antecedente remoto, en México ese derecho se contempla en la constitución y a su vez, en las leyes reglamentarias. Si no les da flojera (como la que yo tengo ahorita) échense un clavado en estos , leyéndolos, para el día de mañana que se les ofrezca. A mí me parece de gran valía el escuchar a las dos partes, de otra manera, nos tragamos el cuento de esa autoritaria expresión y más tarde nuestra cabecita se satura de pura fantasía y de pura falsedad. De ese modo nos hacen ver como héroes a unos y como villanos a otros, como ángeles a estos y con demonios a los demás, como valientes a unos. Mientras que los cobardes son aquellos y así, nomás así, nos vuelven a pintar la cara. Con tal de que me entiendan sobre lo importante que es escuchar a las dos verdades o " verdades" recurriré a un pasaje autobiográfico que hará infalible a mi pedagogía: Un día que reaparecí en una cancha de fútbol y jugando de portero, me quebré o me quebraron la muñeca derecha, pero yo supuse que era una simple lastimadura. Sin embargo, las molestias no se iban y entonces me saqué una radiografía. El radiólogo sentenció que tenía muñeca bien quebrada, pero me dice, quizás a modo de consuelo, que era admirable que hubiera soportado tantos días esa quebradura que comúnmente provoca en otros espantosos gritos, con lo cual quedaba claro que yo tenía un alto, muy alto umbral del dolor. Si esto lo anuncia en público, quien quite y paso a formar parte del salón de la fama o algún circo me hace ofertas de trabajo como faquir. Con esa única versión muchos hubieran creído que soy un superhombre. Pero siendo sinceros esto no sería del todo cierto. Y si el afán de la muchedumbre fuese desenmascararme o simplemente quisiera conocer otra opinión, busca por cielo, mar y tierra las evidencias necesarias para desvirtuar el dicho del radiólogo. Entonces darían con el paradero de aquel profesional de la enfermería que me atendió en el hospital militar por una madura herida que traía en un dedo y que, a las primeras de cambio, al aplastarlo para sacarme todo el pus que ya cargaba, azoté desmayado en sus pies y solo volví en sí, cuando este me estaba dando de cachetaditas para que reaccionara. En ese momento, mi fama de bragado se vendría abajo. Puede que sí o puede que no. Pero ya se tendrían en la balanza las dos versiones o esas dos miradas. Para que cada uno, sacara, informadamente, sus propias conclusiones.
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Miguel Ángel AvilésMiguel Ángel Avilés Castro (La Paz B.C.S. 1966.). Es abogado por la Universidad de Sonora. Practica el periodismo y la literatura desde 1990. Archives
September 2024
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